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Editorial Periódico Azkintuwe

512 años después

Fuentes:

Estamos nuevamente en octubre. Como hace 512 años atrás, cuando la búsqueda colonial de nuevas rutas comerciales llevó a un navegante genovés llamado Cristobal Colón a «descubrir» para Castilla un nuevo continente. ¿Descubrir?. Eso al menos nos enseña la historiografía oficial y eso es precisamente lo que repiten los medios de comunicación por estas fechas. […]

Estamos nuevamente en octubre. Como hace 512 años atrás, cuando la búsqueda colonial de nuevas rutas comerciales llevó a un navegante genovés llamado Cristobal Colón a «descubrir» para Castilla un nuevo continente. ¿Descubrir?. Eso al menos nos enseña la historiografía oficial y eso es precisamente lo que repiten los medios de comunicación por estas fechas. Y es que han pasado más de 500 años, pero las cosas no parecen en verdad haber cambiado mucho. Los salvajes, los sin alma, seguimos siendo los mismos. Los civilizados, los hijos de Dios, también. Hoy sin embargo, el discurso oficial llama «terroristas» y no «incivilizados» a todos aquellos que levantan la voz contra un sistema de opresión y despojo en apariencia incuestionable.

Hoy es 12 de octubre y mientras escribo estas líneas, 16 hermanos mapuche están siendo enjuiciados por la justicia chilena, acusados de actos violentos y de crear además una compleja red terrorista para cometerlos. Si bien la acusación del Ministerio Público de La Araucanía carece de fundamento y de sentido común, tal como lo han señalado organismos de derechos humanos y juristas de renombre internacional, sabemos que los mapuche llevan en el juicio todas las de perder. Serán condenados, probablemente, y los 10 o 15 años de cárcel solicitados hoy por los fiscales, se sumarán a los otros 10 o 15 años de cárcel que otros fiscales como ellos solicitarán, en otros tribunales y en otro tiempo, contra todos aquellos mapuche que más tarde intenten recuperar también un trozo de su dignidad y sus derechos.

Y es que no solo la opresión de los estados-nacionales y los injustos veredictos de los sistemas judiciales se mantienen intactos hasta nuestros días. También la resistencia se mantiene en pie, tal como ayer, tal como hoy, tal como lo seguirá estando a futuro y tal como la seguiremos informando a diario todos aquellos medios de comunicación comprometidos con el devenir histórico de nuestros pueblos. A fines de los noventa, cierto investigador chileno observó con in disimulado asombro la -para él- sorprendente «emergencia» de la lucha indígena en América Latina. ¿Emergencia?.

Algo me hace hoy dudar de tal observación. No porque no crea en la expansión continental de las reivindicaciones indígenas, ni en la exitosa inserción del tema en la agenda de los organismos internacionales. Para nada. Es solo que el uso del concepto «emergencia» -dando cuenta de la reaparición de algo que se había o se suponía sumergido, enterrado, cuando no extinguido- me parece altamente cuestionable cuando observamos a diario, en nuestra condición de periodistas, la continuidad entre las historias de quienes resistieron ayer y quienes lo siguen haciendo hoy.

Tiendo a pensar que más allá de aquel quejumbroso discurso de los 512 años de opresión, es posible también reivindicar y quizás con mayor fuerza, un glorioso pasado de resistencias. 512 años, para ser más exactos. Tiendo a pensar de la misma forma que más allá de la observación académica de las luchas de nuestro pueblos, tan legítima como necesaria por cierto, la lectura que nos corresponde hacer a los comunicadores transita por otros rumbos. Silenciada durante siglos, primero por la historiografía colonial y más tarde por el discurso de los estado-naciones, transmitido de manera cómplice y entusiasta por la prensa oficial, viejas y nuevas historias de resistencias exigen hoy ser dadas a conocer.

Eso al menos intentamos hacer desde Azkintuwe, joven trinchera del periodismo independiente que pronta a cumplir un año, persiste en su afán de transformarse en un mirador donde los mapuche, como pueblo, como nación, podamos encontrar aquella ruta extraviada en el camino. Y no sólo nosotros. Mientras escribo también estas líneas, otros hermanos, jóvenes comunicadores como nosotros, alistan los preparativos del primer Encuentro de Comunicadores Mapuche a realizarse en el Gulumapu y que reunirá a delegados de ambos lados de la cordillera. Valiosas experiencias de trabajo en radios comunitarias, sitios web, boletines, periódicos y otros medios de comunicación se darán, nos daremos, cita en Afunalhue-Villarrica para conocernos, intercambiar experiencias y coordinar de mejor manera un trabajo a todas luces urgente y necesario.

Tras varios siglos de obligado silencio, la voz de los pueblos en lucha de América exige hoy ser escuchada, reconocida y valorizada, tanto al interior de sus propias sociedades, como en aquellos sectores de la sociedad dominante de nuestros respectivos Estados, interesados en reparar de alguna forma parte del daño causado. Para ello, de vital importancia resulta la existencia de una prensa independiente alerta a los acontecimientos, reflexiva en sus análisis y no dispuesta a vender su trabajo -ni a venderse a si mismos- ante los ofrecimientos o las amenazas de aquellos que hoy en día detentan el poder en la región, sean estos poderosas transnacionales, gobiernos seudodemocráticos o prepotentes caudillos locales.

Ese es el desafío que, creemos, nos toca enfrentar hoy como periodistas mapuche, desafío con el cual nos sentimos más comprometidos y acompañados que nunca. Ese es el desafió que tenemos. Exactamente, 512 años después.

* Su autor es periodista, director del Periódico Azkintuwe.
Kolectivo Mapuche Lientur / http://www.nodo50.org/kolectivolientur