Recomiendo:
0

Geopolítica y diplomacia económica: TPP y TPIP

Fuentes: Alai

No nation can preserve its freedom in the midst of continual warfare[1]James Madison, «Political Observations» 20 de Abril, 1795 La visión anglosajona del orden mundial, con Washington y Londres como árbitros auto designados para hacer una guerra permanente y universal, es contrastada desde Moscú y Beijing. Como no es plausible la inmunidad para destruir esa […]

No nation can preserve its freedom in the midst of continual warfare[1]
James Madison, «Political Observations» 20 de Abril, 1795

La visión anglosajona del orden mundial, con Washington y Londres como árbitros auto designados para hacer una guerra permanente y universal, es contrastada desde Moscú y Beijing. Como no es plausible la inmunidad para destruir esa discrepancia con la sólita violencia militar, el contraste implica el regreso al mundo multipolar, que siempre funciona con una perspectiva geopolítica.

Un primer síntoma de eso es el abandono de la racionalidad económica, en el tema de sanciones a Rusia, porque perjudican más a quien las aplica. Es evidente la presión norteamericana para que la Unión Europea -UE- deje de vender bienes y servicios a Rusia, sexta economía mundial por poder de compra (PPP) y tercer socio comercial de la UE, con un comercio de € 326 millardos (miles de millones – 2013). En Alemania, el servilismo de la Sra. Merkel perjudica un comercio de €75 millardos. A Francia el servilismo del Sr. Hollande ya le cuesta unos €3 millardos, por no entregar dos portahelicópteros Mistral terminados e inutilizables por Francia u otro país porque construidos bajo patrones rusos.

Un segundo síntoma es el cambio de prioridades en política comercial. Hasta ahora Washington buscaba modelar la economía mundial con normas que dieran libertad de acción a las empresas que dictan políticas a los gobiernos anglosajones. Es notorio que esas políticas elevan los valores en las bolsas, pero deterioran el nivel social y económico del 99 % de la población y arruinan las pequeñas y medianas empresas, que son la fuente más grande del empleo. La reducción del poder adquisitivo popular reduce el mercado interno y su importancia comercial externa. La conciencia de los defectos del modelo anglosajón ha convertido el intento de imponerlo en las negociaciones de la OMC en un diálogo de desgaste. La repuesta anglosajona es un enroque: crear bloques económicos con países gobernados por los mismos intereses apátridas.

Los bloques económicos

Hasta los años sesenta hubo áreas definidas por el uso de monedas imperiales. Hubo áreas de la Libra Esterlina, el Franco francés, del Rublo, del Guilder, del Cruzeiro y del Dólar. Poco a poco fueron invadidas por el Dólar, gracias al acuerdo de Bretton Woods y al disimulado apoyo en Washington a toda insurrección independentista. Mientras se erosionaban sus mercados coloniales, los europeos, para mantener la economía de escala de sus fábricas reconstruidas, fusionaron los mercados y recursos propios. El proceso pasó por la Comunidad del Carbón y del Acero, al Mercado Común Europeo y finalmente a la Unión Europea, que ahora es la mayor economía mundial por PIB con €14.303 billones y la segunda, después de China, con un PPP de €12.712 billones.

Fuera de Europa, la doctrina del desarrollo por substitución de importaciones, promovida por Raúl Prebisch desde la UNCTAD, empujó en América Latina y en Asia hacía otras fusiones de mercados y recursos. En Europa y Asia las fusiones tuvieron éxito; en América Latina no tanto, por un abuso corrupto del proteccionismo que enriqueció a unos pocos rentistas y retardó el desarrollo.

La crisis por la deuda financiera del Tercer Mundo, obligó a que muchos países en desarrollo, a cambio de préstamos del FMI y el Banco Mundial para pagar sus deudas con los grandes bancos, tuviesen que aceptar recetas económicas de apertura, siempre idénticas. Se exigía la adhesión al GATT[2] o luego a la OMC[3], a la OMPI[4] y a otros organismos internacionales, que debían ser el foro multilateral para crear nuevas normas mundiales en las relaciones económicas internacionales. El eje más visible del sistema es la OMC, con 161 países miembros, cuya base son las normas del GATT. Estas tienen dos principios básicos: a) no discriminar en el comercio; b) dar al producto importado igual trato que al nacional. Con esos principios se quería mejorar la eficiencia productiva internacional y repartir los beneficios de participar en una economía mundial de mercado. Una visión impregnada de liberalismo clásico, si se quiere.

Ese concepto, originario del grupo anglosajón, gira ahora en sentido opuesto. Ante la pérdida de competitividad comercial de los Estados Unidos e Inglaterra y su pérdida del control sobre la elaboración de normas para el comercio internacional, la repuesta es proponer mega acuerdos económicos preferenciales que tengan como centro y lazo común a los Estados Unidos y que excluyan a los nuevos rivales: El Trans-Pacific Partnership – TPP y el TransatlanticTrade and Investment Partnership -TTIP-. El primero excluye a China y el segundo a Rusia. El objetivo geopolítico de ambos acuerdos es claro: debilitar la interdependencia económica de China con sus vecinos y debilitar la creciente interdependencia económica de la U.E. con el Mercado Común Euroasiático acaudillado por Rusia.

Los nuevos acuerdos de libre comercio o asociación

Los acuerdos llamados de libre comercio o de asociación (partnership) son lo contrario del trato sin discriminación, que es la base del multilateralismo y la OMC. Su nombre es orwelliano, porque esconde lo contrario del libre comercio. Su promesa es discriminar en el comercio con un trato preferencial a los bienes y servicios de los países del pacto. Como Estados Unidos hace firmar tales acuerdos a cuanto país pueda imponerlo y casi todos son países en desarrollo, el trato preferencial carece de beneficios. Todos compiten entre sí exportando productos similares al mercado americano. La apertura beneficia sólo a las grandes empresas norteamericanas, que cuentan con dinero inventado por la Federal Reserve, para arrasar a las empresas nacionales de los países socios.

Esos acuerdos son claramente de comercio administrado y van más allá del intercambio de bienes y servicios. Sus normas implican la adopción de determinadas políticas económicas e invaden áreas ajenas al concepto clásico del comercio y de las relaciones económicas internacionales.

En propiedad intelectual implican prolongar los monopolios sobre el uso de conocimientos patentados y expandir los conocimientos patentables, con grave daño para la salud pública, la diversificación agrícola y el desarrollo científico y tecnológico.

En inversión extranjera directa implican la garantía estatal a las ganancias del inversionista extranjero. Los estados deberán responder ante árbitros extranjeros por cualquier acto interpretable como contrario al interés del inversor. La inversión extranjera queda exenta de cualquier requisito, tanto que ni siquiera necesita invertir en el país; basta que compre una empresa local ya existente. El Comité sobre Comercio Internacional del Parlamento Europeo acaba de aprobar, el 28 de mayo, esa exigencia que subordina las políticas del Estado a los intereses de las empresas extranjeras. La votación fue de 28 contra 13, pero se volverá a discutir ante el pleno del parlamento el 10 de junio.

En agricultura se excluye el uso de salvaguardias ante situaciones de crisis y se traba el derecho a la aplicación de aranceles compensatorios, que la OMC permite contra los subsidios que reciben las exportaciones agrícolas de Estados Unidos. El tema de los subsidios agrícolas lo remandan a lo que se negocie en la OMC, donde la Ronda Doha está estancada justo por los subsidios agrícolas. La importación de productos agrícolas subsidiados y la admisión de productos de OGM es sentenciar a muerte la agricultura local. Los casos de acuerdos de libre comercio con México y América Central muestran campos despoblados cuya población emigra o se hacina en áreas urbanas, donde desborda los servicios públicos y es vulnerable a la delincuencia. Su última consecuencia es el caos político-social, que puede ser una opción estratégica para que el vecino fuerte resulte indispensable o para neutralizar un potencial adversario geopolítico.

En política industrial se corrompe el uso racional y eficiente de los insumos en la cadena productiva con normas de origen excluyentes. Estas exigen el uso de productos provenientes de los miembros del acuerdo para obtener el trato preferencial. Un ejemplo es la producción textil a partir de la fibra de algodón, donde el algodón norteamericano tiene ventaja aplastante por subsidios del 80 %, pero que impide aprovechar telas ya elaboradas en Asia. En Costa Rica y en otros países centroamericanos hay exportadores que han renunciado a las preferencias para no tener que cumplir con esa norma que les baja la competitividad.

Otra característica de estos acuerdos Made in USA es el secreto y la falta de transparencia con que se negocian. La población no está al corriente ni es consultada en absoluto. Son acuerdos que se aprueban en los parlamentos, con votos atados a la disciplina de partido.

El Trans-Pacific Partnership -TPP-

Este acuerdo quiere ser una renovación de lo que fuera la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático[5] -ASEAN- fundada en 1967 como arma económica contra China y que terminó firmando un acuerdo con ella para una zona de libre comercio que está en vigor desde 2010. Los países que ahora negocian el TPP son 12 y de ambas costas del Pacífico: Canadá, Estados Unidos, México, Perú y Chile, del lado americano; Brunei, Japón, Malasia, Singapur, Vietnam, Australia y Nueva Zelanda del lado asiático.

En cuanto a población el lado americano es más relevante, con 535 millones de habitantes contra apenas 285 del lado asiático. Es aún más desbalanceado si pensamos que la población total de Asia sobrepasa los 4,3 millardos. De los asiáticos el único país relevante por tamaño de población y de economía es Japón, aún ocupado por Estados Unidos. Ni siquiera Corea del Sur, que también sigue ocupada, quiso adherir a esta alianza anti-china, aunque tiene un viejo acuerdo bilateral con Estados Unidos. Vietnam, que nutre antiguo rencor contra China y reciente contra Estados Unidos, acaba de firmar un acuerdo económico con Rusia, que, junto con China, India e Indonesia es otra potencia económica y militar del Pacífico ausente del TPP.

En algunos países asiáticos que lo negocian existe fuerte oposición. En Malasia el prestigioso antiguo Primer Ministro, Dr. Mahathir Mohamad, ha dicho que el TPP es… un acuerdo para atar a las naciones con normas y reglamentos que sólo benefician a las grandes empresas norteamericanas y que el secreto con que se rodea la negociación añade a la sospecha de que sea una conspiración. Los miembros asiáticos tienen poco en común y más parece que participan por interés geopolítico, como un paso hacía una alianza militar que contenga a China. La parte sustancial clara es que refuerza con otros vínculos económicos la alianza militar entre Japón y Estados Unidos.

La repuesta china es un acuerdo poderoso, bajo el atractivo nombre de Nueva Ruta de la Seda, que no ata con normas y es incluyente. El vínculo son proyectos comunes de comercio, infraestructura e inversión con los países que hay entre China y Europa, que es el más sólido mercado de China. El objetivo geopolítico es la prosperidad en las regiones que atraviesan las versiones terrestre y marítima de la Nueva Ruta de la Seda, para evitar que se siembre un caos que alimente iniciativas subversivas en su periferia. Ese enfoque trajo un acercamiento entre China e India, que en la estrategia norteamericana era un freno potencial a la creciente y moderna potencia militar de China.

El Transatlantic Trade and Investment Partnership -TTIP-

Europa y Estados Unidos están ligados por muchos acuerdos, son mutuamente el principal mercado del otro y no debieran necesitar un acuerdo más. La diferencia entre ellos es que el comercio de Europa tiene saldo positivo y el de Estados Unidos tiene saldo crónicamente negativo. La Europa de la economía real está sana, su mal es la economía virtual de las finanzas, cuyo origen no es europeo, viene del contagio de una locura que emana New York y pasa por Londres. Es la locura de creer en crear dinero de la nada para pagar rentas opulentas y mirar las deudas como signo de prosperidad.

Al proponer este acuerdo, Estados Unidos busca parasitar la economía europea, debilitar el Euro para sostener el Dólar, dificultar el comercio de Europa con Rusia y China, desviar el comercio interno de Europa y completar ocupación militar con ocupación económica, como lo hace con Japón.

El TTIP está pensado para amarrar legalmente a Europa, que es un gigante económico, científico y ético adormecido, antes de que despierte. El ejemplo europeo en cuanto a protección social es visto como peligroso para el modelo anglosajón de competencia darwiniana, sin más ética que el lucro. El TTIP erosiona el Estado de bienestar. Por último, el TTIP completa la tarea de debilitar a Europa creando un caos periférico que amenaza su seguridad. Ese es el resultado, para nada casual, del derrocamiento directo o indirecto, siempre con armas norteamericanas, de todos los gobiernos seglares, con sensibilidad social, en países musulmanes, tanto de Asia Menor como de África, para crear masas de refugiados que agobien a Europa. El Golpe de Estado de la Sra. Nuland en Ucrania es parte de esas acciones. Sólo la calma mostrada por Moscú ante las provocaciones de Washington y el coraje de los ucranianos del este ante la agresión militar del gobierno usurpador en Kiev, salvó a Europa de la más peligrosa acción desestabilizadora de Estados Unidos en su periferia.

Conclusión

La geopolítica siempre ha usado bloques económicos en sus estrategias de poder, que eran parte de la noción de imperio. La novedad es que un imperio sea devorado por los intereses apátridas de sus grandes empresas y busque nuevas víctimas para sus parásitos, antes de colapsar. En Asia no parece que el TPP logre ser un trampolín para desestabilizar la periferia de China y desgastarla con acciones de mercenarios fanáticos. En Europa el proceso que erosiona su cultura, su economía y su seguridad es evidente y el TTIP viene a completarlo; lo peor es que la actual clase política europea, por razones misteriosas, es cómplice de su destrucción. Nos preguntamos si los pueblos de Europa despertarán para sacudirse a tiempo o esperarán que su liberación, como el sol, venga del oriente. Festina, mox nox[6]

Notas

[1] Ninguna nación puede preservar su libertad en medio de continua guerra.
[2] General Agreement on Trade and Tariffs -GATT (Acuerdo General de Aranceles y Comercio)
[3] Organización Mundial del Comercio -OMC.
[4] Organización Mundial de la Propiedad Intelectual.
[5] Los miembros originales eran Brunei, Indonesia, Malasia, Filipinas, Singapur y Tailandia, luego adhirieron Vietnam, Laos y Camboya.
[6] Apresurate, pronto será noche.

URL de este artículo: http://www.alainet.org/es/articulo/170023