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Canadá

Escenario viejo, actor nuevo

Fuentes: Rebelión

En Canadá, y en algunos otros países, la elección de Justin Trudeau como el nuevo Primer Ministro el pasado mes de octubre fue vista como una importante renovación. En parte esto se debe a la figura juvenil y comunicativa del nuevo Primer Ministro, todo lo contrario de su antecesor, Stephen Harper, quien estuvo 11 años […]

En Canadá, y en algunos otros países, la elección de Justin Trudeau como el nuevo Primer Ministro el pasado mes de octubre fue vista como una importante renovación. En parte esto se debe a la figura juvenil y comunicativa del nuevo Primer Ministro, todo lo contrario de su antecesor, Stephen Harper, quien estuvo 11 años en el poder siendo siempre no sólo un político de extrema derecha sino uno que no daba explicaciones a nadie de nada, violando incluso sus responsabilidades como político y administrador del estado. Harper no tuvo ningún empacho en cerrar el parlamento por dos meses en diciembre del 2008 simplemente para evitar un voto de no-confianza en contra de su gobierno. Sorprendentemente, podemos decir, en sus 11 años de «reinado», Harper recibió contadas críticas, ninguna de instituciones importantes o de medios de comunicación, ambos representantes de las élites corporativas dominantes. Sin duda, Justin Trudeau capitalizó el descontento de una parte de los canadienses respecto a la figura despótica e indiferente de Harper; se podría decir que muchos votantes eligieron repudiar la persona de Harper más que a su conducción de gobierno o a las medidas que tomara. Así se impuso el viejo Partido Liberal con Justin Trudeau, un educador de 44 años de edad, que ejerció como profesor secundario antes de ser elegido representante político, y que sin duda también le favoreció el ser hijo del más famoso político canadiense, Pierre Trudeau, quien fuera Primer Ministro por 15 años en los años 70 y 80. Y si bien Justin Trudeau presenta una figura muy diferente a su antecesor Stephen Harper, no por eso Canadá emerge con un nuevo proyecto político de país con este nuevo gobierno, más bien el status quo continúa no sólo en la política canadiense interna sino también en la externa.

Justin Trudeau ha usado sus energías como Primer Ministro de Canadá para saludar a quien viera, sacarse fotos con quien se lo pidiera y sonreír al público acompañado muchas veces de su esposa, Sophie Gregoire, figura pública ella también de la televisión canadiense antes de ser primera dama. La pareja se presenta amable, sonriente, fotogénica y está acostumbrada a la vida pública. Son cualidades que facilitan las relaciones públicas y es posible que la popularidad de los Trudeau llegue a ser comparable con la de las más conocidas parejas del mundo de espectáculo, pero estas no son necesariamente cualidades para dirigir el país. Sin duda los Trudeau forman una pareja atractiva, con niños pequeños y con una historia a la vez conocida y trágica, que emerge con un final casi feliz gracias a que la madre de Justin, Margaret Trudeau, antaño problemática esposa de Pierre, se ha transformado en madura y crecida abuela con una misión en favor de la salud mental, ella misma superando la depresión bipolar. Pero esto no puede ser todo lo que hay.

Es que no existe labor política y administrativa para Justin Trudeau, esta queda en las manos de los encargados de siempre, los tecnócratas que no vemos necesariamente. En Canadá, como en cualquier país del primer mundo y como muchos del tercero, los políticos del gobierno y de la oposición tienen como única tarea engañar a la gente al tiempo que defienden a los ricos y sus negocios, por eso necesitan hacer mucho show. Las promesas existen en los discursos, durante las elecciones; Justin Trudeau repetía constantemente el estribillo sobre su preocupación por la clase media canadiense, esto porque clase media se entiende como la mayoría de los canadienses. Las promesas incluían un gran plan de gastos de infraestructura que habría de generar trabajos que no serían trabajos de servicios mal pagados, como son la mayoría de los trabajos que se crean. Se hablaba de democratizar el sistema de elecciones federales para que fuera proporcional y no como es actualmente en donde el ganador se lleva una proporción mayor de los asientos parlamentarios. De estas promesas y de otras menores nada se ha visto hasta ahora y seguramente nada se verá. Con la excepción de haber aceptado 25000 refugiados sirios, asunto que está en proceso, y que significa un 10 por ciento de los inmigrantes que Canadá acepta cada año (no olvidemos que un 20 por ciento de la población nació fuera del país). Pero nadie exigirá al nuevo gobierno que cumpla con sus promesas, como nadie le exigió nada a Harper durante su gobierno, hay un marcado desinterés de parte de la población por los asuntos públicos de este país, el desinterés es endémico y los partidos de oposición no son sino organizaciones muertas que se focalizan en discutir asuntos irrelevantes en el Parlamento y comportarse como niños. La actividad política se reduce a los tiempos en que hay elecciones.

El partido NDP (Nueva Democracia) que es social demócrata ha dejado ya por muchos años de representar al centro izquierda en Canadá y trata hoy con mucho ahínco de ser lo más pro-corporación posible. En su seno se han discutido asuntos políticos de relevancia en el pasado pero las posiciones de derecha se impusieron y terminaron con todo cuestionamiento relevante. El cuarto partido aplica solamente a Quebec, no a todo el país. El quinto partido es el Partido Verde y tiene representación parlamentaria federal de un solo parlamentario, se trata de su líder Elizabeth May, quizás el único miembro del parlamento que cuestiona y se comporta con decencia.

No es que no existan asuntos que solucionar en Canadá, que como país y en lo económico sufre un creciente endeudamiento público federal más las provincias que ya alcanza a 1,3 billones o sea a un 91,5 por ciento de su PIB, y que tiene un déficit comercial que en el 2015 llegó a casi 22 mil millones de dólares (Statistics Canada) y que además ha sido también duramente afectado por la caída del precio de las materias primas incluyendo al petróleo que junto al gas natural se exporta casi en un 98 por ciento a Estados Unidos y que significa un 23 por ciento del total de las exportaciones. Canadá ha sido gravemente afectado por la globalización (o el dominio corporativo mundial) y por las políticas neoliberales de las últimas tres décadas, razón por la cual ha perdido más de un millón de puestos de trabajo en la industria, y en esta área el sector que más ha sobrevivido es el de procesamiento de alimentos, aunque tampoco se ha escapado pues han cerrado más de 150 plantas en los últimos 10 años. Y esto no se ha detenido, pues Canadá está listo a firmar el próximo octubre un tratado de libre comercio con la Unión Europea y más adelante el TPP (Tratado Trans-Pacífico), ambos afectarán negativamente la producción de productos lácteos, causando cierres de factorías y creciente desempleo.

Pero Justin Trudeau, el nuevo Primer Ministro, igual que los anteriores, ha hecho un tremendo show cada vez que se reúne con los representantes de Estados Unidos y México con quienes se ha firmado el tratado de libre comercio desde 1994, como si los efectos de este tratado, y de los otros, hubiese sido positivo, recordándonos a alguien que celebrara cada cierto tiempo sus desgracias. Los llamados «Tres Amigos,» como ridículamente se los llama en la prensa, hicieron su show en Ottawa el pasado mes de junio y parte de este circo incluyó al Presidente Obama y al Primer Ministro Trudeau, destacando con emoción la gestión democrática del señorito Presidente de México Enrique Peña Nieto. Siendo que México es uno de los países más represores y violentos del mundo. Y para que decir que cuando Obama fue invitado al Parlamento canadiense, después de su discurso hizo bromas típicas del «humor norteamericano» que para congraciarse con él los parlamentarios canadienses celebraron tanto que un periodista no pudo sino destacar la expresión ya no como exagerada sino como esquizofrénica. En Canadá la adulonería a Obama es aparatosa, quizás debido al pasado racista que este país ha tenido con sus afro-descendientes y aborígenes.

El comercio con China, segundo socio comercial después de Estados Unidos, se ha hecho más importante para Canadá porque sus exportaciones, principalmente de materias primas -minerales, papel y madera- han aumentado al doble en los últimos diez años, cosa que no ha sucedido con las exportaciones canadienses hacia el resto del mundo que se han mantenido estáticas. Pero aún así, siendo China un socio tan importante para Canadá, Trudeau no pudo contenerse de hacer críticas públicas a este país hablando sobre los derechos humanos, todo esto basado en datos dudosos y como si Canadá fuera un paraíso en este tema y en el tema de acceso a la libre información. Pero esta vez el embajador de China en Canadá se ofendió con la diatriba del gobierno canadiense y le expresó claramente que estas actitudes atrevidas tienen consecuencias y que es tiempo que el gobierno de Canadá se ocupe de sus propios asuntos de derechos humanos, lo que la prensa canadiense interpretó como un acto espontáneo del embajador chino que quería lucirse ante el gobierno de su país para poder trepar mejor. Vale decir, sólo los gobernantes canadienses son patriotas cuando defienden su país, los gobernantes de otros países si lo hacen son simplemente oportunistas.

En cuanto al tema de política exterior, Trudeau repite la posición habitual de que Canadá es el más fiel aliado de los Estados Unidos y el más fiel miembro de la OTAN, por lo tanto está siempre presto a condenar, atacar y si es necesario destruir a cualquier país y gobierno que sea elegido como enemigo de turno. Tal es el caso de Siria, donde este gobierno expresa por un lado su deseo de intervención y por otro trae un puñado de refugiados que él mismo ha ayudado a crear. En el continente americano Canadá, junto a Estados Unidos y algunos otros gobiernos latinoamericanos cooptados, traman desde la OEA constantemente una intervención contra Venezuela: la última maniobra conspirativa no prosperó pero el deseo intervencionista continúa. Las críticas a Venezuela son también en base a los famosos derechos humanos, pero Canadá nunca ha criticado las violaciones criminales a los derechos de sus pueblos por parte de las autoridades de México y Colombia en este continente o de Arabia Saudí en el mundo. Los crímenes de las autoridades en México y Colombia han sido ampliamente verificadas y son atroces y sin embargo con ambos y con Arabia Saudí Canadá tiene muy buenas relaciones y el tema de los derechos humanos no es tocado. Con Arabia Saudí ha firmado incluso hace algunos meses la venta de vehículos armados por un total de 11 mil millones de dólares que ha de entregar en un plazo extendido. Trudeau también ha condenado las supuestas amenazas de Rusia en Europa, como lo expresara en la última cumbre de la OTAN en Varsovia el pasado 8 de julio y además se ha comprometido a enviar soldados canadiense a Letonia para supuestamente desafiar a los militares rusos, y luego, como si todo lo anterior fuera poco, Trudeau pasó a Ucrania para rendirle honores a los golpistas neo-nazis caídos durante el golpe de estado de febrero del 2014, golpe que derribó al gobierno legítimamente elegido por los ucranianos.

Si hablamos de política interna, tenemos en Canadá un desempleo significativo, que aunque es oficialmente del 7 por ciento, sabemos que es mayor puesto que el desempleo en Canadá considera solamente a quienes califican para recibir el beneficio de desempleo y no al total de desempleados. Algo similar sucede con la inflación en Canadá, que se considera de un 3 por ciento anual pero en realidad es mucho mayor porque en las mismas estadísticas se incluye alimentos con vehículos, equipos electrónicos, viajes de placer… La realidad es que muchos alimentos han subido hasta el 50 por ciento en los últimos dos años, de la misma forma ha subido la renta de viviendas, incluso en lugares donde hay exceso de espacios, lo que iría contra la lógica misma del mercado. Entre los muchos atrevimientos corporativos en Canadá vale mencionar el de los grandes bancos canadienses que informan a la prensa, con supuestos análisis periódicos, en todo tipo de temas incluso en temas laborales y temas sociales y ridículamente la prensa le da más importancia a la información que recibe de ellos que a la que le puede brindar el gobierno federal mismo. Así está la prensa de coludida con la banca y la élite del poder para manipular la información en este país que teniendo una gran viga en su ojo anda sin embargo buscando la paja en el ojo ajeno.

Mientras, son los canadiense comunes y corrientes quienes acarrean el gran endeudamiento personal del país, por promedio de cada dólar ganado se debe 1,65 de dólar, sumando un total de casi 2 billones (2.000.000.000.000) de dólares de deuda, de los que el 75 por ciento se debe en hipotecas, porque la construcción de viviendas y edificios comerciales ha pasado a ser el motor de la economía canadiense de los últimos 15 años y debido a que esta actividad es altamente especulativa ha aumentado también la corrupción en la administración de gobiernos locales y provinciales además de la incertidumbre porque es evidente que esta es una burbuja que crece y puede en cualquier momento reventar.

Afortunadamente, Canadá sigue todavía el modelo de estado de bienestar social, lo que quiere decir que hay leyes y políticas que amparan a la población. Aunque sin duda el modelo de estado de bienestar social canadiense se ha venido deteriorando en las últimas décadas (tendencia que parece ha de continuar) aún los gobiernos provinciales y federal mantienen beneficios fundamentales -como el de la salud pública gratuita, el de la educación primaria y secundaria que es más del 90 por ciento pública y gratuita, el de sus 43 universidades que otorgan doctorados y otras menores que son todas públicas, el de que medicamentos y alimentos no paguen impuestos agregados al valor. En este país el uso de las carreteras es gratuito, vale decir no se pagan en general peajes. El modelo de estado de bienestar social, sin embargo, no se ha expandido a áreas que son hoy fundamentales, como por ejemplo creando un sistema público de guarderías infantiles de calidad, una necesidad creciente en un país donde la mayoría de las mujeres trabaja, o en la creación de sistemas adecuados y efectivos de protección a los aborígenes que viven hoy en reservas sumidas en una miseria similar a la de los países del tercer mundo o sufren abierta discriminación en las ciudades.

Canadá es una sociedad consumista y de clases, donde existen prejuicios y egoísmos, una sociedad donde el espacio entre los que tienen mucho y los que no tienen nada va en aumento. Canadá, como país, sufre arrogancias típicas de la civilización occidental, civilización hoy decadente. Además se ha hecho dominante la falta de conciencia política, el dejar hacer, el no cuestionar, con notables excepciones. Muchos en Canadá se niegan a ver lo obvio incluso cuando lo saben o intuyen, es simplemente más cómodo negarse a ver y focalizarse en pasarlo lo mejor posible cuando la situación no te toca personalmente. Pero, es peligroso dejar hacer a los privilegiados, y además impide que emerja un proyecto alternativo de país, uno que se focalice en el bien local, sanamente productivo, ecológico y en lo social igualitario. Es necesario que Canadá se aleje de las alianzas que favorecen su intervencionismo en otros países y apoye en cambio proyectos liberadores en casa y afuera.

A falta de una visión, vale la pena que en la política interna Canadá expanda lo bueno que tiene, que extienda su estado de bienestar social a otra áreas para que este cumpla con su papel fundamental de protector de todos sus habitantes. Y en la política exterior, es fundamental que Canadá favorezca, respete y apoye, en lo posible, proyectos más distributivos del tercer mundo en vez de proteger opresores. De esta forma la perspectiva de gobierno canadiense cambiaría radicalmente ya que debería aliarse con los gobiernos del continente que trabajan a favor de sus pueblos y no en su contra. En el futuro, solamente la participación de todos los canadienses puede ayudar a decidir si la agenda de los más ricos, de sus corporaciones, sus administradores y políticos actores y bufones será la reinante o no.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.