El día 4 de julio, mientras gran parte de los medios de comunicación occidentales se preocupaban de la prueba misilística de Corea del Norte y el gobierno estadounidense lanzaba su centésima amenaza contra ese país y su gobierno, ese mismo día un ataque de las fuerzas de ocupación de Armenia en la región de Nagorno […]
El día 4 de julio, mientras gran parte de los medios de comunicación occidentales se preocupaban de la prueba misilística de Corea del Norte y el gobierno estadounidense lanzaba su centésima amenaza contra ese país y su gobierno, ese mismo día un ataque de las fuerzas de ocupación de Armenia en la región de Nagorno Karabaj -ocupada por Armenia desde el año 1994- causaba la muerte de civiles inocentes.
Guliyeva Sahiba de 50 años de edad y su nieta Guliyeba Zahra de 2 años habitantes del pueblo de Alkhanlí en la región de Fizulíen en Azerbaiyán – a escasos tres kilómetros del frente de batalla que separa a Azerbaiyán de las fuerzas ocupantes de Armenia en Nagorno Karabaj. La abuela y su nieta fueron las víctimas fatales del ataque de las fuerzas armadas de Armenia mediante el uso de lanzagranadas, morteros y fusiles contra la población civil, ocasionando, además heridas a una tercera mujer y la destrucción de objetivos materiales de la ciudad azerí ubicadas en la primera línea de separación entre las fuerzas de Azerbaiyán y el ejército ocupante.
Alkhanlí, Zabundzhuk y otros pequeños pueblos ubicados cerca de la primera línea de separación han vuelto a sufrir el rigor de un conflicto que requiere una pronta solución, so pena de eternizarse como otros contenciosos que la comunidad internacional mantiene bajo el escritorio sin atreverse a dar un corte definitivo en función de los intereses de las poblaciones afectadas y de la legitimidad de los argumentos ofrecidos por Azerbaiyán.
Recordemos que el conflicto de Nagorno Karabaj -ocupado por Armenia- tuvo una violenta escalada de provocaciones desde el lado de Armenia desde el año 2016 lo que ha generado un ambiente de frágil estabilidad. Un conflicto que se remonta a la guerra entre los años 1992-1994 cuando las fuerzas armadas de Armenia ocuparon Nagorno Karabaj y siete distritos de Azerbaiyán adyacentes lo que se mantiene en la actualidad como territorios ocupados. Para avanzar en la solución de este contencioso se creó el llamado Grupo de Minsk copresidido por Rusia, Estados y Francia que no ha hecho avances substanciales frente a la legítima demanda de Azerbaiyán de recuperar su integridad territorial.
El Grupo de Minsk de la organización para la Cooperación y la Seguridad en Europa -OSCE- exigió el fin de las hostilidades pero sin avanzar en los temas de fondo respecto a este conflicto: la devolución total de los territorios ocupados por Armenia. Recordemos, que tras la visita de los Copresidentes del Grupo de Minsk de la OSCE -Igor Popov, Richard Hoagland y Stéphane Visconti, de Rusia, Estados Unidos y Francia respectivamente- en abril del año 2016 a Nagorno Karabaj se llamó a un cambio del statu quo de la ocupación mediante las negociaciones sustantivas y serias. Sin embargo, a pesar de esta labor diplomática, de las resoluciones existentes, Armenia vuelve a ejercer acciones militares contra la población azerí, incluso más allá de las fronteras de seguridad.
Para las autoridades de Azerbaiyán la respuesta de la dirigencia política-militar de Armenia a los llamados de los copresidentes del Grupo de Minsk de la OSCE y de las organizaciones internacionales -tanto en el 2016 como las emitidas en los últimos días- muestran no sólo oídos sordos, sino un desprecio absoluto por las leyes internacionales. No se reintegran al plano de conversaciones sustantivas a fin de resolver el conflicto, sino que los crímenes de civiles de Azerbaiyán -fuera de la región ocupada- demuestran la necesidad que el grupo de Minsk, la ONU y la comunidad internacional exijan a Armenia el retiro incondicional de todas su tropas de Nagorno Karabaj. No hay otra solución. Eso es lo único que podría cambiar el status actual de ocupación. Ello conforme a las normas y principios del derecho internacional y las decisiones y resoluciones pertinentes de las organizaciones internacionales.
Para las autoridades de Azerbaiyán los ataques de este 4 de julio, considerados deliberados y sin razón alguna son la muestra palpable del carácter terrorista del Estado armenio que se niega a devolver los territorios ocupados tras la guerra de principios de los 90 del siglo XX, a pesar de las resoluciones y dictámenes internacionales que instan a este país a devolver los territorios bajo la ocupación militar. Este tipo de ataques se inscriben en una política destinada a amedrentar al pueblo azerbaiyano y al mismo tiempo violar, como ha sido una constante, el derecho humanitario internacional, en específico los Convenios de Ginebra firmados el año 1949 y su protocolo adicional I -firmado el año 1977- y que refieren a la necesaria protección de las víctimas de los conflictos armados internacionales.
En lo específico lo que se ha contravenido es el capítulo II de dicho protocolo adicional con referencia a las personas civiles y población civil, el capítulo IV del mencionado protocolo respecto a los servicios que se deben otorgar en materia de protección a la población civil, entre otros puntos violados íntegramente por Armenia. Sumemos a ello las constantes transgresiones de la Convención de los Derechos del Niño y el Convenio para la Protección de los Derechos Humanos y las Libertades.
Frente a esta agresión y asesinato de civiles de Azerbaiyán, ¿quién le exige a Armenia el cumplimiento de sus responsabilidades y deberes internacionales? ¿Por qué las Naciones Unidas no actúan con la misma celeridad y su Consejo de Seguridad no censura este actuar violatorio del Gobierno armenio exigiendo no sólo el cese de estos ataques, sino también la retirada de las fuerzas ocupantes de Nagorno Karabaj? Recordemos que las resoluciones números 822, 853, 874 y 884 del año 1993 explicitan y reafirman «la soberanía y la integridad territorial de la República de Azerbaiyán y de todos los demás Estados de la región»
No sólo hablamos de soberanía e integridad territorial sino también la inviolabilidad de las fronteras internacionales y la inadmisibilidad del uso de la fuerza para la adquisición de territorios». No hay discusión posible respecto a esa exigencia y su respeto absoluto, no es posible debatir sobre el necesario cumplimiento de los estados respecto de sus obligaciones internacionales. El Ministerio de Defensa de Azerbaiyán declaró que «las tropas han sido puestas en alerta de combate para hacer frente de forma inmediata a cualquier acción del enemigo, ya sea contra los civiles como contra las Fuerzas Armadas de Azerbaiyán de tal manera de lanzar ataques de respuesta contra las posiciones del agresor».
Dura tarea para los organismos internacionales que trabajan para acercar posiciones y evitar conflictos. Sobre todo porque Armenia ha declarado rotundamente que se niega a devolver los territorios ocupados, ratificando que la autoproclamada república -no reconocida por ninguna nación del mundo- no será parte de Azerbaiyán bajo ningún estatus y la realización del derecho de autodeterminación del pueblo de Karabaj es irreversible ¿Con ese predicamento como sostener que Armenia está por la paz o por resolver el conflicto? Esa declaración resulta tan ilógica como ridícula e inaceptable y merece las más severas sanciones de la comunidad internacional.
Devolver la paz a la región del Cáucaso sur, lograr la estabilidad plena que permita el desarrollo de las sociedades de esa región, trae consigo la urgente necesidad -indiscutible por lo demás- de devolver los territorios ocupados a Azerbaiyán, a la plena soberanía azerí. La paz en esta zona del mundo traerá consigo un influjo positivo para los anhelos de paz de todos los territorios adyacentes, llámese próximo Oriente y Asia central, que también necesitan paz pero no a cualquier precio, sino a aquel que dicta la justicia y las leyes internacionales. Lo merecen los miles de muertos de la guerra de 1992-1994, como también aquellos que como Guliyeva Sahiba de 50 años de edad y su nieta Guliyeba Zahra de 2 años han pagado con su vida el vivir en una zona en conflicto. Nagorno Karabaj necesita ser puesta en las preocupaciones del mundo, alertar sobre las agresiones sufridas por Armenia, levantar su derecho al retorno a la soberanía de Azerbaiyán. Nagorno Karabaj no puede seguir siendo otro territorio ocupado más.
Pablo Jofré Leal. Periodista y analista internacional.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.