México.- El pasado 4 de junio estaba convocada una jornada de acción global en protesta por la actuación policial durante la cumbre de la ALCUE en la ciudad de Guadalajara y para exigir la libertad de las 34 personas que continúan encarceladas, dos de ellas ya de manera firme. También se quería denunciar las vejaciones, […]
México.- El pasado 4 de junio estaba convocada una jornada de acción global en protesta por la actuación policial durante la cumbre de la ALCUE en la ciudad de Guadalajara y para exigir la libertad de las 34 personas que continúan encarceladas, dos de ellas ya de manera firme. También se quería denunciar las vejaciones, maltratos y torturas padecidas por las personas detenidas y pedía la dimisión del gobernador de Jalisco, Ramírez Acuña.
De los 45 detenidos 13 han salido bajo fianzas muy elevadas y de los que todavía estan detenidos 21 acusados, además, seguramente no podrán acceder a la libertad provisional. Como mínimo 10 de los y las encarceladas han iniciado una huelga de hambre indefinida.
En el DF se manifestaron más de 200 personas ante la sede del Partido Acción Nacional (PAN) que con lemas como «Panistas fascistas que encierran activistas» responsabilizaron al gobernador de las vejaciones padecidas por las personas detenidas tras la manifestación de protesta por la cumbre europeo-americana. En Gualdalajara y Monterrey también se manifestaron algunos centenares de personas para expresar su repudio al gobierno «panista, represor y fascista», y se pidió la libertad de los «nuevos presos políticos».
Testigos de torturas
Al mismo tiempo han salido a la luz pública los primeros relatos de personas que padecieron la represión y la tortura a manos de la policía mexicana durante su detención. Técnicas como la bolsa, descargas eléctricas, simulacros de violación, privación del sueño, golpes y agresiones inacabables… Un rosario conocido como el «tercer grado» de la Gestapo y contenido en los manuales de la CIA y el Pentágono.
Tampoco faltaron los desfiles bajo una lluvia de golpes hacia las celdas de aislamiento y castigo, ni las amenazas tipo «de aquí los llevamos a la cámara de gas», y los simulacros de ejecuciones. Igual que pasó en Auschwitz los y las encarceladas fueron rapados al entrar al penal. Tampoco se dejó de lado el patrón represivo de moda que combina la desnudez de la víctima, la humillación, el ataque sádico y las cámaras de hacer fotos, especialmente con las mujeres, que mientras tanto eran amenazadas con ser violadas y eran insultadas y presionadas sexualmente: «perras, putas, sucias, cabronas, pendejas» o «parecen Magdalenas putas y lloronas». Las imágenes sirvieron a los policías para amenazar a otros detenidos.
Queda claro que los hechos de la prisión iraquí de Abu Ghraib no fueron, ni son, excepcionales y que la tortura, hoy más que nunca se practica de forma sistemática y diseñada contra cualquier disidencia.