Torturas en Guadalajara y amenazas contra estudiantes ¿Posible inicio de otra guerra sucia?, cuestionan organizaciones sociales. Representantes de derechos humanos denuncian la existencia de 513 presos políticos y de conciencia. El gobierno los niega. Las fotografías de la represión Dos fotografías. La primera imagen se remonta a una fecha trágica, diez de junio de 1971. […]
Torturas en Guadalajara y amenazas contra estudiantes ¿Posible inicio de otra guerra sucia?, cuestionan organizaciones sociales. Representantes de derechos humanos denuncian la existencia de 513 presos políticos y de conciencia. El gobierno los niega.
Las fotografías de la represión
Dos fotografías. La primera imagen se remonta a una fecha trágica, diez de junio de 1971. La segunda, no menos trágica, es reciente, 28 de mayo de 2004. Vistas de frente ambas logran diferenciarse sólo por la antigüedad del papel en las que están impresas, pero en el contenido (intertexto dirían los expertos) son similares pues connotan y exponen el ejercicio del poder autoritario.
La imagen de 1971 es tomada desde un edificio por algún fotógrafo que utilizó la técnica del shot long, toma panorámica, para captar a 23 sujetos arremolinados y armados con tubos, palos y metralletas, que por la inercia de sus cuerpos quedaron impresos en movimiento. No sabemos quién tomó la foto, pero quién lo haya hecho logró hacer uno de los testimonios más importantes de la época: la existencia del grupo paramilitar Los Halcones, creado para amedrentar y desparecer a opositores al régimen y del cual fue negada su existencia sistemáticamente por el gobierno del entonces presidente Luis Echeverría Álvarez.
La imagen de 2004 es tomada en plena calle por el fotógrafo del diario La Jornada, Carlos Ramos Mamahua, quien captó el momento en el que un par de policías arrastraban a un joven bañado en sangre. Alrededor, otros cinco policías en movimiento abren paso al «detenido… en Guadalajara». Esta foto es también un testimonio pero de la época actual, de la actuación del gobierno conservador del Partido Acción Nacional (PAN) mostrando su tratamiento hacia la disidencia civil y social. Hoy los «señores del cambio» y su corifeo, Vicente Fox Quesada, exhiben el grado de sofisticación de los métodos represivos (Ahora cuál es la escuela donde se preparan los nuevos arqueros, verdugos y torturadores en el país).
La imagen del diez de junio es histórica, igual que la del 28 de mayo. Pero cada una responde a condiciones distintas. La primera evidencia el grado de organización clandestina de los grupos de choque, amparados por el poder oficial y preparados para realizar operaciones encubiertas. El objetivo de los Halcones, en aquella tarde de Jueves de Corpus, fue la «disolución a como diera lugar» de la manifestación pacífica de estudiantes del Instituto Politécnico Nacional. A 34 años de aquél hecho, el saldo aún es impreciso, pero con la certeza de decenas de muertos y otros tantos desaparecidos.
La imagen del 28 de mayo es aún más nítida, ya que es más reciente. Se trata de la ejecución de una política de contención social con el fin de disolver manifestaciones «al menor coste político». El gobernador del estado de Jalisco, Francisco Ramírez Acuña, ordenó sin más la acción de la policía con un saldo de por lo menos 30 heridos y 90 detenidos, según los primeros informes de prensa. La medida fue «necesaria» ante la manifestación de jóvenes radicales, dijo el mandatario local, al tiempo que recriminaba: «Guadalajara no es el Zócalo para venir a hacer sus desmanes…»
Dos fotografías de dos fechas distintas, dan cuenta de dos hechos resumidos en una palabra: represión. Pero ésta, es su naturaleza propia como principio del Estado mexicano, se desdobla al pasar de los años.
La conmemoración de la masacre del Jueves de Corpus
«Amigos y compañeros en este 34 aniversario de la matanza de San Cosme de 1971 decidimos venir con los responsables de la política interna del país por dos asuntos de máximo interés… para demandar el castigo de los responsables de este crimen de lesa humanidad… (y) para exigir el cese de la represión contra los movimientos sociales de ahora», sentenció el primer orador del mitin convocado este diez de junio frente a las instalaciones de la Secretaría de Gobernación.
Raúl Álvarez Garín, representante del Comité 68 (organización de ex militantes de los movimientos estudiantiles de 1968 y 1971), explica ante el micrófono:
«Ciertamente la situación en la que están los juicios penales a los responsables de las masacres del dos de octubre del 68 y diez de junio de 1971 y durante un periodo muy largo donde operó la Brigada Blanca, una organización criminal organizada por el gobierno para perseguir y eliminar a los opositores políticos, toma importancia. En estos momentos de la vida nacional está de nuevo en la palestra el tema de la Guerra Sucia porque están próximas las consignaciones penales contra criminales de lesa humanidad y que esperamos así sea».
Los manifestantes, muchos con pancartas y fotografías de los estudiantes asesinados y desaparecidos, en coro reclaman: «justicia, justicia, justicia…»
«Pero la segunda parte -continúa el orador- también tiene mucha importancia para todos nosotros. Se trata de una serie de acciones de violencia institucional que se han venido presentando en medios juveniles y estudiantiles. Se trata en un primer lugar del asesinato del joven Pável González, un militante de la Facultad de Filosofía de la UNAM que murió en condiciones violentas y relacionadas con la participación de grupos especializados en acciones de violencia política de Estado».
«Asesinos, asesinos, asesinos, asesinos…» acusan los manifestantes, especialmente los universitarios, quienes desde finales de abril demandan el esclarecimiento de la muerte de su compañero luego de ser encontrado en la zona sur de la ciudad de México, colgado y con huellas de haber sido torturado.
Álvarez Garín voltea hacia las instalaciones de la Secretaría de Gobernación y apuntado con su dedo índice, subraya: «el tratamiento profesional de la autopsia es altamente cuestionado, existen muchas contradicciones correspondientes a la investigación, lo cual deja mucho que desear… hay un clima de sospecha en este tipo de acciones…»
«Justicia, justicia, justicia…», continúan los manifestantes, al tiempo que alzan pancartas con la fotografía del estudiante asesinado.
El ex dirigente estudiantil de 1968, Raúl Álvarez, hace una larga pausa. El silencio se apodera del lugar y tras unos segundos él continúa: «También es motivo de mucha preocupación las acciones represivas que se han venido dando en contra de los contingentes civiles y de los movimientos sociales que se han manifestado en rechazo a las medidas económicas neoliberales y también contra la llamada globalización, como sucedió en Cancún y ahora en Guadalajara. No sólo el uso excesivo de la fuerza, no sólo las detenciones posteriores, el allanamiento de casas, sino el comportamiento de las policías en las cárceles con los detenidos, con las personas que no tenían ninguna posibilidad de hacer acciones de ofensiva. Nos hemos enterado de las acciones degradantes contra los jóvenes detenidos, muy similares a las que hemos visto en las cárceles iraquíes con las prácticas de los soldados estadunidenses. ¡Qué este tipo que cosas no le merece ningún comentario a la Secretaría de Gobernación! ¡Así es como se gobierna al país, deteniendo a los jóvenes y además humillándolos! Todo esto significa que están dispuestos a avanzar en acciones represivas cada vez más graves…»
«Torturadores, torturadores, torturadores…», apunta un grupo de manifestantes tras extender una pancarta con la leyenda Así Gobierna Francisco Ramírez Acuña, y con un dibujo de un gorila apaleando a jóvenes.
«Aquí en las pancartas lo estamos diciendo abiertamente, ese señor gobernador de Jalisco, Ramírez Acuña, recuerda exactamente a los soldados estadunidenses burlándose de los prisioneros en las cárceles iraquíes», dice el orador.
«Asesinos, asesinos, asesinos…»
«Y todavía más. En medios universitarios han estado circulando por la red electrónica una cantidad de amenazas a militantes. Estas amenazas llevan la firma de una organización secreta llamada El Yunque (organización de ultraderecha, vinculada al PAN y al gobierno federal, como lo documentó Álvaro Delgado, periodista del semanario Proceso, en su libro El Yunque, la ultraderecha en el poder) ¡Esto no les merece investigaciones a la Secretaría de Gobernación! No quieren dar opiniones de lo que está pasando, no tienen significado todos esos hechos juntos. Por eso lo estamos planteando, ¡La muerte de Pável, la forma en como están reprimiendo en Guadalajara, las amenazan a los estudiantes y luchadores sociales, acaso representan el anuncio de otra guerra sucia!».
«Diez de junio, no se olvida/ Diez de junio, no se olvida», evocan estas palabras la gente allí reunida.
Álvarez Garín continúa: «Todavía no terminan las secuelas de los sucesos de hace treinta años cuando otra vez el gobierno se está preparando para reprimir el descontento, para reprimir la inconformidad sin dar soluciones políticas y de fondo, sino exactamente procediendo de la misma manera, tratando de desprestigiar, aislar y enfrentar para después actuar con violencia impunemente. ¡No lo vamos a permitir!
«Diez de junio no se olvida, es de lucha combativa/ Diez de junio no se olvida es de lucha combativa», corean los manifestantes.
«Por eso hemos venido a plantarnos aquí a la Secretaría de Gobernación para llamar la atención de las dos cosas, de lo que sucedió en el pasado y de lo que está sucediendo hoy. Todavía no termina su trabajo la Fiscalía para aclarar los delitos de los funcionarios del pasado y ya necesitamos otra Fiscalía para conocer sobre los delitos de los funcionarios del presente», acota el orador y prosigue: «exactamente estamos aquí para promover que haya justicia, que se analice a fondo lo que sucedió hace años. ¡Estamos aquí para que cambien las cosas y nunca más vuelvan a ocurrir!», puntualiza.
Los asistentes reclaman: «Ayer y hoy, octubre y junio nunca más/ Ayer y hoy, octubre y junio nunca más.»
Otro orador, a nombre la Promotora por la Unidad Nacional Contra el Neoliberalismo, toma el micrófono. En breves palabras presenta su postura: «No queremos más represión, pero parece ser que el gobierno esta preparando respuestas a la movilización popular. Allí está el asunto de Guadalajara y también el estado de sitio en Tlanepantla, violando la Constitución y los derechos individuales. Queremos decirles compañeros que la Promotora está preparando nuevas jornadas de lucha hasta llegar a la Huelga Nacional, no queremos una respuesta represiva por parte del gobierno de Fox, queremos solución a los problemas».
«No queremos represión exigimos solución/ no queremos represión exigimos solución», corean los participantes del mitin.
Por su parte, Francisco Cerezo Contreras, hermano de tres jóvenes encarcelados en el penal de alta seguridad de la Palma en el Estado de México, acusados en el 2002 por su supuesta participación en el estallamiento de bombas caseras frente a sucursales bancarias, toma la palabra: «El gobierno de Vicente Fox ha enseñado su cara fascista: 45 compañeros más engrosan la lista de 513 presos políticos y de conciencia en México, por eso compañeros es imprescindible hermanarnos con esta lucha y nos unimos al grito de presos políticos libertad».
«Presos políticos, libertad/ Presos políticos, libertad/ Presos políticos, libertad…», secundan los asistentes del acto político.
En la última fase de la conmemoración de la masacre del Diez de Junio, un integrante del Comité Pavel González señala: «Ellos (el gobierno y las instancias de procuración de justicia) insisten en decir que nuestro compañero Pável ha muerto por cualquier otra causa, menos por un asesinato. Nosotros recibimos el dictamen del médico forense el día en que se estaba velando y las pruebas eran evidentes y claras. Ahora han amañando el proceso. Nosotros estamos aquí para exigir el esclarecimiento del caso de nuestro compañero Pável González, quien a todas luces ha sido víctima de un gobierno fascista como es el de Vicente Fox que se ha empeñado en decir, en pronunciarse y en hacer en su práctica más cotidiana la represión, la muerte y la tortura. No podemos permitir que haya más muertos entre los luchadores sociales», finaliza.
«Justicia, justicia, justicia…»