Al Amparo del gobierno de Fox, los patrones se envalentonan contra las conquistas de la clase trabajadora. Para ello preparan la contrarreforma a la Ley Federal del Trabajo y la entrega del sector energético al capital imperialista, mientras profundizan la explotación de la clase obrera, como en Volkswagen, donde suben la producción y las ventas […]
Al Amparo del gobierno de Fox, los patrones se envalentonan contra las conquistas de la clase trabajadora. Para ello preparan la contrarreforma a la Ley Federal del Trabajo y la entrega del sector energético al capital imperialista, mientras profundizan la explotación de la clase obrera, como en Volkswagen, donde suben la producción y las ventas mientras preparan nuevos recortes de personal y paros patronales. Como parte de este ataque, la reforma al RJP del IMSS es la punta de lanza de un plan contra el sistema de jubilaciones y pensiones de todo el movimiento obrero y sus contratos colectivos. Este plan, que es apoyado e impulsado por la Coparmex y la propatronal CTM, como parte del adelgazamiento del «estado benefactor», quiere reducir el costo salarial, prolongando hasta los 65 años (como mínimo) la explotación de los trabajadores.
NUEVOS ATAQUES PARA RECOMPONER AL GOBIERNO Y AL RÉGIMEN
En otros números de EO, afirmábamos que el gobierno se debilitaba y crecía la desilusión de los millones que lo votaron en el 2000. Esto es así porque el foxismo, desde su misma asunción, conservó mucho de los rasgos antidemocráticos del priato mientras incrementaba el ataque a las conquistas de las masas, provocando, desde fines del 2003, una creciente resistencia obrera y popular. Decíamos también que el Congreso y otras instituciones del régimen se desprestigiaban crecientemente, cruzadas por los escándalos y las peleas entre el PRI, el PAN y el PRD. La causa de este desgaste prematuro del nuevo régimen (a solo 3 años de su surgimiento) está en que la trampa de la transición pactada fue quedando al desnudo, mostrándose ante las masas que estaba lejos de querer resolver ninguna de sus demandas y aspiraciones. Ante esta situación de debilitamiento de la administración de Vicente Fox, la burguesia recurrió a su «viejo» partido, el PRI, para fortalecer el gobierno y al régimen. El pacto reaccionario PRI-PAN impulsó las reformas a la Ley del Seguro Social, que fueron finalmente votadas en el Congreso de la Unión. Con ello buscaron asestarle un duro golpe al movimiento obrero, que venía expresando su descontento después de la marcha del 27/11/03, y conquistar una mayor estabilidad para imponer la «agenda de reformas estructurales» pactadas con el imperialismo. Pero esto, en lugar de imponer una reaccionaria estabilidad contra los trabajadores, puede empujar a nuevas acciones de movilización y lucha generalizada, en tanto que, frente al reaccionario acuerdo PRI PAN, se puede profundizar el desprestigio de las instituciones y la desilusión de millones en la «alternancia democrática».
Millones vieron, a través de las pantallas de televisión, a los diputados y senadores que cobran sueldos de privilegio, votando la ley bajo el resguardo de los toletes policiales. Contra lo que dicen los apologistas de la transición democrática, se mostró (una vez más) que el nuevo Congreso no es un contrapeso al gobierno ni actúa de forma favorable a los trabajadores; y para muchos se hizo evidente el carácter reaccionario, anti-obrero y antipopular de esta institución. Al mismo tiempo, los rasgos antidemocráticos del régimen (represión, impunidad para los asesinos de la guerra sucia y un largo etcétera) pueden continuar alentando la desilusión de las clases medias (afectadas además por el estancamiento económico), que en el 2000 fueron el principal apoyo de Fox y de la «transición democrática». Esta situación de desprestigio de las instituciones afecta también la credibilidad del PRI. Este partido, que se jugaba a aparecer como opositor hacia el 2006, se muestra ahora como el garante principal de los planes de Fox. El «nuevo PRI» se evidencia como la encarnación del viejo y odiado priato, gobernado por los Madrazo y los Hank, y garantizando la impunidad para genocidas como Luis Echeverría.
Pacto nacional… para preservar LA ALTERNANCIA contra los trabajadores
Ante el peligro de que crezca el descrédito y la desilusión con el régimen y sus instituciones, se abrió la discusión en torno a la necesidad de un Pacto Nacional, propuesto, por ejemplo, por Andrés Manuel López Obrador, Juan R. De La Fuente, y el magnate Carlos Slim. Mientras que otros, como Porfirio Muñoz Ledo, sostienen la necesidad de perfeccionar la democracia tomando el modelo parlamentario europeo. Estas propuestas buscan darle solidez a un régimen cruzado por agrias disputas entre los partidos en torno a la carrera presidencial. Expresión de estas disputas entre los partidos patronales es la amenaza de desafuero contra López Obrador, que, de hacerse efectiva, arrojaría grandes sombras sobre la credibilidad de las instituciones de la alternancia, polarizando a sectores de trabajadores y de las clases medias que pueden movilizarse en defensa de AMLO. Este pacto nacional apuntaría a preservar a las instituciones garantes de la ofensiva contra las masas y evitar que la lucha obrera y popular se oriente contra las mismas. Pero el régimen prepara otras cartas para desviar la movilización.
El PRD, ante el rol oficialista del PRI, pretende aparecer ante las masas como la oposición consecuente al gobierno y como una alternativa para el 2006. Mientras su discurso opositor atrae a muchos trabajadores, actúa para preservar la gobernabilidad y la estabilidad de este régimen de «democracia para ricos» postulándose para administrar los negocios de la burguesía y el imperialismo en el 2006, como ya esta haciendo en el DF con los negocios de los explotadores del estilo de Carlos Slim, mientras se alía electoralmente con el reaccionario PAN. Esto representa un gran peligro para el movimiento obrero y popular, ya que el PRD intentara conducirlo tras una estrategia de confianza en las instituciones de la alternancia y en un «capitalismo humanizado», desviándolo de la movilización contra los planes imperialistas. Para ello cuenta con las alianzas electorales que teje con organizaciones de la «izquierda», ofreciéndoles puestos para el 2006.
LA CLASE OBRERA COMIENZA A MOVILIZARSE EN DEFENSA DE SUS CONQUISTAS
El pacto PRI-PAN encontró una importante resistencia de los trabajadores del Seguro Social. Durante las semanas anteriores, se multiplicaron los mítines y bloqueos viales, y en algunos estados se realizaron paros escalonados, tomando la lucha, en esos días, una dimensión nacional. El cerco al Congreso de la Unión y a la Cámara de Senadores fue una importante y radicalizada acción, y sectores importantes de trabajadores ven la necesidad de ir a la huelga para frenar el plan de Fox y Levy (ver paginas centrales).
Esto demuestra que algo esta cambiando en la lucha de clases de nuestro país. Después del ascenso de Vicente Fox, el movimiento obrero casi no participó de la resistencia contra los planes, quedando entrampado en los pactos y treguas de las direcciones sindicales con el gobierno y la patronal. La burocracia sindical del CT-CTM, principal sostén del priato en el movimiento obrero, después del 2000 se adaptó al foxismo y al nuevo régimen de la alternancia, garantizando el avance de los planes como en el SUTERM, en petroleros y en la industria maquiladora. La Unión Nacional de Trabajadores, en tanto, no fue una alternativa para los trabajadores; como lo mostró la dirección del SNTSS, integrante de la UNT, negociando con Levy y Fox la reforma contra los trabajadores del sector. Pero esto comenzó a cambiar el 27 de noviembre del 2003: la imponente movilización de ese día contra la reforma fiscal y la privatización de la electricidad, fue la primera campana de alerta para el gobierno y la patronal de que el descontento creciente podía inundar las calles y frenar la entrega.
Ante la ofensiva del PRI-PAN y la votación en el Congreso de las reformas a la ley del IMSS, la dirección de la UNT radicalizó su discurso y convocó a un paro en varios de sus sindicatos. El SME, en tanto, anunció una falta colectiva para el 1 de septiembre, así como paros de la CNTE en distintos estados. De esta forma, la resistencia de los trabajadores del sector salud amenaza convertirse en la punta de lanza de una nueva fase de resistencia y lucha generalizada. Depende de los trabajadores que el paro sirva para desarrollar la unidad del movimiento obrero para derrotar los planes del gobierno y no como mera presión para negociar aspectos de esta ofensiva anti-obrera.
Contra esta tendencia conspirarán la burocracia sindical y los partidos patronales, el PRI y el PRD, que buscaran desviar la lucha y conducirla tras la confianza en el Congreso y en las elecciones del 2006. Para desarrollar su lucha y triunfar, los trabajadores tendrán que liberar sus organizaciones del peso asfixiante de la burocracia, que fue la traba que por décadas impidió la lucha obrera y ató corporativamente a los sindicatos tras de las instituciones del régimen y de los partidos patronales, el PRI y el PRD, y avanzar en una estrategia de independencia de clase.
31/8/2004