El pensador Alain Touraine sostiene que llegó a su final el movimiento obrero, tal como se lo conoce actualmente, por lo que recomienda a los sindicalistas que se acerquen a los movimientos sociales. Alain Touraine, antiglobalizante, pateó el tablero del Foro de las Culturas de Barcelona y recibió el enojo de los líderes sindicales quienes […]
El pensador Alain Touraine sostiene que llegó a su final el movimiento obrero, tal como se lo conoce actualmente, por lo que recomienda a los sindicalistas que se acerquen a los movimientos sociales.
Alain Touraine, antiglobalizante, pateó el tablero del Foro de las Culturas de Barcelona y recibió el enojo de los líderes sindicales quienes replicaron que las centrales obreras modificaron sus estructuras antes el cambiante panorama globalizador de la economía y que están preparadas para enfrentar el nuevo escenario.
Parte de la argumentación de Touraine para declarar «que se acabó» el movimiento estuvo presente en los diagnósticos del Foro. Allí se informó sobre la falta de empleos -no de trabajo- , la explotación laboral con las nuevas reglamentaciones patronales, el dramático aumento de trabajo infantil, la discriminación de la mujer, dramas ante los cuales los sindicatos no encontraron respuestas adecuadas aunque los líderes sindicalistas afirmaron que la pronta fusión de los grandes organismos sindicales traerá aparejada soluciones para esos problemas.
Hubo quienes reclamaron la renovación generacional en las cúpulas sindicales y resultó más que interesante que la Declaración final incorporara la sugerencia de Touraine al recomendar que los sindicatos se relacionen con los movimientos sociales antimundialización que tienen las mismas preocupaciones y «apuntan a los mismos objetivos de futuro».
En este contexto hay que apreciar lo que ocurre en América Latina con las agrupaciones indígenas, el MST en Brasil y la CTA (Congreso de los Trabajadores de Argentina) y los «Piqueteros» en Argentina. Esos «movimientos», como otros similares, surgen para ocupar los «huecos» dejados por el sindicalismo tradicional.
En el caso de la CTA se trata de una organización sindical que hace años, desde su inicio, incorporó a los y las jubiladas como también a los y las desocupadas corrigiendo el sentido de la afiliación sólo a los y las trabajadores «activas» pero también la CTA aplicó la renovación generacional y se enfrentó a los sindicalistas que no dejan sus sillones generacionales y a quienes se lo conocen con el muy explícito adjetivo de «los gordos».
Por su parte el movimiento Piquetero surge para dar lugar a la expresión de los y las «desempleadas», «desocupadas», que no tenían cabida en los sindicatos tradicionales. Si bien ahora los «piqueteros» tienen características distintas a su origen no dejó de lado el eje de quienes lo integran y que no pueden participar en los sindicatos oficiales.
De este modo la afirmación de Touraine, que no puede disimular su propósito de «escandalizar», tiene antecedentes reales para pensar en que llega su fin una forma de sindicalismo que fue propia de la revolución industrial pero que ya no funciona en la nueva situación de estos tiempos. Algo para tener en cuenta en otras organizaciones, como es el caso de las iglesias protestantes.
(*) Periodista. Francia.