Muito obrigado, queridos camaradas y amigos, muchisimas gracias por la invitación y la iniciativa de este encuentro a los organizadores, y a ustedes todos. Profunda alegria y honor para mi de estar hoy con ustedes aquí, en Moura, sobre esta tierra roja tan linda. Voy a hablar aquí del neoliberalismo, de la crisis del capitalismo […]
Muito obrigado, queridos camaradas y amigos, muchisimas gracias por la invitación y la iniciativa de este encuentro a los organizadores, y a ustedes todos. Profunda alegria y honor para mi de estar hoy con ustedes aquí, en Moura, sobre esta tierra roja tan linda.
Voy a hablar aquí del neoliberalismo, de la crisis del capitalismo como sistema, pero también de las alternativas, de las perspectivas de transformación social y de salida de este sistema. Hablar de las alternativas es una tarea compleja en la epoca nuestra de riesgos para la humanidad y de contradicciones profundas no solamente del sistema capitalista, sino también de las fuerzas antisistemicas ellas mismas.
No es facil por qué requiere:
● uno, encontrar un acuerdo entre nosostros sobre la gravedad de la crisis actual del capitalismo, sobre su caracter estructural, sobre lo que es el neoliberalismo, cuales son sus caracteristicas y sus tendencias esenciales;
● requiere en segundo lugar colocarse respecto a la necesidad de reapropiarse una cierta radicalidad de nuestras teorías y practicas, para construir un otro mundo posible, teniendo en cuenta las lecciones del pasado (nuestras victorias y nuestros errores) como las experiencias del presente (las nuevas formas de resistencias y de luchas en todas las partes del mundo);
● tercera cosa requiere saber lo que queremos exactamente como otro mundo, poner en claro cual es el contenido del proyecto social que podría reunirnos alrededor de una alternativa creible, y articular sus niveles nacional, regional y mundial, y las etapas realistas de su implementación en la practica.
De ahí viene que, como lo dijo hace tiempo, en 1900, un joven revolucionario llamado Vladimir Ilitch, saliendo de cárcel en Siberia y publicando la revista Iskra: «Antes de unirnos y para unirnos, hay que delimitarnos». Pues nuestra epoca, llena de dudas y de esperanzas, de deseos de progreso y de tentaciones reaccionarias, de busca de cambios y de recuperación por el sistema, se parace mucho a la epoca de antes de 1917, o más bien de antes de la formación de la Primera Internacional, epoca de divergencias teoricas y desorganización politica, de fragmentación de las fuerzas progresistas, de intentos de desvío y de neutralización de la acción colectiva de los obreros por los dominantes, epoca de confusión intelectual y politica, como hoy.
Hay que unirnos para criticar el mundo, pero sobre todo para cambiarlo. Entonces, necesitamos:
1. tener ideas claras sobre las mutaciones del capitalismo;
2. tener la memoria del pasado, sobre todo para las jovenes generaciones, cuidar el recuerdo de nuestros camaradas que cayeron ayer (y que cayen hoy mismo) combatiendo, informarnos en la medida de lo posible más allá de los media dominantes sobre las resistencias;
y 3. tener una organización eficiente, articulando nuestros programas de luchas, ayudandonos a radicalizarlos y a hacerlos converger contra el enemigo común.
¿Pero cual es este enemigo común?
El hecho que la inmensa mayoridad de los individuos y pueblos se mobilizan hoy en el mundo contra el neoliberalismo y contra la guerra, no puede hacernos olvidar que la guerra, especialmente la de Irak, es la prorogación logica del neoliberalismo, no puede hacernos perder de vista que el verdadero enemigo de la humanidad es hoy el capitalismo él mismo, como sistema de explotación de clases, bajo su máscara retorica «democrática». Es su expansión imperialista, como sistema de opresión de naciones, escondida bajo el velo de una globalización «armoniosa».
Sabemos que la globalización se llama imperialismo. Sabemos que la democracia capitalista es la conficación del poder del pueblo. Entonces, criticar el neoliberalismo es necesario, pero no es suficiente, por qué las propuestas de «regulación» de los mercados (à la Stiglitz) sirven los intereses de las transnacionales, que continúan siendo los directores del juego -y eso vale para reformas muy simpaticas como la tasa Tobin. Lo mismo que oponerse a la guerra es la condición sine qua non de todo progreso, pero no es suficiente. La alternativa al imperialismo no se encontrara en un compromiso más o menos suave con él, eso es una ilusión.
La verdadera alternativa es la emancipación nacional, por qué los pueblos quieren la paz, pero prefieren la libertad, y la buscaran siempre. La alternativa al neoliberalismo, al capitalismo «malo», no es la ficción un capitalismo «bueno», no es un capitalismo de rostro humano. La alternativa real es la emancipación social, por qué no hay capitalismo de rostro humano, no hay imperialismo dulce.
Eso no es un eslogan de tribuna, es el resultado de la observación de la historia. La civilización burgesa supó hacerse en el siglo XIX la de los «derechos humanos» en el discurso, pero aceptó la colonización europea y el racismo blanco en acto. En el siglo XX, sa ideologia supó perfeccionar la democracia liberal, pero se convertió en fascismo cuando la clase obrera ganada por el comunismo amenazó su hegemonia. Y hasta los años 1970, el capitalismo supó cambiarse en «liberalismo national-social» -bajo las presiones de las luchas de los trabajadores y de los pueblos-, en un «compromiso keynesiano» en el Norte, conciliando progreso social intra-muros y, extra-muros, en el Sur, gueras coloniales, apoyo criminal a dictaduras neofascistas, ayuda estatal a sus transnacionales en su pillaje del Sur.
¿El imperialismo aceptó Alende, aceptó Arbenz? ¡Ha organizado los golpes de Estado, ha formado los torcionarios de nuestros hermanos latinoamericanos, ha destruido lo mejor de sus sociedades! ¿Quien entre nosotros piensa que el imperialismo tolerara una Venezuela «social-democrata»? Aquí está un paradojo de nuestra epoca: en varios lugares, no hacer la revolución produce la contra-revolución. Es cuando el Presidente Hugo Chavez empezó, con medidas concretas, el proceso revolucionario bolivariano que ganó la confianza de su pueblo, lo cual votó por él, lo cual hoy lo apoya a derrotar los fascistas.
La única alternativa posible es anti-imperialista e anti-capitalista.
¿Porque digo que el neoliberalismo tiene como prorogación logica la guerra?
Por qué el neoliberalismo es la estrategia de dominación puesta en practica por los más poderosos propietarios de medios de producción, la fracción más poderosa de los capitalistas al nivel mundial -lo que se llama hoy las finanzas-, para tratar de saccar el sistema mundial capitalista de la crisis. El neoliberalismo es la forma politica que toma el poder de las finanzas, hoy principalmente estadounidenses; poder (re)conquistado desde el fin de los años 1970 en los Estados Unidos (precisamente desde su golpe politico de la alza de las tasas de interes en 79 a partir de la cual explotó la deuda del Tercer Mundo).
Y el objectivo de esta estrategia, más allá de la impresión de caos que da el curso del capitalismo, es promover una «regulación» de la crisis que ofrece a las finanzas nuevas oportunidades de inversiones de especulación, en el marco de mercados globalizados, inversiones muy rentables, pero no productivas, anti-sociales.
El problema es que el neoliberalismo no es un «modelo de desarrollo», ni una estrategia de acumulación accelerada. Es la maximización de la ganancia a corto plazo; es un escape hacia adelante de las finanzas para impedir una brutal devalorización, una perdida de valor de sus enormes masas de capital movil, para evitar el hundimiento, el desmoronamiento econónico del sistema.
El resultado, lo conocemos: el saqueo del Sur, el ajuste estructural, transferencias de sobrevalor, la gestión directa desde el Norte de los aparatos de Estado del Sur neutralizando su poder de Estado, y la destrución de toda perspectiva de desarrollo. Pero el resultado es también, en las economías de la triada Estados Unidos/ Europa/Japón, una acumulación de capital muy baja, con un crecimiento lento de la producción, el desempleo, la precarización, la pauperización de largas partes de la población…
Los Estados Unidos conocen hoy desequilibrios muy graves, internos y externos, acentuados por la logica neoliberal de casi no-acumulación. Son sobreendeudados, dependen mucho del exterior, desde los años 1980 repatrian más y más flujos de ganancias del resto del mundo. Sus finanzas absorben en la bolsa hasta 80% de los beneficios, y dejan poco para la inversión productiva. Sus clases dominantes, más y más ricas desde 20 años, consumen muchisimo.
Y estos desequilibrios exigen más intervenciones estatales. El neoliberalismo es la destrucción de los servicios publicos, pero no significa, en los Estados Unidos, ausencia del Estado, sino un Estado omnipresente; omnipresente para sostener el consumo, para apoyar el credito de sus nacionales sobreendeudados, para abrir nuevos mercados a sus transnacionales fuera del país, y sobre todo para militarizar la economía.
Pués el trazo actual esential del poder de las finanzas es su militarización.
Lo que está en juego, lo que hace las nuevas guerras imperialistas «necesarias», es el comando de las finanzas sobre el sistema mundial capitalista en crisis estructural. Son las finanzas como clase, con su sistema de explotación y de opresión a escala mundial -y no solamente Bush, sus halcones o los magnates del petróleo- que no podrían mantener su poder sino que por la violencia, por la fuerza militar.
El neoliberalismo, con sus desigualdades intra e internacionales, con su apartheid globalizado, con sus muros del Río Grande, de Schengen, de Cisjordania -mucho más mortiferos que lo de Berlín-, el neoliberalismo que fracasó en todos los campos y continentes, pero que sigue siendo impuesto por fuerza contra la voluntad de la inmensa mayoria, contra la esperanza en un mundo mejor, el neoliberalismo ya esta en guerra contra cualquier que se levanta para pensar y afirmar su voluntad de construir un proyecto de justicia social, de soberania nacional, de desarrollo autónomo.
Han escogido las finanzas la guerra como modo de «regulación» de la crisis estructural del sistema capitalista, como operación de policia del «pueblito global» contra las resistencias populares que surgen de todas partes, como solucion de última instancia para reproducir las condiciones de su poder.
Pero no podra la guerra redinamizar la acumulación en el centro del sistema mundial capitalista. Ni tampoco podra sacar el sistema de su crisis el neoliberalismo, impuesto de la manera más anti-democratica que sea por los «democratas» -por los democratas bombarderos, los buenos democratas asesinos en buena consciencia.
Eso es tanto como decir que las dimensiones económicas y militares de la crisis son estrechamente imbricadas. Hay una relación estrecha entre estrategia neoliberal de las finanzas estadounidenses y militarización de Estados Unidos.
No es tanto una cuestión de gastos militares, los cuales, a pesar de la crisis, no son una carga insoportable para los Estados Unidos (4% del PIB), sino más bien de agresividad imperialista en todas las direcciones para el control del planeta; con un adelanto impresionante de los Estados Unidos en el campo militar, con una red de bases en casi 100 paises y más de 300 000 soldatos (sin las tropas en Irak) fuera del territorio continental, hasta sobre el suelo de la antiga Unión sovietica, cerca de China (peligro numero uno para ellos).
Es por qué los Estados Unidos están más y más dependientes del exterior que bombean tantos recursos del mundo y que bombardean tantos los pueblos del mundo. Hay esta bomba financiera estadounidense absorbiendo la plata del mundo y su complemento, las bombas lanzadas desde su red militar.
Ya están al limite de ser insoportables los desequilibrios sistemicos. El sistema no puede, no va a seguir así. Tiene que cambiar su curso, pero puede hacerlo de maneras muy diferentes, y eso depiende por parte de nuestras resistencias. Desgraciadamente, no se puede excluir un curso del capitalismo más duro, aún más destructivo.
¿Hay hoy un riesgo de «fascización»?
Este tema llama a la prudencia extrema. Se podría que el concepto marxista de imperialismo sea suficiente para explicar la trayectoria actual del poder de las finanzas, se podría que la referencia al fascismo no sea absolutamente necesaria para caracterizarla. Me limitaré a constatar, sin embargo, que rastros del fascismo clásico, producto histórico del capitalismo en el siglo XX, se encuentran hoy en el imperialismo estadounidense, rastros:
• como la violencia, sistematica, sistemica, convertida en modalidad de existencia;
• como el sistema de alienación y de manipulación de las masas por medios de comunicación totalitarios, propaganda comercial, pensamiento único, para integrarlas al proyecto destructor de los dominantes;
• como la creencia en una «civilización superior» habilitada para dirigir el mundo, una visión darwiniana de competencia de las especies humanas, la supremacia hereditaria de los más fuertes y la condamnación sin piedad de los debiles, la reprodución de la raza por sacrificio de sangre.
Se dirá: el fascismo, es el Estado totalitario. Verdad, pero hemos visto que el dogma de la reducción del Estado se aplica en todas partes menos en Estados Unidos: allá, el Estado se militariza, viola los derechos humanos más elementares; allá, la democracia ya es una ficción, la de un bipartidismo de hiper millonarios que se convertió en la realidad de un partido único del capital.
Se dirá además, con razon: el fascismo es el genocidio. Pero ¿cómo no ver que la dinámica del sistema mundial capitalista, por su polarización inherente, produce genocidios? Genocidios abiertos, por la violencia visible de las guerras imperialistas como en Irak o Palestina, y genocidios silenciosos, los de los más pobres del Sur, por la violencia invisible de las relaciones sociales capitalistas.
Genocidios, guerra, apartheid, claro que el capitalismo sigue siendo una barbaria, como en el tiempo de Rosa Luxemburg. Claro que el neoliberalismo es, en la historia de la lucha de clases, una guerra social de las finanzas contra los pueblos, contra nosotros todos. Claro que el imperialismo es la barbaria de los tiempos modernos. Claro que esta barbaria por su logica misma de destrucción y de deseperanza radicaliza otras barbarias, como los fundamentalismos religioso-politicos, obscurantistas, reaccionarios; sub-barbarias que los Estados Unidos contribuyeron activamente a fortalecer desde la caida de la Unión sovietica, y que mobilizaran de nuevo si necesario contra los pueblos cada vez que estos últimos se levantaron para liberarse.
Entonces, tengamos cuidado de la nueva barbaria neoliberal, al rostro «fascizante sonriente». Tomémosla muy seriamente por qué la amenaza de «fascización» será más fuerte a medida que se fortalezeran las luchas populares en el mundo entero.
En tal marco, grave, muy preocupante, ¿cuales son, o cuales serian las alternativas?
Le primer deber nuestro, más urgente, es rechazar la guerra y la amenaza de guerras imperialistas contra los pueblos como modo de «regulación» del sistema mundial. La mobilización contra la guerra es la precondición de cualquiera alternativa. Lo que implica la solidaridad con luchas frontales contra el imperialismo (de los pueblos iraki, palestino, colombiano, cubano, venezolano entre otros), la oposición en cada país a la presencia de bases militares extranjeras, no solamente de las norteamericanas, sino también de las europeas -de Francia en África entre otros. Implica propuestas de desmantelamiento de las armas de destrucción masiva (sobre todo de las armas nuclares) y de demilitarización del planeta, empezando por las potencias más poderosas y peligrosas.
Sin rechazo de la amenaza de guerra, no sera posible pensar ninguna alternativa creible, ninguno proyecto social de desarrollo y de democracia.
¿Que más?
Muchas, tantas cosas a realizar en el marco nacional, que sigue siendo a mi opinión el nivel decisivo de nuestras luchas, las cuales tienen que fortalecer a la vez la sociedad civil (partidos y sindicatos progresistas, movimientos sociales…) y el Estado-nación.
No quiere decir que olvidamos Marx y su aporte teorico relativo al Estado de clase, expresión alienada de la sociedad civil, instrumento automata-autocrata de represión contra las clases dominadas, organización de las clases dominantes. Al contrario, pensamos como Marx que la toma y el ejercicio del poder se quedan hoy una proridad fundamental, que el Estado es una palanca de cambio.
Un mundo mejor sera posible si y solemente si fuerzas populares y progresistas toman y ejercen el poder de Estado, para utilizar sus aparatos no como machina de guerra contra los pueblos, sino a su servicio, al beneficio de los pueblos, para lograr objectivos no solamente politicos, sino económicos: para lograr la emancipación social.
Significa que, sobre este tema como otros, el marxismo nos ayuda todavía a tener las ideas claras. Es teoria nuestra, la arma más preciosa que tenemos en la cabeza en la lucha ideologica. No un marxismo domesticado, entorpecido, no un marxismo dogmatico, fetichista; no un marxismo inofensivo, sino ofensivo, de lucha, inventado en la acción e inventor de nuevas practicas revolucionarias.
Lo del Marx de lo que llamo yo la «segunda ruptura epistemologica» contra Hegel, de las cartas a los Rusos Mikhaïlovski y Vera Zassoulitch, un marxismo anti-determinista, no-mecanista, de historicidades no-lineales, de otras transiciones que el «largo y sangrante calvario» de la via capitalista.
Y una dificuldad que enfrentamos hoy, en estos tiempos de inversión de las valores, de inversión del sentido de las palabras, es de reapropiarse el marxismo, su metodologia, sus conceptos, su esencia revolucionaria después de decadas de dogmatismo y de domesticación por parte de los que ayer lo abandonaron por muerto y que tiran hoy sobre su espectro -el espectro del marxismo, que no se muere, que todavia se mueve.
Pero ¿cual alternativa practica?
La verdad es que las politicas necesarias para aliviar y mejorar las condiciones de vida de las clases populares, las conocemos, ¿no?
Son medidas sociales decididamente eticas:
• como la salud publica universal;
• sistemas de pensonados para los ancianos;
• la gratuidad de la ensenenza (incluso superior) para los jovenes;
• como la eradicación de las favelas, de la mendicidad, del trabajo de los niños, de las discriminaciones racial y sexista, de las mafias, del trafico de drogas, de la prostitución;
• como la redistribución masiva de recursos por aumento del poder adquisitivo de las clases populares y la limitación del diferencial de salarios, por la distribución equalitara de los productos de consumo de base, la baja de los costos de la vivienda, de los medicamentos, y de los libros, del transporte, de la electricidad (cuando hay, sino electrificación), la reducción del desempleo por planes voluntaristas de utilidad social y de infraestructuras…
• medidas como la reforma agraria, negociada con los campesinos y tomando formas de propiedad de la tierra que pueden variar de un país al otro;
• son también, seguro, medidas de control estatal fuerte sobre la propiedad de medios de producción estrategicos para el desarrollo del país, de recuperación de todos los recursos naturales de la nación (sean de energia, agua, selva, biodiversidad) para conducir politicas de protección del medio ambiente y al mismo tiempo de redistribución de recursos hacia el pueblo, que sean socialmente eficientes;
• son medidas (¿como no?) de planeacción económica, utilizando las tecnicas modernas más sofisticadas, entre las manos de un Estado que abre la economía nacional para autonomizarla, autocentrarla, ponerla al servicio de objectivos internos, sociales, y protegerla contra la logica destructiva, demencial del capital mundialmente dominante, de las finanzas.
Aquí estan las bases para considerar seriamente proyectos de regionalización, que no sean las correas de transmisión de la globalización neoliberal, sometiendo los paises del Sur a los centros del sistema mundial (como el ALCA), sino que refuerzen las posiciones de estos paises, que obedecen a una logica realmente adaptada a las exigencias de desarrollo, que se construyen de manera legitima, respectuosa de los derechos de los pueblos como de los individuos.
Aquí estan las bases sobre las cuales podriamos discutir de un nuevo orden politico-económico mundial: democratización de la ONU, creación de un fisco mundial y redistribución internacional de los recursos; renegociación del aceso al mercado, instauración de sistemas monetarios y financieros puestos al servicio de los pueblos y de sus necesidades sociales, supresión de la deuda del Sur o de la OMC, reconsideración de la existencia misma del Banco mundial y del FMI, etc.
Pero todo eso se llama… revolución, todo eso se llama… socialismo.
Si eso se llama revolución, si se llama eso socialismo, tengo una preguntita:
camaradas, ¿porque no hablar de revolución, porque no hablar de nuevo de socialismo? De un socialismo no destruido por la caida del muro de Berlín, sino liberado, liberado del dogmatismo.
Pués la historia nos ha enseñado que el camino del socialismo es indisociable, absolutamente inseparable del de la democracía. No de cualquiera democracia, no de una democracia somedida sin vergüenza a la ley del mercado -mercado auto-constituido en subjecto politico a la imagen del «Bien» del señor Bush-, no de esta ficción democrática burgesa, disimulando la explotación con sus elecciones y su parlamentarismo condamnando a alternancias sin alternativas.
No, yo hablo de la democracia real, efectiva, de una democracia social, que no podra construirse sino en la egualidad y la participación activa de todo el pueblo, que no podra consolidarse nacionalmente sin solidaridad internacional con las luchas de los otros pueblos del mundo. Hablo camaradas de un poder popular, hablo de poderes populares a escala mundial.
Y por eso, necesitamos urgentamente organizarnos:
• necesitamos organizaciones de masas consecuentes;
• necesitamos cuadros con formación politica consecuente;
• necesitamos militantes y masas populares con educación ideologica consecuente.
Lo que no podemos aceptar, es estar considerado como «terroristas» por qué estamos buscando alternativas, por qué estamos luchando por soluciones de paz, de fraternidad humana, de civilización contra la barbaria.
No podemos aceptar de ver criminalizar nuestros sueños.
No podemos aceptar de ver frustrarse nuestras reivendicaciones más lindas, legitimas, las de cuidar y de educar nuestros niños, las de respetar y de proteger nuestros padres, las de trabajar y de vivir una vida digna, las de querer y de ayudar nuestros hermanos extranjeros, las de desarrollar proyectos de progreso social, de soberania nacional, de solidaridad internacionalista.
Saben ustedes que la palabra «terrorista», utilizada por la primera vez en frances en 1794, a penas cinco años después de la generalización de la palabra «revolucionario» en 1789, la palabra «terrorista» viene del llamado «terror», de esta epoca durante la cual los revolucionarios franceses, que contribuyaron con otros a abrir la era de la modernidad hace dos siglos (pero que los historiadores reacionarios tratan hoy de considerar como «terroristas»), defendieron las grandiosas conquistas de la Republica contra la tirania, contra la reacción interna y contra la agresión externa.
Camaradas, como habia que cambiar Francia antes de su revolución, como aquí habia que cambiar Portugal antes de su revolución hace treinta años, cuando su país se convertió en la esperanza de todos los progresistas europeos, hoy, hay que luchar para cambiar el mundo nuestro, para parar la guerra, para poner fin a la barbaria, la barbaria capitalista e imperialista.
Es por eso que estamos juntos hoy, queridos camaradas y amigos, y que hasta siempre seguiremos juntos. Es por eso que luchamos, y que lucharemos hasta la victoria, hasta el socialismo, hasta el socialismo mundial. Es por eso que venceremos, camaradas, nosotros, nuestros niños o nuestros nietos, pero venceremos.
Moura (Portugal), el 24 de Septiembre del 2004. Transcripción del discurso de Remy Herrera en el Encuentro Internacional Civilización o Barbarie – Desafíos del Mundo Contemporáneo.