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El Foro Social Europeo: ¿Otro mundo es posible?

Fuentes: Rojo y Negro

El Foro Social Europeo se inspiró en el lema global «Otro mundo es posible», que expresa la necesidad de crear alternativas capaces de oponer resistencia al neoliberalismo. Desde su nacimiento en el 2002, el FSE ha proporcionado una oportunidad para debatir métodos y estrategias que conviertan ese lema en una realidad. Sin embargo, el proceso […]

El Foro Social Europeo se inspiró en el lema global «Otro mundo es posible», que expresa la necesidad de crear alternativas capaces de oponer resistencia al neoliberalismo. Desde su nacimiento en el 2002, el FSE ha proporcionado una oportunidad para debatir métodos y estrategias que conviertan ese lema en una realidad. Sin embargo, el proceso organizativo del Foro se ha convertido en un campo de batalla entre distintas filosofías sobre cómo progresar hacia el cambio social.    

Lo que está en discusión es la manera de llegar a ese «otro mundo posible» y, en consecuencia, cómo decidir los objetivos del propio FSE. Aún cuando este proceso pudiera ser a la vez creativo y edificante, en realidad ha conseguido marginar toda una serie de oportunidades para el futuro desarrollo del propio FSE. ¿Cómo ha podido ocurrir todo eso? Discutiremos en este artículo cómo este tipo de conflictos han sido consustanciales a la historia del Foro Social, y de qué manera se han intensificado este año en la preparación de Foro de Londres.

El movimiento anticapitalista como una red de movilización

El ya tan familiar lema «Otro mundo es posible» fue concebido para contrarrestar ciertas actitudes fatalistas que podríamos resumir en la expresión «no hay ninguna alternativa». Esas actitudes habían reprimido la actuación de mucha gente que se oponía al proyecto neoliberal que se desarrolló a lo largo de los años 90. El nuevo lema ayudó a unificar las luchas de aquellos que querían una sociedad distinta aquí y ahora, no tan sólo «tras la revolución». Surgió del mal llamado movimiento antiglobalización, al que también se ha llamado más tarde anticapitalista o movimiento por la justicia social. La descripción más reciente, «movimiento en red de movimientos», enfatiza la aparición de nuevos agentes sociales que generan nuevas prácticas y nuevas relaciones.

Este fenómeno tiene muchos antecedentes, empezando por la difusión global de las luchas contra las políticas de ajuste estructural de los años 80. La revuelta zapatista de 1994 fue un catalizador para toda una serie de nuevas redes de resistencia y comunicación, especialmente a lo largo de los dos Encuentros Intercontinentales contra el Neoliberalismo y por la Humanidad. Los Encuentros tuvieron lugar en 1996 en Chiapas, y en 1997 en España, bajo el lema «Un mundo que contiene muchos mundos». (1) Al año siguiente algunos de los participantes de los Encuentros fundaron la Acción Global del Pueblo contra el Libre Comercio y la OMC, que se apoyaba principalmente en organizaciones populares del Hemisferio Sur.

Esas movilizaciones proporcionaron un respaldo muy extendido a métodos de organización como los grupos de afinidad, las redes horizontales o los procesos de consenso. Por ejemplo, cada grupo local designa un delegado a una asamblea, que discute las propuestas intentando llegar a un consenso. Las disensiones se discuten de manera respetuosa, y se intenta integrarlas en la propuesta original para conseguir un acuerdo que sea aceptable para todos. Aunque el movimiento puede incluir coaliciones, es decir, aceptar delegados formales de ONGs o sindicatos, su mayor poder reside en la movilización creativa de redes horizontales que actúan de manera complementaria. Es el movimiento quien desarrolla las propuestas y los métodos alternativos, que dejan de ser propuestas teóricas que habrán de desarrollarse en un mañana ideal e hipotético.

Tales métodos han supuesto el éxito de numerosas protestas – por ejemplo, contra el Acuerdo Multilateral de Inversiones (AMI) en los años 97-98, los encuentros de la OMC en Ginebra en el 98 y en Seattle en el 99, la cumbre del FMI y el Banco Mundial en Praga en el 2000, que tuvo que ser suspendida prematuramente. Alguna parte de «la izquierda» se percató de que algo nuevo estaba sucediendo hacia el año 1999, aunque el movimiento anticapitalista había empezado a funcionar mucho antes de esa fecha. La novedad de las protestas de Seattle fue la demostración de que las redes globales de activistas podían converger en base a una cooperación horizontal a larga escala. Estas formas de organización se utilizaron también en las movilizaciones contra las cumbres de la Unión Europea y del G8.

Las redes de activistas han buscado nuevas formas de conectar las diferentes luchas a través de los espacios y los objetivos. Esta forma de actuar se expresa en lemas como «nuestra resistencia es tan global como el capitalismo», o «cualquier lucha está conectada a todas las demás». Del mismo modo, la frase «Ningún tema es prioritario» enfatiza cómo la explotación capitalista domina cualquier aspecto de nuestras vidas, de modo que para plantearse una resistencia que tenga posibilidades de éxito se hace necesario coordinar luchas aparentemente diversas. «Un No, muchos Síes», un lema que pronunciaron por vez primera los Zapatistas, expresa la fuerza potencial de un movimiento anticapitalista que incluye visiones distintas del camino hacia una sociedad nueva. (2)

Para extender esas visiones y esos contactos, los activistas empezaron a establecer nuevas formas políticas – es decir, convocaron asambleas populares en América Latina y Foros Sociales en Italia. Un amplio espectro de movimientos contrarios al neoliberalismo hallaron la forma de cooperar, a pesar de sus diferencias de punto de vista y de cultura política. Hacia el 2003 los foros sociales habían congregado a varios centenares de activistas en Londres y Manchester, que empezaron a proponer acciones de forma regular. La defensa encarnizada de posiciones estereotipadas cedió el paso a serias discusiones sobre estrategia, en especial sobre las maneras de resolver las diferencias políticas y coordinar las diferentes luchas. (3)

¿Es el FSE un foro abierto a todo el mundo?

El Foro Social Mundial se impulsó en esas iniciativas y métodos del movimiento anticapitalista, especialmente en los Encuentros y en los foros sociales locales. Según la Carta de Principios del FSM, un foro social es:

«… un espacio abierto para el pensamiento crítico, el debate democrático de ideas, la formulación de propuestas y la coordinación de acciones efectivas por parte de grupos y movimientos de la sociedad civil que se oponen al neoliberalismo y a que el capital o cualquier forma de imperialismo consigan dominar el mundo…

…El FSM será siempre un foro abierto al pluralismo y a la diversidad de actividades y métodos de coordinación de las organizaciones y movimientos que en él participen, así como evitará hacer distinciones por motivo de género, cultura, grupo étnico, edad o capacidades físicas, siempre que sus participantes se adhieran a esta Carta de Principios. No se permitirá participar en el Foro a las representaciones formales de los partidos políticos o a las organizaciones de carácter militar.»

Después del primer FSM en 2001, la Carta anunció de forma optimista que el Foro «se ha convertido en un proceso permanente de búsqueda y construcción de alternativas que no puede ser reducido al conjunto de actos que lo promueven». Al mismo tiempo advertía de que el FSM «no constituye un centro de poder que puedan disputarse los participantes a los plenarios». Sin embargo, el proceso organizativo se convirtió muy pronto en una lucha por el poder por parte de individuos que representaban de hecho a los partidos políticos, al tiempo que dificultaban el desarrollo efectivo de alternativas anticapitalistas, tanto en la teoría como en la práctica.

En el Foro de Porto Alegre en 2002, el Partido del Trabajo de Brasil controló el comité organizador de tal manera que excluyó a un gran número de activistas del proceso de toma de decisiones y los relegó a meras tareas de apoyo. En respuesta, muchas organizaciones y grupos de base establecieron su propia convocatoria alternativa (por ejemplo, a través de encuentros juveniles), al tiempo que denunciaban la manipulación del FSM «oficial». En el FSM de 2003 en Porto Alegre, los organizadores marginaron un bloque entero de sesiones sobre la «vida después del Capitalismo». En el Foro de 2001, la palabra clave había sido «nuevo» -nuevas ideas, métodos y caras-, como reconocimiento de que los métodos tradicionales de la izquierda habían fracasado. En 2003 la palabra clave parecía haberse convertido en «grande», y lo que más importaba era conseguir escenificar manifestaciones enormes que vitoreaban a los oradores en los mítines. (4)

El Foro Social de 2003 en Mumbai fue controlado por cuadros de los partidos políticos desde el principio. La cultura estereotípica de «la izquierda» dominó el proceso de muchas maneras, a través de las conexiones con los partidos políticos, por ejemplo, mientras militantes liberados ocupaban la plana mayor de los plenarios, o también mediante la emisión de lemas a favor de la resistencia que disimulaban la carencia de alternativas reales (que no formaran parte de los programas de los partidos políticos). Como uno de los participantes denunció, el proceso organizativo había estado centrado en la consecución de fondos y en la lucha por el poder, aún cuando mucha gente suponía que se creaban «alternativas» por el mero hecho de manifestar oposición a la globalización económica. (5)

¿Es el FSE algo más que una concentración?

EL FSM inspiró el primer Foro Social Europeo, que tuvo lugar en Noviembre de 2002 en Florencia, en donde se concentraron unas 60.000 personas -más de dos veces la cifra que sus organizadores habían previsto. Este Foro se hizo famoso por ser la plataforma de lanzamiento de la protesta global del 15 de febrero de ese año contra la esperada invasión de Irak por parte de EEUU y el Reino Unido. En cuanto al procedimiento, el primer FSE otorgó a los activistas una considerable libertad para dar forma al encuentro. Tanto el ayuntamiento como los sindicatos aportaron recursos desde el principio, sin exigir a cambio un control exagerado sobre la organización. Sin embargo, en parte a causa de su formato de serie de conferencias y de la enorme asistencia, algunos comentaron que este foro parecía más bien «una concentración de tres días».

El segundo FSE, que se llevó a cabo al año siguiente en Paris, tuvo un control relativamente mayor por parte de los cuadros de los partidos políticos. Cuando una red de foros sociales franceses solicitó un espacio para reunirse, por ejemplo, su petición fue denegada. A pesar de ello, esos activistas encontraron una iglesia abandonada para reunirse y consiguieron expandirse en una red paneuropea formada por foros análogos al suyo. La principal oportunidad de coordinar acciones, la Asamblea de Movimientos Sociales del domingo por la mañana, se centró en afirmaciones programáticas que tenían muy poco que ver con los debates estratégicos sostenidos a lo largo de todo el encuentro. De hecho, la declaración final fue escrita en esencia por un grupo de trabajo que la confeccionó antes de la asamblea, y al que tan sólo se podía acceder mediante invitación del comité organizativo.

También adelantándose a las conclusiones, un grupo desconocido había propuesto organizar el FSE de 2004 en Londres. Esa oferta generó sospechas e incluso hostilidad en el Reino Unido, por distintos motivos: La ausencia de consultas al movimiento sentaba un pésimo precedente para la transparencia y el procedimiento democrático de la organización. La oferta la realizaron cuadros de algunos partidos políticos: miembros del Socialist Workers Party (SWP) ocultos bajo la fachada de la organización Globalise Resistance y miembros de Socialist Action (SA) bajo la máscara de participantes de la Campaña para el Desarme Nuclear (CND). La cúpula del SWP atacó públicamente a los foros sociales diciendo que «carecían de representatividad», ya que no se basaban en una estructura de delegados de coaliciones políticas. Tales métodos y programas contradecían los principios explícitos del FSM. Aún peor, convocar un FSE en Londres en 2004 distraería energías de los proyectos y campañas locales, dividiendo aún más al movimiento anticapitalista británico, dada la extendidísima desconfianza hacia los que pretendían organizar el Foro.

Por tanto, algunos activistas del Reino Unido (especialmente los de los Foros Sociales de Manchester y Londres) lanzaron una serie de advertencias criticando la propuesta. Cuando la asamblea europea del FSE la aceptó a pesar de todo, estos militantes intentaron «democratizar el FSE». Expusieron su criterio sobre lo que debía ser un proceso democrático, en forma de unas condiciones mínimas necesarias para desarrollar el encuentro de Londres. Por ejemplo, algunas personas habían sido ignoradas o insultadas en los encuentros preparatorios en Londres, a causa de que no eran delegados oficiales de las organizaciones, así que propusieron que se permitiera a todo el mundo participar en el proceso.

Esas demandas de democratización obtuvieron un amplio respaldo en las reuniones europeas, pero resultó muy difícil aplicarlas al volver a Londres. El comité organizador forzó la aceptación de propuestas concretas -alegando que de otra manera la Autoridad Metropolitana de Londres o los sindicatos mayoritarios se negarían a proporcionar fondos para el Foro. Así, el control de los recursos, junto con una cierta tendencia a arrogarse representatividades de todo tipo, operó como un chantaje político durante el proceso. Este tipo de maniobras impidió una discusión a fondo sobre el contenido y los procedimientos del Foro, o sobre cómo éste podía usarse para crear «un mundo nuevo».

De acuerdo con el modelo en boga de la política de izquierdas, el principal objetivo es la movilización como espectáculo. Las personas deben ser «movilizadas» para participar en concentraciones, actuar como masa en las luchas, gritar consignas, etc. De este modo, pueden ser persuadidas a apoyar ciertas demandas predeterminadas, que luego sancionarán los representantes políticos. En los mítines tan solo se plantean aquellas preguntas que permitan pronunciar las respuestas que se han preparado de antemano. Las alternativas prácticas al capitalismo pueden ser debatidas, pero su realización deberá esperar -a cuando se alcancen el «socialismo» o la «revolución»- Las necesidades logísticas pueden ser tratadas como un trabajo técnico o instrumental, que puede ser delegado en especialistas, o incluso contratado con compañías privadas. Las grandes movilizaciones proporcionan un escenario ideal para la venta de periódicos o para el proselitismo.

Siguiendo una perspectiva distinta, el movimiento anticapitalista proporciona oportunidades para la creación de redes horizontales que permitan desarrollar la creatividad y expresar nuevas aspiraciones, haciendo así posible la realización de alternativas eficaces. Nos movemos hacia delante mientras nos preguntamos cómo y hacia adonde vamos (paráfrasis del lema zapatista, preguntar caminando). Desde esta perspectiva, el proceso del FSE debería maximizar las oportunidades de intercambio político entre los individuos que lo componen, facilitando así las acciones colectivas de carácter participativo. (6) Las tareas logísticas suponen una oportunidad para desarrollar habilidades colectivas, proporcionar sustento y dignidad a los activistas, especialmente para los trabajadores marginados o en paro.

Los horizontales desarrollaron propuestas para poner en práctica su punto de vista a lo largo del proceso preparatorio del FSE. Algunos diseñadores, por ejemplo, propusieron páginas en Internet que facilitaran la interacción entre los participantes. Los colectivos Indymedia propusieron Nomad, una tecnología de bajo coste al estilo «hágalo usted mismo» para la transmisión simultánea de traducciones. Sin embargo, sus esfuerzos fueron menoscabados por la organización «oficial» -paradójicamente, en nombre de una mayor «eficiencia». Aún cuando hubiera sido inevitable contratar algunos servicios, la gestión de esos contratos fue controlada en exclusiva por la Autoridad Metropolitana de Londres (GLA). Del mismo modo, cuando el FSE decidió emplear a trabajadores, éstos fueron contratados por el GLA.

Como resultado de este control vertical y de la privatización, el FSE distrajo recursos potenciales del movimiento anticapitalista, por contraste con la habitual logística movilizadora de las redes de colectivos. Aún más, los organizadores se hicieron dependientes de las escasas subvenciones aportadas por los sindicatos mayoritarios y por el Ayuntamiento. La organización del FSE quedó reducida a la captación de recursos y a una administración clásica de recursos humanos.

La diferencia entre estas culturas políticas ha sido analizada por Vincenzo Ruggiero, un sociólogo italiano afincado en Londres. Podemos resumir alguno de sus puntos de vista en el siguiente párrafo:

«Tales organizaciones de tipo vertical comparten características con las empresas privadas y las burocracias. Su concepto de movilización está relacionado con la eficacia profesional que promueven sus líderes. El crecimiento de la organización coincide con una mayor fuerza de su cúpula con respecto a su militancia anónima. Como los socios de un consorcio económico, sus militantes proporcionan recursos indirectos, y su función no consiste en influenciar las decisiones, sino en fortalecer la capacidad de sus líderes para implementarlas. Los verticales exigen una participación delegada que otorgue un respaldo simbólico (y a menudo financiero) a sus líderes, y aumente su capacidad de negociación, tanto pública como privada. La democracia y la transparencia vendrán en el futuro, pero tan sólo si se renuncia a ellas en el presente. Quizá otro mundo sea posible, pero tan sólo como una recompensa por las actuales privaciones.

Por contraste, los horizontales extraen su fuerza de la intensidad participativa de sus miembros y de la diversidad de las redes constituidas por sus actividades. En tales movimientos, su propia existencia depende de las decisiones, valores y estilos de vida adoptados por los que participan en ellos. Las acciones no delegadas constituyen y dan forma a su práctica: la identidad de sus participantes no está preformada, sino que se constituye a través de sus actuaciones. La liberación se produce de manera simultánea a la acción: cambiar el mundo y cambiar la vida cotidiana son objetivos complementarios.» (7)

A pesar de que estos conflictos entre culturas políticas sean inevitables, el problema fundamental ha sido siempre la práctica de dominación que ejerce una cultura privilegiada. Podemos ilustrar este punto mediante cuatro ejemplos -el protagonismo de los oradores, las prioridades temáticas, la calidad publicitaria de las ponencias y el formato de las sesiones.

En la asamblea europea de diciembre de 2003, en medio de una lucha de poder sobre si el FSE iría o no a Londres al año siguiente, hizo falta una sesión entera para discutir un tema al parecer urgentísimo: la propuesta de invitar a todo un panel de conferenciantes internacionales. Los que hicieron esa propuesta alegaron dos razones: se podría invitar a esas personas con suficiente antelación, y el prestigio de los ponentes ayudaría a «mostrar a la gente de Londres la importancia del FSE». Muy pocos participantes rechazaron a las personas en concreto, pero muchos se quejaron de que la propuesta transformaba el FSE en un espectáculo, favoreciendo al tiempo determinadas posiciones políticas y evitando el desarrollo de alternativas. Aún peor, los organizadores se negaron a escuchar ninguna crítica al respecto: «¿En serio vais a quejaros si conseguimos que vengan esas personas…?».

Para fijar los temas principales a tratar en el FSE de 2004, varios delegados de toda Europa formaron un grupo de trabajo para decidir el programa, que pronto entró en conflicto con el proceso organizativo que se desarrollaba en el Reino Unido. Por ejemplo, muchos delegados señalaron la importancia del futuro europeo como un tema clave para el debate estratégico, pero los verticales británicos minimizaron ese asunto alegando su escasa relevancia para el Reino Unido. Más tarde los delegados italianos harían el siguiente comentario:

«… Los grupos más poderosos de la delegación británica (…) intentaron imponer sus propios temas, «ejes» o «titulares», evitando al mismo tiempo entrar en ningún debate real. Trataron de obligar a los demás a aceptar su manera de hacer las cosas, siendo arrogantes o utilizando distintas formas de chantaje, y se negaron repetidamente a aceptar decisiones y temas que habían sido acordados con anterioridad (…). En términos generales, el trabajo de todos resultó afectado por el provincianismo del contingente británico y sus diferencias con las posiciones del resto de Europa: parecen creer que los asuntos que discuten en su «provincia» son de una importancia universal, con el agravante de su incapacidad o falta de disposición para justificar cualquiera de sus argumentos.» (8)

En el folleto publicitario que se publicó en Londres el mes de Julio se promueven los Foros Sociales como si se tratara de espectáculos de autobombo: «El FSE surgió a raíz del éxito espectacular del Foro Social Mundial (…) El FSE es un festival de resistencia (…) y una celebración del movimiento global.»

Para mencionar un problema de carácter más fundamental, el formato de las sesiones proporciona pocas oportunidades para el contacto entre los asistentes. Las distintas propuestas para dar al encuentro una forma más abierta e imaginativa fueron desechadas por los que controlaban la organización. La organización llegó a recibir más de 1000 de esas propuestas, que debieron ser reducidas a unas 120, en vista de la escasez de recursos disponibles para el encuentro de Londres. Muchos de los proponentes se pusieron entonces de acuerdo para refundir sus ideas, mediante contactos entre grupos afines. Parece ser que este proceso ayudó a expandir los contactos entre las redes europeas, aunque el intercambio creativo estuvo fuertemente limitado por una intensa competición por conseguir espacios y puestos en las mesas de las ponencias.

Al darse cuenta muy pronto de las limitaciones de la organización, hacia la primavera de 2004 un gran número de activistas decidieron crear espacios autónomos y autogestionados en los que fuera más fácil actuar de manera consecuente con los principios del Foro Social Mundial. En varios de esos espacios se intentó evitar el cobro de inscripciones. Este tipo de iniciativas adoptaron una variedad de nombres, como «FSE Alternativo», «Más allá del FSE», «La vida a pesar del Capitalismo», etc. Este último lema se concibió como una respuesta consciente al de las sesiones sobre «La vida después del Capitalismo», que adolecía de la dicotomía estereotípica entre el «antes» y el «después». En paralelo a esas iniciativas, algunos horizontales insistieron en asistir a las reuniones oficiales del FSE, para aprovechar cualquier oportunidad de desarrollar métodos alternativos.

Conclusión: ¿Otro mundo es posible?

Durante la organización del FSE de Londres, antiguas divergencias de cultura política, que ya se manifestaron en otros Foros Sociales de carácter internacional, han conducido este año a una abierta hostilidad entre distintos puntos de vista. Está en juego la propia noción de los fines del Foro Social -si se concibe la movilización como un espectáculo de la resistencia, o como un laboratorio social de alternativas y redes anticapitalistas. Los que controlan la organización este año se han apropiado de las experiencias y el lenguaje del movimiento anticapitalista, pero de tal modo que anulan la novedosa dinámica creativa de este movimiento.

A resultas de ello, el FSE se ha convertido en un posición de poder para su comité organizativo, a pesar de la Carta de Principios del Foro Social Mundial. Las finalidades han estado subordinadas a la «eficiencia» técnica, obstaculizando así la construcción de medios y propuestas alternativas, al menos durante el proceso preparatorio del foro. Todo eso limita seriamente los posibles resultados de este encuentro, sea cual sea su nivel de asistencia. El proceso real de debate y propuesta de alternativas se ha desarrollado en su mayor parte al margen de la organización oficial.

¿Que podemos esperar para el futuro del movimiento tras todo ello? Será necesario un gran esfuerzo si queremos demostrar en los próximos Foros Sociales que «otro mundo es posible» a través de la práctica. Este extremo está siendo debatido en la preparación del Foro Social Mundial del 2005 (véase más arriba). Para aquellos estudiosos que desean que su trabajo contribuya a construir alternativas en contra del capitalismo, los Foros Sociales representan una excelente oportunidad. Deberíamos elaborar una teoría crítica que sirviera para iluminar los conflictos entre culturas políticas, quizá incluso para revelar las promesas de una sociedad nueva que germinan en el seno de este viejo mundo.


En Internet

Encuentro 1997, http://www.geocities.com/CapitolHill/3849/encounter2dx.html

Web oficial del FSE, http://www.fse-esf.org

Los horizontales del FSE y los Espacios Autónomos, http://www.esf2004.net

Indymedia Reino Unido, http://www.indymedia.org.uk, con un directorio mundial de otros IMC

Foro Social de Londres, http://www.londonsocialforum.org

Acción Global del Pueblo, http://www.agp.org

Foro Social Mundial, http://www.consultafsm.org.br

<>Sobre la fecha de publicación: Este artículo hubo de escribirse en Agosto, para que pudiera llegar a tiempo a su publicación en el número de Noviembre de 2004 de Radical Philosophy.

Nota biográfica:

El autor estuvo implicado en el proceso de preparación del Encuentro Internacional de España en 1997, así como en los tres Foros Sociales Europeos de 2002, 2003 y 2004. También participó en la organización del acto de presentación del Foro Social del Londres en Octubre de 2003.

Notas

1. Véase el Artículo de Andrew Flood en Notes from Nowhere, We Are Everywhere: The Irresistible Rise of Global Anti-Capitalism?. Londres: Verso, 2003, pp.74-79, http://www.weareeverywhere.org; también el Encuentro de 1997, http://www.geocities.com/CapitolHill/3849/encounter2dx.html

2. En Commoner, colectivo de Londres, No Issue is Single, 2003, http://www.commoner.org.uk/ukstruggles.htm; también Paul Kingsnorth, One No, Many Yeses: A Journey to the Heart of the Global Resistance Movement. Londres: Free Press, 2003, http://www.paulkingsnorth.net

3. Massimo de Angelis, ‘The 1st London Social Forum: What We Have Achieved’, http://www.londonsocialforum.org

4. Peter Waterman, First Reflections on the 3rd World Social Forum, Febrero de 2003, http://hubproject.org/news/2003/02/69.php, también http://www.antenna.nl/ waterman; Naomi Klein, What happened to the New Left? The WSF 2003, Febrero de 2003, http://hubproject.org/news/2003/02/69.php

5. Jai Sen, The long march to another world: Porto Alegre – Hyderabad – Porto Alegre – two, three, many new social forums’, http://www.tni.org, también en World Social Forum: Challenging Empires por Jai Sen, Anita Anand, Arturo Escobar, Peter Waterman, eds., 2003, http://www.choike.org/nuevo_eng/informes/1557.html

6. Phil McLeish?, The Promise of the European Social Forum, Noviembre de 2003, http://www.commoner.org.uk/01-12groundzero.htm

7. Vincenzo Ruggiero, Orizzontali e verticali, Carta d’Identità no.15, Abril de 2004, pp. 46-49 (una revista de izquierdas de gran tirada)

8. Delegación Italiana. Informe del 10 de Junio sobre la reunión del grupo de programa del FSE en Paris, del 29 al 30 de Mayo de 2004 (por Gianfranco Benzi, Piero Bernocchi, Maurizio Biosa, Alessandra Mecozzi, Franco Russo; traducción al inglés de Massimo de Angelis), http://www.esf2004.net/en/tiki-index.php?page=HorizontalDocumentIndex, véase el apartado Collective Memory of the Process

Radical Philosophy en la red http://www.radicalphilosophy.com/
Traducción: Revista polémica http://usuarios.lycos.es/polemica