«Toda una vida no sera suficiente para agradecer lo que hizo el ejercito rojo por la libertad». (Ernest Hemingway). Casi sin excepción los medios de comunicación y la mayoría de los intelectuales de Europa occidental han pretendido escribir su propia historia sobre los acontecimientos de la segunda guerra mundial. Su propósito, que alcanzó proporciones groseras, […]
«Toda una vida no sera suficiente para agradecer
lo que hizo el ejercito rojo por la libertad». (Ernest Hemingway).
Casi sin excepción los medios de comunicación y la mayoría de los intelectuales de Europa occidental han pretendido escribir su propia historia sobre los acontecimientos de la segunda guerra mundial. Su propósito, que alcanzó proporciones groseras, fue echar una cortina de humo sobre el rol preponderante e histórico del Ejército Rojo de la Unión Soviética en la derrota del fascismo hitleriano. Lo curioso es que hasta los grupos y medios de comunicación de izquierda, de palabra antifascista y antiimperialistas, bailaron al ritmo de la orquestra de la gran burguesía de los países ricos y se refirieron a la guerra mundial en términos abstractos y antihistóricos. Pero todo no fue «olvido» (voluntario por supuesto) sino también vulgar tergiversación de los hechos históricos. La mayor parte de la prensa francesa de Europa (Francia, Bélgica, Suiza) se refirió al Ejército Rojo, no para reconocer sus meritos en la guerra, sino para acusarlo de «invasor» de los países bálticos». Un poco más y se declara a los soviéticos de la segunda guerra mundial tan culpables como las tropas hitlerianas.
Gunter Verheugen, vicepresidente de la Comisión Europea, exigió a comienzo del mes de mayo, que Moscú reconozca que el Ejército Rojo «había ilegalmente ocupado los países bálticos» (Letonia, Estonia y Lituania). Sobre el mismo tema, La Libre Bélgique (un cotidiano cristiano de Bélgica), anunció (6 de mayo 2005) que «Rusia había estado invitada con insistencia por Occidente a reconocer la ocupación de los países bálticos por la URSS de Stalin». El mismo George Bush, no tuvo ningún problema para denunciar a los «invasores soviéticos» en la segunda guerra mundial.
La política de arrasar de la memoria los verdaderos hechos históricos, es un arma estratégica de los herederos del fascismo Europeo. Su propósito fundamental es que los pueblos olviden a los verdaderos culpables del horror del pasado, y en tanto ello dejarles el camino libre para el resurgimiento del terror nazi y criminal. Por lo pronto, en Alemania, cuna del nazismo, Austria, Italia, España, así como en Bélgica, Holanda, Dinamarca, y otros países del eje de la Comunidad Europea, ya los grupos ultra reaccionarios son fuerzas políticas oficiales que deciden directa o indirectamente las decisiones políticas de los gobiernos. Tienen ministros, alcaldes, curas y ocupan altos puestos en la administración del Estado. Son los mismos estados, y las grandes trasnacionales los que financian y sostienen a las organizaciones de extrema derecha. Por ejemplo, en Bélgica el grupo nazi llamado Vlaams Belang es la tercera fuerza política en la parte nerlandofona de este país, y su influencia es tanta que los mismos partidos llamados democráticos comienzan a cumplir los dictados y programas de esta organización que reivindica el nacional socialismo hitleriano. Este partido recibe anualmente varios millones de euros del Estado belga y tiene acceso a los canales de televisión y otros medios de comunicación. En Europa, en medio de una creciente crisis económica y ampliación de la desocupación, se aperturan los estados policiales, crece el odio contra los extranjeros, y comienza a reimplantarse las fuerzas retrogradas de la iglesia católica cuyo actual Papa, el ex militante de la juventud hitleriana, es expresión del avance fascista en los países de la Comunidad Europea. Es en este contexto, controlado por las fuerzas más retrogradas del sistema capitalista, que se tergiversa la historia y con ello se facilita la reimplantación de antiguos colaboradores nazis y simpatizantes del dominio racial.
Síntesis de la verdadera historia
La forma como la burguesía internacional ha tratado el 60 aniversario del triunfo sobre el nazismo hitleriano, muestra que hasta la historia tiene carácter de clase. Los verdaderos hechos deben ser rescatados en su autenticidad en tanto ello sirven como prueba del heroísmo de un pueblo que luchó no solamente por su libertad sino la de todos los habitantes del planeta. Es bueno recordar que un factor histórico-político fundamental en la ejemplar resistencia del pueblo soviético frente al invasor alemán fue el Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS). Esta organización revolucionaria, creada por Lenin, dirigió la unidad y la lucha del pueblo contra las tropas nazis. Los más destacados combatientes en el frente soviético fueron, sin duda alguna, los militantes comunistas provenientes principalmente de las fábricas. Por ello, las tropas hitlerianas, lo primero que hacían cuando tomaban el control de pueblos y ciudades, era ejecutar masivamente y en el acto a los cuadros y militantes comunistas.
El 22 de junio de 1941, la Alemania nazi ejecuta el «Plan Barbaroja» y ataca la Unión Soviética. Para los soviéticos se inicia la guerra Patria, y se convoca a la más grande movilización de masas jamás vista en la historia de la humanidad. Obreros, Campesinos, amas de casa, jóvenes y viejos se unen a la resistencia armada y se inicia la gran epopeya de lucha contra el nazismo. Hitler utiliza para atacar a la URSS un ejército de más de 6 millones de hombres que a la época fue la más poderosa fuerza militar del mundo capitalista. En noviembre de 1941, es decir a un poco más de un año del inicio del «Plan Barbaroja», las tropas alemanas ocupaban militarmente un territorio soviético de 1’800,000 kilómetros cuadrados donde antes de la guerra vivían 80 millones de personas. En términos comparativos, el territorio ocupado por los nazis, era en conjunto la dimensión de Inglaterra, Francia, Italia y Suecia.
El frente Soviético fue decisivo en la segunda guerra mundial. En el periodo de junio de 1941 y 9 de mayo de 1945, las fuerzas armadas nazis (La wehrmacht), perdieron en la guerra contra los soviéticos el 80% de sus efectivos. Es decir 607 divisiones alemanas fueron liquidadas y hechas prisioneras. Esto significó 3 veces y medio más que lo que perdieron los alemanes en los frentes de África del Norte, en Italia y Europa Occidental. Solo en la batalla de Stalingrado del 17 de julio del 42 al 2 de febrero de 1943, los nazis perdieron 1’500,000 soldados y oficiales, lo que fue igual al 11% del total de perdidas alemanas en la segunda guerra mundial. Las tropas de Hitler, cuando fueron derrotadas dejaron en suelo soviético 3,500 tanques, 3,000 aviones de combate y transporte, 12 mil cañones y morteros y otros materiales de guerra. En todo esto, los soviéticos, como muestran nuevas investigaciones, perdieron entre 26 y 27 millones de habitantes. Dos hombres sobre 5 de aquellos que perdieron la vida en segunda guerra mundial fueron soviéticos.
Otro elemento importante a resultar es que la segunda guerra mundial mostró el rostro extremo del sistema capitalista mundial y la voracidad imperialista. Decir que Adolfo Hitler fue un aventurero o loco como muchas veces es calificado por los historiadores burgueses tiene el propósito de ocultar la esencia política de la segunda guerra mundial. La Alemania hitleriana, fue la expresión social y política de una fracción de la burguesía internacional, y ahí radicó la medula del odio de clase contra el socialismo soviético. Diversos historiadores, incluso algunos de la burguesía, reconocen que el objetivo fundamental del gobierno Alemán fue el extermino de la Unión Soviética como República Socialista.
A propósito de la segunda guerra mundial y la participación gloriosa del pueblo soviético, hemos creído conveniente traducir del francés un excelente articulo, que como una flor en el desierto de la prensa burguesa y que milagrosamente pudo escapar la censura de la Santa Inquisición, relata con extraordinaria objetividad las razones por la cuales la historia ha sido tan burdamente distorsionada. Los autores son belgas, y se trata de Guy Spitaels, ministro de Estado, el escritor Jean-Marie Chauvier y el periodista Valdimir Caller.
¿Por qué minimizar la victoria roja?. (*)
Los autores inician su recuento con una pregunta bastante sugestiva:
«¿Por qué aquello que era una verdad en 1945, al momento de la victoria sobre el nazismo, no lo es ahora? Esta victoria tuvo por principales protagonistas el Ejército Rojo y el pueblo soviético. La mitad de las víctimas de la segunda guerra mundial fueron soviéticas. Los jefes nazis habían previsto la desaparición de por lo menos 30 millones de «Untermenschen» (sub hombres) soviéticos, y la deportación de otro contingente de 30 millones. En los territorios soviéticos ocupados los nazis lograron exterminar 10 millones de personas, de ellos 2’7 millones de judíos. Solamente entre 1941 y 42 hubieron 3’3 millones de prisioneros soviéticos eliminados en la «muerte programada». El cerco de Leningrado, los «millares de Orador» en Bielorrusia, en Rusia y Ukrania, las 70 mil ciudades destruidas, las innumerables masacres perpetradas por los Einzatsgruppen, los SS, la Wehrmacht y sus auxiliares nacionalistas o fascistas (polacos, bálticos, letones, lituaneces, ucranianos). Un genocidio frente al cual los soviéticos pudieron salvar un millón de judíos…Lo dicho hasta aquí no se trata de una opinión, y es más bien hechos históricos pocos conocidos por las nuevas generaciones».
Según los autores, «El presidente Franklin Roosevelt, el primer ministro británico Winston Churchill y el general de Gaulle, principales jefes políticos y militares de los países de la coalición anti-hitleriana, reconocieron el rol principal de los soviéticos en la victoria contra el nazismo en 1945. ¿Nuestra liberación habría sido posible sin las victorias soviéticas logradas sucesivamente en Moscú, Stalingrado y Koursk?, ¿o sin la inmensa contraofensiva llevada por los ejércitos del mariscal Joukov que concluyó cuando se colocó la bandera roja sobre el Reichstan en Berlín?. Sin estas victorias rojas, el judocidio por parte de los nazis hubiera continuado hasta la liquidación de 11 o 12 millones de judíos de Europa que habría sido el objetivo hitleriano. Pareciera que se desea hablar lo menos posible de esta contribución soviética a la libertad, que como dijera Ernest Hemingway, «Toda una vida no es suficiente para agradecer lo que hizo el Ejército Rojo por la libertad». (Chaque être humain qui aime la liberté doit plus de remerciements a l’Armée Rouge qu’il ne puisse payer durant tout une vie) «.
Los autores señalan que habría ocurrido un » tabú a posteriori » respeto a reconocer la participación fundamental de la URSS en la segunda guerra mundial. Para sustentar dicha versión recurren a los argumentos del historiador Marc Ferro, especialista en Historia Rusa, quien afirma que fueron los soviéticos quienes destrozaron la poderosa Wehrmacht y que ello sirvió para llevar a cabo en éxito el desembarco de los aliados. Y que gracia a ello los americanos y los ingleses pudieron liberar Europa del Oeste. El historiador explica que al momento que se instaló la «guerra fría», cambio la historiografía occidental la que redujo a la nada el rolo jugado por el poderío soviético en la lucha contra Hitler. Y ahora, dice Marc Ferro, la tendencia es exclusivamente a resaltar el rol de los anglo-sajones en los triunfos de la segunda guerra mundial. «Hay sobre todos ese rechazo a admitir que pudo haber en cierto momento de la historia, una superioridad técnica industrial de los rusos sobre Alemania durante la guerra», dice el historiador. Como prueba cita el tanque T 34, «el mejor tanque de la época, que provocó el pánico en los alemanes, la producción de cañones de gran calidad. Dice también el especialista, que la ayuda en materiales de guerra entregados por los anglo-sajones a los rusos, tuvo lugar solamente después de la victoria Soviética en Stalingrado.
En 1941 cuando parecía el fin de la URSS, dicen los autores, este país se recompuso mediante una gigantesca e impresionante movilización patriótica. Para luchar contra el invasor se juntaron rusos, judíos, ucranianos, bielorrusos, georgianos, armenios, musulmanes del Caucazo, de Grimea de Asia Central, batallones reclutados en los Goulag (cárceles), etc. Esta resistencia fue también un lugar de iniciativas espontáneas y de una gran creatividad social y artística. Algo sumamente importante es que nuevas investigaciones en los archivos de la segunda guerra mundial confirman que el genocidio perpetrado por los nazis contra los «sub hombres» slavos y el comienzo del genocidio contra los judíos fueron parte de un solo proceso dirigido contra el bolchevismo, y que ello fue de naturaleza colonialistas y racista.
Dicen los autores, que la cifra de «20 millones de victimas en la URSS» muchas veces ha parecido exagerada, pero no es así. Recientes investigaciones muestran que las victimas soviéticas en la segunda guerra mundial serían de 26 a 27 millones de personas. A esto hay que agregar decenas de millones de mutilados, huérfanos, de gente sin vivienda, y sobre todo dicen ellos sin «Plan Marshall» para reconstruir una URSS cansada y duramente destruida. Otra verdad señalar los autores, es que el «Frente del Este» contra el «judío-bolchevismo», (según la definición nazi del poder soviético) no estaba integrado solo por los alemanes. Había tropas aliados de Rumania, de Hungría, de España, de Italia, de Croacia, de legiones y divisiones de SS llegados de toda Europa, y comprendidos flamengos Wallones (Bélgica) quienes apoyaron los planes hitlerianos mediante «la bendición de ciertos clérigos». Señalan que una tesis malsana que encubrió la colaboración con las nazis fue aquella que hablaba de la «Europa cristiana y civilizada» contra la «barbarie bolchevique». Y eso precisamente, dicen, sirve ahora para que rehabilitar en Alemania a los herederos del nacional socialismo, y a los colaboradores nazis en Ukrania, en los países bálticos y mismo en la Flandria (flamencos de Bélgica). Así dicen los autores, «nosotros deseamos simplemente que este 8 y 9 de mayo, días de la capitulación nazi, ciertos hechos históricos no sean victimas de la mentira por omisión. Y que la ocasión no sirva para la rehabilitar la colaboración y levantar monumentos a los antiguos SS».
Note:
(*). Título original: Pourquoi minimiser la victoire rouge ?. La Libre Belgique, lunes 9 de mayo 2005. Autores; Guy Spitaels, ministro del Estado belga, Jean-Marie Chauvier, escritor y Valdimir Caller periodista.