EL PAPEL DE LOS NUEVOS MOVIMIENTOS SOCIALES Y COALICIONES HORIZONTALES EN LA LUCHA CONTRA EL LIBERALISMO Y LA DOMINACION GLOBAL. El compromiso de «avanzar en la bùsqueda de herramientas adaptadas» a nuestro tiempo requiere mucho màs que el hostigamiento leninista a la izquierda autonòmica, nombre con el cual prefiero definir a los colectivos radicales de […]
EL PAPEL DE LOS NUEVOS MOVIMIENTOS SOCIALES Y COALICIONES HORIZONTALES EN LA LUCHA CONTRA EL LIBERALISMO Y LA DOMINACION GLOBAL.
El compromiso de «avanzar en la bùsqueda de herramientas adaptadas» a nuestro tiempo requiere mucho màs que el hostigamiento leninista a la izquierda autonòmica, nombre con el cual prefiero definir a los colectivos radicales de nuevo tipo. En las pàginas siguientes explico porquè.
Desde el Marxismo podrìan observarse claramente sus limitaciones enumerando con certeza las verdaderas contradicciones que condicionan tanto el desarrollo polìtico de los movimientos y redes horizontales como el de los movimientos socio-politicos en general.
En su confusa «critica del autonomismo» Claudio Katz prefiere sin embargo «analizar» esas limitaciones no desde aquellos «criterios objetivos de investigaciòn que pregona el Marxismo revolucionario» sino explicando «las dificultades de los movimientos sociales para proyectarse al plano poìtico» por el ascenso de nuevos gobiernos de centro-izquierda en Sudamèrica. Nada màs absurdo.
Desconociendo las limitaciones històricas del campo popular para acceder al poder, podrìamos decir exactamente lo mismo de la izquierda (invirtiendo el paradigma) cuando suben al poder gobiernos ultra-liberales…. «confirmando asi la dificultad» para crecer politicamente.
Se me objetarà el ignorar que un gobierno de centro-izquierda tiene por misiòn el dividir y confundir a la verdadera izquierda. Si no he tenido en cuenta dicho argumento es simplemente porque en Argentina el gobierno actual no surgiò de la izquierda y ni siquiera de una esperanza depositada en Kirchner por los movimientos sociales.
Las dificultades no provienen por lo tanto de la llegada casi casual de un gobierno de derecha tirado a «izquierda» mediàticamente (y realmente en algunas medidas espectaculares) sino de las dificultades històricas propias a la izquierda Argentina para estructurar un debate estratègico nacional audible que recree perspectivas de poder y cambio estructural.
Al achacarle al «autonomismo» una dosis letal de ignorancia en la comprensiòn de los fenòmenos socio-polìicos, Katz evita apelar a esos «criterios objetivos de investigaciòn» que parecen robarle el sueño.
El mismo NO REGISTRA que las asambleas populares fueron en gran parte destruìdas -y su participaciòn masiva desalentada- no gracias a la reconstituciòn veloz del poder burguès, sino a raìz del aparateo y las internas partidarias fracticidas que la izquierda clàsica diò en su seno, hasta provocar un vaciamiento general de las mismas.
En una tipica demostraciòn de soberbia ideològica, las hasta entonces raquìticas agrupaciones Trotskystas y Estalinistas tomaron por asalto los nuevos espacios de convergencia popular, intentando copar todas las herramientas de debate y desiciòn estratègica.
Obviando el papel de las clases medias en el desencadenamiento de la crisis institucional de 2001, la izquierda leninista «tampoco nota que los agrupamientos de lucha expresan particularidades» de nuevo tipo. planteando demandas revolucionarias, para lo que hoy por hoy es Argentina en todos los planos.
Haciendo del «autonomismo» (no se sabe si mundial oArgentino) un bloque infra-polìtico desligado de la conciencia organizada, nuestro portavoz de la verticalidad Leninista pasa por encima de las razones y la experiencia (ya centenaria) que llevaron los movimientos sociales a desconfiar de la confrontaciòn con los opresores en el terreno electoral para triunfar.
El Trotskysmo y el Estalinismo se niegan a registrar que la desvalorizaciòn de la organizaciòn centralizada y vertical proviene del fracaso Bolchevique y de los «errores» de la historia sobre los cuales se alzaron estados burocràticos, totalitarios.
EL ORIGEN DE LOS MOVIMIENTOS GLOBALES
No estamos ante un fenòmeno tipicamente Argentino de rechazo a toda estrategia de cambio y toma de poder.
La demanda de autonomìa politica de los movimientos sociales «especìficos» emerge timidamente en algunos paìses Europeos a mediados de los ochenta (coordinadoras gremiales independientes) para saltar al ruedo de las grandes confrontaciones a mediados de los noventa con la primer huelga general (tres meses) lanzada por el movimiento obrero Francès.
Paralelamente desde 1990-92 los sectores màs alternativamente radicales de Francia, España, Alemania, Holanda, Asia y Amèrica del Norte venìan construyendo redes internacionales de resistencia al liberalismo junto a destacados movimientos de lucha Filipinos,Indùes, Malasios, Africanos, Estadounidenses, Mejicanos, Canadienses. Lo que darà lugar a la primera coaliciòn internacional contra las instituciones de Bretton Woods (FMI, Banco Mundial, GATT-OMC): «50 años Basta». De aquella fuera originariamente «marginal» brotaràn las masivas iniciativas internacionales contra el liberalismo, sin el consentimiento de los grandes aparatos sindicales ni de la izquierda autoproclamada.
En escasos 6 meses la coaliciòn consigue organizar en Madrid una Cumbre de los Pueblos paralela a los festejos oficiales por el 50 aniversario de las instituciones de dominaciòn. Sin hablar de los escraches a jerarcas bananeros y la asistencia masiva de un variadisimo pùblico a los distintos foros temàticos, la marcha de repudio al «Nuevo orden Mundal» convocada por los organizadores reùne a 70.000 personas en Madrid. Lo que fuè màs allà de toda expectativa.
En una seguidilla de acontecimientos internacionales, que marcaràn aquel periodo de lucha, se iràn dando nuevas articulaciones socio-polìticas para hacer frente a la avalancha de iniciativas diseñadas por las patronales imperialistas: transformaciòn de los acuerdos del GATT en Organizaciòn Mundial de Comercio (OMC), impulso a un nuevo Tratado de Asociaciòn Trans-Atlàntica (NTM) entre los EEUU y Europa, negociaciones secretas en vistas a imponer mundialmente un Acuerdo Multilateral de Inversiones (AMI) ultraliberal a todas las naciones, proyecto èste derrotado por la movilizaciòn internacional.
Como podemos ver, el aporte de las coaliciones horizontales a la lucha de clases en ese periodo crucial tiene un valor destacado.
Volviamos del fin de la historia decretado por los profesionales del charlatanismo mediàtico, sin la ayuda intelectual ni fìsica de los Toni Negri, los Holloway, los Hart, reverendos desconocidos del queahacer pràctico y teòrico alternativo.
Si alguien debiese tener un sitio clave como referente del nuevo pensamiento autonòmico para los sectores de la horizontalidad clasista, èse es el sociòlogo Pierre Bourdieu y su grupo Raison d’Agir (Razòn de Actuar) con los cuales se viene trabajando conjuntamente la idea del compromiso y la reconstrucciòn especìfica, desde cada lucha, siempre acompañando a la clase. sin pretensiones profesorales.
Mientras esto sucedìa en Europa, Amèrica Latina venìa renovando la pràctica socio-polìtica gracias al Zapatismo, al ascenso de los movimientos indìgenas, tanto como al fortalecimiento de experiencias auto-gestionarias obreras y campesinas (en distintos paìses del sur) de raìz setentista.
Como podemos ver someramente, el pensamiento autonòmico -es decir de autonomìa polìtica de los movimientos sociales con respecto al andamiaje politiquero que intenta captarlo sin entender sus miedos- no surge de la nada.
Es producto de los fracasos anteriores, tanto como de las traiciones que lo llevan a callejones sin salida o a salidas sin regreso (ejemplo: la URSS y el bloque estalinista).
De allì a deducir que exista un pensamiento autonomista estructurante, como negaciòn de todo proyecto, «implica el uso de categorìas abstractas que obstruyen su investigaciòn».
En 1° lugar porque el autonomismo no existe, ni como definiciòn polìtica de un pensamiento alternativo ni como demarcaciòn social de un territorio idelògico.
Despuès, la idea de tomarse el poder -siendo minorìa polìtica- suena a ridìculo. Tal necesidad requiere amplias deliberaciones colectivas y hasta un cierto grado de consenso efectivo con los màs diversos sectores de la sociedad, que dudaràn en apoyar un proceso revolucionario.
Si se toma el poder es para transformar las cosas duraderamente. ¿Còmo harà entonces nuestra vanguardia proletaria para conservarlo con la oposiciòn rabiosa de las clases medias?…. Por ejemplo.
Asi es como negarse a tomar el poder puede conducir a tantos fracasos como el intentar conservarlo por la fuerza o a cualquier precio.
A Salvador Allende, que habìa ganado la confrontaciòn electoral con la derecha, lo derrocò (por mandato) el otro 50%. que estaba en contra del socialismo.
En la opciòn opuesta, al FSLN Nicaraguense lo perdiò su incapacidad (una vez tomado el poder) para organizar la deliberaciòn polìtica colectiva en los tèrminos màs democràticos posibles, en los tèrmicos màs exactos de la conciencia puntual Nicaraguense. Cuando el Frente empezò a darse cuenta ya era tarde.
No se trata por lo tanto de renunciar a «la toma del poder» si no màs bien de establecer previamente los tèrminos del marco polìtico e institucional entre las distintas partes del campo popular.
La ilusiòn de que el estado «pueda extinguirse al cabo de una larga transiciòn socialista» desconoce justamente la perversa centralidad de esa instituciòn en el manejo de la cosa pùblica y la transformaciòn patològica de los comportamientos civicos, segùn se sea ciudadano vertical (y verticalizado) o funcionario. Serìa màs sincero el abogar por un estado de nuevo tipo, por otro tipo de articulaciones institucionales de caras a la organizaciòn popular y ciudadana.
No es casual que el liberalismo trabaje mentalmente a las masas escarbando en los puntos màs flojos de la doctrina socialista. Para avanzar en la articulaciòn de un proyecto comùn no basta con «proclamar esa necesidad tan evidente que es la toma del poder»… Y menos endilgàndole la ausencia de respuestas a los Horizontales yEcologistas, a la Izquierda Alternativa… hijos directos del fracaso Leninista.
En su afàn por destruir los basamentos de la acciòn Autonòmica, Katz intenta descalificar burdamente las formas pràcticas de experimentaciòn autogestiva; pràcticas econòmicas y socio-culturales alternativas a la gestiòn liberal, que constituyen el nùcleo central del pensamiento autogestionario. Lo que siginifica un ataque frontal y completo a los contenidos polìticos de la Izquierda Alternativa en su conjunto.
Una vez màs Katz NO REGISTRA que dichas iniciativas tienen por vocaciòn el mostrar desde ESTA sociedad que otra sociedad es posible, organizàndose y probando desde ahora OTRAS FORMAS DE CAMBIAR; tratando de escapar en lo posible a las leyes del mercado.
Tal vez Katz no haya tenido la posibilidad de indagar en los orìgenes del movimiento anti-globalitario fuera de Argentina como para afirmar absurdamente que «los autonomistas eluden a un balance de sus antecesores anarquistas». Las agrupaciones campesinas antiglobalitarias y autonòmicas de la India, Filipinas, Malasia, Salvador, Guatemala, Niicaragua -por citar nomàs un ejemplo- muy poco saben de sus lejanos y distintos antecesores anarquistas. Sencillamente porque nunca reivindicaron formalmente la anarquìa polìtica (con razòn o sin ella).
LA VIEJA IZQUIERDA VUELVE DE LEJOS
Seguidamente Katz incurre en el mayor despropòsito històrico al afirmar que los defensores de la autonomìa polìtica «no captan la pre eminencia de la ofensiva neo-liberal». Elude mencionar que las primeras manifestaciones de rebeldìa en contra del Nuevo Orden Mundial y la preeminencia del liberalismo surgen desde principios de los noventa de las minorìas alternativas radicalizadas.
Por entonces, la izquierda clàsica (PC, Maoistas y Trotskystas) vivìa el peor momento de su historia golpeada y desorientada tras la caìda del bloque socialista y el retroceso global de las ideas comunistas en el mundo. Con la rara excepciòn de algunos gremios Latinoamericanos y Europeos combativos, el conjunto de la izquierda partidaria internacional estarà completamente ausente de las grandes iniciativas organizadas por las nuevas redes solidarias en contra de las instituciones centrales del orden mundial y las repetidas agresiones imperalistas a Irak, Afganistàn, Chechenia, Yugoslavia, Palestina, etc. Limitàndome estrictamente al orden de la voluntad privatizadora del planeta, se puede afirmar que en ningùn momento y hasta bien entrados los noventa los referentes politicos de Claudio Katz percibieron la pujanza del proyecto neo-liberal. Ante el requirimiento de la nueva radicalidad emergente se deshacìan de la evidencia con un trillado «¿liberalismo, que liberalismo?. Capitalismo exacerbado. Màs de lo mismo».
Incapaz de comprender la gènesis de los movimientos horizontales (en toda su extensiòn cultural) Katz se ve obligado a seleccionar autores y lugares comunes del periodismo burgués pasando por alto la sociologìa de los nuevos movimientos sociales (locales y globales).
Tampoco es capaz de comprender que la bùsqueda de un nuevo internacionalismo (o mundializaciòn solidaria de nuevo tipo) corresponde a la necesidad de recomponer mundialmente el marco polìtico de las clases populares, construyendo formas de representaciòn directa (al margen de la partidocracia) para hacer frente a la diluciòn de lo indirecto en lo global.
La Izquierda Alternativa (definiciòn màs apropiada que la de autonomismo a secas) no rehùye el alineamiento ideològico. En su diversidad plural, rehùsa la instrumentalizaciòn partidaria o cualquier otro tipo de liderazgo sectario que se levante por encima del movimiento social. Gracias a lo cual es posible sintetizar gran parte de las aspiraciones populares, formando ese conglomerado tan heterogèneo y envidiado por las huestes famèlicas del Trotskysmo.
En el plano teòrico y programàtico me atreverìa en cambio a ser mucho màs severo que Katz. Con respecto a Toni Negri primeramente, descripto como «pensador de renombre y referente del autonomismo». Su caracterizaciòn brumosa del estado imperial del capitalismo como de la multitud plural no aportan absolutamente nada nuevo a lo dicho en dècadas anteriores, incluso por los propagandistas y teòricos màs lùcidos del imperio.
Al repasar su trabajo, se dirìa incluso que Negri no tuvo màs originalidad que formular una versiòn «izquierdizante» de las grandes tendencias impulsadas desde Washington, copiando la obra de Alwin Toffler (1) uno de los 700 pensadores y resevadìsimos futuròlogos patentados del imperialismo que ya desde los años sesenta vienen planeando y anticipando la arquitectura del capitalismo global, con sus transformaciones paradigmàticas y su ‘nueva multitud plural».
Sin duda las concepciones de negri sobre el poder y la relaciòn de clases no solo giran en torno a descripciones muy generales, sin tener en cuenta los medios polìticos para salir del capitalismo. Renunciando a toda perspectiva instrumental comùn a las clases explotadas, acepta de hecho los tèrminos de la dominaciòn estructural capitalista.
Su toma de posiciòn màs reciente en el debate sobre el futuro de la Uniòn Europea, ademàs de sorprender por lo contradictorio y claudicante, pone en entredicho la exigencia de autonomìa polìtica de los movimientos sociales. Mientras que en el Norte los movimientos sociales y la izquierda hacìan campaña por el No al Proyecto de Constuticiòn Neo-Liberal Europea, Toni Negri optaba por darle votos de fe inièndose al coro privatizador de la derecha y la social-democracia encolumnados tras el SI.
No se trata entonces, dado el caso, de revisar los fundamentos del pensamiento autonòmico, en tanto estos repudian la farsa de una alternativa plural dentro del capitalismo, sino de ver en què medida las abstracciones de Negri no terminan sirviendo de marco teòrico a los fines de integraciòn en el sistema.
El levantamiento de 2001 fué, ante todo, una experiencia extraordinariamente relevante para amplias capas de la poblaciòn sin militancia previa -reacia por extraciòn social o formaciòn cultural- a enrolarse en cualquier agrupaciòn vertical, màs aùn Trotskysta.
Cuando las vanguardias tradicionales interpretaron que de los nuevos colectivos podìa surgir un proyecto liderado por las clases medias, los destruyeron acudiendo a la polìtica de tierra quemada, al tiempo que denunciaban «las mainobras pequeño-burguesas del vecinalismo para impedir la revoluciòn».
No ha sido por lo tanto una «recomposiciòn burguesa en tiempo record» (aunque esta sea la intenciòn de las clases dominantes) lo que debilitò aquellos organismos nacidos durante la rebeliòn -como afirma Katz- sino el repliegue «en tiempo record» de los nuevos actores que, aparateados, no soportaron los niveles de enfrentamiento y prepotencia partidarios.
De hecho el nivel de conflictividad actual desmiente casi todas las afirmaciones de Katz, demostrando a las claras que las clases dominantes no consiguieron desactivar la demanda democràtica y social inmediata.
Aùn dotada de organizaciòn y conciencia la izquierda fuè incapaz de captar el potencial rebelde de sectores medios, limitàndose a denunciar su papel «històricamente contrarrevolucionario», permitiendo asì que «los opresores aprovecharan las limitaciones de una sublevaciòn aguerrida pero carente de conciencia popular». Con lo cual Katz admite que los agentes de conciencia registraron el hecho, sin hacer nada para revertir esta dificultad.
Aùn registrando toda la capacidad operativa del estado y disponiendo de un proyecto polìtico propio, «la izquierda» de Katz omite el balance de su negativa a confluir con las clases que provocaron mayoritariamente el derrocamiento del gobierno de la Alianza.
No asignando relevancia a ese dato objetivo (obstàculo, para el Trotskysmo) la izquierda obrera dejò pasar la excepcional oportunidad històrica de sellar una alianza fuerte con las clases medias, acompañando el despertar de su conciencia.
Una vez consumado el error, lo que no avanza retrocede. Y nos hallamos en 2005 con una masa -de esas mismas capas- entregada al asistencialismo y la protesta vecinal.
La experiencia de los colectivos actuales muestra que los piqueteros construyen su identidad en oposiciòn a las formas tradiciionales de lucha y de «reconstrucciòn econòmica» vigente.
Las variedades de organizaciòn econòmica paralela, socio-cultural, alternativa, destacan la negativa de los MTD y el movimiento autogestivo a producir bajo presiòn competitiva del entorno capitalista.
Si muchas iniciativas persisten hoy es porque las mismas construyen sentido en circuitos de relativa independencia. Sus protagonistas no desean por lo tanto ser integrados al sistema en relaciòn de dependencia patronal. Explicarlo tal cual lo hace Katz, como resultado de la lucha popular, es un eufemismo.
HAZ LO QUE YO DIGO PERO NO LO QUE YO HAGO
Màs adelante el criticismo trotskysta registra correctamente el uso de la acciòn directa como fuente de inspiraciòn comùn a las nuevas agrupaciones de lucha, pero omitiendo lo realmente novedoso. Y es que rompiendo con la tradiciòn parlamentaria de la izquierda reformista, reclama y defiende la representaciòn polìtica directa de las clases populares y sus colectivos especìficos, en una relaciòn (tambièn polìtica) del individuo con la cosa pùblica, de igual a igual.
«El sentido de la comunidad» busca apuntalar asì los principios de una nueva traducciòn polìtica, lo que por razones harto conocidas no se halla incorporado en la agenda de «las acciones colectivas» partidarias.
De allì viene el que los movimientos de nuevo tipo no compartan una identidad comùn con las expresiones gremiales y polìticas del pensamiento vertical. En dicha situaciòn, las movilizaciones solo pueden generar articulaciones sociales momentàneas «bajo denominadores comunes» especìficos, ya que como el mismo Katz lo reconoce involuntariamente «cada movimiento social presenta una vinculaciòn con tradiciones nacionales», culturales, ètnicas, generacionales, etc.
¿Còmo es posible entonces que Katz no logre establecer esos paralelos bàsicos, sabiendo que el capitalismo APRENDIO a gobernar el mundo superando las barreras nacionales y culturales?
LUCHA GLOBAL, ARTICULACION GLOBAL
Los enlaces globales instaurados por la expansiòn del capital acarrean -ya lo dije antes- una mayor centralizaciòn de los controles en condiciones de inigualable superioridad «tècnica». Y esto porque -en el plano polìtico y material- la economìa sigue extrayendo su fuerza de condiciones locales… Asi como el conjunto de la vida y de las comunidades organizadas transcurren, inobjetablemente, dentro de un territorio preciso.
Mientras esto ocurra asì, las reivindicaciones nacionales seràn tan pertinentes como el reclamo de las naciones indìgenas o tribales Africanas. Y la izquierda (de raìz europea) tendrà que concebir su proyecto con letras de nobleza impresas en moldes «muy localistas» para sintetizar la demanda de autonomìa nacional y rechazo a la globalizaciòn que caracteriza al movimiento popular Argentino.
Ninguna forma de resistencia local debe ser desconectada de sus raìces nacionales. El Trotskysmo llega tarde a «la historia singular de cada pueblo». Bienvenida sea si ello sirve para sumar fuerzas. «Refleja la intensidad regional diferente de cada crisis capitalista» pero sigue sin entender que, en las luchas horizontales por màs democracia, debe necesariamente predominar la heterogeneidad.
«Los proyectos de emancipaciòn no brotan espontàneamente»… Si la izquierda ya lo sabe ¿porquè no elabora «programas especìficos, enlaces entre reivindicaciones minimas y màximas y estrategias de poder frente a las grandes crisis», proponiendo formas de superaciòn a las divisiones polìticas del campo popular?… en vez de hastiarnos con discusiones aburridas y coartadas descalificantes.
No sè de dònde un intelectual Marxista puede sacar que -para los defensores de la autonomìa polìtica del movimiento social- la tajante separaciòn entre incluìdos y excluìdos «es un ejemplo de descalificaciòn de las tradiciones de lucha». Por el contrario, las nuevas formas de lucha expresan un cambio cualitativo sustancial como alternativa al agotamiento de las formas tradicionales y a la domesticaciòn social de amplias franjas de la clase trabajadora ocupada.
Es dable pues afirmar con orgullo, que los piqueteros SURGEN COMO INDIOS DE LA SOCIEDAD INDUSTRIAL rebelàndose frente a la pasividad de los trabajadores ocupados. El movimiento autonòmico en su su diversidad tiende a reivindicar a los excluìdos como sujeto social diferenciado de la esclavitud salarial, porque considera que la crìtica y la rebeldìa deben extenderse al modelo productivista y a los contenidos del trabajo.
El rebelde del siglo XXI no desea ser proletario. La condiciòn obrera actual, al no conllevar idea de progreso, representa màs una tortura, ejercicios de humillaciòn, que razòn de dignidad. La crìtica (anti-economicista) del modelo va mucho màs allà del que la izquierda haya despreciado durante dècadas (si bien es cierto) a los campesinos, desocupados y naciones indìgenas en nombre del «desarrollo de las fuerzas productivas».
A disgusto de la auto-proclamada izquierda se va operando un cambio radical en la composiciòn y el auge de los protagonistas de la rebeliòn y el cambio social. El fenòmeno no es exclusivamente Latinoamericano. El mapa de las resistencias a escala mundial es muy variado y diferenciado. La dominante rural en los paìses del sur coincide sin embargo con los avances significativos de las ideas ecologistas en el norte, tanto como en su presencia mayoritaria (de unos y otros) en la defensa del sector pùblico. Desde las luchas en el àmbito estatal, unos y otros defienden a la vez intereses nacionales y garantìas de ingreso fijo. Denominador comùn que, desde tal latitud permitirìa gestar coincidencias operativas.
No obstante, lo màs significativo de este proceso en el plano polìtico es que de la mixtura de tradiciones culturales y mètodos de lucha no surjan esbozos de traducciòn programàtica comùn, tentativas de una nueva representaciòn històrica conjunta.
Ningùn observador en su sano juicioi pierde de vista que las relaciones de dominaciòn van determinadas por las formas y relaciones de explotaciòn, tengan mayor o menor peso en ciertas condiciones històricas. La explotaciòn directa tendrìa un peso menos relevante sin el valor agregado de la producciòn simbòlica de plusvalìa (ideologìa, medios, consumo). La desconcentraciòn obrera y el avance neo-liberal en todos los sectores de la llamada «economìa» tuvieron por efecto el achicamiento de la protesta general y su confinamiento a los trabajadores del sector pùblico. El miedo al despido sigue paralizando la acciòn reivindicativa en el sector privado.
Por otro lado la re-industrializaciòn estructural (del trabajo) en miniatura (descentralizaciòn, deslocalizaciòn, producciòn en pequeñas unidades) provocan de hecho una declinaciòn estructural del empleo como fuente de ingresos permanente, al tiempo que la poblaciòn no deja de crecer. Es un dato estructural. Afirmar lo contrario equivale a negar que el capitalismo ultraconcentrado pueda vivir y seguir creciendo holgadamente con un bajìsimo nivel de empleo. En dicho caso, perderìan sentido todos los debates planteados «por el socialismo», tal cual los plantea Katz.
REFLUJO Y ALTERNATIVA
Las luchas defensivas en desmedro de la acciòn polìtica no dan, es cierto, el respiro necesario ni los medios para discutir serenamente los tèrminos de la alternativa.
Cada cual pregona su alternativa, su socialismo, por vìa de mètodos y fòrmulas muy generales pero sin tomar en cuenta los obstàculos que entraña cualquier mecanismo desconocido.
Las dificultades se verifican (de movida) en la incapacidad para realizar proyectos y ejecutar planes, no antes. ¿Cual es entonces la alternativa?.
El centralismo puede ayudar a resolver problemas administrativos, no a generar dinàmicas amplias consensuadas a gran escala. La falsa disyuntiva planteada por Katz conduce a falsos criterios interpretativos. El problema de las normas organizativas no radica en la delegaciòn, sino en en la apropiaciòn institucional y/o burocràtica del mandato.
Inmediatamente, al tocar los aspectos deliberativos, insinùa con disimulado tacto que la experiencia de auto-organizaciòn (esa intervenciòn, dice) decae en perìodos de reflujo. Insinuaciòn que atribuye el (presunto) repliegue de las masas a un vicio de forma: la Autogestion.
Ya expliquè màs arriba la falacia del reflujo. Tal castillo de naipes, sus afirmaciones tajantes se apoyan en un conjunto de fràgiles presunciones.. Por donde se las toque, caen. El mismo se encarga de mostrar a desgano la necesidad de mètodos horizontales subrayando -como fatalidad- que «solo a pequeña escala local puden pueden soslayarse esas mediciones» dado que la organizaciòn popular estable debe ser apuntalada «por formas de representaciòn indirecta».
¿Porquè una organizaciòn «popular, estable, continua» no podrà ser fruto de la representaciòn directa y rotativa, federando gremios, partidos, colectivos locales, temàticos, agrupaciones vecinales, etc. en piè de igualdad polìtica?.
El uso de instrumentos legislativos, tan imprescindibles como irremplazables, no chocarìa de ningùn modo con los principios de la autogestiòn polìtica en el marco de comunas y estados federados libremente. Sistema institucional de desiciòn compartida que, aùn conteniendo algunas ideas caras al anarquismo, està lejos de reivindicar la ausencia de normas escritas (deliberativas y ejecutivas).
Desde el Marxismo se pueden encarar dichas tareas, sin la arrogancia neo-estalinista de pensar burdamente que «las distintas formas democracia directa» puedan «contribuir a la organizaciòn de la sociedad, de forma complementaria».
Un proceso de construcciòn socialista debe tener en cuenta todas y cada una de las coordenadas que dan sentido y real viabilidad. Coordenadas de vastìsimo alcance que no se limitan a las formas de representaciòn. Un socialismo durable y moderno solo puede hacer piè en un planeta durable.
Mas obstinado en golpear a la radicalidad alternativa -con la que parece competir- Katz comete todo tipo de infracciones a su propio modelo explicativo, cayendo en ridiculas contradicciones. Afirma que los autònomos (con su deserciòn electoral) permiten a las clase dominantes maniobrar sin contrincantes, pasando a decir inmediatamente que los opresores -desembarazados de las dictaduras ineptas- usan las elecciones «para encubrir la desigualdad social, descomprimir las rebeliones y remplazar a los presidentes». ¿En què quedamos?.
Igual los pàrrafos siguientes. «El impacto creado por los nuevos gobiernos de centro-izquierda ilustra como el abandono de la arena electoral tiene siginificativas consecuencias dentro de las filas autonomistas. El efecto de estas administraciones se verifica incluso en las figuras màs emblemàticas del autonomismo».
Ahora digo ¿cuàntos trabajadores Argentinos (y de cualquier paìs) saben quièn es Holloway o Negri?. ¿Cuàntas veces (no) se presentò a elecciones la izquierda nuestra sin superar porcentajes dignos de menciòn?. ¿Desde què paràmetros objetivos se puede seguir manteniendo el verso actual del «reflujo»?.
La realidad del movimiento social y popular actual, aùn teniendo en cuenta todas sus divisiones, desdice racionalmente las afirmaciones oportunistas de las vanguardias autoproclamadas.
Nunca en la historia Argentina la izquierda social fuè tan fuerte como hoy, con sus MTD màs variados, sus colectivos de lucha socio-cultural, sus emprendimientos econòmicos, su implantaciòn vecinal, su estado de movilizaciòn permanente. Katz se niega a ver este desplazamiento (sociomètrico) de la antigua fàbrica al barrio, de la industria a la ciudad, que redefine de algùn modo los espacios de intervenciòn polìtica en la ciudad.. Asistimos, por efecto de factores coaligados, a una progresiva vecinalizaciòn de la polìtica. Porquè ademàs ya no hay casi fàbricas e industrias adonde rebelarse de forma determinante, entre otras cosas.
La resistencia màs encarnizada se da en los sectores estatales donde la defensa de los servicios pùblicos juega un rol determinante para casi toda la sociedad. El liberalismo y la vieja izquierda trotskysta coinciden (o coincidìan) en denunciarlo como un hecho de tipo corporatista. Sin embargo la resistencia entre los trabajadores de la administraciòn pùblica brota casi simultàneamente en contextos tan dispares como Argentina y Francia., paìses en los cuales justamente el «estado fuerte» cumplìa un gran papel en la orientaciòn de las polìticas pùblicas. Lo mismo ocurre en la India, Bolivia, Mèjico y Argelia. Son hechos nacionales de caràcter «global» y mundial.
No obstante, los lìmites de esa lucha estàn dados por la estructura clientelar y vertical, tanto de la izquierda ideològica como del populismo; cuando no por la rigidez conceptual (excluyente de otras categorìas) en cierto clasismo teòrico proto-marxista, es decir gente que se quedò estancada en los prolegòmenos Estalinistas del socialismo.
Tanto al sindicalismo vertical como a la izquierda aggiornada se le puede objetar su falta de intervenciòn (o de polìtica) entre los desocupados y los trabajadores del sector privado. Tras largos años de intensa ofensiva privatizadora, parecen seguir ignorando que el temor a la pèrdida del empleo y los supuestos «privilegios burocràticos», denunciados por la propaganda neo-liberal actùan a favor del sistema, provocando instintivamente una reacciòn de desencuentro con los trabajadores del servicio pùblico.
Tomemos asimismo las luchas ecològicas y por la identidad. La crisis medio-ambiental planetaria se profundiza dìa a dìa. Los medios empresarios, politicos y cientìficos no ignoran su orìgen. Sin embargo la inconsciencia general reinante en los medios de izquierda deja suponer que ya es demasiado tarde, si los que pretender cambiar el mundo no tienen propuesta ecològica alternativa.. La irresponsabilidad no es atributo exclusivo de la derecha.. Tanto los dos tienen en comùn aquella idea nefasta de un «progreso econòmico» ilimitado, de un crrecimiento indispensable a la negociaciòn social.
Tampoco el Keynesianismo y la pura lucha de clases nos permiten captar la crisis ecològica, ya que ninguno de los dos integra los costos de destrucciòn de «materias primas» en su reflexiòn econòmica. El los medios gremiales, partidarios, colectivos, hablamos de deuda externa, de deuda con los trabajadores, nunca de deuda ecològica, de deuda con la naturaleza. Y estos por varias razones:
-para las patronales y el estado, toda integraciòn de una obligaciòn ecològica encarece los costos del producto y disminuye el factor competitivo. De hecho este freno a los controles en la forma de producir deja màrgenes de negociaciòn màs grandes en la lucha por los salarios.
-para la izquierda tradicional la ecologìa es un tema transversal, interclasista, ajeno a los intereses inmediatos de la clase obrera, contradictorio por lo tanto con la lucha de clase, al intentar desviar a los trabajadores de tal prioridad.
Haciendo de la cuestiòn social el centro exclusivo de su intervenciòn, la izquierda sigue siendo productivista y Keynesiana. En el campo sindical, no se habla de otra cosa que de la situaciòn interna, lo que pasa dentro de la empresa, independizando asì el producto final conseguido de su composiciòn y procedencia. El medio ambiente, la ecologìa, son temas externos al entorno de trabajo, pertenecen al àmbito cientìfico, ciudadano, etc./
Es asì como llegamos a tener una izquierda absurdamente desvinculada de la lucha global contra el capitalismo destructor; como llegamos a tener intelectuales fragmentados en compartimientos estanco, como llegamos a la ineficacia de discursos puramente clasistas, inaudibles. Focalizado en el valor del trabajo y en la satisfacciòn de las necesidad, el anàlisis de l»izquierda» pseudo-marxista no registra los costos de destrucciòn «externos» a la producciòn, ni enjuicia los contenidos del trabajo.
La critica de los sectores autonomistas, alternativos y horizontales al sistema «ideològico» va mucho màs allà por lo tanto de la crìtica al funcionamiento de los partidos. Es crìtica global a todo el modelo teòrico de organizaciòn de la vida que sustenta las distintas formas de dominaciòn conocidas por el hombre.
BUSCAR JUNTOS SALIDAS, EN PIE DE IGUALDAD
Entender esos factores de divisiòn como producto del «sentido comùn» inculcado por la cultura dominante, ayudarìa a promover la bùsqueda y renovaciòn de caminos que destruyan aquellas maniobras y efectos urdidos por las clases. «rectoras».
La historia misma precisa modelos alternativos para renovarse. ¿Còmo se plantea hoy el rol integrador del «programa bàsico» en una estructura de fuerza comùn a las clases explotadas?.
La estructura blanda y flexible, repudiada por Katz, es un aspecto central pero dependiente de un factor mayor: el tipo de organizaciòn polìtica federante (o federativa) que agrupe a la diversidad socio-polìtica en piè de igualdad polìtica; planteando acuerdos, pràcticas institucionales y de fondo, sin pretensiòn de hegemonìas partidarias.
La misma dictadura de mercado (global) contrapone actitudes «blandas y flexibles» a nuestra rìgida visiòn organizativa.
Nuestra respuesta moderna y eficaz no puede ser la integraciòn en un trillado organigrama verticalista, del que el enemigo conoce todo por haber experimentado casi todo.
La izquierda radical no es aquella que grita màs fuerte sino la que sabe construir lìneas de ruptura profundas, dando batalla en el mismo terreno de la lògica dominante. Allì donde el sistema no sabe contestar. El futuro no nos pertenece de antemano. Hay alternativas de todo tipo «independizadas del capitalismo» por su voluntad concreta de materializarlas en modelos de prueba. Pero que solo podràn cobrar amplitud despuès de haber creado juntos las condiciones autènticamente socialistas para un nuevo orden institucional autogestionario.
Antes que la revoluciòn de tipo Bolchevique, la democracia polìtica sigue siendo un ideal superior (nunca conquistado) en nuestro paìs. Anque los defensores del liberalismo afirmen que el libre mercado va de la mano con el desarrollo de la democracia, sabemos en carne propia que no es asì.. Teniendo en cuenta que la democracia puede ser un poderoso factor de sublevaciòn, nuestro potencial organizativo conjunto debe apuntar a diicho objetivo: construyendo las alianzas màs amplias que hagan estallar al mismo tiempo la concentraciòn de poder capitalista y los obstàculos formales que nos impiden acceder a la organizaciòn socialista de los grandes recursos de biienestar.
Raùl ARANCIBIA – ex-miembro de la Mesa Nacional del movimiento polìtico Francès «Les Alternatifs» (autogestionario).