A lo largo de la historia, los presidentes latinoamericanos no se reunían porque no tenía sentido. La agenda regional se formaba en Washington desde donde se imponía. Convocados por la OEA, lo que equivale a decir por Estados Unidos, los mandatarios se reunieron en Panamá en 1956 y once años después, en 1967 en Punta […]
A lo largo de la historia, los presidentes latinoamericanos no se reunían porque no tenía sentido. La agenda regional se formaba en Washington desde donde se imponía.
Convocados por la OEA, lo que equivale a decir por Estados Unidos, los mandatarios se reunieron en Panamá en 1956 y once años después, en 1967 en Punta del Este, Uruguay.
Todo cambió cuando, convocada por México, en 1991 se celebró en Guadalajara la I Cumbre Iberoamericana, seguida por reuniones sucesivas en 14 países, incluyendo dos en España y una en Portugal.
Todo indica que el hecho histórico para América Latina de que sus presidentes no sólo se reunieran convocados por ellos mismos, sino que además excluyeran a los Estados Unidos, despertó preocupaciones en Washington que reaccionó convocando a las Cumbres de las Américas que entre 1994 y 2001 se han efectuado: en Miami, Santiago de Chile, Québec y, en el 2004, con carácter extraordinario en Monterrey. La próxima se realizará en Mar del Plata, Argentina, a principios del próximo mes de noviembre.
La diferencia entre un evento y otro no pueden ser más esenciales: las Cumbres iberoamericanas son foros de encuentro y concertación de naciones soberanas que guiadas por los mejores intereses, trabajan por la integración y a favor de los intereses de los pueblos de la región. No son perfectas pero tampoco son instrumentos para alcanzar fines hegemónicos.
Las Cumbres de las Américas, de las que por orden de los Estados Unidos se excluye a Cuba, son herramientas para consagrar la hegemonía norteamericana que utilizan la reunión para imponer su agenda a la región y sumar a los gobiernos a sus políticas imperiales, razón por la cual suelen concitar el repudio de los sectores políticamente más avanzados y alertas de la región que ya se convocan para repudiar a Bush durante su anunciada visita a la Argentina.
En la Cumbre convocada para Argentina, a la que Estados Unidos asiste en uno de los momentos políticamente más críticos de su historia, cuando al fracaso de Irak se suman la incapacidad del gobierno y del sistema para reaccionar antes las tragedias de su propia población y los escándalos internos amenazan con sumar mayor descrédito a la gestión del binomio Bush/Cheney, las fuerzas latinoamericanas se movilizan para efectuar una Cumbre de los Pueblos.
Según las organizaciones políticas y sociales argentinas que la han convocado, la Cumbre de Mar del Plata, definida por Adolfo Pérez Esquivel como «la voz de los pueblos» servirá para acercar aun más a los sectores latinoamericanos interesados en repudio a las políticas imperiales y en la unidad de todas las fuerzas del continente en la lucha por alcanzar sus auténticas metas.
Para este evento se han inscrito ya más de 500 organizaciones y movimientos nacionales e internacionales que realizarán cientos de actividades, incluida una gran marcha de repudio a la presencia de Bush anunciada para el día 4 de noviembre en Mar del Plata.
Desde Buenos Aires y otras ciudades argentinas así como desde decenas de ciudades latinoamericanas, se movilizarán en autobuses, trenes y todo tipo de vehículos, cientos de participantes que protagonizarán una marcha auténticamente latinoamericana.