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La derrota es victoria y la muerte, vida

Fuentes: La Jornada

Todo el mundo en Medio Oriente rescribe la historia, pero nunca había habido un gobierno estadunidense que con tantas artimañas, deshonestidad y falta de escrúpulos reinterpretara la tragedia como éxito, la derrota como victoria y la muerte como vida. Siempre con la ayuda, debo decir, de la indulgente prensa de Estados Unidos. Esto no me […]

Todo el mundo en Medio Oriente rescribe la historia, pero nunca había habido un gobierno estadunidense que con tantas artimañas, deshonestidad y falta de escrúpulos reinterpretara la tragedia como éxito, la derrota como victoria y la muerte como vida. Siempre con la ayuda, debo decir, de la indulgente prensa de Estados Unidos. Esto no me recuerda tanto a Vietnam, pero sí me remite a los comandantes británicos y franceses de la Primera Guerra Mundial que repetidamente mentían al hablar de su victoria sobre el Kaiser mientras obligaban a cientos de miles de sus hombres a ir a los mataderos de Somme, Verdún y Gallipolli.

La visita de la semana pasada a Beirut de uno de los más ciegos murciélagos de George W. Bush, su secretaria de Estado Condoleezza Rice, fue indicio de la crueldad que actualmente define a Washington.

Con todo descaro, Rice habló de las florecientes «democracias» de Medio Oriente como si no existieran los baños de sangre en Irak ni las crecientes tensiones sectarias en Líbano, Egipto y Arabia Saudita. Tal vez la clave de su indiferencia está en la evidencia que la funcionaria presentó ante el Comité de Asuntos Exteriores del Senado, cuando afirmó que Irán es «el más grande desafío estratégico» que Estados Unidos enfrenta en la región, porque las políticas iraníes «contradicen la naturaleza del Medio Oriente que busca Estados Unidos».

Como hizo notar Bouthaina Shaaban, uno de los muy brillantes ministros del no siempre muy brillante gobierno sirio: «¿Y cuál es la naturaleza del Medio Oriente que busca Estados Unidos? ¿Es que Medio Oriente tiene que adaptarse a un diseño ideado a océanos de distancia?»

O como dijo Maureen Dowd, la mejor y la única columnista que vale la pena del aburrido New York Times, Bush «cree en la autodeterminación sólo cuando es él quien determina. Los bushitos están más obsesionados con espiar a los estadunidenses que en tratar de imaginar cómo piensan otras culturas o cómo van a reaccionar». Dowd pudo haber añadido que también se dedican a conspirar con regímenes renegados.

Tomemos como ejemplo a Donald Rumsfeld, el hombre reprensible que ayudó a lanzar el desastre del «shock y pavor» que ahora tiene a más de 100 mil estadunidenses en las ruinas de Irak. El está tomando un viaje placentero por el norte de Africa realizando consultas con algunos de los peores dictadores patrocinados por Estados Unidos. Entre ellos está el presidente Zine Abidine Bel Ali, de Túnez, quien cuenta con el más grande servicio secreto del mundo árabe y cuyos policías han perfeccionado el mejor método de sacarle información a los sospechosos de «terrorismo»: éste consiste en retacar la boca de un prisionero con trapos empapados en blanqueador hasta que esté a punto de ahogarse.

Los tunecinos aprendieron de los métodos, más crudos aún, usados por sus vecinos argelinos cuyos escuadrones de la muerte gubernamentales asesinaron a bastantes de las 150 mil víctimas de las guerras recientes contra los islamitas. Los muchachos de Argelia -he entrevistado a varios de ellos luego que sus pesadillas los convencieron de buscar asilo en Londres- amarraban a sus víctimas desnudas a una escalera, y si la tortura «chiffon» (trapos con blanqueador) no funcionaba, metían una manguera hasta la garganta del prisionero y abrían la llave del agua hasta que se inflaba como globo.

Había un departamento especial (en la estación policial de Chateauneuf, por si el dato le interesa a Donald Rumsfeld) para torturar a mujeres, quienes inevitablemente eran violadas antes de ser despachadas al escuadrón de ejecuciones.

Menciono todo esto porque Rusmfeld también ha estado coqueteando con los argelinos. En su visita a Argel de este mes, anunció que «Estados Unidos y Argelia tienen una relación multifacética, en la que intervienen lo político, lo económico, además de una cooperación militar bilateral. Valoramos mucho la cooperación que estamos recibiendo en materia de contraterrorismo». Sí, me imagino que la técnica «chiffon» se aprende fácilmente, así como otras formas de abusar de prisioneros. Ahí tenemos Abu Ghraib, que ahora parece ser la culpa de periodistas y no de los matones estadunidenses.

Los últimos pronunciamientos del jefe del Pentágono incluyen una defensa al sistema de comprar noticias favorables en Irak vía sobornos. «Medios no tradicionales para proveer información exacta» fue su fantástica descripción del último intento de ocultar el colapso del régimen estadunidense en Bagdad; además de que atacó nuestros reportes sobre las torturas en Abu Ghraib.

«Consideren por un momento la cantidad de páginas escritas y las horas de transmisión televisiva que se dedicaron al abuso (sic) de detenidos en Abu Ghraib. Compárenlo con el volumen de la cobertura y las condenas asociadas con, digamos, el descubrimiento de las fosas comunes de Saddam Hussein, llenas de cientos de miles de iraquíes inocentes».

Desbaratemos esta tremenda mentira. Hemos estado denunciado el vil régimen de Saddam, especialmente su uso de gases venenosos, desde 1983. Los compinches de Saddam me negaron la visa iraquí por hablar de sus inmundas torturas… que ocurrían en Abu Ghraib. ¿Y qué estaba haciendo entonces Rumsfeld? Visitaba Bagdad y se arrastraba ante Saddam, a quien no le mencionó los asesinatos ni las fosas comunes de las que estaba bien enterado, y le rogaba a la Bestia de Bagdad permiso para reabrir la embajada estadunidense en Irak.

Con los ya conocidos cortesanos de la prensa detrás de él, Rusmfeld no tiene problemas. Juzguen ustedes la reciente entrevista de George Melloan con la Bestia de Washington en su Boeing 737: «Generosamente me concede un momento para charlar sobre la estrategia de defensa. La brillante luz del sol entra por la ventana y baña su rostro. Sentado frente a él ante un escritorio, viajando por encima de las nubes, uno se pregunta si la habilidad de este Jove* moderno para hacer que los rayos caigan sobre los trasgresores será igual en las tareas que quedan a lo largo del camino».

La creación de mitos y la tragedia van de la mano. La tragedia monumental de Irak se ha convertido en una rutinaria, amorfa e incipiente «guerra civil». Nótese cómo la estructura que Estados Unidos proporcionó para el desastre se está presentando ahora como guerra de iraquí contra iraquí, como si la inmensa y brutal ocupación no tuviera nada que ver con la impactante violencia en Irak. «¿Que están haciendo volar en pedazos las mezquitas de unos y de otros? Es que no nos hacen caso. Les dijimos que se hicieran de un gobierno no sectario y se negaron». Es, sospecho, la salida que adoptarán los estadunidenses cuando se vean rebasados por el próximo aluvión de críticas.

Cuando los iraquíes se rebelaron contra Gran Bretaña en 1920, Winston Churchill dijo que Irak era «un volcán ingrato». Pero sentémonos para disfrutar de la vista. La democracia llegará a Medio Oriente. La gente ya disfruta de más libertades. La historia no importa, sólo el futuro. Y el futuro de la gente e volverá más oscuro y sangriento cada día. Supongo que todo depende de si Jove está dispuesto a cumplir con su trabajo cuando la luz entre y bañe su rostro.

* Jove fue el primer patriarca de Moscú y de toda Rusia durante el siglo XVI, aliado del zar Boris Gudonov. Fue canonizado por la Iglesia ortodoxa en 1989.

© The Independent