El diario francés Liberation, que se supone izquierdista ( apadrinado por Jean-Paul Sastre), se ha convertido en quijote de la lucha contra los regímenes progresistas de América latina, sobre todo desde que Liberation cayó en manos de empresarios neoliberales. Pero de tanto dar palos de ciego pierde su prestigio fundacional. Experto en demonizaciones, (en primer […]
El diario francés Liberation, que se supone izquierdista ( apadrinado por Jean-Paul Sastre), se ha convertido en quijote de la lucha contra los regímenes progresistas de América latina, sobre todo desde que Liberation cayó en manos de empresarios neoliberales. Pero de tanto dar palos de ciego pierde su prestigio fundacional. Experto en demonizaciones, (en primer lugar y desde siempre de Cuba, objeto obsesivo de la ira de los yanquis) en los últimos años este periódico se ensañó con el padre Aristide, presidente de Haití, al que acusó de crímenes repulsivos y de la dictadura más feroz. Ya sabemos lo que sucedió: Jean-Bertrand Aristide, teólogo de la liberación, fue derrocado «manu militari» americana. Secuestrado y expulsado por los norteamericanos, sus seguidores no cejaron, y resulta que ahora acaba de ganar las elecciones presidenciales su brazo derecho René Préval.
No hace mucho, Liberation lanzó el bulo del pretendido antisemitismo de Hugo Chávez, montando a su guisa una de esas charlas del presidente Venezolano, que con semejantes recursos verbales y unas buenas tijeras, se le puede hacer decir lo que se quiera.
Ahora, en vísperas de la elección presidencial peruana, el matutino francés carga contra Ollanta Humala, comandante reservista de 43 años de quien ya hemos hablado en esta columna y cuya posición política estaba por definir: populista de derechas o indigenista de izquierdas. Manifiesta una admiración firme por el régimen del general Velasco Alvarado (1968-1975) en Perú. Profesa un nacionalismo exacerbado, así como un rechazo del sistema capitalista actual. Deseoso de federar a toda las izquierdas peruanas, Ollanta Humala se ha acercado a todos los dirigentes que encarnan la oposición a los Estados Unidos. El 2 de enero participó en una reunión en Caracas junto a Hugo Chavez y Evo Morales. Con ellos, Ollanta ansía formar una troïka andina, cuyo fantasma inquieta a sus vecinos del Norte.
La intervención del rotativo de marras confirma las tendencias de Ollanta Humala. Liberation acusar a Ollanta de haber torturado a partidarios de Sendero Luminoso cuando este grupo terrorista salió de las tinieblas allá por los años ochenta. Basa sus afirmaciones en argumentos de Perogrullo, las frases truncadas de una mujer que no sabe muy bien si lo reconoce porque pasados tantos años ¡era mucho más joven! Lo cierto es que Ollanta Humala tiene en su pasado y en su físico algunos rasgos que lo acercan a Hugo Chávez: es mestizo y en 2000 dirigió (sin éxito) la rebelión de una unidad de artillería contre el presidente Alberto Fujimori. Chávez pagó su intentona con dos años de cárcel, y Humala con un exilio dorado en Francia y en Corea del Sur en tanto que agregado militar de su país.
Dicen sus adversarios que no pasa de ser un amateur y que carece de programa de gobierno. Pero estas acusaciones (como la de antisemitismo) no hacen mella en él, y sigue progresando en las encuestas con la bandera antiliberal. Por ejemplo, Humala anunció que no permitirá la entrada de capitales chilenos en «actividades estratégicas» «, como los puertos y aeropuertos. El capitalismo chileno contestó por medio de su ministro de asuntos exteriores Ignacio Walter: su país está «preocupado» por las declaraciones de Humala, y en caso de que gane las elecciones se crearía un problema entre los dos países. Pese a los temores que suscita el candidato nacionalista, y sus diatribas contra el sistema neocapitalista, Ollanta seduce a la mayoría de un país pobre en su 54 %. «Si los empresarios que nos proponen ayudas esperan sacar beneficios de Perú, que se vayan al cuerno», dijo en uno de sus últimos mítines.