El 12-03-2006 escribí para Rebelión el artículo «La misión milagro», allí hacía referencia a otro artículo también escrito para Rebelión el 21-10-2005, «Una nueva cruzada es posible». Comentando que había tenido más resonancia de la que yo esperaba, dado que lo había encontrado luego en varios sitios web. Esta vez sucedió lo mismo pero a […]
El 12-03-2006 escribí para Rebelión el artículo «La misión milagro», allí hacía referencia a otro artículo también escrito para Rebelión el 21-10-2005, «Una nueva cruzada es posible». Comentando que había tenido más resonancia de la que yo esperaba, dado que lo había encontrado luego en varios sitios web.
Esta vez sucedió lo mismo pero a mucha mayor velocidad de la esperada. No solo apareció reproducido en muchos lugares, sino que, no se como se las arreglaron pero consiguieron mi dirección electrónica para pedirme que les escribiera artículos con la misma orientación.
Les voy a contar entonces sobre otra de las múltiples caras de la revolución bolivariana, de la que he tenido el privilegio de participar ya que he vivido casi toda mi vida en Venezuela. Tan íntimo es mi vínculo con ella, que aún estando transitoriamente en Buenos Aires voy a la embajada a votar, cosa que no hago en Uruguay donde nací.
Es un buen día para hablarles de la misión «Vuelvan Caras», primero porque está comenzando la primavera en Europa y nuestras culturas ancestrales festejaban en esta época el comienzo del año, con todos los rituales y celebraciones de fertilidad y renacimiento de la vida. Luego porque justamente hoy se inicia la primera etapa de la «Misión Vuelvan Caras Hacia Nuestros Pueblos en el Alba de la Nueva Integración».
Tras las misiones «Robinson y Milagro», que como explicaba en el artículo anterior se orientan hacia la alfabetización y la operación de deficiencias visuales, esta es la tercera misión en trascender las fronteras venezolanas e internacionalizarse. Hablando con el cariño que los venezolanos les tenemos a estas misiones, yo diría que ellas son nuestra forma de globalizarnos, ellas son nuestros tratados de libre comercio.
Esta iniciativa surgió en el «primer encuentro Iberoamericano de cooperativas» del año pasado en Caracas, dentro del marco integrador del ALBA, (Alternativa Bolivariana para las Américas). En ella participan en principio Argentina, Cuba, Colombia, Nicaragua, Brasil e Irán.
Desde Venezuela están partiendo 127 cooperativistas para aprender y compartir sus experiencias en Argentina y Nicaragua. Pero a su vez llegan a Caracas grupos de cooperativistas colombianos, de los Sin Tierra en Brasil, etc.
No solo se busca tejer redes solidarias, de intercambios complementarios e integradores, sino trascender los solitarios intentos de cambio. Que todos sepan que sus hermanos luchan en todo el planeta con una sola idea, como una sola fuerza, codo a codo, corazón con corazón.
Las misiones bolivarianas, además de intentar eludir la burocracia de las viejas instituciones, son el brazo ejecutor de la idea ampliada de soberanía y democracia plasmada en la constitución Bolivariana, que hasta donde yo se, es la primera aprobada en refendo popular por un 82% de la población.
Tienen como intención estratégica la transformación ética y socioeconómica del orden imperante. Surgen dentro del lema «Sembrar el petróleo». Revertir el chorro de petróleo que solo beneficiaba a la tecnocracia petrolera y las pocas familia acomodadas. Pagar la enorme deuda social, convertirla en desarrollo endógeno, en inclusividad social.
Este es el encuadre nacional. Pero también tiene un encuadre internacional. Porque los intereses petroleros trascienden fronteras, porque el primer mundo, (aún no nos han aclarado muy bien en que son los primeros, pero ya vamos descubriéndolo), es el que más consume y desesperadamente lo necesita para sostener su nivel de vida. Porque hasta hoy nos dieron espejitos y cuentas de colores a cambio.
De allí el aparentemente irracional y desproporcionado ataque en todos los frentes de que es objeto la revolución bolivariana, desde que aún era solamente un embrión ideológico. Pasando por toda la campaña política y las elecciones.
Estallando en golpes de estado, (que la «suprema corte de justicia» consideró un vacío de poder), boicots petroleros, asesinatos de participantes en manifestaciones para inculpar al gobierno y generar desestabilización e ingobernabilidad.
Pero a cada golpe hubo una respuesta del gobierno, pueblo y/o ejército, profundizando aún más la revolución. Las misiones son algunas de esas respuestas y es por ello que siguen líneas estratégicas allende las fronteras, como respuesta equilibradora o neutralizadora a la agresión transnacional.
Todo esto es lo que hace inédita históricamente en muchos sentidos a la revolución bolivariana, con el resultado de que el viejo orden no logra comprenderla, predecirla, ni mucho menos revertirla. Los escépticos, los idealistas partidarios de las reformas, harían bien en considerar que los pocos o muchos logros de la revolución, se ganan bajo fuego cruzado, y que el sudor, las lágrimas y la sangre derramada no son una metáfora.
La misión Vuelvan Caras fue creada el 12-3-2004, con el objetivo de garantizar la participación de la fuerza creativa del pueblo en la producción de bienes y servicios, superando las condiciones de exclusión y pobreza.
Tal como lo expresan sus lineamientos estratégicos, dio surgimiento a procesos que permiten articular el proceso educativo al productivo para incrementar el empleo, orientar la formación de los recursos humanos y asegurar la participación de cada ciudadano en la producción de bienes y servicios.
Así como orientar los esfuerzos hacia las actividades económicas con mayor capacidad generadora de empleo y potencial, especialmente los sectores agrícola, turístico y construcción.
Esta misión, como todas las otras es totalmente gratuita, y otorga a los que lo necesiten, (la gran mayoría), becas para prepararse en la rama del saber práctico que escojan, el conocimiento y técnicas necesarias, la información y asesoramiento para la formación de cooperativas.
Al cumplir con lo cual reciben los créditos y todos los implementos necesarios para poder comenzar a producir. No olvidemos que la educación da prioridad a la formación ética y solidaria, una nueva visión e intención correctiva del modelo inculcado en la sangre, la piel y hasta en los huesos por el viejo y desfalleciente orden.
Yo siempre he pensado que una idea-fuerza testimonia su bondad, cuando resuena en la sensibilidad de una época multiplicando sus ecos. Es mejor aún cuando desbordando fronteras nacionales y continentales se convierte en planetaria.
Y es excelsa, cuando se abre caminos conductuales, cuando dispara acciones transformadoras de su entorno natural e histórico social en cadena. Eso es lo que significa para mí una aceleración de la evolución o revolución.
La transición Medioevo-Renacimiento es una transición revolucionaria en todos los niveles. Baste por ejemplo la revolución científica que ocasionó Copérnico, (por lo cual la inquisición quiso pragmáticamente entibiarle las asentaderas), al demostrar que la tierra ni era chata y terminaba en el horizonte donde caías en un precipicio sin fin, ni era el estático centro en torno al cual giraba el universo.
Ni tonto ni perezoso Colón demostró prácticamente tal teoría al atravesar en tres cáscaras de nuez los océanos y «descubrir las supuestas Indias Occidentales», pese a que todas las probabilidades de los vendedores de seguros de su época apostaban en contra.
Y para que falsimedia no pueda borrar ni reescribir a su antojo esa página histórica, aquí estamos nosotros, en América, festejando el día de nuestras razas autóctonas en lugar del descubrimiento de las Américas, y haciendo una nueva revolución.
A esto podemos sumarle la revolución francesa reverberando en todas las diferentes geografías, climas, razas y culturas, hasta que no quedó un solo pueblo que no acariciara y gritara la idea de libertad, igualdad, fraternidad, justicia, convirtiéndolo en un clamor planetario.
Para completar el escenario me gustaría pintarles un paisaje, no tan antiguo, en el que las pestes y plagas diezmaban la humanidad. Como de costumbre allí se formaron dos bandos de opinadores. Unos decían que era un castigo de Dios, y otros que le había permitido al diablo que nos tentara y se divirtiera un poco, para poner a prueba nuestra fe.
Palabras van y palabras vienen los ánimos se caldearon, y aquello siguió en efervescencia hasta que abarcó toda la comarca en una guerra santa en que los hijos de Dios combatían contra los hijos del diablo, sumando aún más muertes a las de las pestes.
Por supuesto que todos se creían hijos de Dios combatiendo con los hijos de los diablos en el bando opuesto. ¿Saben como terminó todo esto? Un señor llamado Pasteur, descubrió las vacunas que nos inmunizaron contra todas aquellas pestes. No estaría demás preguntarnos en cual de aquellos bandos no hubiésemos alineado nosotros.
Si se están preguntando adonde apunto con todos estos cuentitos, les diré que intento ilustrar dos ideas. Una es que las imágenes esclarecen más que las ideas abstractas, además de ser las que disparan conductas, acción transformadora del entorno. Esto es parte de lo que necesitamos entender si pretendemos ganarle la batalla de las ideas a falsimedia.
La otra es plantear el escenario en que se gesta la revolución, como una sensibilidad epocal resonada por ideas-fuerza, que abriendo el estrecho y oscuro futuro en nuevas y entusiastas visiones posibles, dispara en cadena reacciones transformadoras de su entorno natural e histórico social.
En otras palabras genera la voluntad política necesaria para implementar, para traer a ser en el mundo, los sueños, utopías, ideas incubadas por décadas, siglos y milenios.
Para que esta visión revolucionadora del futuro sea experimentada como posible y abra camino a la acción revolucionaria, necesario es sacudir, conmover y airear la densa y paralizante atmósfera de hábitos y creencias que arrastramos cual inercia síquica, económica y cultural.
Por último quisiera destacar otra de las características inéditas de la revolución bolivariana. Pese al incesante ataque que ha recibido y dentro del cual se ha desarrollado, como bautismo o prueba de fuego de su veracidad, es la única que ha elegido un camino pacífico y democrático. Con total respeto de instituciones y libertad de expresión.
En Venezuela no hay presos políticos, no se mata ni se tortura. Porque pese a todo y por encima de todo somos fieles a nuestros principios. Porque nuestra bandera es la de los libre pensadores, la del amor a la vida, amor entre hermanos. Y hermanos consideramos hasta el último hombre en los confines planetarios. Aun a los que incapaces de comprendernos nos atacan. A los que por ignorancia se convierten en enemigos y destructores de la vida.