«Cachaco mediocre» : Martha Hildebrandt; «Un millón de perseguidos y un millón de exiliados»: Julio Cotler; «Contra la amenaza autoritaria»: Gustavo Gorriti; «Violador de los Derechos Humanos»: Susana Villarán; «Votar por la estabilidad, por la democracia»: Vargas Llosa. ¿Qué hay en común en todas estas expresiones, además de pertenecer a distinguidos miembros de la sección […]
«Cachaco mediocre» : Martha Hildebrandt;
«Un millón de perseguidos y un millón de exiliados»: Julio Cotler;
«Contra la amenaza autoritaria»: Gustavo Gorriti;
«Violador de los Derechos Humanos»: Susana Villarán;
«Votar por la estabilidad, por la democracia»: Vargas Llosa.
¿Qué hay en común en todas estas expresiones, además de pertenecer a distinguidos miembros de la sección VIP de este país tan amante de las clasificaciones sociales? Arrogancia e intolerancia. Desde la insultante y grosera frase de Martha Hildebrandt (que se cuadra disciplinada ante distinguidos caballeros como Fujimori y Montesinos, y los generales de la Cantuta Y Barrios Altos), hasta la invocación de «Zavalita»-Vargas Llosa para defender la estabilidad y la democracia, en realidad histérico llamado para que voten por su amiga Lourdes Flores, estas expresiones evidencian la actitud arrogante de quienes se consideran autorizados para calificar quienes pueden o no pueden ser gobernantes de este país, quienes cumplen los requisitos que la «buena sociedad» exige para aceptarlos como autoridades.
En otras palabras, no son los ciudadanos, a través de las elecciones universales, los que eligen a sus representantes y autoridades, sino un puñado de señoras y señorones. Cuando les conviene, demócratas radicales; cuando no les conviene aristocráticos: sólo sus escogidos pueden gobernar. Los viejos hábitos oligárquicos y gamonalistas se reactivan ante una situación que amenaza su status quo, su «orden» construido en 185 años de Republica señorial, oligárquica. Y esto que estamos hablando de intelectuales, de la elite «culta» del país, de demócratas y liberales consumados (algunos de los cuales pontifican sobre las libertades políticas, no solo en el Perú sino en el mundo), otros dan lecciones de ética y derechos humanos, y no falta quien ha hecho del habla «culta» su mejor negocio.
En fin, no estamos hablando de cualquier palurdo o tosco criollo(a) oligárquico. No, de ninguna manera; es la flor y nata de la cultura criolla señorial (sólo faltan Bryce y Bayli, pero ya es abundar en evidencias). Imaginemos entonces, las cosas que rumiarán las señoras y señorones que pululan por «Asia Beach» o el Caribe. ¡¡Alistan maletas para irse a Miami por una buena temporada!!
No son pocos los que siguen creyendo que el Perú es propiedad de unos cuantos señores, que hay ciudadanos de primera y ciudadanos de segunda o de tercera. No terminan de entender que el 80% de la población peruana actual es chola, mestiza, de origen andino-amazónica, y que haciendo uso de sus derechos democráticos quiere apoyar la opción política nacionalista, elegir a los que representan esta propuesta. ¡Que no les gusta, piña pues!
Los peruanos de origen indígena, quechua o aymara hablante y amazónicos han soportado durante siglos el gobierno de gente que los oprimía y esquilmaba, que les impedía hablar su propio idioma, vivir con sus propias costumbres. Han tenido que sufrir no uno o dos gobiernos de este tipo, sino a decenas, unos peores que otros. Y ahora que quieren elegir a representantes que se identifican mejor con sus sueños, aspiraciones y forma de vivir el Perú, surge la oposición beligerante, violenta y rabiosa de los defensores del sistema de exclusión y opresión. Dan rienda suelta a su intolerancia.
Y aquí no se trata de derecha o de izquierda. Todo aquel que se siente identificado con el actual orden de cosas, con todo aquello que significa su comodidad y confort (poco importa si hay 60% de pobres, 80% de excluidos de la seguridad social y otras «minucias»), que se ha levantado y se sostiene sobre el hambre, la miseria y la exclusión de millones de peruanos; en otras palabras, los que se sienten partícipes de este orden oligárquico, criollo-eurocéntrico, son los que levantan toda la chilla antinacionalista, a la que denominan «propuesta absurda, retrógrada» (salto al vacío, camino al pasado, etc.). En el fondo, lo que nos quieren decir es que se trata de un proyecto de cholos ignorantes, brutos y semibárbaros , liderados por un cholito ex militar, (de ahí viene lo de cachaco mediocre) que serán incapaces de gobernar el país.
Los cholos son «buenos» y tolerados cuando son obedientes, cuando se portan bien. Han existido gobernantes de origen indígena, mestizos que han sido tolerados y hasta bien tratados (Odría, por ejemplo era invitado a las «exclusivas» reuniones de los Prado-aunque terminaba sirviendo el whisky») o el propio Toledo, que no tiene que servir el whisky pero les ha servido mucho mejor en cuestiones de utilidades y granjerías. Pero cuando son levantiscos, «igualados», ahí sí que son vilipendiados, odiados y proscritos hasta más allá de la muerte. Velasco es el ejemplo de esto último.
La oligarquía, las señoras y los señorones no olvidan ni perdonan hasta hora que un cholo «pata en el suelo» les haya propinado un puntapié en su mullido y adiposo trasero. Más que la expropiación de las tierras y sus otras propiedades, lo que les duele es la humillación de haber sido sacados del poder por un cholo que antepuso los intereses nacionales a los de la casta oligárquica.
Lo que hace mas frenética y violenta su reacción frente a la candidatura de Ollanta Humala es la colusión de los intereses transnacionales, de la neo-oligarquía asentada en la minería y las finanzas, aliados al expansionismo chileno, que sienten que un programa de gobierno nacionalista impedirá que sigan saqueando las riquezas nacionales y pisoteando los derechos sociales y laborales. En otras palabras, no aceptan que el Perú y los peruanos seamos gobernado con dignidad y respeto a las leyes, que seamos soberanos en el concierto internacional. No. Pretenden que el Perú siga siendo su chacra y los peruanos sus pongos y chulillos. Es contra todo esto que los millones de peruanos van a votar; porque intuyen en lo más profundo de su ser que la propuesta nacionalista afirma la esperanza de un buen gobierno y de un mañana mejor es que apoyarán la candidatura de Ollanta Humala y las banderas de la patria digna y justicia social.
Como dice la canción de Manuel Acosta: » Porque los pobres son más y porque han sufrido tanto, no darán un paso atrás y harán respetar su canto…»; porque los cholos, mestizos, indígenas y los peruanos de todos los colores y lenguas que asumimos la defensa de los intereses nacionales somos más, muchos más, el 9 de abril haremos respetar nuestros derechos y propuestas, nuestros sueños y esperanzas. ¡Haremos respetar nuestro canto de triunfo, de victoria!
Llapanchik Perú de todos nosotros.