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Dossier: Subcomandante Marcos · Francisco López Bárcenas · Adelfo Regino

¿Qué está pasando en Oaxaca?

Fuentes: Sin Permiso

En este dossier sobre los sucesos de Oaxaca, México, publicamos 4 documentos: 1) La Declaración del pueblo de Oaxaca; 2) Un artículo del abogado meixteco Francisco López Bárcenas; 3) Un artículo del abogado mixe Adelfo Regino; y 4) Las palabras del Subcomandante Marcos en el II Encuentro Indígena Peninsular, celebrado en Campeche, México este mes […]

En este dossier sobre los sucesos de Oaxaca, México, publicamos 4 documentos: 1) La Declaración del pueblo de Oaxaca; 2) Un artículo del abogado meixteco Francisco López Bárcenas; 3) Un artículo del abogado mixe Adelfo Regino; y 4) Las palabras del Subcomandante Marcos en el II Encuentro Indígena Peninsular, celebrado en Campeche, México este mes de agosto. SP.

1) Declaración del pueblo de Oaxaca

El pueblo de Oaxaca vive tiempos difíciles. Sin embargo, estos tiempos no son nuevos, desde hace ya varios años hemos observado con preocupación y tristeza la agudización de la violencia política, la permanente violación a los derechos humanos y la ola feminicida en
nuestro estado. Ante los innumerables problemas y demandas de justicia del pueblo, la situación se agrava con el silencio, la indiferencia y la acción impune del gobierno; que se convierte en el responsable directo de la ingobernabilidad en el estado.
El pueblo oaxaqueño cobra conciencia, no podemos dejar de escuchar el clamor de su indignación en miles de voces que se volcaron en marchas multitudinarias. El detonador que puso al descubierto el régimen autoritario y la crisis de ingobernabilidad en el estado fueron los
hechos recientes del 14 de junio, sucesos en los que se hizo un uso irracional de la fuerza pública. No queremos seguir guardando silencio, queremos soluciones para los problemas de Oaxaca.
Nos rebelamos en contra del gobierno de Ulises Ruiz Ortiz, porque ya no queremos un gobierno que mane los recursos del pueblo en beneficio de un sector privilegiado de la sociedad. Ya no queremos instituciones que no cumplan con su cometido y que son empleadas para callar la voz del pueblo, en beneficio de partidos políticos. No queremos más
discursos con palabras vacías, respaldados en el cinismo y la mentira.
Nuestras palabras se apoyan en la memoria histórica de hechos y agravios que se han cometido al amparo del poder y que permanecen impunes.
Hagamos un recuento:
Desde el 2004 hemos tenido que lamentar asesinatos políticos que siguen sin ser aclarados. Desde entonces, las violaciones a los derechos humanos han sido constantes; se reprime la libertad de expresión; se compran los sindicatos y se impide su vida independiente; al interior del estado, se fortalecen los cacicazgos. La justicia se aplica con discrecionalidad y las instituciones encargadas de hacer cumplir las leyes se han convertido en herramientas del poder, con las que se reprimen a líderes y opositores políticos.
Cientos de veces hemos escuchado que el estado de Oaxaca es una de las regiones más ricas del país en diversidad cultural y ambiental. Sin embargo, no existen políticas que reconozcan la interrelación entre pueblos indígenas y recursos naturales para contribuir a su desarrollo. Los programas que se realizan, han deteriorado la producción en el campo, dañan el ambiente y excluyen a la población, que ante este panorama se ve obligada a emigrar; recursos vitales como el agua, se concesionan para beneficio de empresas transnacionales.
Las instituciones encargadas de brindar salud a la población no cumplen con sus funciones. Hay rezago en la atención de enfermedades tan graves como el cáncer cérvico-uterino y observamos de forma dramática el incremento de la mortalidad materna. Los hospitales no
tienen medicinas suficientes y carecen del equipo mínimo necesario. En el aspecto educativo el estado presenta serias carencias, no sólo en términos presupuestales, sino también en su orientación y contenidos.
En cambio, el gobierno se gasta los recursos del pueblo en obras suntuarias e innecesarias, tales como la remodelación del Centro Histórico de la Ciudad, atentando contra el patrimonio cultural de los oaxaqueños.
No hay transparencia ni rendición de cuentas en las acciones de gobierno. Se privilegia la simulación y la manipulación en la asignación de la obra pública para favorecer a empresas de familiares y gentes cercanas al gobernador; incluso, los programas sociales -federales y estatales- son utilizados por el gobierno estatal con propósitos político-partidistas.
El gobierno atenta contra nuestras tradiciones. Comercializa nuestra cultura en una forma burda e insultante para la población e interviene abiertamente en los municipios y comunidades que no se pliegan a sus consignas. Asimismo, entorpece y violenta la vida comunal de los
pueblos indígenas, que buscan en sus tradiciones formas de convivencia y que eligen a sus autoridades conforme a sus sistemas normativos. El gobierno desconoce la voluntad popular e impone administradores municipales, con lo que fractura la vida de las comunidades.
Todo lo anterior pone de manifiesto el «estado de excepción de facto» que se vive en nuestro estado. Por eso, el pueblo de Oaxaca se une, no sólo para exigir Juicio Político y la Revocación de Mandato del Gobernador, sino para sentar las bases de los gobiernos que nos representen en el futuro.
Necesitamos y queremos un verdadero gobierno, un gobierno que represente al pueblo de Oaxaca en toda su diversidad: pueblos indígenas, población urbana, campesinos, trabajadores, empresarios, mujeres, hombres, niños, jóvenes y las comunidades lésbico-gay. Un gobierno cuya acción prioritaria sea establecer los puentes de diálogo que den inclusión de todas las voces; que establezca instituciones, leyes y políticas acordes con la diversidad cultural y la autonomía de los pueblos y comunidades de Oaxaca; que respete la libertad de expresión y fomente el derecho a la comunicación en un marco de pluralidad cultural. Un gobierno que genere condiciones de participación para que la sociedad toda construya el desarrollo, la
democracia y la gobernabilidad en el estado. Un gobierno incluyente, que trabaje en la búsqueda de soluciones a los problemas políticos, sociales y económicos de Oaxaca y que trabaje en la construcción de instituciones que representen al pueblo, sustentado en la
transparencia, en la rendición de cuentas y en el respeto a la voluntad popular.
Para avanzar en la construcción de esta nueva forma de gobierno convocamos a la elaboración de un Programa Político Unitario; llamamos a un Nuevo Pacto basado en el diálogo de todos los sectores del pueblo de Oaxaca. Convocamos a construir Nuevas Conducciones Políticas, que respeten los derechos humanos; que respeten la vida de las comunidades y la autonomía de los gobiernos municipales; que se conduzcan con igualdad, equidad y transparencia. En suma, llamamos a restituir el estado de derecho, la democracia y la gobernabilidad con la
instauración de una Nueva Constitución para nuestro estado, una que incluya las voces y el sentir del pueblo oaxaqueño.
La «Declaración del Pueblo de Oaxaca» es un documento abierto al sentir y a las demandas de hombres y mujeres: de campesinos, de comunidades y de pueblos indígenas; de empresarios, sindicatos independientes, trabajadores, maestros, estudiantes y profesionistas; de personas con capacidades diferentes; de personas con distintos credos religiosos y libres pensadores; de personas con preferencias sexuales diversas y de todos aquellos que creemos que es posible no solamente soñar con un Oaxaca mejor, sino de comprometernos a trabajar en la construcción de una sociedad más justa, de un gobierno que verdaderamente nos represente y trabaje a nuestro lado y con nosotros para hacer de Oaxaca el lugar que queremos. Una tierra donde vivamos con dignidad y justicia.- Oaxaca de Juárez, Agosto de 2006.

2) Francisco López Bárcenas*: Oaxaca, el cerco gubernamental
Finalmente parece que en Oaxaca está sucediendo lo que tanto se temía: los gobiernos federal y estatal optaron por someter al movimiento popular aglutinado en la Asamblea Popular del Pueblo de Oaxaca (APPO). Para ellos el asunto es de seguridad nacional, no de justicia social. Eso se desprende de los acontecimientos de los últimos días, entre los que se incluye la represión sistemática a los inconformes a cargo de policías estatales vestidos de civil, con lo que el número de muertos ha aumentado dramáticamente; las declaraciones del propio gobernador y de la procuradora general de Justicia del estado de equiparar las propuestas populares a una guerrilla urbana, respaldados por varios dinosaurios priístas; la campaña emprendida por el gobernador en persona para afirmar que se irá cuando concluya su mandato, al tiempo que intenta reducir el reclamo popular de la salida del gobernador a las demandas económicas del magisterio. En ese mismo sentido apunta el llamado de la Secretaría de Gobernación a la APPO a un diálogo sin condiciones, al tiempo que la Secretaría de la Defensa Nacional concentra en la capital del estado a los elementos del 36 batallón ubicado en el vecino estado de Veracruz. En otras palabras, están tendiendo un cerco político y desinformativo alrededor del movimiento popular oaxaqueño, con la finalidad de aislarlo y finalmente derrotarlo.
Además de lo peligroso que resulta esta vía para enfrentar la crisis política oaxaqueña, por el riesgo de llevar al estado a un baño de sangre, tiene un problema de origen: ignora las causas
profundas del conflicto, para convertirlo en un teatro en donde los partidos políticos y los grupos de interés que actúan detrás de ellos pueden seguir ajustando sus cuentas pendientes y ya que logran acuerdos volver a la rutina, como si nada pasara. Nadie que conozca un poco la situación social, económica y política del nestado puede negar el hartazgo de la población, sobre todo los pueblos indígenas, por la explotación su fuerza de trabajo y sus recursos naturales, sumiéndolos en la más profunda pobreza; la antidemocracia y el autoritarismo que permea las instituciones gubernamentales y sus prácticas, que generan un clientelismo
voraz alrededor de los programas gubernamentales; la farsa de la división de poderes, porque todos se someten al Ejecutivo en turno, al grado de que la mayoría de los jueces actúa por
consigna, entre otros problemas. Todo esto parece que nada significa frente al interés del PRI y del PAN de llegar a arreglos que les permitan usufructuar el poder político del estado por lo menos en los próximos seis años, como si fuera de su patrimonio.
La APPO puede no tener la suficiente pureza política que muchos reclaman para reconocer lo justo de su lucha, pero goza de varios atributos que no veíamos en muchos movimientos populares del estado desde hace por lo menos 30 años, cuando otro movimiento popular echó por la fuerza a otro gobierno tan represor como el actual: en ella concurren diversos actores que durante los últimos años han enfocado sus esfuerzos a la defensa de los derechos políticos y sociales de la sociedad oaxaqueña, incluidos ayuntamientos constitucionales; sus integrantes han adoptado una estructura horizontal, de tal manera que las decisiones
fundamentales se toman por la mayoría, pero sobre todo han abierto espacios para que los oaxaqueños que así lo deseen expresen sus opiniones sobre cómo resolver el problema. Prueba de ello es el foro por una nueva democracia y gobernabilidad que se realizó los días 16 y 17 pasados, donde se expusieron algunos de los problemas que se mencionan en el párrafo anterior. Ahí mismo los participantes acordaron trabajar por la realización de un nuevo constituyente que sea el principio de la refundación del estado, acorde con las condiciones de la entidad y las necesidades de sus habitantes.
Por eso es preocupante que las señales que se mandan desde el gobierno federal apunten a doblar a los pueblos y organizaciones en lucha. La convocatoria al diálogo que hace la Secretaría de Gobernación, siendo un camino correcto, no puede supeditarse a que no haya condiciones, pues para que tengan resultados se requiere que se fijen las condiciones, las reglas y los temas del diálogo; pero tampoco es correcto llamar al diálogo al tiempo que se coloca al Ejército al alcance de la parte a la que se llama a dialogar, como diciendo que no hay otra opción. Si el gobierno en realidad quiere contribuir a que el estado de Oaxaca vuelva a la
paz, debería tomar más en serio el problema: adoptar medidas para que cese la represión contra quienes participan en el movimiento; restituir las garantías constitucionales; fijar con la APPO las reglas de la negociación; negociar con quien tenga que hacerlo la salida del actual gobernador y la llegada de otro que pueda ser interlocutor de todos los actores políticos, y promover condiciones para pactar el programa del nuevo gobierno, que por naturaleza debe ser transitorio. Lo otro es como prender leña al fuego, y ni el país ni el estado están para eso. En el mejor de los casos podrán someter al movimiento, pero tarde o temprano volverá a brotar.
Francisco López Bárcenas es un abogado mixteco, autor entre otros libros de Muerte sin fin: crónicas de represión en la Región Mixteca oaxaqueña. Este artículo fue originalmente publicado en el diario mexicano La Jornada, el 27 de agosto de 2006.

3) Adelfo Regino Montes* : Entre el dolor y la esperanza

Oaxaca, nuestro estado libre y soberano, tal como fue definido por el movimiento de la Independencia en el año de 1823, como en algunos otros momentos de su historia, está al borde de una guerra civil. Esta dolorosa situación es producto de las agresiones e injusticias a que hemos sido sometidos diversos sectores de la sociedad oaxaqueña, en particular los pueblos indígenas, por un régimen político y económico que ha privilegiado sus propios intereses, muy por encima de los reclamos y las aspiraciones comunes de las mayorías.

No debería ser así. Ningún pueblo, ninguna sociedad, busca por deseo espontáneo el levantamiento o la confrontación con las autoridades establecidas. Pero la indignación y el hartazgo contra las sistemáticas injusticias de las autoridades permiten, incluso justifican, la necesidad de una rebeldía, civil y pacífica, como ahora lo estamos viendo y viviendo en Oaxaca.

Antes del recordado 14 de junio, fecha en que la policía del gobierno estatal intentó desalojar a los maestros del zócalo capitalino, las calles del Centro Histórico eran permeadas por las demandas magisteriales, en particular el tema de la rezonificación, como parte de la rutina anual del magisterio democrático oaxaqueño. Con el intento de desalojo, el gobierno estatal mostró su verdadero rostro de violencia, tal como impunemente lo han venido haciendo en nuestros pueblos indígenas para tratar de acallar las demandas de autonomía y justicia.

Ante este hecho atroz, los habitantes de la ciudad y del campo salieron de sus casas para decir no a la violencia. La violencia oficial e impune fue la gota que derramó el vaso en un contexto de agravios acumulados. Fue la violencia el talón de Aquiles de un gobierno que se dedicó a promover el encono y la confrontación entre hermanos y pueblos. Así fue como ellos mismos crearon el escenario de ingobernabilidad que ahora parece ahogarnos a todos.

Desde entonces en Oaxaca hay la suficiente claridad para decir que ninguna persona puede usar la violencia, sea verbal o física, como método de gobierno. Y quien quiera usarla se descalifica a sí mismo como gobernante. Y este es quizá el argumento más contundente para que el gobernante oaxaqueño que haya recurrido a la violencia renuncie al poder que ya no tiene, o en su caso intervengan las autoridades federales, en particular el Senado de la República, para que declare la desaparición de los poderes estatales y nombre un gobierno provisional. Lo anterior no como una condición, sino en ejercicio de un derecho ciudadano y en atención a las responsabilidades que la Constitución señala.

Sin embargo, los oaxaqueños no debemos quedarnos sólo con la destitución del gobernante en mención. Como atinadamente lo ha propuesto un numeroso colectivo de autoridades indígenas y representantes de organizaciones de la sociedad civil que participan en la Asamblea Popular del Pueblo de Oaxaca, hace falta un nuevo pacto social, que refleje las demandas y las aspiraciones de los diversos sectores y pueblos de Oaxaca y reconstruya el tejido social que hasta ahora ha sido dañado por el régimen político y jurídico imperante.

Fundados en este nuevo pacto social, debería revisarse la ya muy gastada y rebasada normatividad jurídica oaxaqueña, para dar paso a una nueva Constitución y a nuevas leyes que rijan la vida colectiva, en un marco de respeto a la pluralidad y a la diversidad que caracteriza nuestra entidad. En este contexto habría que instituir una nueva forma de gobierno, tal como lo establece el artículo 27 de la actual Constitución del estado, y sobre todo revisar la relación con la Federación, tomando en cuenta que muchos de los cambios que se demandan requieren de transformaciones en el ámbito nacional.

Frente a la intransigencia y la represión que peligrosamente se han desatado en Oaxaca, el método para hacer posible este nuevo pacto social es el diálogo. No hace falta más derramamiento de sangre, ni más confrontación con el otro, para entender que se necesita una verdadera voluntad política de diálogo que vaya más allá de la demagogia. Este diálogo, a fin de que no esté sujeto a los vaivenes de las partes, necesita ser regulado por unas normas mínimas, que determinen las bases, la agenda, la metodología y los procedimientos necesarios para atender de manera justa y digna las demandas y aspiraciones de los oaxaqueños. Particular atención habrá que prestar a los mecanismos de seguimiento y exigibilidad de los acuerdos pactados, a fin de que no queden, como ha sucedido en otros casos, en el incumplimiento por alguna de las partes.

Paradójicamente, pese al momento difícil en el que estamos ahora, en Oaxaca se pueden estar poniendo los primeros cimientos hacia la construcción de un nuevo país. México vive momentos cruciales en que no bastan los cambios superficiales, sino que se requieren transformaciones sustantivas que trasciendan las cuestiones coyunturales y atiendan de manera profunda las justas exigencias de democracia, libertad y justicia que estamos planteando diversos sectores y pueblos. En esta lucha, todos estamos llamados a aportar nuestro grano de arena, y los oaxaqueños tenemos la esperanza de que las semillas que ahora estamos sembrando sirvan para que el día de mañana México tenga un nuevo amanecer.

Adelfo Regino es un abogado mixe especialista en derecho indígena, integrante de Servicios del Pueblo Mixe. Este artículo fue originariamente publicado en el diario mexicano La Jornada el 27 de agosto de 2006.

4) Subcomandante Marcos: Palabras de la Comisión Sexta del EZLN para el SEGUNDO ENCUENTRO INDÍGENA PENINSULAR.- Candelaria, Campeche, México, Agosto del 2006.
Compañeras y compañeros:
Agradecemos a la Coordinación Indígena Peninsular y al Congreso Nacional Indígena el que nos hayan dado un lugar en este encuentro.
También agradecemos a los compañeros y compañeras de Candelaria, Campeche, por ser la sede en donde se encuentran y caminan nuestras palabras y pensamientos.
Ésta es nuestra palabra como indígenas zapatistas que somos, no sólo saludando la raíz maya que nos une a los pueblos indios que dignifican los suelos y cielos en Quintana Roo, Yucatán y Campeche.
También con la gran raíz que nos hace uno con todos los indígenas de nuestro país.
Si antes en el Congreso Nacional Indígena habíamos encontrado a la dignidad indígena que con diferentes lenguas, culturas y modos, lucha por nuestros derechos, ahora en la Otra Campaña hemos encontrado a más pueblos indios y a otras compañeras y compañeros que son quienes son abajo y a la izquierda.
Nuestra causa como pueblos indios se mantiene viva y presente gracias, entre otras cosas, a los compañeros y compañeras del Congreso Nacional Indígena, especialmente los pueblos indios de la región Centro Pacífico.
Con ellos hemos entrado en este nuevo paso que busca construir una nueva forma de hacer política, anticapitalista y de izquierda, levantar un programa nacional de lucha y una nueva constitución, y que llamamos la Otra Campaña.
En este movimiento estamos aprendiendo a decir compañera y compañero al obrero y la obrera, al campesino, al estudiante, al maestro, a la mujer adulta, joven y niña, al anciano, al niño, al empleado, al artista, al intelectual, al religioso comprometido, al diferente en su preferencia sexual, al joven, a muchas personas que son despojadas, explotadas, despreciadas y reprimidas por un sistema que ha hecho del dinero su ley y de la simulación su
doctrina.
Diferentes como somos, hemos encontrado una igualdad al buscar y encontrar al responsable de nuestros dolores: el sistema capitalista.
Nuestras luchas particulares no se han perdido, han crecido no sólo porque unieron su coraje a otras, también porque establecieron quién es el enemigo y decidieron enfrentarlo.
Nuestra lucha por la libertad, la justicia y la democracia sabe ya que no son posibles en el sistema que se ha impuesto a sangre y fuego en nuestro país.
La libertad que les ha sido arrebatada a nuestras compañeras y compañeros presas y presos de Atenco, y a los cientos de presos y presas, desaparecidos y perseguidos políticos en nuestro país.
La justicia que se le niega al pueblo oaxaqueño que, en la Asamblea Popular del Pueblo de Oaxaca, demanda la salida del mal gobernante Ulises Ruiz.
La democracia que se convirtió en fraude y burla descarada en las pasadas elecciones presidenciales, y que está a punto de convertirse en la tumba de la vía electoral.
Quienes estamos en la Otra Campaña buscamos construir otra libertad, otra justicia y otra democracia.
Sabemos que para eso debemos destruir el sistema capitalista y buscar, juntos, otro país.
En el trayecto, hemos de construir también nuestro espacio como diferentes, defendiendo nuestra identidad e historia.
Como pueblos indios que somos esta construcción no puede dejarse de lado o subordinarla.
Tiene su propio paso, su propia lógica, su propio destino.
Así lo hemos visto dentro de este gran movimiento, donde algunas personas siguen sin ver nuestra diferencia y la de otros y otras, y quieren imponer su visión y su decisión.
Así que, lejos de los medios de comunicación y de los asuntos «importantes» para allá arriba, dentro de la Otra Campaña seguimos avanzando como pueblos indios, nos reunimos, nos encontramos, hacemos nuestros acuerdos y vamos construyendo una identidad, la nuestra, dentro de la Otra Campaña y de nuestro país.
También, como zapatistas, seguimos abriendo el corazón y el oído para el pensamiento de quien con nosotros lucha.
Sin hacer bulla, nuestro oído recoge palabras de diferentes suelos y realidades, pero todas de abajo, de izquierda.
Con ese pensamiento compañero estamos preparando nuestros siguientes pasos.
Este encuentro de pueblos indios, ahora en las tierras mayas de la península, es parte de este proceso que caminamos.
Y aquí está nuestra palabra.
Mientras arriba el ruido y la prisa de los poderosos tratan de imponer otra vez a un mal gobernante, entronándolo con la mentira y el desprecio.
Mientras se dice y repite que sólo cuenta la mirada y la voz que hacia arriba apuntan.
Mientras se difunde entre corazones buenos y nobles que nada importa si no sigue al movimiento que a estar arriba aspira.
Mientras por todos lados se compra y consume la mentira que impide la mirada crítica y el análisis profundo.
Mientras se vuelve a olvidar el color que somos quienes somos el color de la tierra, incluso por aquellos que dicen buscar el bien de todos.
Mientras allá arriba se miran entre ellos y entre ellos nadie se escucha.
En estos tiempos de ruido y confusión, vuelve la palabra que somos a encontrarnos con los que son como nosotros.
Nosotras, nosotros, las zapatistas y los zapatistas del EZLN, sabemos junto con ustedes que el mañana se pare en la noche, en el silencio, en la sombra.
Sabemos que la gran sostenedora del mundo, la Ceiba, la madre, tiene sus raíces en lo de abajo, en lo profundo, en lo que no se ve; y que de ahí se levantan y sostienen el mundo y los cielos que se ven y admiran.
Y así es nuestro pensamiento.
El pensamiento que somos mucho tiempo pasa y camina en nuestro corazón, antes de hacerse palabra y camino que invita a un destino para los que abajo son con nosotros.
Y mucho desespera éste nuestro modo a quienes apura y mueve el ruido de arriba.
Si no caminamos a la velocidad y en la ruta de los que arriba son, dicen que no existimos, que caímos, que morimos, que ya no más, que nos equivocamos, que desaprovechamos, que perdimos.
Pero nosotros, nosotras, sabemos que siempre que hemos caminado al ritmo de arriba y hemos buscado un lugar para nuestra palabra entre quienes son el Poder o aspiran a él por el camino que el Poder establece, perdemos.
Sabemos ya que no es arriba, ni en el tiempo ni en el espacio, donde encontraremos lo que buscamos, necesitamos, merecemos.
Aprendimos. Sabemos ahora.
Es con quienes son como nosotros porque son diferentes.
Allá arriba nos ofrecen un camino lleno de luces, prestigio, fama, aplausos, saludos de quienes tienen como trabajo el pensamiento y la palabra.
Pero ese camino no va a dónde nosotros queremos ir.
Si lleva a otro lado, ¿por qué habríamos de sumar nuestro paso al de otros, por muchos que sean esos otros, en el camino que arriba trazan?
Aprendimos. Ahora sabemos.
El lugar en donde nuestro paso encontrará libertad, justicia y democracia, no existe.
Tenemos que crearlo.
Y tenemos que hacerlo con otros diferentes en su dolor y su historia, pero igualados por el que nos roba y oprime, el que nos desprecia y explota.
Y en ese lugar tiene que estar el color que somos de la tierra con su propio paso, con nuestro modo.
Compañeras y compañeros:
Aquí, en estas tierras mayas, recordamos a la Ceiba madre y la historia del pensamiento que en su cuerpo se abraza. Y la contamos con las palabras de quien fue jefe nuestro y que llevó en la sangre la dignidad de los indígenas mayas. Ésta es…
La historia del Pensamiento.
Contaban los más antiguos de nuestros ancestros, los ancianos sabedores de nuestros pueblos, que los más grandes dioses, los que nacieron el mundo y lo echaron a andar para que luego fuéramos nosotros quienes lo camináramos, habían dejado todo sin terminar.
Y no lo hicieron así porque fueran holgazanes o porque se hubieran distraído en la bailadera.
Así era su plan de por sí, porque los mundos terminados y completos son los que de arriba imponen quienes hicieron dios al dinero y sacerdotisa a la estupidez humana que cada tanto, como ahora, con la mentira se hace gobierno.
Así que fueron muchas las cosas que quedaron pendientes en el mundo primero que hicieron los dioses más de antes, los que nacieron el camino.
Se dice, por ejemplo, que el pensamiento no se nació en los dioses.
O sea que el pensamiento no nació así como ahora lo conocemos, sino que apenas fue una semilla que quedó ahí para que la tomara el que fuera y la naciera y le diera forma y modo y camino y destino.
Y fueron entonces muchos los pensamientos que desde entonces se nacieron. Y no sólo uno o unos cuantos, sino que tantos como colores fueron pintando el mundo en el que fuimos y somos.
Y así está, por ejemplo, el pensamiento de que sólo importa uno o una, que el colectivo no vale, no cuenta, que hay que buscar el bien individual aunque sea a costa del mal colectivo.
Y éste es el pensamiento que ahora manda y es gobierno y verdad impuestos en nuestras tierras indias.
Y éste es el pensamiento que busca exterminarnos como lo que somos y trata de convertir en mercancía nuestra historia, nuestra cultura, nuestra tierra, nuestra dignidad.
Pero este pensamiento se viste con muchas ropas que engañan, que esconden su maña.
Y a veces se viste con ropa de libertad, y miente.
Y a veces con vestido de justicia, y miente.
Y a veces con manto de democracia, y miente.
«Igualdad» dice el que está arriba porque con nuestro dolor se enriquece.
Y la libertad que promete es la que busca para comerciar con nuestra sangre.
Y la justicia que defiende es la que lo deja sin castigo y persigue al que abajo no se rinde.
Y la democracia que proclama es la de la resignación frente a los diferentes rostros del mismo Poder que nos roba, nos explota, nos desprecia y nos persigue.
Pero hubo y hay otro pensamiento.
El pensamiento que sabe que no es igual el que arriba vive de nuestra sangre y el que abajo hace andar el mundo con su trabajo.
El pensamiento que conoce la historia de lucha que abajo duele.
El pensamiento que busca construir otra cosa, otro mundo.
El pensamiento que no se conforma con lo que los ojos ven y oyen los oídos, sino que empieza a mirar y a escuchar lo que no aparece ni sonido tiene.
El pensamiento que anima a nuestras compañeras y compañeros presas y presos de Atenco, y con el que resisten a la injusticia y al olvido.
El pensamiento que enarbolan nuestros compañeros y compañeras de Oaxaca, que luchan por librarse del mal gobierno que los oprime.
El pensamiento que camino se hace en quienes han hecho suyo una nueva forma de hacer política que ni mira ni aspira ni suspira por el arriba que nos desprecia.
El pensamiento que como pueblos indios y como zapatistas del EZLN luchamos.
Compañeras y compañeros:
La leyenda indígena maya que cuenta que la Ceiba madre, la sostenedora del mundo, hunde sus raíces en el inframundo y sobre esa fuerza levanta y sostiene los cielos, no sólo mira hacia la historia que fuimos, también apunta hacia lo que somos y seremos en el mañana que nuestro paso y el de otros tiene.
Como zapatistas que somos, como pueblos indios de raíz maya, como compañeras y compañeros de lucha, saludamos las palabras y las historias que aquí se hablan y encuentran.
Y aquí decimos:
El mañana de libertad, justicia y democracia que necesitamos y merecemos, tendrá el color que somos de la tierra, o no será.
Reciban, compañeros y compañeras, el saludo de nosotros, nosotras, lo más pequeño del mundo que ahora sólo es pensamiento y paso en la sombra, pero que ya asoma a otra madrugada, una que desvista de miedo y vergüenza a la mañana.

¡Con los pueblos indios!
¡Libertad para las presas y presos de Atenco!
¡Justicia para el pueblo de Oaxaca!
¡Democracia para el México de Abajo!
Por el Comité Clandestino Revolucionario Indígena – Comandancia General del Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Por la Comisión Sexta del EZLN.
Subcomandante Insurgente Marcos, México, Agosto del 2006.