La práctica y la moral del sistema actual El sistema actual tiene como su principio predominante: «Cómo ganar la mayor cantidad de dinero posible en el menor tiempo posible». Para aplicarlo aplasta a la mayoría de la humanidad, deteriorando el medio ambiente e inclusive sacrificando el futuro de sus descendientes. Produce un sistema ético a su servicio, […]
La práctica y la moral del sistema actual
El sistema actual tiene como su principio predominante: «Cómo ganar la mayor cantidad de dinero posible en el menor tiempo posible».
Para aplicarlo aplasta a la mayoría de la humanidad, deteriorando el medio ambiente e inclusive sacrificando el futuro de sus descendientes.
Produce un sistema ético a su servicio, algunos de sus principios se manifiestan claramente y otros se encubren con necesaria hipocresía.
El término «democracia» es usado en la misma forma hipócrita en que lo hicieron sus antecesores que crearon esa palabra. Democracia quiere decir el gobierno del pueblo. Cuando se inventó en Grecia sirvió para denominar la dictadura de los esclavistas machos contra las mujeres y los esclavos. Ahora sirve para denominar a la dictadura de las grandes empresas multinacionales sobre la gran mayoría de la humanidad.
Esa dictadura se ejerce a través de los estados gobernados por gente elegida en «elecciones democráticas», para participar en las cuales se requiere un gran volumen de dinero devorado por la propaganda.
Las grandes compañías dominan a los gobiernos, a los ejércitos y a todo el aparato del Estado: Parlamento, Poder Judicial, Policía, Educación, Transportes, etc.
Manejan los medios de comunicación.
A través de sus ministerios de educación y de los medios de comunicación nos enseñan que la humanidad ha evolucionado de culturas que pertenecen al pasado y que está progresando cada día a niveles superiores. Lo «moderno» es lo mejor.
La felicidad se consigue comprando cosas, nos señalan a diario los avisos comerciales
Lo importante es la venta de mercancías:
Las personas también son mercancía.
«La agricultura moderna es la mejor». Ella practica el monocultivo en grandes extensiones, plantando año tras año las variedades de los productos comercialmente más rentables, no importa si eso es lo que más necesita la gente o no. No importa que el suelo se empobrezca ni que eso sea un paraíso para las plagas. Esas desventajas se superan con el uso de abonos, herbicidas e insecticidas químicos. No importa si eso mata el suelo, cuando este muera usarán otro en el mismo o en otro país, en el mismo o en otro continente.
El precio de la madera impulsa a devastar la selva amazónica y otras, no se reforesta porque eso cuesta mucho dinero y mucho más barato es pagar soborno a las autoridades para incumplir las leyes protectoras.
No importa si eso mata la selva amazónica, pulmón del mundo, y aumenta el calentamiento global, lo que interesa es ganar la mayor cantidad de dinero posible en el menor tiempo posible.
El avance de la minería y la extracción de hidrocarburos son parte importante del «progreso». No importa que se envenene las fuentes de agua, no importa que la agricultura se perjudique, no importa la cantidad de habitantes que quede sin agua, lo que interesa es el dinero que proveen. También en esta actividad, es mucho más barato eludir las leyes protectoras del medio ambiente pagando sobornos a las autoridades que tener que cumplirlas.
Otra característica del «progreso» es la industria alimentaria:
Nuestro instinto nos indicaba que debía gustarnos el dulce para que consumamos fruta que nos daba vitaminas. Ahora ingerimos dulce sin fruta que no nos da vitaminas y frutas sin dulce pues fueron cosechadas verdes y son maduradas a la fuerza.
Debemos alimentarnos en forma «moderna» con alimentos transgénicos, con alimentos con preservantes, con productos Mc Donald y otros por el estilo, comiendo carne de animales que no han sido criados en función de los intereses del animal ni de los del consumidor, sino en función de producir más dinero en el menor tiempo posible (como los llamados en el Perú «pollos de fábrica»),
Debemos cuidar nuestra salud en forma «moderna», utilizando la medicina «moderna», fabricada por los grandes laboratorios. Sobre ellos veamos el informe de la ecologista mexicana Silvia Ribeiro: «La gran industria farmacéutica se ha destacado desde sus orígenes por la búsqueda inescrupulosa de lucro. Por muchos años fue el sector industrial con mayor porcentaje de ganancias. Al 2008, diez empresas controlaban 55 por ciento del mercado global de farmacéuticos…… Cuando no encuentran nuevos mercados, los inventan. «Crean» dolencias, colocando nuevos títulos a situaciones que no demandaban tratamiento con fármacos, con mercadeo agresivo sobre sus supuestos beneficios.»
La sección cosméticos en los supermercados de los países del «primer mundo» es enorme.
Los medios de comunicación nos indican todo lo que necesitamos consumir para ser felices, para que se enamoren de nosotr@s, para adquirir importancia social. La sociedad debe producir y producir, para luego consumir, y consumir.
Las vacaciones también están devoradas por la sociedad de consumo: Compañías de turismo, hoteles, viajes, etc. «Conozca Europa en 15 días», no importa si sólo se ha estado de espaldas a la Catedral de Nuestra Señora en París durante 10 minutos, lo que interesa es que se tendrá fotos de eso para ser importante entre los amigos.
Es más importante quien tiene más dinero y acumula más, no interesa si eso produce stress y crece el consumo de drogas.
Se fabrican guerras en que se gastaron 3 billones de dólares en una década, provenientes de los impuestos que pagan los pueblos y se mató centenares de miles de personas inocentes. Esto se hace para beneficiar a los fabricantes de armas y en el caso de Irak además por el petróleo.
Los paraísos fiscales sirven para combinar el dinero del negocio «legal» con el proveniente del narcotráfico, dinero robado por gobernantes, dinero de venta «ilegal» de armas, etc.
En Estados Unidos se inventó un robot a un costo de 3.000 dólares, conectado a las plantas de tomate se desplaza; cuando las plantas dan señales de que están sedientas, el robot las rocía con una bomba de agua. Cuando los tomates están maduros, la máquina arranca la fruta. Claro que hay millones de personas dispuestas a hacer ese trabajo por un plato de comida, pero eso no es el «progreso».
Hay mucho más que hablar al respecto del «progreso», terminemos diciendo que dicho «progreso» está provocando el acelerado calentamiento global que junto con otras múltiples formas de contaminación ambiental hará que la especie humana haya dejado de existir dentro de 100 años.
Construyendo un mundo nuevo
Al «otro mundo posible» que cada vez más gente busca, nos acercan todas las luchas sociales, colectivas, no de grupos selectos; también son positivos los avances electorales como en Ecuador y Bolivia.
Sin embargo, la construcción del mundo nuevo no se inicia con la «toma del poder», podemos vislumbrarlo en la construcción o reconstrucción en la base, de sociedades verdaderamente democráticas.
A ellos se refiere Raúl Zibechi en su artículo «Los movimientos en la transición hegemónica«. Señala como instrumentos del cambio a los movimientos que en el campo y en la ciudad están creando gérmenes de poder contra el sistema en múltiples aspectos: Fábricas recuperadas por sus obreros, asentamientos de campesinos sin tierra, comunidades indígenas autónomas, o los más diversos colectivos (juveniles, de mujeres, sin techo, desocupados). Formas de poder asentadas en la asamblea como razón última. Dice que ellos servirán de inspiración para otras y otros de abajo que, aun no habiendo vivido la experiencia de movimientos, sentirán que existen otros modos de vivir y de sentir, colectivos, comunitarios, no mercantiles, donde la lógica de las cosas útiles desplace a la mercancía. Manifiesta que pueden ser un principio de orden que estimule la propagación de nuevos modos de vida, menos jerárquicos y opresivos que los actuales.
En otro artículo Zibechi nos muestra la experiencia colombiana:
«En las montañas del norte del departamento del Cauca, en la cordillera central de Colombia, a unos 100 kilómetros al sur de Cali, se viene desarrollando desde hace varias décadas una de las más notables experiencias de construcción de un mundo diferente al hegemónico. En medio de (la) guerra parece un milagro que los indígenas del norte del Cauca sigan adelante con sus proyectos de vida y esperanza. En una pequeña superficie ….. han puesto en marcha una experiencia única en Sudamérica, que tiene sin embargo mucho en común con el neozapatismo de Chiapas y su construcción de un mundo nuevo ….. En esa región, 25 mil familias viven en 304 veredas, pequeños pueblos rurales, y se autogobiernan por medio de 18 cabildos, autoridad indígena….. La estructura de poder se fue construyendo de abajo arriba: asambleas de las veredas eligen alguaciles que acompañan a los gobernadores de los cabildos, que son elegidos a su vez por grandes asambleas en cada uno de los resguardos indígenas. Los cabildos son formas de poder indígena enraizados en territorios o resguardos.»
El mejor ejemplo de autogobierno colectivo es el de los hermanos zapatistas en México. En la zona de Chiapas donde están fuertes, no manda el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), él sólo sirve de resguardo a la sociedad indígena contra el capitalismo agresivo imperante en el país.
Ahí gobierna el conjunto del pueblo mediante las llamadas «Juntas de Buen Gobierno», que están conformadas rotativamente por los indígenas y cuyos cargos son revocables en el momento en que la sociedad lo dispone.
Ahí se respeta la naturaleza. Ahí se educa de acuerdo a las necesidades de la vida. Ahí se respeta a los niños que andan jugando sin ser inhibidos inclusive en los escenarios de actos políticos internacionales.
En el campo peruano tenemos muchos casos de construcción de poder autónomo y democrático:
En 1962 en una provincia del Cusco hicimos la reforma agraria distribuyendo entre los indígenas la tierra de la que eran «dueños» más cien hacendados. Luego de una represión violenta del estado de los patrones que contestamos con armas, éste tuvo que ceder, y hoy la tierra se mantiene en manos de los campesinos. Años después, las comunidades indígenas de Puno, en plena época represiva de guerra interna, recuperaron para propiedad comunal un millón dos cientos cincuenta mil hectáreas de tierras que estaban en manos de gigantescas cooperativas burocratizadas fabricadas por un gobierno militar. Hoy esas tierras continúan en manos de los comuneros. Estas acciones hicieron que el Perú sea hoy el país de América con más porcentaje de campesinos poseedores de la tierra que trabajan, colectiva o individualmente.
En gran parte del campo subsiste la comunidad indígena, más o menos democrática, más o menos autogobernada.
En el distrito de Limatambo cuando era alcalde Wilbert Rozas, quienes confeccionaban el presupuesto municipal eran las asambleas de las comunidades indígenas y no el alcalde ni el Concejo Municipal.
En el norte del Perú por mandato de la colectividad surgieron las Rondas Campesinas para desplazar a jueces y policías corruptos en el ejercicio de justicia. Luego de combatirlas ferozmente, al no poder aplastarlas, la «ley» tuvo que reconocerlas. Esas instituciones, con mayor o menor fuerza se han extendido a otras zonas.
En los barrios marginales de Lima y otras ciudades, en terrenos «invadidos» por pobres sin techo, se constituyen organismos colectivos de autogobierno que organizan el trabajo colectivo, la autodefensa contra el ataque del estado y la administración de justicia interna.
Inclusive en plena ciudad capital, Lima, surgen «juntas vecinales» para ocuparse de la seguridad y áreas verdes.
Los nativos selváticos, shipibos y otros, dirigen institutos de educación en sus propias lenguas.
En el Perú el «poder popular» colectivo avanza en el terreno económico, en el arte y la medicina nativos.
Etc.
La crisis económica en que está el sistema, también hace que surjan opiniones en el espacio urbano del «primer mundo» en este aspecto, que son interesantes:
Noam Chomski respondiendo a las preguntas de Paul Jay:
«……pero la nacionalización es sólo un paso hacia la democratización. El asunto es quién las administra (a las instituciones bancarias), quién toma las decisiones, quién las controla. Ahora, en el caso de las instituciones nacionalizadas, siguen siendo jerárquicas, pero no tienen por qué serlo siempre. Quiero decir, nuevamente, que no existe ninguna especie de ley natural por la cual estas instituciones no puedan ser democráticamente conducidas.
Jay: ¿Y cómo sería?
Chomsky: La participación mediante consejos de trabajadores, reuniones y discusiones de organizaciones comunitarias, en las cuales se deciden las políticas a seguir -que es como se supone que la democracia debería funcionar-. Estamos muy lejos de eso, aun en el sistema político. Por ejemplo, las primarias. De la manera en la que funciona nuestro sistema, los candidatos se postulan, sus jefes de campaña van a algún pueblo de New Hampshire y organizan un acto adonde acude el candidato y dice: «Miren lo bueno que soy. Voten por mí.» Y la gente puede creerle, o no, y luego se va a casa. Supongamos que tenemos un sistema democrático que funciona de la otra manera. La gente en el pueblo de New Hampshire se reuniría en conferencias, encuentros, etc., y trabajarían en las políticas que les gustaría ver concretadas. Y luego, si alguien quisiera postularse a alguna candidatura, podría ir, si quieren ellos podrían invitarlo, y él los escucharía. Le dirían cuáles son las políticas que les gustaría que se aplicasen, y que si él lo hace, ellos le permitirían representarlos, pero que le retirarían el apoyo si no cumple.»
Hace pocos días, en la reunión de 35.000 personas en Londres para protestar contra la cumbre del G20, uno de los manifestantes dijo: «Queremos la Tierra. Devuélvannos nuestro planeta. Lo queremos, y ustedes lo tienen. Vamos a tomarlo y ustedes deberían responder con amabilidad. Ustedes son idiotas incompetentes que han estropeado todo y deberían hacerse a un lado y dejar que el pueblo se encargue».
¿Cómo evitar la pronta extinción de nuestra especie?
Hemos dicho que el «progreso» está provocando el acelerado calentamiento global que junto con otras múltiples formas de contaminación ambiental harán que la especie humana haya dejado de existir dentro de 100 años.
Consciente de eso el empresario británico Richard Branson, dueño de la aerolínea Virgin, organizó un concurso que otorgaba 25 millones de dólares al científico que presente un proyecto comercial que logre eliminar los gases de efecto invernadero. La gente le dijo «Pero si usted también contribuye al calentamiento global con su aerolínea». Él contestó «¿Qué quieren que haga? Si retiro mi aerolínea ese lugar será inmediatamente ocupado por la British Airwais.»
Tenía toda la razón, no es un problema de conocimiento, ni es un problema moral individual. La solución no está en el cambio de actitud de las personas, tampoco está en que en todo el mundo apaguemos las luces un día determinado, ni que dejemos de tirar bolsas de plástico en el campo. Todo eso está muy bien, pero mientras nosotros lo hacemos, las grandes empresas en forma gigantesca y brutal siguen atacando el planeta.
El problema no será resuelto mientras las empresas tengan libertad para deteriorar el medio ambiente.
No se resolverá mientras no desaparezca el sistema capitalista.
Este sistema que mantiene el poder en el mundo no ejerce sólo un dominio material, ha penetrado en los cerebros de sus víctimas haciendo que compartan, en todo o en parte, su ética, que además de machista y racista nos hace ver que la única posibilidad de existencia es la actual, que los principios capitalistas son eternos, indiscutibles e insustituibles.
Por lo tanto la única posibilidad de salvación es sustituir este sistema por el otro mundo posible, el que, como mostramos arriba, ya lo podemos ver en forma embrionaria en pequeñas y diferentes prácticas en diversos lugares y en diferentes formas, donde no se gobierna desde arriba sino desde abajo, en las que quien decide no es el individuo sino la comunidad.
Si nos fijamos bien, veremos que quienes se acercan más fácilmente a este estilo de política son las poblaciones indígenas, no es extraño, son ellas quienes más cerca están de los primigenios principios morales de la humanidad.
Leamos un poco de lo que dice el escritor uruguayo Galeano:
¿Cómo pudimos?
Ser boca o ser bocado, cazador o cazado. Esa era la cuestión.
Merecíamos desprecio, o a lo sumo lástima. En la intemperie enemiga, nadie nos respetaba y nadie nos temía. La noche y la selva nos daban terror. Éramos los bichos más vulnerables de la zoología terrestre, cachorros inútiles, adultos pocacosa, sin garras ni grandes colmillos, ni patas veloces ni olfato largo.
Nuestra historia primera se nos pierde en la neblina. Según parece estábamos dedicados no más que a partir piedras y a repartir garrotazos.
Pero uno bien puede preguntarse: ¿No habremos sido capaces de sobrevivir, cuando sobrevivir era imposible, porque supimos defendernos juntos y compartir la comida? Esta humanidad de ahora, esta civilización de sálvese quien pueda y cada cual a lo suyo, ¿habría durado algo más que un ratito en el mundo?
«Espejos» – Eduardo Galeano
Mencionemos algunos de los principios de la cultura indígena:
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«El buen vivir». La felicidad no consiste en la acumulación de dinero o de bienes, ni en la posesión de cosas «modernas», sino en vivir tranquilos, sin «strees».
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Contra el individualismo que hoy gobierna el mundo, se mantiene la solidaridad comunal, el «yo» colectivo. Los temas que atañen a la comunidad no son resueltos por un individuo o un grupo de personas, sino por la comunidad en general.
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El gran amor y respeto por la Madre Naturaleza.
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El «mandar obedeciendo» lanzado por los zapatistas en voz sonora para que el mundo lo escuche, que es propio de las comunidades indígenas de todos los países.
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«La función pública no es para servirse, sino para servir», también popularizado por los zapatistas. Practicado, en mayor o menor grado, resistiendo a la contaminación del sistema, por los pueblos indígenas de cualquier país.
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Los acuerdos se toman por consenso, no por mayoría.
Voy a mencionar sólo algunos ejemplos:
El buen vivir.- El nativo amazónico, especialmente el que se mantiene en aislamiento voluntario de «la civilización», pero también el otro en gran medida, sale de su choza colectiva con arco y flechas, cuando ve algo digno de ser cazado lo hace, pasa por su parcela cultivada donde tiene diversas especies de distintos ciclos vitales imitando la naturaleza, si ve algo maduro lo recoge, si considera que necesita hacer algún arreglo, lo hace, sigue su caminata y regresa a su choza, no se sabe si ha estado «paseando» o «trabajando». Luego de un tiempo devolverá a selva la parcela trabajada y cultivará en otro lugar.
Un hacendado ofreció dar un machete a un nativo por talar un espacio determinado. Lo hizo tan rápido y tan bien que el hacendado luego de darle el machete prometido le ofreció darle otro machete si talaba un espacio que era la cuarta parte del anterior. ¡Negocio redondo! El nativo le miró extrañado y le dijo «Tengo sólo una mano derecha, ¿para qué quiero dos machetes?» y se fue. No quería «progresar», sólo quería el buen vivir.
Más de una vez he visto en el Perú y me relatan que también en Bolivia, cuando alguien quiere comprar toda la mercancía sin pedir rebaja, a una persona pobre, mayor o niño, que está vendiendo en el suelo; el vendedor dice «No». Lo que sucede es que el vender, para él o ella, no es sólo una acción comercial, sino también una relación humana de la que no quiere privarse.
El colectivismo.- En varias lenguas americanas (quechua, aymara, guaraní, mapuche, lenguas mayas) existen palabras diferentes para dos conceptos de «nosotros», cuando se habla con una persona ajena a la colectividad, una de ellas es el «yo colectivo» de la comunidad la otra incluye al interlocutor.
En el Perú continúan las fuertes luchas en defensa del «ayllu», la organización colectiva combatida por el estado.
Ya hemos visto lo que Zibechi nos muestra de Colombia.
Respeto por la naturaleza.- A diferencia de la agricultura «moderna» que mata el suelo, la agricultura indígena cuida el suelo. Sabe que de él han vivido sus antepasados, que él vive de ese suelo y que sus hijos también lo harán. Practica los cultivos asociados, que evitan la propagación de plagas y absorben distintos nutrientes. Practica la rotación de cultivos, que protege de las plagas y en la que unas especies nutren a otras. Son conocidos los restos de terrazas incas y pre-incas en el Perú, para impedir la erosión. Los herederos de esas culturas las usan cuando el estado opresor lo permite y fabrican nuevas terrazas. Los indígenas utilizan fertilizantes orgánicos. Ya hemos mencionado el cultivo en la selva imitando a la naturaleza y devolviéndole sus tierras.
En todos los pueblos indígenas se ofrece los mejores frutos como ofrenda a la Madre Naturaleza.
El mandar obedeciendo.- Es fruto del mandato de la colectividad. Hay comunidades en las que luego de elegir a las autoridades se les azota simbólicamente para recordarles que están bajo la férula del colectivo.
La función pública no es para servirse, sino para servir.- Muchas veces cuando alguien es nombrado para un cargo, se queja «Yo ya he servido, hay otros que todavía no lo han hecho, nombren a ellos», lo que también indica la rotatividad. A pesar de que «las leyes» oficiales lo impiden, todavía se dan casos de revocatoria del mandato en cualquier momento cuando así lo considera la comunidad.
Consenso.- Se lo busca pacientemente para realizar los acuerdos luego de largas conversaciones, en las que se van limando los aspectos inconvenientes de los diferentes puntos de vista, hasta llegar a él, no necesariamente la unanimidad absoluta, pero sí abrumadoramente mayoritaria. Este método logra que la totalidad cumpla convencida lo que acordó, lo que lo hace mucho más eficaz que un acuerdo tomado por mayoría en el que muchos no están de acuerdo y por lo tanto no actuarán en forma eficiente. Si el acuerdo tomado por consenso fue erróneo, se corrige, no hay «culpables».
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Es cierto que aún en los pueblos indígenas estas raíces culturales y éticas están deterioradas por acción de la «modernidad» que les «saca de lo anticuado»: muchos indígenas usan abonos químicos, hay quienes aceptan como un progreso tener títulos individuales de propiedad de la tierra, quienes al trasladarse a la ciudad abandonando el campo se sienten superiores a los que allá quedaron.
En su lucha por tomar su destino en sus propias manos los indígenas deben aceptar el uso de instrumentos que le son ajenos, como la construcción de partidos políticos, que no son propios de nuestra cultura.
Si bien algunas veces ellos sirven para impulsar la lucha, muchas veces, al igual que las religiones, sirven para dividir a las comunidades entre los grupos de los selectos y el resto. Entendemos que para participar en la lucha electoral, la cultura impuesta obliga a formar partidos. Ese es el caso del Partido Pachacuti en Ecuador. Pero este partido al apoyar a Gutiérrez y acomodar a algunos indígenas en puestos de un gobierno que no era el suyo, dividió al movimiento indígena ecuatoriano. Ahora éste apoya al gobierno progresista de Correa pero lo hace críticamente, pues, entre otras cosas, ese gobierno sigue atropellando el derecho indígena de impedir la explotación minera en su territorio.
En Bolivia los indígenas se vieron obligados a dotarse de un instrumento político; negándole el reconocimiento, el sistema les obligó a usar el MAS. Sin embargo éste, inmerso en el sistema de partidos, restringe la democracia, pues, entre otras cosas, las poblaciones no pudieron elegir directamente a sus representantes para la Asamblea Constituyente, tuvieron que votar por la persona señalada por el partido MAS. La revolución boliviana está en proceso, el gobierno del indígena Evo Morales, en realidad hace de intermediario entre el movimiento indígena y el sistema que continúa oprimiéndole. No olvidemos que el vicepresidente desde un inicio proclamó el «capitalismo andino».
Las ONG son otros instrumentos contradictorios. Por una parte impulsan lo indígena, pero por otra someten al movimiento a quien da el dinero, no siempre quienes aparecen como «dirigentes» son representativos y en general practican la verticalidad.
Eso mismo pasa con las federaciones y confederaciones que tienen que acomodar la lucha por las reivindicaciones indígenas al sistema imperante, a sus normas y usos, lo que distorsiona su función.
Innegable resurgimiento indígena
A pesar del deterioro de sus principios es innegable el avance del movimiento indígena y la recuperación paulatina y consciente de dichos principios. Hablo de nuestro continente, supongo que algo similar, aunque no tan visible, está sucediendo en los otros, de los cuales conozco poco.
La razón es que nunca como ahora el capitalismo atacó los principios indígenas básicos, esto hace que se yerga para defenderlos.
Ya hemos hablado de los zapatistas, aprovechemos para decir que ellos son el mejor desmentido a la acusación de «fundamentalismo indígena excluyente». Por una parte manifiestan «estamos orgullosos de ser indígenas y queremos que se nos respete como a tales», por otra se consideran hermanos de todos los mexicanos oprimidos y de la humanidad en general, prueba de ello fue que la primera reunión internacional convocada para discutir el tema «Por la Humanidad, contra el Neoliberalismo», mucho antes de los Foros Sociales Mundiales, se realizó en el barro de Chiapas. Hoy, a través de «la otra campaña» coordinan sus acciones con otros sectores, indígenas o no indígenas que luchan por la liberación en México y otros países. Coordinan horizontalmente, no son «la dirección», no dan órdenes.
Es el mejor ejemplo pero no es el único. Con todas las debilidades señaladas arriba el pueblo indígena boliviano y ecuatoriano avanzan en forma incontenible. Los mapuches en Chile y Argentina son una minoría que valientemente lucha en defensa de la naturaleza y por el respeto a su identidad. En Paraguay el movimiento indígena ha sido el principal impulsor del gobierno de Lugo al que critican por no avanzar en la restitución de sus derechos. En Colombia, además de lo expuesto arriba, vimos hace poco la gran marcha de 40,000 indígenas a Bogotá a pesar de que el gobierno es asesino de indígenas. Nuestr@s herman@s luchan por los mismos principios en Guatemala, Venezuela, Estados Unidos, Canadá y en todos los rincones donde existen poblaciones indígenas.
En el Perú la lucha está retrasada por la guerra interna que sufrimos del Estado contra Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Tupac Amaru, durante 20 años, que costó la vida de 70,000 peruanos, la mayoría de ellos indígenas. Además hubo desaparecidos, encarcelados, fueron aplastadas sus organizaciones.
Luego de la finalización de esa guerra el movimiento indígena se está levantando de las cenizas. Lucha principalmente en defensa de la naturaleza contra la depredación causada por empresas mineras y de extracción de hidrocarburos defendidas fieramente por el Estado y los medios de comunicación. Lucha en defensa de la organización comunal atacada por el Estado, de la justicia indígena, de la medicina indígena, de nuestras lenguas, de nuestra agricultura, de la sagrada hoja de coca atacada por el gobierno por mandato del imperio, en defensa del arte, en defensa de la nutrición indígena, en defensa de nuestra cosmovisión y de todos los otros aspectos culturales.
Hay muchas batallas en la sierra peruana, pero indudablemente está a la vanguardia la población indígena de la selva, la menos contaminada, la menos «civilizada», la más discriminada.
Hace poco, defendiendo a la humanidad, resguardando la selva que es el pulmón del mundo, derrotaron a flechazos al gobierno, logrando que el parlamento anule dos decretos ley anti-indígenas emitidos por él.
A principios de este mes hubo una reunión indígena internacional en Lima que anunció el apoyo a las poblaciones de la amazonía peruana.
Lucha amazónico-andina actual
Hoy, a partir del 9 de abril, en el campo peruano, se está desarrollando un levantamiento de los pueblos indígenas amazónicos, a la que se están plegando poblaciones serranas.
El Perú está compuesto por tres regiones: Costa desierta con valles regados por ríos que descienden de los Andes. Sierra, la cordillera andina. Selva amazónica. La población indígena andina, quechua y aymara, heredera del Tawantinsuyo o cultura Inca, habita la sierra. La selva en su mayoría no fue parte de Tawantinsuyo, está habitada por diversas nacionalidades, son las menos contaminadas por la sociedad de consumo.
A la vanguardia de la lucha actual están las poblaciones amazónicas, más colectivistas y mejor coordinadas, más combativas.
El levantamiento abarca zonas de la selva norte, centro y sur de la amazonía peruana, que es la región más extensa y con menos población.
Está siendo apoyado por la población mestiza de la zona, rural y urbana.
Se están plegando a la lucha sectores indígenas serranos del centro y del sur.
Participantes.- Diversidad de etnias, mencionamos algunas: Awajun, Wampis, Shawi, Cocama, Cocamilla, Machiguengas, Kichuas.
Las reivindicaciones.- Defensa del medio ambiente que está siendo depredado fundamentalmente por compañías multinacionales extractoras de hidrocarburos que envenenan el agua de los ríos que dan sustento a la vida amazónica.
También rechazan la depredación de empresas mineras y madereras, así como la construcción de instalaciones hidroeléctricas.
El gobierno y el parlamento peruanos han emitido diversas disposiciones legales contra la organización colectivista indígena y en defensa de la depredación, entre otros una ley Forestal y de Fauna Silvestre y una de Recursos Hídricos, los pueblos piden su derogatoria.
Plantean la anulación de los Tratados de Libre Comercio (TLC) con los Estados Unidos, la Unión Europea y Chile por atentar contra la ecología y la biodiversidad.
Exigen respeto a sus comunidades que habitan esas tierras desde milenios antes de la invasión europea. Cumplimiento del convenio 169 de la Organización Internacional de Trabajo (OIT) que afirma que cualquier medida que afecte a las poblaciones indígenas debe ser previamente consultada con ellas. Ese convenio es Ley Peruana. Piden que se restituya el derecho constitucional que señalaba que el territorio de las comunidades indígenas era inalienable, inembargable e imprescriptible.
Piden la creación de un Vice-Ministerio de Salud Intercultural y el Ministerio de Educación Intercultural.
En qué consiste.- Se inició con la toma de una instalación petrolera internacional, luego se replegaron.
Interrupción del tránsito por la vía fluvial que es la más usada en la selva, en forma intensa por las empresas depredadoras. Bloqueos de carreteras. Manifestaciones públicas.
Táctica.- Hacen un bloqueo o una manifestación pública, viene un fuerte contingente policial o guerreros de la Marina, denuncian la violenta respuesta a su demostración pacífica y se repliegan, luego bloquean en otra zona. La interrupción del transporte fluvial es difícilmente contrarrestada por la policía o la marina de guerra.
Están preparados para una larga lucha.
Plantearon conversar con las autoridades; cuando el primer ministro cambió la fecha, respondieron: «El Premier tiene que entender que en la sabiduría amazónica no existe el mesianismo que hay en su gobierno; sino una consulta y consenso de los pueblos, por eso nuestra propuesta fue para que en esa fecha todos los representantes estén presentes».
Los andinos.- En el sur, Cusco, los indígenas bloquean carreteras y se interrumpe el tránsito turístico a Machupijchu y al lago Titicaca, luchan contra la ley privatista de Recursos Hídricos. En el centro, Pasco y Junín, hay manifestaciones e interrupción del tráfico. Los indígenas criadores de auquénidos protestan por la baja del precio de su producto. Los trabajadores de la empresa Doe Rum, que hace que la ciudad de La Oroya sea la más contaminada del mundo, se declararon en huelga contra los despidos.
Solidaridad internacional.- Pedimos a todos y todas quienes luchan por otro mundo posible, a l@s ecologistas, a l@s ecosolcialistas, que superando los prejuicios implantados por el sistema eleven su voz de solidaridad con quienes están luchando por la humanidad al defender el pulmón del mundo. Háganla llegar al noticiero indígena electrónico Sevindi: [email protected]
Volver a nuestras raíces
Retornando a los valores éticos de nuestros orígenes comprenderemos fácilmente que la suerte de la humanidad no debe estar en manos de un puñado de compañías multinacionales sino de la humanidad en su conjunto.
Así como en una comunidad indígena cualquier problema que afecte a la colectividad es resuelto por ella y no por el individuo, el problema del calentamiento debe ser resuelto por la humanidad en su conjunto y no por un puñado de potentados.
Es la colectividad la que debe acordar si una mina o una fábrica se abren o no.
Para hacer esto, naturalmente hay que acabar con el capitalismo, lograr que la producción esté en manos de la sociedad en su conjunto, tampoco queremos que esté en manos de un estado vertical que fue el caso del corrupto sistema burocrático de la Unión Soviética, cuya putrefacción interna lo derrumbó.
Es la colectividad quien debe resolver de qué comodidades «modernas» debemos prescindir para evitar la extinción de la especie, no las compañías ni «el mercado».
Últimamente está surgiendo positivamente una corriente «ecosocialista» en la población urbana. Desgraciadamente, el complejo de superioridad hacia los indígenas, sembrado por la ideología capitalista dominante, hace que los compañeros urbanos se resistan a entender de que en realidad están adhiriendo a dos de los principios morales por los cuales hace más de 500 años vienen luchando en el terreno práctico los pueblos indígenas de América y probablemente los de todo el mundo en su lucha de resistencia contra la colonización impositiva, jerarquizada y depredadora.
Quien sí se ha dado cuenta de la importancia del movimiento indígena, es el enemigo:
El año 2000, la CIA de Estados Unidos señaló: «América Latina tiene una nueva amenaza que enfrentar: los movimientos indígenas de resistencia». En 1999 un balance similar dieron a conocer las Fuerzas Armadas de Chile: la activa resistencia del pueblo mapuche frente al gran capital internacional que expolia sus tierras y destruye sus recursos naturales se transformó en un tema de seguridad nacional.
Debemos volver a nuestras raíces éticas primigenias, lo que no quiere decir volver a las formas de vida del pasado.
Quienes están a la vanguardia en ese sentido son los movimientos indígenas, entre los cuales destacan los zapatistas de México.
Construyamos gérmenes de poder popular democrático en todos los ámbitos posibles, en el campo y en la ciudad. Fortalezcamos los existentes, purifiquémoslos al máximo, extendámoslos, propagandicémoslos.
Luchemos por la profundización democrática de todas las instituciones impulsando formas de democracia directa, de revocabilidad cuando así lo decida la base social. Luchemos porque los funcionarios públicos sean elegidos y no nombrados verticalmente. Los «expertos» tienen derecho a convencernos acerca de la conveniencia de nombrar a alguien, pero no a imponer.
Continuemos luchando contra el capitalismo, cuya esencia, como constatamos cada día, es la dictadura del dinero, ante cuyo altar sacrifica a la humanidad, a la naturaleza y a los descendientes de los propios capitalistas. Para esto debemos enfrentar a los gobiernos que usa como instrumentos.
Hago un llamado a los que luchan en las ciudades por un mundo nuevo a que presten atención a quienes están a la vanguardia de la lucha antisistémica: Los movimientos indígenas. Para esto deben superar los prejuicios de superioridad creados por los opresores e impulsados a través de la sociedad de consumo. He constatado que desgraciadamente esto no es fácil, son prejuicios profundamente enraizados en las mentes de los no indígenas y aún de los propios indígenas.
Me consta que desafortunadamente son compartidos en mayor o menor grado por la mayoría de los «revolucionarios» no indígenas, quienes todavía permiten que el sistema imponga sus principios morales en los cerebros de ellos.
Cuanto más antes se comprenda el significado profundamente antisistémico de las luchas indígenas, estas serán más fuertemente apoyadas por los no indígenas.
Cuanto más antes se liberen del dominio moral del capitalismo, estará más cerca la conquista del nuevo mundo que queremos.
Otro mundo es posible (todavía), continuemos construyéndolo.