Basta con un hilo para desovillar el mundo. Agarramos uno cualquiera, por ejemplo de un pantalón made in Europa: El algodón es de India, se hiló en Turquía y se tejió en Singapur. La tela se estampó en Francia, con tintes fabricados en Polonia y Chile, y se cosió en Guatemala para una empresa de […]
Basta con un hilo para desovillar el mundo. Agarramos uno cualquiera, por ejemplo de un pantalón made in Europa: El algodón es de India, se hiló en Turquía y se tejió en Singapur. La tela se estampó en Francia, con tintes fabricados en Polonia y Chile, y se cosió en Guatemala para una empresa de Corea del Sur subcontratada por una multinacional. La etiqueta se colocó en Inglaterra y el pantalón, con su pasaporte europeo, desembarcó por fin en nuestra tienda de moda. ¡La hebra que me parió!
«Tira del hilo» es una propuesta de la Asociación Española de Recuperadores de Economía Social y Solidaria, una campaña para desenredar y entender el mundo. ¿Cuánto cuesta esa camiseta y cuánto le cuesta al planeta? ¿A dónde van los 9 kilos de ropa que consumimos por persona al año? Un hilo, con eso basta.
Hace un par de primaveras, un cayuco partió de la región de Kolda, en el sur de Senegal, rumbo a las Islas Canarias. Volcó y se tragó a 160 inmigrantes. La tragedia, que tardó en conocerse aquí seis meses, apenas ocupó durante unas horas los grandes titulares. El periodista José Naranjo y el fotógrafo Magec Montesdeoca han viajado a Senegal para «tejer un árbol genealógico de los ahogados». Todos se conocían. Eran jóvenes. Muchos, primos y hermanos. Sus vidas, sus familias, han alumbrado el libro «Los invisibles de Kolda. Historias olvidadas de la inmigración clandestina». Una caja de hilos perdidos.
«Tenemos que construir nuestras vidas como si tejiéramos: punto a punto», aconsejaba la poeta francesa Marceline Desbordes-Valmore. Tricotosas de la esperanza, tejedores de nuevos trazos y abrazos. Punto a punto. Y pendientes siempre del hilo.