Recomiendo:
0

Contra el cansancio, la voz y la palabra

Fuentes: Diario de Navarra

La gobernabilidad del mundo ha engendrado una nueva enfermedad que poco a poco se expande y sus síntomas son cada vez más presentes. Yo le llamo «el cansancio de las cumbres». Son tantas las Cumbres, Foros y Reuniones de Alto Nivel en los que vemos juntos a los Jefes de Estado de los países dominantes […]

La gobernabilidad del mundo ha engendrado una nueva enfermedad que poco a poco se expande y sus síntomas son cada vez más presentes. Yo le llamo «el cansancio de las cumbres». Son tantas las Cumbres, Foros y Reuniones de Alto Nivel en los que vemos juntos a los Jefes de Estado de los países dominantes (para casi siempre no decir ni decidir nada realmente significativo) que, igual que para buena parte de la sociedad se siguen con muy poca ilusión y mucho escepticismo, los medios de comunicación le dan una cobertura cada vez más de «compromiso».

Ahora tenemos del 16 al 18 de noviembre la Cumbre Mundial sobre la Seguridad Alimentaria en Roma, auspiciada por Naciones Unidas. El tema central: por primera vez en la historia de la humanidad, tenemos más de 1000 millones de seres humanos sufriendo hambre o desnutrición. ¿No estamos hablando de la crisis más grave del Planeta? Sí, junto a la crisis climática con la que está fuertemente relacionada, la pobreza que impide comer al menos una vez al día debería ser el centro de las agendas políticas de los Estados, la preocupación y motor de la sociedad civil organizada y, lógicamente, un tema de seguimiento prioritario para los medios de comunicación.

Durante esos días, la reunión de Jefes de Estado y de Gobierno en Roma, tiene que conseguir que eso sea así y que permanezca así, hasta que ninguna voz tenga que reclamar por su sustento. Se tienen que generar debates y reflexiones profundas, de calado, que lleven a revisar los esquemas que tan mal organizan al mundo y que permiten tantas injusticias, una de ellas, el hambre. Tenemos mucho recorrido para constatar cual es el camino equivocado. E n 1996, en el mismo escenario y en la misma Cumbre, la cifra que tenían delante los países representados, era de cerca de 800 millones de hombres, mujeres y niños que sufrían desnutrición. Allí los 112 Jefes de Estado reunidos establecieron las líneas maestras a nivel político, conceptual y técnico, para erradicar el hambre en todos los países, con el objetivo de reducir el número de personas desnutridas a la mitad, no más tarde del año 2015. ¿Se repetirán las mismas falsas promesas que entonces? ¿Se promulgaran las mismas medidas que entonces? Las organizaciones de la sociedad civil, cada vez más y mejor articulada, y con sus discursos más elaborados, estarán desde unos días antes de la Cumbre en su propio espacio, el Foro de los Pueblos por la Soberana Alimentaria, atentas y participativas a todo ello. Con la misma fuerza para rebatir que con energía para cooperar.

Aunque no podemos predecir si tocará rebatir o cooperar, sí podemos adelantar que las organizaciones representadas en el Foro (organizaciones de pequeños productores, campesinas, indígenas, d e mujeres, de pescadores artesanales, de trabajadores agrícolas, jóvenes, pobres urbanos…) que trabajan por hacer realidad el derecho a la alimentación r eservan inmunidad contra la apatía. Contra el cansancio más voz y más palabras. Decía el poeta » Tienes tu parte en la felicidad / aún en medio de un mundo en bancarrota. /Te enfureces, te afliges y apartas el diario / más con esto no alivias el total desamparo / de millones de seres a los que se ha vedado / el derecho a existir. La única tierra / que han de tener es una sucia fosa. / Tú tomaste partido por la vida / que se les niega a los desheredados. / Comprendo que te hiera este dolor /pero no llores: canta. Tu mejor testimonio / es una voz al aire y no el gran ruido /que no permite hablar y que al final impide / pensar también en lo que está ocurriendo./ Hasta la más sencilla canción enamorada / se ha vuelto rebeldía que el más cuitado entiende,/y puede hacerla suya tal si fuera un tesoro / de emoción y esperanza / que puede repetirse como un himno,/ y que salta los muros de las cárceles,/ que está en la selva y entre los cascotes / de un pueblo bombardeado. La voz y la palabra / pueden con el gran ruido que quiere anonadarte.» José Agustín Goytisolo, 1994.

Gustavo Duch Guillot. Colaborador de la Universidad Rural Paulo Freire.

www.gustavoduch.wordpress.com