Casi un año después de que el presidente Barack Obama y su homólogo ruso Dmitry Medvedev pidieran la creación de un nuevo tratado para reducir sus arsenales nucleares, ambos países dicen estar a punto de cerrar el acuerdo. El tratado -un pequeño pero importante paso en el objetivo de Obama de lograr un mundo sin […]
Casi un año después de que el presidente Barack Obama y su homólogo ruso Dmitry Medvedev pidieran la creación de un nuevo tratado para reducir sus arsenales nucleares, ambos países dicen estar a punto de cerrar el acuerdo.
El tratado -un pequeño pero importante paso en el objetivo de Obama de lograr un mundo sin armas atómicas- podría ayudar a resolver otros temas nucleares. Estos incluyen formas de presionar a Irán y Corea del Norte para que abandonen sus ambiciones nucleares o reducir el número de las armas nucleares tácticas que son poco populares en Europa. El tratado también podría darle un tono positivo a una conferencia clave sobre la no proliferación nuclear esta primavera.
A nivel político, el acuerdo podría aumentar la credibilidad de Obama, que ha quedado dañada en muchos frentes: desde los decepcionantes resultados de la conferencia climática de Copenhague a los continuos problemas económicos a los esfuerzos de paz infructuosos en Medio Oriente y al cada vez mayor escepticismo sobre su discurso del año pasado en Praga en que prometió deshacerse de las armas nucleares del mundo.
«Es importante demostrar que el discurso de Praga no era sólo retórica», dijo Mark Fitzpatrick, experto en no proliferación nuclear del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos, con sede en Londres.
Un acuerdo pondría fin a la falta de tratados de desarme entre Estados Unidos y Rusia, los cuales se convirtieron en un símbolo de los años de Guerra Fría y fueron negociados incluso en los periodos de más tensión. El tratado volvería a confirmar el estatus de potencia nuclear de Moscú, que los rusos consideran esencial para su identidad y prestigio.
«Para Rusia, es la madre de todas las negociaciones», dijo Thomas Gomart, director del Centro Ruso en el Instituto Francés de Relaciones Internacionales en París.
Las negociaciones para reemplazar el Tratado de Reducción de Armas Estratégicas de 1991, que expiró en diciembre, se hacen en Ginebra. Probablemente se intentará limitar el número de cabezas nucleares estratégicas de Estados Unidos y Rusia.
Cualquier acuerdo tendrá que ser ratificado por las legislaturas de ambos países y aún dejaría a cada uno con un gran número de armas nucleares, desplegadas y almacenadas.