Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Aunque es posible que Al-Qaida en
Sólo dos semanas antes del descubrimiento de bombas por correo dirigidas a «dos sitios de culto judío en Chicago», Rupert Murdoch sonó profético cuando recibió un premio de
Benjamin Netanyahu, frecuente invitado en la casa de Murdoch en Londres y probable receptor de sus donaciones políticas, aprovechó rápidamente el complot frustrado. Al informar al gabinete sobre su inminente discurso ante
Vinculando la conspiración de los paquetes bomba con algunos de los ataques terroristas más emblemáticos de la era posterior al 11-S, Netanyahu dijo que «no importa si el objetivo del ataque fue una sinagoga en Chicago o una estación de ferrocarril en Madrid, Londres, Mumbai o Bali». Asociando hábilmente su gobierno cada vez más aislado con las víctimas de esos ataques, el primer ministro israelí proclamó: «Nos enfrentamos a una creciente ola de terrorismo del Islam extremista.»
Netanyahu, nada amigo de eufemismos, presentó este análisis del frustrado intento de utilizar impresoras de computador como armas de terror: «Crece en el alcance y en el desvergonzado descaro de sus ataques, en las armas con las que se está armando y en los amplios objetivos de los dirigentes del terrorismo global».
Luego aseguró a sus colegas que «uno de los temas principales» que encararía en Nueva Orleans con dirigentes judíos estadounidenses eran «los pasos que el mundo civilizado y libre debe emprender para detener esta ola que nos amenaza a todos».
Sobra decir que es poco probable que esos «pasos» incluyan un final de los 43 años de ocupación y colonización de Cisjordania o un levantamiento del bloqueo de 4 años de Gaza.
Un apologista estadounidense del autoproclamado guardián israelí del «mundo civilizado y libre» adoptó una línea similar. Joel Pollak, candidato republicano a las elecciones de mitad de período, publicó una declaración condenando el intento de ataque terrorista, diciendo que pasaría el sábado judío en West Rogers Park «en solidaridad con las gentes del 9º distrito parlamentario que fueron los objetivos directos del terror de al-Qaida». En un tono muy similar al de Netanyahu, Pollak intentó movilizar a sus electores diciéndoles: «No debemos dejar de luchar para erradicar a los males gemelos del terror y del odio».
De nuevo, podemos dar por sentado que sólo se insta a los estadounidenses a combatir el «terror y el odio» cuando tiene que ver con los enemigos de Israel.
DEBKA-Net-Weekly, que se describe como «el principal boletín noticioso geopolítico», incluso ha intentado implicar al actual enemigo número uno de Israel, Irán. La próxima edición, sólo para suscriptores, promete revelar «cómo el complot de paquetes aéreos de al-Qaida se ajusta a la cooperación selectiva entre Teherán y al-Qaida y se dirige a áreas en las que coinciden sus conjuras».
¿Pero cuán fiable es «el principal boletín noticioso en este campo enrarecido?»
«Debka está elaborado sobre todo por ex agentes del Mossad. Una corriente fiable de información», nos asegura Martin Peretz, el islamófobo redactor jefe del New Republic, incondicional de Israel.
Desde que una firma israelí permitió que el atacante de la bomba en la entrepierna del Día de Navidad «se colara inadvertidamente» en el Aeropuerto Schiphol sin tener pasaporte, unas pocas voces influyentes con estrechos vínculos con Israel han contribuido positivamente a convertir Yemen en «el nuevo cliché de moda».
En Fox News, dos días después, el defensor número uno de Israel y líder en el Congreso, senador Joe Lieberman, anunció: «Iraq fue la guerra de ayer. Afganistán es la guerra de hoy. Si no actuamos preventivamente, Yemen será la guerra de mañana.»
Una semana después Bruce Riedel, socio sénior en el Centro Saban en Brookings Institution, publicó un artículo editorial en The Daily Beast titulado «La amenaza de Yemen». Promocionando el fracasado complot del Día de Navidad como evidencia de la «creciente ambición de la franquicia yemení de al-Qaida», Riedel pidió un «apoyo significativo estadounidense para derrotar a AQAP (Al-Qaida en
El empleador de Riedel, el Centro Saban, fue bautizado con el nombre de Haim Saban, el magnate mediático israelí-estadounidense, quien en 2002 prometió 13 millones de dólares para fundar el Centro Saban para Política de Oriente Próximo. Dos años después, el multimillonario admitió ante New York Times, «soy un sujeto de un solo tema, y mi tema es Israel».
«EE.UU. podría estar metiéndose en una especie de trampa», advierte Gregory Johnsen, un experto en Yemen y estudiante de doctorado en el Departamento de Estudios de Oriente Próximo en
Esa «trampa» ha sido muy bien descrita por Philip Giraldi. «La guerra equivocada de EE.UU. contra el terror», señaló Giraldi en un artículo reciente, «es en realidad una adopción total de los paradigmas de seguridad israelíes sin ninguna consideración por las amenazas reales que enfrenta EE.UU., convirtiendo también a los numerosos enemigos de Israel en enemigos de Washington».
Israel debe ciertamente estar muy agradecido por este último sobresalto terrorista. Si no existiera al-Qaida en
Maidhc Ó Cathail es un escritor ampliamente publicado residente en Japón.
Fuente: http://www.
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