Cuarenta neoconservadores de Estados Unidos enviaron una carta al presidente Barack Obama para pedirle que intervenga militarmente en Libia, a fin de derrocar a Muammar Gadafi y poner fin a la violencia. Los firmantes son analistas políticos y ex altos funcionarios del gobierno de George W. Bush (2001-2009). La organización neoconservadora Foreign Policy Initiative (FPI), […]
Cuarenta neoconservadores de Estados Unidos enviaron una carta al presidente Barack Obama para pedirle que intervenga militarmente en Libia, a fin de derrocar a Muammar Gadafi y poner fin a la violencia.
Los firmantes son analistas políticos y ex altos funcionarios del gobierno de George W. Bush (2001-2009). La organización neoconservadora Foreign Policy Initiative (FPI), considerada la sucesora del Project for the New American Century (PNAC), coordinó la medida y divulgó el texto.
Advirtiendo que Libia se encuentra «en el umbral de una catástrofe moral y humanitaria», la misiva, difundida el viernes, exige adoptar medidas inmediatas, entre ellas la acción militar, además de la imposición de una serie de sanciones diplomáticas y económicas (ya anunciadas el mismo día por el gobierno) para poner fin «al asesino régimen libio».
En particular, la carta pide a Washington que presione a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) para que «desarrolle planes operativos a fin de desplegar con urgencia aviones de guerra» y así impida que el régimen libio utilice maquinaria bélica contra su población civil.
También demanda una cobertura naval en aguas libias para «ayudar en los esfuerzos de evacuación y prepararse para posibles contingencias», además de «inhabilitar los buques navales libios utilizados para atacar civiles».
Entre los signatarios de la carta figuran el ex subsecretario de Defensa del gobierno de Bush, Paul Wolfowitz; el principal asesor de Bush sobre Medio Oriente, Elliott Abrams; los ex redactores de discursos de Bush Marc Thiessen y Peter Wehner; y cuatro directores de la FPI (William Kristol, Robert Kagan, Dan Senor y Eric Edelman).
Kagan y Kristol cofundaron y dirigieron PNAC desde 1997 hasta 2005.
La carta de la FPI se da a conocer en medio de una creciente presión sobre Obama para que adopte medidas más severas contra Gadafi.
Dos senadores cuyos puntos de vista sobre política exterior a menudo reflejan un pensamiento neoconservador –el republicano John McCain y el demócrata independiente Joseph Lieberman–pidieron el viernes en Tel Aviv que Washington suministre armas a los rebeldes de Libia, entre otras medidas como crear una zona de exclusión aérea sobre ese país.
Obama dijo el miércoles que su equipo estaba preparando una serie de opciones para la acción. También anunció que la secretaria de Estado (canciller) Hillary Clinton viajará el lunes a Ginebra para participar en una reunión de ministros de Relaciones Exteriores en el Consejo de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), a fin de debatir posibles medidas multilaterales.
Mientras, este sábado, el Consejo de Seguridad del foro mundial evalúa cómo sancionar a Libia.
En los años 90, los neoconservadores hicieron campaña a favor de acciones militares contra los llamados «estados díscolos», especialmente en Medio Oriente.
Aunque en la última semana los neoconservadores estuvieron entre los primeros en exigir una acción militar contra Gadafi, algunos destacados liberales y activistas por los derechos humanos apoyaron el reclamo. Entre ellos, Neil Hicks, de Human Rights First, John Shattuck, encargado de derechos humanos del gobierno de Bill Clinton (1993-2001), y Leon Wieseltier, de The New Republic.
Además, Anne-Marie Slaughter, quien hasta el mes pasado fue la influyente directora de la oficina de Planificación Política del Departamento de Estado (cancillería), citó la campaña de Estados Unidos y la OTAN como posible precedente.
«La comunidad internacional no puede pararse a mirar la masacre de los manifestantes libios», escribió en la red social Twitter.
«En Ruanda miramos. En Kosovo actuamos», agregó.
Sus comentarios generaron fuertes reacciones entre algunos expertos militares.
«Me horroriza leer que intervencionistas liberales continúan sugiriendo la facilidad con que se pueden resolver crisis humanitarias y conflictos regionales mediante la aplicación del poderío militar», escribió Andrew Exum, experto en contrainsurgencia del Center for a New American Security.
Esto «refleja una comprensión muy inmadura de los límites de la fuerza y de las dificultades y complejidades de las operaciones militares contemporáneas», añadió.
Otros analistas observaron que una renovada coalición de neoconservadores e intervencionistas liberales sería mucho más difícil de implementar ahora que durante las guerras balcánicas de los años 90.
«Ahora tenemos a Iraq y Afganistán como señales de advertencia, así como a nuestra crisis fiscal, así que no creo que en Capitol Hill (sede parlamentaria) o entre el público haya un enorme apetito por otro compromiso militar», dijo Charles Kupchan, experto del Council on Foreign Relations.
«Apoyo las medidas diplomáticas y económicas», no así las que impliquen una acción militar, «incluida la imposición de una zona de exclusión aérea», señaló.
Para Steve Clemons, de la New America Foundation, «hay algunas cosas que podemos hacer, como transportar por aire suministros humanitarios a regiones fronterizas donde hay cada vez más refugiados».
Sin embargo, dijo que «sólo lo haría con pleno apoyo de la Liga Árabe y la Unión Africana, si no de la ONU».