Estupendo análisis el de Naomi Wolf, activista política y crítica social, desde el qué nos insiste en qué Occidente tenemos estereotipos sobre las mujeres musulmanas: Todas crédulas, cubiertas con velos, sumisas, exóticas y calladas, pobladoras entre tules de harenes imaginarios y encerradas en papeles de género muy rígidos. Al igual que ella, yo, me pregunto: […]
Estupendo análisis el de Naomi Wolf, activista política y crítica social, desde el qué nos insiste en qué Occidente tenemos estereotipos sobre las mujeres musulmanas: Todas crédulas, cubiertas con velos, sumisas, exóticas y calladas, pobladoras entre tules de harenes imaginarios y encerradas en papeles de género muy rígidos. Al igual que ella, yo, me pregunto: ¿Dónde estaban esas mujeres en Túnez y en Egipto?
Estaban en primera línea y en el centro, en las imágenes de las noticias y en los foros de Facebook… e incluso asumiendo el liderazgo. Se dice que el marcado carácter pacífico de las protestas ha sido debido a ello.
Otro rasgo a destacar es la diversidad: Muchas llevaban pañuelos en la cabeza y otros signos de conservadurismo religioso, mientras que otras se deleitaban con la libertad de besar a un amigo o fumar un cigarrillo en público.
Las mujeres de Egipto no solo se suman a las protestas, sino que han sido una fuerza destacada de la evolución cultural que las volvió inevitables. Y esto se puede decir también, en mayor o menor medida, para todo el mundo árabe. Cuando las mujeres cambian, todo cambia; y las mujeres del mundo musulmán están cambiando radicalmente.
La transformación más importante es educativa. Se están formando para ejercer el poder de un modo que sus abuelas apenas podrían haber imaginado: Publicar periódicos; aspirando a puestos de liderazgo estudiantiles; recaudando fondos para organizaciones de estudiantes; o dirigiendo reuniones.
Como bien deberiamos saber por nuestra propia experiencia, cuando se educa a las mujeres, el cambio es inevitable.
La naturaleza de los medios de comunicación social también ha contribuido a convertir a las mujeres en líderes de la protesta. Es difícil conseguir que se pongan en pie y tomen la palabra en una estructura organizativa jerárquica y suelen evitar la figura de estandarte: casi siempre, la de un joven exaltado con un megáfono.
Facebook imita el modo en que muchas mujeres prefieren vivir la realidad social, donde las relaciones entre personas son exactamente igual de importantes que el predominio o el control individual, si no más. Y genera un contexto en el que la capacidad de las mujeres para forjar un «nosotras» poderoso e implicarse en el liderazgo al servicio de los demás pueda promover la causa de la libertad y la justicia en todo el mundo.
Una y otra vez, cuando las mujeres han librado las demás batallas de su tiempo por la libertad, han pasado a defender sus propios derechos. Por ello, los déspotas de Oriente Próximo se enfrentan a una situación en la que será casi imposible obligar a estas mujeres que han despertado a detener la lucha por la libertad: la suya propia y la de sus comunidades.
Y como sugiere ella, estas mujeres son exactamente el tipo de líderes que deberíamos estar fomentando y respaldando, y no ignorando por creer que no pueden existir en Oriente Medio. Haríamos mejor en averiguar sobre ellas no perdiendo el tiempo en debates superficiales sobre cómo ellas -y muchas otras que son igualmente competentes- deberían vestir.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.