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El drama kurdo, una historia de resistencia

Fuentes: Barómetro Internacional

En el entorno del Foro de San Pablo que acaba de realizarse en Caracas, se llevó a cabo un evento con delegados del Congreso Nacional del Kurdistán, (con sede en Bélgica). Entre ellos se encontraba Mehemet Ali Dogan, miembro del Comité de Relaciones Internacionales de esa institución. Llegaron a traernos la voz del pueblo kurdo, […]

En el entorno del Foro de San Pablo que acaba de realizarse en Caracas, se llevó a cabo un evento con delegados del Congreso Nacional del Kurdistán, (con sede en Bélgica). Entre ellos se encontraba Mehemet Ali Dogan, miembro del Comité de Relaciones Internacionales de esa institución. Llegaron a traernos la voz del pueblo kurdo, a contarnos de su situación, sus necesidades y aspiraciones y también, según su declaración explícita, a escuchar las voces, propuestas y logros del Foro de San Pablo para enriquecer sus experiencias y su lucha.

Quienes teníamos una idea más o menos informada de la situación de este pueblo, vimos ampliamente expandida nuestra visión sobre ellos y su situación histórica, social y política. Volvimos a reafirmar que se trata de un pueblo sufrido, perseguido, combatido y discriminado, que ha luchado sin treguas para hacer sobrevivir su cultura, sus saberes y su devenir histórico.

 

El Kurdistán

Los kurdos son una cultura indoeuropea antigua, que se asentó en la región montañosa euroasiática llamada «Meseta del Kurdistán» unos 2500 años a.c. Según la Wikipedia y otras fuentes constituyen una «minoría étnica». Una extraña minoría que está compuesta por una población estimada (no existen censos) entre los 40 y 60 millones de habitantes, es posible entonces que sean la «minoría étnica» más grande del mundo.

Han resistido tradicionalmente los embates coloniales de distintos imperios, pero el nudo de sus problemas actuales se ató luego de la Primera Guerra Mundial. Los países colonialistas europeos dividieron entonces, según sus negociaciones y sus intereses, toda la región en nuevos «Estados Nacionales». Según el Tratado de Sèvres al pueblo kurdo le hubiera correspondido un cierto territorio (menos de 1/3 de su área habitada) para la fundación de su Estado Nacional. Sin embargo la lucha victoriosa de Kemal Atatürk contra las potencias europeas (con el objetivo de rescatar lo más posible de un Imperio Otomano derrotado y listo para ser desaparecido), dejó fuera al pueblo kurdo de lo establecido en ese tratado.

Así su población se encontró viviendo dentro de las fronteras de cuatro nuevos Estados Nacionales, Turquía, Siria, Irak e Irán. A partir de allí su historia es una seguidilla de discriminación, persecución y luchas. Para estos países y para las políticas de las naciones imperiales, una cultura tan sólida y un número de habitantes tan grande constituyó tanto un elemento «desestabilizador» para la integración de los Estados Nacionales (instituciones europeas impuestas a una región sin ninguna tradición sobre ellas) como un factor de «balcanización» contrario a los intereses expoliadores de las naciones centrales. La mayor parte de la población kurda (casi la mitad) quedó viviendo en Turquía, que es de los cuatro Estados, quien con más saña los ha perseguido desde un principio, aunque tampoco fuera un lecho de rosas su situación en los otros tres países.

La historia contemporánea

Entre 1961 y 1970 los kurdos residentes en Irak combatieron hasta lograr allí establecer una región geográfica con una cierta autonomía. En 1978 se funda el PKK, el principal partido político que aglutina hoy a la nación kurda. En 1980 la resistencia kurda está en guerra frontal con el gobierno turco. En 1985 el gobierno de Saddam Hussein ataca al pueblo kurdo dentro de sus fronteras con armas químicas. Esta es una muestra más de la complejidad de la situación geopolítica en la región, que contradice la explicación simplista de que la mayor parte de sus enfrentamientos armados tienen motivaciones religiosas. Tanto el movimiento Baaz de Saddam como la mayor parte del pueblo kurdo eran musulmanes suníes (siendo el primero minoría en un país sobre todo chií), pero eso no impidió que el gobierno de Irak los combatiera buscando exterminarlos. Fue en la Guerra del Golfo cuando el mundo contemporáneo conoció a los kurdos a través de los medios, sobre todo para ser usados como uno de los argumentos «humanitarios» contra Saddam.

Debido a la situación prácticamente de guerra constante entre el pueblo kurdo y los gobiernos turcos, el líder principal del PKK, Abdullah Öcalan debió refugiarse en Damasco, ya que los gobiernos sirios han sido históricamente los más considerados con ellos. Sin embargo, las presiones internacionales y discrepancias políticas hicieron que Öcalan abandonara Siria, convirtiéndose en un perseguido. Una operación conjunta de la CIA y el Mossad lo capturó en Kenia en 1999 y lo entregó al gobierno turco, quien lo condenó a muerte. Sin embargo permanece todavía prisionero sin haberse ejecutado la sentencia, debido a la presión internacional.

La situación de persecución en Turquía es tan grave, que a pesar de tener un partido legalmente reconocido, que por el sistema electoral del Estado Turco ha conquistado 18 escaños en el parlamento y 35 alcaldías, sin embargo el saldo político es lamentable. Ocho de los parlamentarios y la mitad de los alcaldes están encarcelados por el gobierno turco, que se preocupa mucho por presentar una «fachada democrática» hacia el exterior cuando intenta convertirse en miembro de la Comunidad Europea, pero que en lo interno (al mejor estilo del Imperio Otomano) no utiliza más ley que la fuerza. Se calcula que entre 1984 y el 2002 el estado turco había matado a 30.000 kurdos y arrasado más de 3.000 pueblos y aldeas, tratando de empujar a las poblaciones kurdas hacia los centros urbanos turcos alejándolos de su producción rural tradicional. [1]

A las razones ya mencionadas para la persecución a este pueblo, se agrega en el siglo XX una aún más poderosa. Los territorios en que habitan los kurdos son excesivamente ricos en recursos naturales. El petróleo del subsuelo es tan abundante, que Siria y Turquía se autoabastecen del que extraen en sus respectivas áreas kurdas y en el caso de Irak el territorio habitado por los kurdos proporciona el 40% de sus reservas. En el caso de Irán el área kurda proporciona sólo el 10% del total que esta nación extrae, pero en esa región existe la mayor reserva de gas natural del país. El hambre de expoliación de las transnacionales y los gobiernos imperiales se concentra así sobre una cultura que está dispuesta a defender lo suyo.

 

Un planteo político original

El planteo político que cobija a las mayorías kurdas, a partir de la predominancia del PKK, ha sido para nosotros una verdadera sorpresa. El pueblo kurdo no tiene interés en constituir un Estado Nacional, que según ellos es ideal para caer en manos tanto del capitalismo como del imperialismo. Aparentemente su objetivo es crear una confederación supranacional de comunidades que incluya a todos los kurdos. Igualmente, la organización social que están creando y llevan adelante está basada en la autogestión comunal. Cada comunidad está organizada en una Asamblea Popular, que genera en su seno comisiones que se encargan de las distintas áreas del manejo social (economía, cultura, relaciones sociales, defensa, producción, etc.) y estas Asambleas se van agrupando en federaciones con el objetivo de lograr la gran confederación anunciada.

La organización social que están desarrollando entonces es horizontal, autogestionaria y descentralizada, un caso bastante fuera de lo común en una época como ésta donde reinan los centralismos y las necesidades de «eficiencias» de todo tipo. Al respecto sus representantes vinieron a Venezuela interesados en nuestras experiencias con los Consejos Comunales, a fin de comparar y lograr aportes nuevos a sus experiencias. Según sus voceros, el poder no está en las armas, sino en las capacidades de la gente común para hacer valer sus derechos (The power of de people, literalmente).

Llama la atención que el PKK nació como un partido marxista-leninista ortodoxo (hasta el presente su bandera porta la hoz y el martillo), y estos planteos parecen estar bastante alejados de los tradicionales de este sector político, acercándose mucho más a las propuestas anarquistas y libertarias del Occidente. Sin embargo, cuando uno consulta un poco los libros, descubre una vez más como la historia es siempre procesal y no está constituida por hechos aislados. Existe en la milenaria tradición cultural kurda una constante de organización social basada en las tribus y las confederaciones, en la autogestión y el autoabastecimiento. Tan acentuado es esto que el excelente artículo que ya citamos, los juzga sin embargo desde una perspectiva eurocéntrica (aún de izquierda) «Se podría decir que al mundo moderno de la construcción de los Estados-Nación, el pueblo Kurdo llegó con una estructura social que no le permitió desarrollar o, mejor dicho, cumplir un proyecto nacionalista.» [2]  Sin llegar a entender que la esencia del nacionalismo no es exactamente la existencia del Estado Nacional, sino que se basa en el concepto colectivo de nación, que los kurdos han mantenido y mantienen de tal forma, que ha sido la argamasa que ha consolidado sus siglos de resistencia.

Otro ejemplo importante de este funcionamiento social es lo que acontece con la Televisora Kurda. La diáspora kurda en Europa y otros continentes es muy importante. Desde allí, con una licencia inglesa se comenzó a transmitir, por primera vez en la historia una comunicación en kurdo y con la óptica de su cultura, para aproximadamente 35 millones de usuarios. Esta televisora no tiene corresponsales al estilo tradicional. Fiel a la visión política anunciada, sus contenidos son proporcionados directamente por los usuarios, tanto a nivel personal como de las Asambleas Populares, o las Alcaldías que controlan. Claro que en un mundo de hegemonías comunicacionales, un medio independiente de esa penetración se vuelve peligroso a los intereses de la dominación. Así, allí también han sido perseguidos, y han tenido que cambiar hacia una licencia de transmisión francesa, y ya están listos a hacerlo nuevamente hacia una italiana. Su cálculo es un máximo de tres años antes de verse obligados a buscar un nuevo apoyo legal.

Y una curiosidad final. Se nos decía que a pesar de ser una comunidad fundamentalmente islámica, el rol social de la mujer entre los kurdos es completamente diferente al que existe en el resto de la región. Como prueba dieron dos ejemplos importantes:

· La presidencia de sus Asambleas Populares es siempre doble, una mujer y un hombre la constituyen en todos los casos.

· El otro ejemplo es aún más significativo. Enunciaban con orgullo que sus cuerpos armados son los únicos en el mundo donde la mitad de los efectivos son mujeres.

 

La fraternidad necesaria

Como muchas otras luchas invisibilizadas, discriminadas y perseguidas, la del pueblo kurdo necesita de nuestra solidaridad internacional. Y este es el momento para consolidarla. El mundo tal como estaba establecido se está colapsando, hoy surgen nuevos movimientos sociales, nuevas alternativas de futuro, y la fraternidad y la solidaridad de todos aquellos que luchamos por un mundo mejor la estamos construyendo todos los días. Al respecto los visitantes nos explicaban como dentro de sus visiones geopolíticas, América Latina constituye para ellos una especie de foco de alternativas portadoras de esperanza, luego de la oscura noche del neoliberalismo de fines del siglo pasado, y que allí el proceso bolivariano es claramente pionero.

Esto nos coloca entonces frente a una responsabilidad mayor aún que la asumida en un principio, ya no sólo somos responsables del éxito ante nuestros pueblos, sino también ante otros pueblos hermanos, lejanos en la distancia pero muy próximos en los ideales y los objetivos de lucha.



[1] http://www.nodo50.org/arevolucionaria/Articulossept02/kurdos.htm

[2] Íbid

Fuente original: barometrointernacional.bligoo.com.ve