El asesinato de nueve trabajadores de la salud que vacunaban niños y niñas contra la poliomielitis en Pakistán ofuscó a la población. Cuatro mujeres fueron asesinadas el 18 de este mes en la sureña ciudad portuaria de Karachi por hombres enmascarados que les dispararon desde sus motocicletas. Las otras cinco víctimas, entre ellas un voluntario […]
El asesinato de nueve trabajadores de la salud que vacunaban niños y niñas contra la poliomielitis en Pakistán ofuscó a la población.
Cuatro mujeres fueron asesinadas el 18 de este mes en la sureña ciudad portuaria de Karachi por hombres enmascarados que les dispararon desde sus motocicletas. Las otras cinco víctimas, entre ellas un voluntario de 17 años, murieron al día siguiente en Peshawar y Charsadda, en la noroccidental provincia de Khyber Pakhtunkhwa (KP).
Estos asesinatos estuvieron precedidos por otro similar en el área de Sohrab Goth, en Karachi, capital de la provincia de Sindh, el primero de los tres días de una campaña de inmunización en esta ciudad.
La campaña ahora está suspendida en las provincias de Sindh, Balochistán y partes de KP, en la frontera con Afganistán.
Para activistas y trabajadores de la salud familiarizados con cuestiones políticas, este ataque, con toda su crueldad, es el último de una campaña del movimiento islamista Talibán que continuará mucho después de que se disipe la atención mediática.
En 2005, Maulana Fazlullah, líder de la organización fundamentalista Tehreek-e-Nafaz-e-Shariat-e-Mohammadi (TNSM), que pretende imponer la shariá (ley islámica) en todo el país, comenzó a utilizar una radio local para desacreditar a la vacuna en el distrito de Swat, en KP.
«La campaña comenzó mucho antes de que los insurgentes pusieran un pie en Swat. Fazlullah daba sermones en mezquitas alertando a la población de alejarse de las vacunas porque iban ‘contra el Islam'», dijo a esta agencia Rasool Khan, del Programa Ampliado de Inmunización de la Universidad de Aga Khan.
A medida que la insurgencia se fue asentando en las Áreas Tribales Administradas Federalmente (FATA, por sus siglas en inglés), Fazlullah se volvió el comandante de Tehreek-e-Taliban Pakistán en Swat, y su posición frente a la vacuna pasó a ser el eslogan oficial del movimiento islamista Talibán.
«En toda KP y las vecinas FATA, el Talibán se opuso a la vacunación», subrayó Rasool Khan.
Los insurgentes alegaban que la vacuna oral contra la polio era un complot de Estados Unidos y de sus aliados occidentales en la «guerra contra el terrorismo» para esterilizar a los musulmanes y contener el crecimiento poblacional.
El argumento prendió en la población local, que se volvió escéptica a la campaña tras ver a funcionarios de la Organización de las Naciones Unidas y personal humanitario circular en limusinas por la región con los implementos para vacunar.
La poliomielitis fue endémica en 2011 solo en tres países, Pakistán, Afganistán y Nigeria.
Tras estar muy cerca de la erradicación con 28 casos en 2005, este país experimentó un rápido aumento, pasando a 117, en 2008, y 144, en 2010. Al año siguiente, la tendencia se mantuvo con 198 casos.
Desde 2007, las iniciativas de inmunización en KP y FATA registraron 50.000 incidentes de familias que se negaron a vacunar a sus hijos, según el Departamento de Salud.
El escándalo de Shakil Afridi, un agente de la CIA que se hizo pasar por médico y que en 2011 montó un centro de inmunización falso en la norteña ciudad de Abbottabad para obtener información sobre Osama bin Laden, exlíder de la red extremista Al Qaeda asesinado en 2011 por Estados Unidos, benefició al Talibán, pues de alguna manera confirmó a los ojos de la población sus argumentos.
Pero el personal de salud se niega a renunciar. «Queremos montar una campaña para erradicar la enfermedad antes de que se convierta en una epidemia total», señaló Imtiaz Ali Shah, responsable de inmunización contra la poliomielitis en KP.
La determinación no se limita a las áreas tribales, que desde hace tiempo están sometidas al fundamentalismo y a la insurgencia, sino que abaracará a todos los centros urbanos de Pakistán.
Shahnaz Wazir Ali, asesora sobre esta enfermedad del primer ministro Raja Pervez Asharf, dijo a IPS: «El gobierno de Sindh tendrá que hacer un serio inventario y revisar su campaña actual, pues necesitamos llegar a todos y cada uno de los niños».
Wazir Ali se trasladó desde Islamabad hasta esta ciudad para presentar sus condolencias a las familias de las cuatro personas fallecidas en Karachi.
Pero los especialistas locales no saben bien quién está detrás de los asesinatos coordinados. El Talibán negó su participación en el incidente.
«Visito la zona de Gulshan-e-Buneer todos los meses y conozco el lugar como la palma de mi mano», aseguró a esta agencia Nasim Munir, directora de la campaña contra la poliomielitis en la zona donde fueron asesinadas las dos mujeres.
Munir, de 35 años, no cree que Fehmida y su sobrina Madiha, hayan sido asesinadas por personas contrarias a la vacuna.
«Esto es un complot mayor que debe investigarse más», apuntó.
«Hasta que no terminen las investigaciones, solo podemos especular. El momento elegido es significante en Karachi, donde hay gran incertidumbre y agitación», indicó Wazir Ali.
La presidenta del capítulo de Sindh de la Asociación Médica de Pakistán, Samrina Hashmi, también tiene dudas sobre la responsabilidad del Talibán, y especuló que los ataques son un intento de «sembrar la anarquía y de tratar de perturbar las próximas elecciones» previstas para marzo de 2013.
«No hay duda de que esto fue un plan concertado para contrarrestar y bloquear cualquier cosa que sea prioritaria para el gobierno», añadió Wazir Ali. El asesinato de las dos trabajadoras de la salud envía el mensaje de que hay elementos «capaces de hacer cualquier cosa», apuntó.
Con solo 56 casos este año, Pakistán había logrado un avance importante y contribuido a la lucha mundial para erradicar la enfermedad, que logró bajar su incidencia de 350.000 casos en 1998 a menos de 1.000 el año pasado.
Mazhar Ali Khamisani, director del Programa Ampliado de Sindh sobre Inmunización, dijo IPS: «Es un gran retroceso para nuestra campaña. Suspendimos las actividades y le pedimos al gobierno que realizara una investigación adecuada y atrapara a los culpables antes de que nuestros voluntarios vuelvan al campo».
Un especialista en salud del gobierno que trabaja en la campaña contra la poliomielitis desde sus inicios en 1994, pero que no quiso dar su nombre, dijo a IPS: «Hoy detuvieron el programa en Karachi, mañana podrán hacerlo en todo Pakistán. ¿Queremos un país con gente discapacitada?», preguntó.
Pero la tragedia parece haber tenido una repercusión política significativa: enfrió la cómoda relación que gozaba el Talibán con varias organizaciones religiosas del país.
Poco después de los asesinatos, Tahir Ashrafi, jefe del Consejo de Ulemas de Pakistán, dijo que las 24.000 mezquitas vinculadas a su organización condenarían la tragedia durante la plegaria del viernes.