Una persona se sienta frente a una pantalla de vídeo en algún lugar seguro de Estados Unidos, para operar un avión no tripulado a miles de kilómetros de distancia de su objetivo. Como un «francotirador de larga distancia», el sujeto apunta y dispara contra supuestos terroristas de Al Qaeda o «amenazas reales existentes». El cinco de […]
Una persona se sienta frente a una pantalla de vídeo en algún lugar seguro de Estados Unidos, para operar un avión no tripulado a miles de kilómetros de distancia de su objetivo. Como un «francotirador de larga distancia», el sujeto apunta y dispara contra supuestos terroristas de Al Qaeda o «amenazas reales existentes».
El cinco de febrero se le preguntó al Secretario de Prensa de la Casa Blanca, JayCarney, sobre el programa de asesinatos selectivos de presuntos terroristas con aviones no tripulados o «drones» en Oriente próximo. Parte de su respuesta fue:
«… Llevamos a cabo estos ataques porque son necesarios para mitigar las amenazas reales existentes, para detener planes, evitar ataques futuros y como dije, salvar vidas estadounidenses. Estos ataques son legales, éticos y acertados».
Pocos medios de comunicación y agencias de noticias registraron el torbellino de ataques con drones estadounidenses durante los primeros días de 2013. De acuerdo al recuento de Long WarJournal, los bombardeos con aviones no tripulados habían causado la muerte, sólo en la primera quincena de enero, a casi medio centenar de personas.
El informe detallaba la ejecución de once civiles inocentes y unos 30 «sospechosos militantes», ninguno confirmado. En promedio, de mantenerse la cifra, hubo un civil muerto por cada tres sospechosos, superando el informe del año anterior.
Sin embargo, el dato se considera muy conservador debido a que Estados Unidos clasifica como «militantes» a todos los adultos de sexo masculino, salvo que tras la muerte haya evidencia que demuestre lo contrario.
Al respecto Pere Ortega, investigador y presidente del Centro de Estudios por la Paz de Barcelona, España, en una reciente entrevista para la Revista Biblioteca Islámica, dijo:
«Este tipo de ataques son una violación gravísima del derecho internacional, están en contra de los principios que rigen las relaciones internacionales. No se puede asesinar a personas bajo la «sospecha» de que son presuntos terroristas, que además acaban siendo personas inocentes sin ninguna vinculación con grupos sediciosos.
El derecho internacional impide ataques armados contra otros estados con cualquier tipo de armamentos, por lo tanto los drones son un arma más. Los drones son un nuevo prototipo de arma, que impulsará el comercio de armas de alta tecnología».
También, la Ministra de Derechos Humanos de Yemen,Hooria Mashhour, denunció públicamente los ataques con aviones no tripulados estadounidenses y exhortó al gobierno yemení a realizar operaciones terrestres en vez de consentir bombardeos efectuados por dichas naves desde el aire.
Mashhour manifestó: «La lucha contra el terrorismo se puede llevar a cabo sin herir civiles y sin cometer violaciones a los derechos humanos. Estados Unidos ha declarado a los militantes como enemigos que pueden ser atacados donde sea que se encuentren. Todo lo que pedimos es justicia y observancia del derecho internacional».
Desde los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington, según publicó Jim Lobe en su blog sobre política exterior, las fuerzas de Estados Unidos realizaron 425 ataques selectivos, prácticamente todos con aviones no tripulados, en al menos tres países: Pakistán, Yemen y Somalia.
Y agrega que, en total, se estima que fueron asesinadas más de 3.000 personas (más que en los atentados del 11 de septiembre), y todavía es objeto de intenso debate hasta qué punto estas eran integrantes o estaban vinculadas con organizaciones terroristas.
El uso de aviones no tripulados se ha incrementado vertiginosamente bajo el gobierno de Barack Obama, desatando críticas de grupos de derechos humanos y expertos legales. En 2010, la Unión por las Libertades Civiles Estadounidenses (Aclu, por sus siglas en inglés) cuestionó las operaciones militares con los aviones no tripulados de la CIA:
«El programa de Estados Unidos para localizar y matar personas, a veces lejos de cualquier campo de batalla, llevado a cabo con poca supervisión o transparencia, es ilegal, sin importar cuáles sean las reglas de las comisiones militares», expresó de manera pública la Aclu.
Además, Ben Emmerson, relator especial sobre Antiterrorismo y Derechos Humanos de Naciones Unidas, lanzó hace unas semanas, el 24 de enero de 2013, una controversial investigación sobre el impacto civil que generan los ataques selectivos que realiza Estados Unidos con los drones.
Emmerson presentará sus conclusiones y recomendaciones a la Asamblea General de la ONU en octubre de este año, señala el centro de noticias de la ONU. El experto aclaró que las dudas legales no incluyen solamente el uso de los aviones no tripulados, sino que también abarcan el uso de aviones tripulados y ataques con cohetes para asesinatos selectivos.
«Estados Unidos reconoce que a veces utiliza aviones piloteados remotamente para realizar ataques dirigidos contra terroristas», expresó el Secretario de Prensa de la Casa Blanca,Jay Carney, y agregó que «son necesarios para mitigar las amenazas reales existentes». No obstante queda la duda y el rechazo, tras las numerosas víctimas civiles inocentes, sobre si estos ataques son realmente lo que dice Carney: legales, éticos y acertados.
Geovani Montalvo es periodista, colaborador de Tercera Información de España, Verdad Digital, Periódico Co-Latino y la Revista Biblioteca Islámica de El Salvador.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.