Se celebró el pasado viernes 6 de julio por todo lo alto, con una nutrida participación popular, la presencia de jefes de Estado y de gobierno de una veintena de países y la atención del mundo entero, el 70º aniversario del desembarco en Normandía de 130 mil efectivos militares, principalmente de EEUU y Gran Bretaña, […]
Se celebró el pasado viernes 6 de julio por todo lo alto, con una nutrida participación popular, la presencia de jefes de Estado y de gobierno de una veintena de países y la atención del mundo entero, el 70º aniversario del desembarco en Normandía de 130 mil efectivos militares, principalmente de EEUU y Gran Bretaña, en medio de la segunda guerra mundial. Este hecho de armas, aunque tardío, contribuyó a acelerar la derrota de la Alemania nazi, que había ocupado una serie de países de Europa y lanzado la invasión a la Unión Soviética el 22 de junio de 1941. Meses después del desembarco en Normandía, el 25 de abril de 1945, se produjo el famoso encuentro en el río Elba, entre las tropas soviéticas que venían desplegando su gran contraofensiva desde que derrotaron a los nazis en Stalingrado y las tropas norteamericanas e inglesas que se habían desplazado desde el norte de Francia. Eran las vísperas de la toma del Reichstag de Berlín por las tropas soviéticas el 2 de mayo, de la capitulación incondicional de la Alemania nazi el 8 de mayo y la celebración de la victoria de las fuerzas aliadas al día siguiente.
En los actos de celebración en las arenas normandas estaban el presidente ruso Vladimir Putin y su homólogo estadounidense Barack Obama, la canciller federal alemana AngelaMerkel, los jefes de Estado o de gobierno de Canadá, Australia, Grecia, Italia, Nueva Zelanda, Polonia, República Checa, Eslovaquia y Ucrania, así como la reina Isabel del Reino Unido, los monarcas de Bélgica, Holanda, Dinamarca, Noruega y Luxemburgo. Además de varios actos oficiales en París, se registraron una serie de ceremonias en el cementerio norteamericano de Coleville-sur-mer, en homenaje a los soldados británicos en Bayeux, en homenaje a los soldados polacos en Urville, en homenaje a las víctimas civiles en Caen, reuniones entre todos los jefes de estado en Bénouville y un encuentro en Ouistreham con participación de un millar de sobrevivientes del desembarco. Este fue uno de los aspectos más emotivos de las celebraciones. La mayoría de ellos sobrepasa los 90 años de edad, y quizá sea el último aniversario «redondo» en que puedan participar. Algunos venían en silla de ruedas. Las declaraciones de todos ellos son conmovedoras. Se estima que un millón de personas desfilaron estos días por las costas normandas. En su discurso en homenaje a las víctimas civiles, el presidente François Hollande expresó su aspiración de que las playas de Normandía sean reconocidas como Patrimonio Histórico de la Humanidad por parte de la UNESCO.
Al margen de estas celebraciones, se produjo un encuentro entre los presidentes de Rusia y de Ucrania, Vladimir Putin y Petro Porochenko, con ánimo de encontrar una solución de paz a la convulsionada situación de Ucrania. El mismo deseo anima estos días los encuentros propiciados por el Papa Francisco con Shimon Peres y Mahmud Abbas, con presencia además del patriarca de Constantinopla, para reanudar el diálogo palestino-israelí.
Merece destacarse la valoración efectuada por el presidente francés en estos actos sobre el papel desempeñado por la Unión Soviética y sus fuerzas armadas en la derrota del nazismo. Señaló Hollande: «Deseo saludar el coraje del Ejército Rojo que, lejos de aquí, frente a 150 divisiones alemanas, fue capaz de hacerlas retroceder». Y en otro pasaje: «Una vez más debo señalar la contribución de los pueblos de la llamada Unión Soviética durante esa contienda». En la misma, la URSS perdió más de 20 millones de vidas humanas y sufrió la destrucción de gran parte de su territorio.
Las declaraciones del presidente galo están en plena consonancia con las formuladas por los máximos dirigentes de Estados Unidos y de Gran Bretaña durante el desarrollo de la conflagración, y en particular frente a episodios de enorme significación, como la resistencia durante 900 días, en condiciones inauditas, de cerco a Leningrado, o la gesta memorable de la prolongada batalla de Stalingrado, sobre el Volga, que terminó haciendo prisioneros el 2 de febrero de 1943 al mariscal Von Paulus y a sus soldados y oficiales sobrevivientes. En esta ocasión, el presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt envió un mensaje especial a los combatientes de Stalingrado (hoy Volgogrado), señalando: «Su gloriosa victoria detuvo la ola invasora y dio un giro a la guerra de las naciones aliadas contra las fuerzas de la agresión». El rey de Gran Bretaña, Jorge VI, entregó una espada de honor con las siguientes palabras grabadas: «A los ciudadanos de Stalingrado, a su temple de acero».
La frase de Roosevelt tenía un profundo significado porque, en efecto, la victoria del ejército soviético en Stalingrado, de enorme importancia política, militar e internacional, propició el inicio de un viraje cardinal a la guerra a favor de las fuerzas aliadas. Dio comienzo a una ofensiva general del ejército soviético, de Leningrado al Cáucaso. A comienzos de 1943 se rompió asimismo el cerco a Leningrado. Todo ello infundió aliento, al mismo tiempo, a la lucha guerrillera por la liberación en los países ocupados por los nazis, como ocurrió en Yugoslavia, Francia, Polonia, Bélgica, Grecia, Albania y otros países.
No fue el único caso en que dirigentes de EEUU y Gran Bretaña formularon declaraciones de similar tenor. Después de la batalla de Kursk, la mayor batalla de tanques de la historia, iniciada en julio de 1943, el presidente Roosevelt escribió: «La Unión Soviética puede con razón estar orgullosa de sus heroicas victorias». Y en un mensaje del primer ministro británico Winston Churchill a José Stalin se decía que «…las derrotas del ejército alemán en este frente son hitos en el camino hacia nuestra victoria definitiva». La contraofensiva soviética continuó. En noviembre 1943 fue liberada Kiev, capital de Ucrania. Posteriormente le llegó el turno a Bielorrusia y a las repúblicas bálticas: Lituania, Estonia y Letonia.
Es en este cuadro que recién el 6 de junio de 1944 se realiza el desembarco en Normandía, o sea la apertura del segundo frente, que venía siendo reclamado por los países y las fuerzas antifascistas del mundo entero desde largo tiempo atrás. Dice un estudio sobre este tema: «Cuando el mando aliado decidió abrir el Frente Occidental con el desembarco de más de 130 mil efectivos de varios países en Normandía, ya el Ejército Rojo había prácticamente derrotado a las fuerzas nazis alemanas que invadieron su país».
En varias etapas de la lucha común se renovaron las expresiones de reconocimiento de los líderes occidentales al papel desempeñado por la Unión Soviética. Churchill expresó en un mensaje a Stalin: «Precisamente el ejército ruso sacó las tripas a la máquina de guerra alemana y, en la actualidad, contiene en su frente a la mayor parte de las fuerzas del enemigo». Roosevelt declaraba: «Me es difícil eludir un hecho tan sencillo como que los rusos matan más soldados enemigos y destruyen más armamento que los estados de las Naciones Unidas tomados en su conjunto». Y el general Charles De Gaulle señaló en Moscú: «Los franceses saben lo que hizo por ellos la Rusia soviética, y saben que, precisamente, la Rusia soviética jugó un papel principal en su liberación».
Encuentro en el Elba
El 25 de abril de 1945 se produjo un hecho que quedó registrado en la historia: el encuentro sobre el río Elba, en la región de Torgau, de las vanguardias de ejércitos soviéticos con destacamentos patrulleros del 1er. ejército norteamericano. Un estudio histórico ubica el encuentro en el Elba en el marco de la lucha común de pueblos y gobiernos en la lucha contra el nazifascismo, y lo hace en los siguientes términos: «La lucha abnegada de los pueblos francés, inglés y americano, así como del movimiento de resistencia antifascista en países de Europa, es una página brillante en la historia de la pasada guerra. Un gran aporte a la victoria sobre el fascismo fueron operaciones bélicas de las tropas aliadas como la ofensiva inglesa de El Alameinen otoño de 1942; la campaña de Sicilia, verano de 1943, realizada por tropas anglo-americanas; las acciones militares de los aliados en el sur de Italia desde setiembre de 1943 y, por último, lo más importante, el desembarco de las tropas aliadas en Normandía en junio de 1944 y, seguidamente, las acciones desplegadas por las tropas de EE.UU, Inglaterra y Francia en Europa occidental hasta llegar al río Elba y encontrarse con las tropas soviéticas que avanzaban por el este. Todos estos son hitos importantes e inolvidables de la lucha de los pueblos contra el enemigo común: el fascismo».