Ya lo hemos escrito en varias ocasiones en este mismo espacio de Opinión de La Jornada: la guerra que han preparado Estados Unidos y el gobierno de Netanyahu ha sido a fuego lento, con la complicidad de las cúpulas sionistas que dominan diversos países del mundo y, sobre todo, aquellas que forman los poderes liderados por sionistas del país de Donald Trump: empresarios de todo tipo, líderes industriales, farmacéuticos, petroleros, automotrices, armamento bélico, navieros, espaciales, incluso deportivos, centros educacionales, de investigación, universitarios, medios de comunicación: Tv, radio, periódicos, revistas y otros que, abiertamente, sostienen al gobierno sionista.
Ante dicho poder interno, al presidente estadunidense no le queda otra salida que obedecer y seguir fingiendo que el que gobierna es él. Netanyahu, quien probablemente esté rumbo a algún país para esconderse, está jugando al héroe de la guerra. A ver quién resiste más con sus baterías bélicas. A ver quién produce más muertes civiles. A ver quién asesina a un mayor número de líderes estratégicos. Por su parte, Trump desearía perfilarse como el mediador entre ambos países. Tal vez piense que, ahora sí, merece la candidatura al premio Nobel de la Paz.
Por lo pronto, el culpable trata de justificar su belicismo. En su cuenta @realDonaldTrump, el presidente escribió “I gave Iran chance after chance to make a deal”. Como si esta advertencia amañada justificara tal agresión por parte de Netanyahu.
Es decir, Cuando Trump dice “le insistí a Irán una y otra vez que hiciéramos un trato”, en realidad no sabe a quién se dirigió. Para el presidente de Estados Unidos, decir Irán, ya está refiriéndose al líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei y Masoud Pezeshkianal, presidente de la República Islámica de Irán y a todas las autoridades de ese país al mismo tiempo.
Así, para no errar, prefiere hablar en general. Lo curioso es que Trump habló con Irán y quien atacó con drones incendiarios fue Netanyahu. Queda claro que los intentos pacifistas de los que ha presumido el estadunidense no funcionaron para nada o el atacante sionista no entendió el pacifismo de su amigo y protector. O, aun peor, el ministro del territorio ocupado de Palestina ya no lo obedecerá más.
El líder supremo de Irán, el ayatolá Alí Jamenei, afirmó en un comunicado que Israel había “desatado su mano perversa y sangrienta”, lo que ya había demostrado en su guerra de ocupación, Gaza entre ellas, una de las ciudades más perjudicada por los miles de asesinatos civiles cometidos por Netanyahu. Pero el primer ministro sigue sin escuchar al pueblo israelí que ya no quiere guerras. La sentencia de la máxima autoridad islámica es clara, el crimen contra Irán no quedará impune.
Volviendo a los acuerdos por los cuales se ha desatado unilateralmente esta guerra sin ningún argumento sostenible, éstos siempre se han planteado a favor de Estados Unidos y de Israel, su socio y cómplice principal. No han doblegado a Irán y esta realidad es la que no pueden aceptar ambos países belicosos. Definitivamente, este ataque es inaceptable.
En realidad, como ya decíamos desde que inició el conflicto en los años 60, no han querido resolver equitativamente los problemas que ocasionan la producción de uranio enriquecido y la primacía en el asunto de la venta de equipo para llevarlo a cabo, así como la comercialización de dicho producto. Y, no perdamos de vista la guerra del petróleo que también está detrás de estos conflictos.
Irán ha puesto su parte, han demostrado que no cuentan con una industria secreta fabricante del mineral enriqueciéndolo a diestra y siniestra. Tampoco han promovido el uso del uranio con fines bélicos. Ya se han reunido, han firmado acuerdos para la no proliferación de armas nucleares, han demostrado que no se fabrican equipos de guerra para venderlos a terroristas. El presidente de Estados Unidos no puede aceptar esa realidad, para su consuelo, continúa vendiendo armamento a cuanta organización ilícita se los demanda.
El paso irracional ya lo ha dado el gobierno invasor de Benjamin Netanyahu apoyado por el jefe de la Casa Blanca. Con el multiabucheado Trump al frente, ese país se perfila hacia una múltiple crisis, entre otras: política, económica de alto riesgo, cultural, de credibilidad institucional, democrática y de derechos humanos.
Hacemos hincapié, como lo hicimos en 2022, en que otros países que no han sido acusados de terroristas por parte de Estados Unidos y sus amigos europeos, o asiáticos, no reciben la misma presión para demostrar que en sus programas nucleares no está incluida la fabricación de bombas o armamento nuclear. Es Irán el objetivo actual, más tarde será algún otro país productor de uranio.
¿Ahora sí se entiende por qué tanto apoyo para que se creara en esa área de Palestina un país que sirviera al sionismo mundial como su centro principal de operaciones? La comunidad internacional deberá redoblar esfuerzos para ponerle un alto a la nefasta y mortal agresión por parte de Estados Unidos y sus aliados incondicionales.
Y si la ONU no puede con el problema, pues que renuncien todos y que se formalice una organización que sí promueva la paz y la no proliferación de guerras y de armas nucleares.
Colaboró Ruxi Mendieta
Fuente: https://www.jornada.com.mx/noticia/2025/06/15/opinion/el-culpable-se-victimiza