No se sabe si por miedo o temor a las constantes y agresivas amenazas que lanza el convicto presidente estadounidense Donald Trump, algunas personas y medios de comunicación hegemónicos cuando hablan sobre las genocidas bombas atómicas lanzada en 1945 contra Hiroshima el 6 de agosto y Nagasaki el 9 de agosto, no mientan a Estados Unidos como el autor de semejante hecho de lesa humanidad.
Resulta que en las ceremonias de 2025, tanto el primer ministro japonés Shigeru Ishiba como los alcaldes de Hiroshima y Nagasaki, evitaron referirse a Estados Unidos como autor directo de los ataques atómicos, con saldo de más de 220 000 muertos.
Ante políticos locales, embajadores y representantes de 120 países y regiones, Ishiba, evadió señalar al autor del ataque nuclear que marcó el fin de la Segunda Guerra Mundial, pese a que muchos analistas aseguran que no hacía falta porque Japón ya estaba derrotado y solo fue para amedrentar a la entonces Unión Soviética.
“Hace
80 años, en Hiroshima explotó una bomba atómica, se perdieron, según se
considera, más de 100 000 vidas valiosas, y trajo días terribles para los
supervivientes”, dijo Ishiba.
Mientras tanto, el alcalde de esa ciudad, Mazumi Matsui, hizo énfasis en las
experiencias de quienes sobrevivieron a ese evento, denominados hibakushas, pero
el sanguinario agresor fue ignorado. Los hibakushas recibieron el Premio Nóbel
de la Paz en
2024.
Al igual que varios medios de prensa hegemónicos, Matsui se refirió a «una tendencia acelerada hacia el fortalecimiento militar del mundo», con el trasfondo de la «invasión» rusa a Ucrania y la guerra en Oriente Medio.
Claro que Moscú lanzó la Operación Militar Especial para evitar el cerco que ha ido creando la OTAN alrededor de su país y para detener a las fuerzas fascistas ucranianas que cuentan con todo el apoyo de Washington y de países de occidente que desean destruir a Rusia.
También sobre Oriente Medio evitaron nombrar el genocidio que comete desde hace casi dos años el régimen sionista de Israel contra los indefensos pobladores palestinos que ha causado más de 60 000 muertos y cientos de miles de heridos y hoy están bajos las acciones de morir por hambre e inanición. Muy significativo fue el embajador israelí en Japón estuvo presente en la celebración.
Como en 2024, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres evitó mencionar a Estados Unidos al hablar del horror causado por el bombardeo atómico contra la ciudad de Nagasaki, ocurrido tres días después del de Hiroshima.
Una misiva de Guterres, leída en la ceremonia por la vicesecretaria general de la ONU y alta representante para asuntos de desarme, Idizumi Nakamitzu, dejó a Washington sin la responsabilidad de usar el arma atómica contra civiles.
Aunque el secretario general de la ONU advirtió que «las mismas armas que causaron tanta devastación en Hiroshima y Nagasaki son nuevamente tratadas como herramientas de coerción».
Esa última declaración fue como una indirecta a Trump que este mes dijo que había ordenado el desplazamiento de dos submarinos nucleares luego de una disputa por Internet con el expresidente ruso Dmitri Medvedev.
Los hechos ocurridos en los últimos tiempos auguran que se quieren cambiar, por la fuerza y la prepotencia imperial, los sucesos históricos. Solo tres ejemplos: Estados Unidos derrotó a la Alemania nazi y no la Unión Soviética; el Golfo de México debe llamarse Golfo de América; las bombas contra Hiroshima y Nagasaki no fueron Made in USA.
¿Habrá que enseñarle al señor Trump los verdaderos hechos históricos y él podrá comprenderlos? Será difícil pero hay que insistir.
Hedelberto López Blanch, periodista, escritor e investigador cubano, especialista en política internacional.
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