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Occidente colectivo, entre el declive y el genocidio

Fuentes: Tektónikos

La cuestión palestina concentra todos los ingredientes de las disputas globales actuales.

La lógica sistemática de la Guerra Global Híbrida Situada (GGHS) en curso, para algunos Tercera Guerra Mundial, está relacionada con aspectos cruciales como el control de los recursos energéticos y alimenticios y, por supuesto, la intervención en los lugares de impacto geoestratégico global. Dos años de genocidio israelí-estadounidense en Gaza son el epítome del declive hegemónico occidental y ascenso chino y de algunas otrora periferias. Guerras y revoluciones como la del Sahel y el panafricanismo como explica Andrés Ruggeri son una constante en este momento de transición hegemónica y redespliegue militarista mundial.

Un genocidio sostenido, financiado y narrado según los ojos de los poderes fácticos del Occidente colectivo en declive denotan su conciencia sobre los cambios en las placas tectónicas mundiales. Eso puede ser analizado también por la estrategia estadounidense para el siglo XXI como el nuevo siglo estadounidense, el cual viene trastabillando ante una serie de turbulencias.

Palestina es la causa del Sur Global y parte del Corazón del Mundo, si es que se nos permite discutir con planteos de hace más de un siglo de Halford Mackinder y correr un poco el eje de su Heartland en el bajo vientre ruso, la actual Asia Central exsoviética, hacia el centro de Afroeurasia, o esa región controlada en ocasiones por árabes, que es ahora desde Marruecos a Pakistán, y desde Turquía a Yemen. Allí están chocando de frente el tren belicista del sistema imperial estadounidense y sus aliados contra buena parte del mundo que está en desacuerdo con ese accionar, como demuestra la intervención a la “Global Sumud Flotilla” humanitaria, contra la cual Israel no ha tenido límites de ningún estilo. Algo que se traduce en que lo que hace el ejército israelí en el genocidio e infanticidio de palestinos puede extenderse a otros que no se sometan a ese poder bélico en buenos términos.

Esto puede analizarse desde la geopolítica, al ver los gráficos de los recursos del petróleo y el gas incluidos más abajo en este artículo, y los mayores productores petrolíferos. Allí saltan a la vista quiénes son países que pueden mantener su soberanía y controlarlos, mediante diferentes mecanismos, como Rusia, Arabia Saudita y Emiratos Unidos, mientras que otros han sufrido invasiones, como Libia, Siria, Iraq y Kuwait. Por último, aparecen los dos mayores objetivos actuales del trumpismo estadounidense (aunque no nuevos) como Irán, el gran enemigo apuntado por el eje anglosajón e israelí a través del genocidio, y Venezuela.

Lo mismo aplica a quienes son los máximos productores de petróleo, los cuales no coinciden con las mayores reservas de manera congruente, y a las reservas de gas, entre las que contamos a las de Rusia, Irán y Qatar como se advierte en el gráfico. Ese control de los recursos es de interés vital para Estados Unidos frente a su declive relativo. Ese “Heartland” llamado “Medio Oriente” sirve como palanca para dominar el mundo a través de esos yacimientos energéticos y los concomitantes oleoductos o transportes marítimos, para frenar aliados como Alemania y los Nord Stream destruidos por la potencia norteamericana, o amenazar con frenar el flujo hacia el rival sistémico que es China hoy.

Genocidio

Más allá de la falsa retórica pacifista de la Administración Trump, su gobierno y el Pentágono no se retiran de las zonas bélicas actuales, sino que, al contrario, con diferentes métodos, con inversión y envío de armas avanzan y recalientan los conflictos de Europa del Este y el centro de Afroeurasia. No se trata solo de las decenas de miles de muertos en la Franja de Gaza estos dos años. En la publicación Arena de Australia, los especialistas Richard Hil y Gideon Polya destacan lo siguiente: “Al incluir en los datos de mortalidad las muertes derivadas de la privación impuesta (muertes indirectas), las cifras totales serán superiores a las de las muertes violentas (muertes directas). Según el artículo, la eminente epidemióloga, profesora Devi Sridhar (presidenta de Salud Global de la Universidad de Edimburgo), informó en un artículo en The Guardian una estimación conservadora de cuatro muertes indirectas por cada muerte directa. Suponiendo que las muertes por privación fueran cuatro veces superiores a las muertes violentas, las 136.000 muertes violentas tras 15,5 meses de matanza (25 de abril de 2025) implicarían 544.000 muertes en Gaza por privación impuesta, y que el número total de muertes en Gaza sería, en consecuencia, de 136.000 muertes violentas más 544.000 por privación impuesta, lo que arrojaría un asombroso total de 680.000 muertes para el 25 de abril de 2025. La mayoría de estas víctimas, como se indica en recuentos anteriores del Ministerio de Salud, son mujeres y niños. Impactante por su enormidad, la cifra de 680.000 se deriva de cálculos basados en otros conflictos alrededor del mundo”.

Es decir, el genocidio israelí-estadounidense, solo en Palestina, según todos los datos recogidos, habría provocado 680.000 muertes palestinas, 380.000 de ellos niños. La premisa renovada detrás de esta masacre es la de dominar los recursos energéticos de manera similar a como se propuso en el Proyect of New American Century.

Guerra Global Híbrida Situada (GGHS)

El imperialismo estadounidense busca la subordinación de Europa como también de Japón (ocupados desde 1945 con bases estadounidenses y armas nucleares del hegemón). El eje de sus objetivos es contrarrestar la expansión de China y evitar la restitución de Rusia, debido a cómo ello repercute en los demás actores. Esos cimientos entrañan las guerras contemporáneas. Ese rediseño geopolítico es producto de la competencia y disputas por la hegemonía, y de las resistencias desde abajo. A eso lo acompaña la búsqueda de recursos estratégicos (como la seguridad energética), y el intento de dominar poblaciones y Estados bajo sus dictados e intereses hegemónicos.
https://www.visualcapitalist.com/countries-with-the-largest-proven-oil-reserves

Tampoco es casual los lugares elegidos para ir tejiendo una telaraña de países objetivos de guerra, llamados “ejes del mal”. Basta con mirar dos reservas comprobadas, las del gas y del petróleo, para ver cómo esos países están atravesados por la lógica gramsciana de la aplicación hegemónica de la fuerza y el consentimiento. Dicho de otro modo, George Bush (hijo) manifestó: “O están con nosotros o están contra nosotros”, o son aliados, o aténganse a las consecuencias.
https://www.visualcapitalist.com/ranked-the-worlds-top-countries-by-natural-gas-reserves/

Tras el final de la Guerra Fría, el eje anglosajón invadió sin el consentimiento del Consejo de Seguridad de la ONU: el territorio de Somalia, en 1993 y 2002; Afganistán, en 2001; Pakistán 2001; Irak, en 1991 y 2003, Libia, en 2011; Siria, en 2015; y Yemen.

El capitalismo fósil continúa siendo el sostén de este genocidio porque Palestina está en el centro de Afroeurasia. Allí Estados Unidos y sus aliados han destruido, bombardeado, asesinado civiles, niños y de esa forma fragmentaron sociedades de países enteros como Siria, Líbano, Yemen, Afganistán, Libia, Irak, Sudán. También está como objetivo Irán, y en otra latitud, pero en la misma sintonía, Venezuela. Y entonces, Palestina se inscribe en esa lógica donde Estados Unidos es quien domina el accionar de Israel en esa región.

Entonces surge la pregunta de por qué se desata esa política de intento de colonizar Palestina, desarraigar a la población, imponer presiones jurídicas, respaldar la violencia cotidiana de los colonos, impulsar la destrucción de casas y de cultivos, permitir los encarcelamientos selectivos, y un conjunto de acciones infringiendo los derechos humanos palestinos más elementales. Y cómo esto impacta en la disputa regional. Es evidente el rol del Estado de Israel para el objetivo de Estados Unidos de imponer un caos controlado de rediseño territorial de toda esa región.

Es necesario postular esta idea considerando tres escalas de tiempo de análisis: de larga, mediana y corta duración. Eso implica evaluar el accionar estadounidense desde el fin de la Guerra Fría, hace ya unos treinta y cinco años. En la duración media en la que se inscribe la situación actual, sin duda Estados Unidos enfrentará dificultades crecientes en las próximas décadas para mantener su control político y económico global.

En ese ejercicio, Washington mantuvo un objetivo de desplegar y controlar su hegemonía sobre otros usando la herramienta del imperialismo y la fuerza militar, entre otras claves mencionadas. Extendió en un arco geográfico su influencia e intervención desde los Balcanes a Afganistán y por el norte de África hasta Marruecos. A veces con el uso de la OTAN y otras sin él, el movimiento de ocupación siguió una estrategia nítida. Se inició en el Báltico, atravesó Europa Central, Ucrania y Bielorrusia, pasó por los Balcanes, desembocando, finalmente, en Asia Central y en Pakistán con las guerras de Afganistán e Irak.

En este siglo, el Pentágono apunta contra cinco entidades, combinadas o no, según su lenguaje militar como 4 + 1: China, Rusia, Irán, Corea del Norte y una entidad transterritorializada: las organizaciones extremistas violentas (VEO por su sigla en inglés). En la práctica, ya usaron el “derecho al ataque preventivo” contra países periféricos y bajo los auspicios de la Guerra Fría. La novedad está en el anuncio de que el objetivo final de Estados Unidos a partir de entonces es impedir, por tiempo indefinido, el surgimiento en cualquier punto del mundo de otra nación u alianza de naciones que rivalice con su poder.

El entramado del accionar de Israel frente a la resistencia de los palestinos tiene un contexto geopolítico que se modifica aceleradamente desde el enfrentamiento entre Rusia, Ucrania y la OTAN, iniciado en 2014, y profundizado en 2022. Asimismo, es necesario señalar las características de lo que consideramos una Guerra Global Híbrida Situada, porque es una confrontación simétrica y asimétrica, también geoeconómica, cognitiva, de información, en la que una de las armas por excelencia es la censura y la prohibición de medios de comunicación alternativos, o más bien procedentes de países que no se ajustan al discurso occidental.

La guerra híbrida puede ser una táctica de causar una guerra o tensionar de forma indirecta a través de la desestabilización en o desde lugares vecinos. Estos son los casos donde se generan o se instan a despertar “revoluciones de colores” como en Ucrania o en países otrora soviéticos, como Georgia o Kirguistán, o incluso en Yugoslavia (2000) con el derrocamiento de Slobodan Milošević. Este tipo de guerra indirecta tiene una larga historia, pero es usada con una precisión específica en las últimas dos décadas y los objetivos son los países considerados enemigos del eje anglosajón.

Los conflictos geopolíticos a nivel mundial están en un momento de auge por el nivel de enfrentamiento, la competencia por zonas de influencia y por la crisis sistémica capitalista. También desde una concepción china se habla de una guerra irrestricta como el nuevo modo de enfrentamiento, término postulado por los oficiales del Ejército Popular de Liberación Qiao Liang y Wang Xiangsui. Lo que Javier Vadell en Tektónikos ha descripto como “… múltiples guerras disparadas desde los centros de poder de la potencia declinante.”

El genocidio visto desde abajo

La respuesta popular mundial generalizada de una punta a la otra del mundo es que existe una nitidez incontrastable para observar levantamientos y manifestaciones globales contra el genocidio israelí-estadounidense de palestinos. Ejército israelí de ocupación que también ha asesinado libaneses, iraquíes, yemeníes, iraníes y sirios. En esos casos no se trata de genocidio, aunque si de ataques a civiles y a ciudades de esa lista de países donde según el canciller alemán Friedrich Merz Israel “estaba haciendo el trabajo sucio por nosotros”, en referencia a Europa y el Occidente colectivo.

La bandera palestina como símbolo de resistencia, de lucha y de los oprimidos contra los grandes poderes mundiales se enarbola en situaciones que se entrelazan con los trabajadores de diferentes partes del mundo. Por lo cual, puede leerse que el intento por borrar a Palestina de los mapas y los diccionarios, por el contrario, lo ha catapultado a mayores niveles de representación de que se puede luchar contra los más grandes opresores: actualmente, las elites financieras y políticas, ellas amalgamadas, de Israel y Estados Unidos junto a la OTAN.

Las medidas occidentales recientes de reconocimiento del Estado Palestina, por Reino Unido, Francia, Canadá y Portugal, en general pueden leerse como ambivalentes. Por un lado, son el sostén y los patrocinadores del genocidio al participar directamente de la OTAN y como aliados más relevantes de Estados Unidos. Pero, por otro lado, este reconocimiento al estado palestino, aún con sus grandes limitaciones y exigencias, considerando que es muy tardío puede indicar el inicio de cambios políticos respecto de Israel y por ende de Estados Unidos.

Esto quiere decir que debe prestarse atención a cómo impacten las diferentes protestas populares en las tomas de decisiones de los gobiernos. Un movimiento crucial es el que inició Italia a contramano de su gobierno de ultraderecha con Meloni cuando sindicalistas y obreros propusieron el siguiente lema en una masiva huelga general de protesta contra el genocidio: “Bloqueemos todo. Detengamos el genocidio”. Por ejemplo, las diferentes huelgas que vienen sucediendo en los puertos de Italia luego derivaron una huelga general por Palestina y los derechos de los gazatíes, que están sufriendo un genocidio como explicamos en nuestro libro La geopolítica del genocidio en Gaza (2025).

Esto puede derivar en embargos de armas y de envío o compra de productos a Israel, o, por ejemplo, en quitarles los beneficios a Israel que los tiene casi como un socio extra de la Unión Europea, así como también de la OTAN. También puede hacer que se suspenda a la selección israelí de fútbol y su participación (también de sus equipos) en los campeonatos de la UEFA. Algo que va en consonancia con lo que fue el BDS boicot, desinversiones y sanciones hacia la Sudáfrica del apartheid. Hoy podría tener implicancias con respecto al régimen israelí. Puesto que el BDS a Israel surgió desde la sociedad civil palestina en 2005 y cada vez se extiende más a todo el mundo.

El Sur Global, como se entiende a las potencias emergentes o que están resurgiendo, está en apoyo de Palestina, aunque esto no haya frenado el genocidio. Sus instituciones plantean una nueva arquitectura global, que ya está teniendo, y proponen un nuevo rol en las relaciones entre los países a nivel mundial. Existe, por lo tanto, un nuevo apoyo y una nueva mirada de otros países como pueden ser China y Rusia, pero también Brasil, la India, Turquía, Irán Indonesia o Arabia Saudita, que se oponen al genocidio porque saben que es una demostración de poder de un poder hegemónico que está en declive y tratan de buscar por diferentes organismos internacionales la forma de frenarlo.

Cerramos con una viñeta de Robert Minor en el Daily Worker, periódico del Partido Comunista de Estados Unidos, año 1925. Muestra a China, India y África rodeando el colonialismo esclavista de las potencias imperialistas (Estados Unidos, Reino Unido y Francia). Al fondo, un soldado soviético con la estrella roja apoyando la causa de la descolonización. Grafica parte de la situación mundial actual, donde el Sur Global es cada vez más consciente de cómo el capitalismo, el imperialismo y el colonialismo han perjudicado sus vidas en el pasado y en su presente. Por eso, este genocidio al pueblo palestino cada vez genera más rechazo y formas de resistencia. Todas las formas de resistencia palestina contagian al resto del mundo y muestran que, si ellos subsisten frente a los mayores poderes oprobiosos globales con escasos recursos, se convierten en ejemplo y punta de lanza contra el capitalismo fósil en el corazón mismo del sistema mundial.

Fuente: https://tektonikos.website/occidente-colectivo-entre-el-declive-y-el-genocidio/

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