Con este trabajo terminamos la serie de artículos (2) que se inició en abril en el marco del día internacional de la lucha campesina por la tierra (17 abril), y el día de la Tierra -que son todos los días- (22 abril). El tema V de esta serie sobre «agricultura y naturaleza», se abarcó en […]
Con este trabajo terminamos la serie de artículos (2) que se inició en abril en el marco del día internacional de la lucha campesina por la tierra (17 abril), y el día de la Tierra -que son todos los días- (22 abril). El tema V de esta serie sobre «agricultura y naturaleza», se abarcó en el ensayo publicado en esta misma revista, sección libros libres, bajo el título: «Desarrollo humano y naturaleza. Caso Venezuela» (http://www.rebelion.org/docs/84288.pdf).
A esta altura del ensayo es necesario precisar que la agricultura es mucho más que la mera racionalidad instrumental (gente-prácticas para la producción), ya que abarca relacionamientos gente-gente (económicos, socio políticos, culturales, espirituales); gente-naturaleza, gente-cosmos. Por ejemplo, la agricultura fue clave en la acumulación originaria del capital que terminaría estableciendo un determinado modelo de sociedad. Fue una de las primeras armas de sometimiento-dominación del invasor: encomiendas, repartimiento, ‘pueblos de indios’ que formó parte de una producción que arrojó riquezas para los propietarios de la fuerza de trabajo y de la tierra. De allí surgen los grandes tenedores de tierra que se convierten en el centro de la sociedad invasora que se nombra por lo general como ‘colonizadora’. El período independentista no rompe el poder de los terratenientes, al contrario lo ratifica y fortalece. La ‘república independiente’ mantiene la agricultura como base de la explotación, y el trabajo calificado como esclavo de y para la tierra llega, como mínimo, a la sexta década del siglo XIX. La posesión y dominio territorial llena aún las últimas décadas del siglo XIX y parte del XX. Y a lo largo del ciclo, esa posesión territorial y la producción agrícola sirvieron para mantener el sistema de dominación vigente.
Entre algunos ejemplos de política agrícola para el sometimiento y dominación, se pueden mencionar: 1) La política del hambre, miseria y desesperación, móvil para el derrocamiento de monarquía francesa y triunfo de la revolución en 1789. 2) En Venezuela desde los conflictos del siglo XIX, donde los alimentos y ganado fueron utilizados como armas de guerra, hasta la actualidad. Recientemente, el sabotaje petrolero diciembre 2002 y primer trimestre 2003, donde se sometió a la población a un fuerte desabastecimiento de alimentos bajo el control de los monopolios. 3) Durante el embargo petrolero de los años 70, Bill Clinton expresó en el Senado USA, 1972: «La agricultura es una potente arma contra los países petrolero». Mientras que el ‘premio Nobel de la paz’ Henry Kissinger en 1973, sentenció: «Controla el petróleo y controlarás las naciones; controla los alimentos y controlarás a los pueblos». 4) El primer trimestre del año 2009 se inicia con las revueltas sociales por ‘hambre’ en las islas de Guadalupe y Martinica, las cuales se añaden a las del 2008 en aproximadamente 70 países (México, Haití, Birmania, Marruecos, Filipinas, Indonesia, Bangladesh, Malasia, y casi toda África Occidental).
Este papel de trabajo, cuya pretensión fue detectar elementos para socavar la estructura de dependencia y dominación, tuvo el énfasis en esas relaciones político socio económicas del agro. Ante esa perspectiva, consideramos que en el contexto de desastre climático, expoliación de la naturaleza, hambre, desnutrición, obesidad, entre otros, la forma de vida campesina caracterizada en este estudio se inscribe en una ecología emancipadora (exenta de la ecología de mercado), equivalente a una socio economía de resistencia al modelo hegemónico (3). Por tanto, asumimos la defensa de ese quehacer agrícola pero a partir de la existente, con su gente y su praxis que enfrente los embates del capital. Difícil exigencia cuando el modo de vida dominante, te impone precisamente lo contario. Allí está el desafío. En ese sentido alertamos: 1) La pretendida inserción de la agricultura campesina en la ‘economía nacional e internacional’, no es más que la necesidad de la clase explotadora que usufructúa la riqueza y requiere de los explotados, excluidos y dominados (4) para mantener sus privilegios y espacios. Es un mandato desde la estructura de poder, ya que el modelo hegemónico se sustenta sobre éstos: deben ser aniquiladas por y para el progreso (5); 2) El alimento continuará siendo arma política para el dominio y sometimiento de los pueblos, mientras sea considerado una mercancía donde prevalezca el valor de cambio sobre el valor de uso, y mientras la cadena agrícola se mantenga petróleo dependiente; 3) Urge una cultura de la alimentación labrada con nuestras propias fuerzas e iniciativas, donde desde los insumos y servicios hasta el consumo, incluyendo la gastronomía, sea sobre la base de los alimentos tropicales, autóctonos, y desarrollemos su transformación conservación y almacenamiento.
De tal manera que, «necesitamos urgentemente discutir las estrategias de resistencia. Necesitamos centrarnos en blancos reales, librar batallas reales e infligir daño real», como nos invitara Arundhati Roy en su discurso inaugural del Foro Social Mundial, Mumbai, Bombay, Enero 16-21, 2004. La alternativa es insurgir con una propuesta por y para la vida, que promueva la movilización colectiva, garante no sólo de una distribución equitativa de los ‘bienes comunes’, sino de crear y recrear el control social de los medios de producción, y potenciar las formas existentes de vida basadas en la propiedad individual de la parcela pero con trabajo y usos colectivos de los bienes comunes, tal cual exhibe la cultura campesina, y que no representan ninguna acumulación primaria de capital ni explota a nadie.
Ello, en contraposición de plegamos a los lineamientos mercantilistas y de rentabilidad del hombre económico, fortaleciendo al capital frente a sus explotados. Debemos ser cuidadosos de no insertar la agricultura campesina de manera competitiva en lo mercados, sometiendo su funcionamiento a la ley del valor de las fuerzas productivas, tal cual presenta Samir (2008) en su artículo sobre las ‘agriculturas familiares capitalistas’. Ello, equivaldría a destruir el penúltimo bastión de la resistencia en el agro frente al capital, quedándonos sólo con el mundo aborigen. Nos quedaríamos sin «la reserva del futuro» -en palabras de Hernández Navarro (2008) (6).
Delia Polanco-Loaiza. Facultad de Agronomía de la Universidad Central de Venezuela (Fagro- UCV). Correo: [email protected]
AGRADECIMIENTOS
A las comunidades campesinas -motivación y fuente de estos textos- por mostrarme que existe otro mundo donde nos tropezamos el amor, respeto y solidaridad por todas partes. A Edgardo Lander y Agustín Blanco Muñoz de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales (FACES) de la Universidad Central de Venezuela, por enriquecer el escrito a través de sus seminarios en el postgrado de Ciencias Sociales.
NOTAS
(1) El título pertenece a una frase de la canción ‘Campesino que amaneces’ de Albita Rodríguez en producción titulada: ‘Habrá música guajira’ (CD-Rom). Cuba. Por otro lado, nos interesa dejar claro que por revolución asumimos, la acepción de insurgir y transformar el orden hegemónico.
(2) La primera entrega, titulada ‘Campesinos, cambio climático y FAO’, la puede ubicar en: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=84013; la segunda, «Agricultura familiar un buen negocio» en: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=84143, y la tercera en http://www.rebelion.org/noticia.php?id=84477
(3) Una defensa del campesinado como cultura, se encuentra en la ineludible lectura de Teodor Shanin. (1983). La clase incómoda. Editorial Alianza. Madrid, España.
(4) Según el BM (2008: 2) casi media humanidad son campesinos (3000 millones).
(5) Hay un sentido en el que el progreso económico acelerado es imposible sin ajustes dolorosos. Las filosofías ancestrales deben ser erradicadas; las viejas instituciones sociales tienen que desintegrarse; los lazos de casta, credo y raza deben romperse; y grandes masas de personas incapaces de seguir el ritmo del progreso deberán ver frustradas sus expectativas de una vida cómoda. Muy pocas comunidades están dispuestas a pagar el precio económico (ONU-Departament of Social and Economic Affairs, 1951). Según Joaquín Miras filósofo marxista, «en el desarrollismo la política es un instrumento al servicio del desarrollo de las fuerzas productivas, que es la finalidad, y, en el futuro, garantizan el «radiante porvenir» (…) [este modelo desarrollista] se convertía en legitimador de la acción destructiva de las culturas y mundos campesinos desarrollada por el capital en las sociedades capitalistas o por los mismos revolucionarios en el poder en las nuevas sociedades nacientes. El modelo industrialista desarrollista, que entiende la civilización y el progreso solo en función de eso, es en realidad el modelo positivista trasuntado al lenguaje de izquierdas (Galiza Libre, 2009).
(6) Sobre todo en Venezuela que importa entre el 70-80% de sus alimentos, con una población del agro, según el INE (2009) de 3.339.999 personas (12%) para el 2008, sobre una población total de 27.934.783 millones habitantes, en el contexto de un planeta que según la WWF et al., (2008: 2), ha excedido en un 30% su biocapacidad. ¿Habrá proponentes para una alternativa agrícola contra hegemónica? Reformulemos la pregunta, y situémonos en el país conquistado por el petróleo, ¿habrá condiciones objetivas y subjetivas donde emerja dicha propuesta?
Referencias bibliográficas
BM. (2008). Agricultura para el desarrollo. Informe sobre el desarrollo mundial 2008. Coedición del Banco Mundial, Mundi-Prensa y Mayol Ediciones, S.A. Washington, D.C. 322 pp.
Hernández Navarro L (2008). Vía Campesina: reserva de futuro, [en línea]. Revista digital ‘La Jornada’. 28 de octubre 2008. Disponible en: http://www..jornada.unam.mx/2008/10/28/index.php?section=opinion&article=021a1pol
Galiza Libre (2009). Las formas de vida como praxis política. A propósito del campesinado y del industrialismo desarrollista, [en línea]. Entrevista a Joaquín Miras. Revista digital española ‘Rebelión’. 25-04-09. Sección Opinión. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=84343
Samir A. (2008). Transiciones y alternativas al debate. América Latina en Movimiento. Agencia Latinoamericana de Información (ALAI). Año XXXII, Época II. Nº 436. Septiembre 2008. Págs. 12-16