Los grupos autogestionados de consumo (GAK) llevamos una década fomentando una relación directa entre productores y consumidores del campo y la ciudad. Promovemos unas relaciones de cooperación desde los márgenes del mercado. La mayor dificultad está en la transformación de una relación económica en una relación social de cooperación y apoyo mutuo frente a la […]
Los grupos autogestionados de consumo (GAK) llevamos una década fomentando una relación directa entre productores y consumidores del campo y la ciudad. Promovemos unas relaciones de cooperación desde los márgenes del mercado. La mayor dificultad está en la transformación de una relación económica en una relación social de cooperación y apoyo mutuo frente a la inseguridad alimentaria del mercado capitalista global en manos de las multinacionales. La agroecología es una forma de producir alimentos contando con la naturaleza y no contra ella. Se apoya en un conocimiento secular anclado en la sabiduría y racionalidad campesina que la modernización capitalista ha desterrado del ámbito de la producción porque no es competitivo en términos de mercado. Agroecología es agricultura inserta en el territorio, mediante tecnologías apropiadas (variedades autóctonas y prácticas de protección del ecosistema en su conjunto), contando con los conocimientos tradicionales y partiendo de un principio de austeridad en el uso de insumos[1] , especialmente energéticos.
Hoy debe ocuparse además, de otras dimensiones vinculadas a la vida rural como: combatir el despoblamiento del campo; recuperar huertos y actividades agroganaderas tradicionales en proceso de abandono en aquellas zonas marginadas de circuitos comerciales. Sobre todo, entender la producción agroecológica campesina como una dimensión inserta en la vida social rural que comprende además, salud, educación, cultura, reparto de trabajo de cuidados de niños y niñas, mayores y personas dependientes, etc.
La Agroecología campesina necesita de un Consumo responsable que persiga la forma de superar una sociedad de mercado y un individuo construido para producir y consumir como única forma de pertenencia social. Para que sea posible una agroecología campesina hoy es necesario que los consumidores de las ciudades nos planteemos los problemas de quiénes están al otro lado del producto, los hombres y las mujeres campesinas. Dialogar con las personas y no con el producto a través de su precio. Preocuparse de cómo y quien lo ha producido y cómo ha llegado hasta nosotros. Establecer redes de consumo organizado pensando en comer alimentos sanos, pero también en la realidad de las personas que viven y trabajan en el campo.
El consumo responsable es la contraparte necesaria que, construyendo redes de consumidores en las ciudades en legítima defensa de su seguridad alimentaria, se comprometen directamente con l@s productor@s agroecológic@s. Este compromiso implica un diálogo sobre las necesidades de ambas partes. Buscar la reciprocidad y la equivalencia, promoviendo el apoyo mutuo para producir y consumir alimentos sanos. Establecer un precio justo mediante el diálogo que remunere de forma suficiente la actividad de los productores rurales, en lugar de ser resultado de las oscilaciones de los precios de los productos en el mercado, inasequibles a comienzos de temporada e insuficientes para los pequeños productores cuando la oferta es abundante. El consumo responsable se interroga sobre lo necesario y lo superfluo, promueve el consumo de alimentos de temporada, la proximidad, la reutilización de envases y las condiciones de vida y trabajo de quienes los producen . Es decir, mira más allá de la calidad y del precio de los alimentos.
Los grupos autogestionados de consumo (GAK) llevamos una década fomentando una relación directa entre productores y consumidores del campo y la ciudad. Promovemos unas relaciones de cooperación desde los márgenes del mercado. La mayor dificultad está en la transformación de una relación económica en una relación social de cooperación y apoyo mutuo frente a la inseguridad alimentaria del mercado capitalista global en manos de las multinacionales. Muchos colectivos estamos en la agroecología y el consumo responsable sin apostar por una estructura empresarial ni por la interlocución institucional, lo que en absoluto quiere decir que estemos en contra de ambas actividades. Desarrollamos nuestro trabajo desde los movimientos sociales, con autonomía de instituciones, partidos, sindicatos y grandes ONGs, buscando nuestra fuerza en el vínculo entre los productores agroecológicos y las redes de consumidores, en base a la cooperación, el apoyo mutuo y la conciencia antiglobalización. Defendemos el diálogo entre productor@s y consumidor@s como método para la formación de los precios, la resolución de los problemas y el respeto recíproco a las identidades y necesidades de ambos. Promovemos un modelo de construcción social desde abajo, basado en la alianza entre el campo y la ciudad. Impulsamos, en la práctica, la alimentación saludable y suficiente como una necesidad social y no como un nuevo nicho de mercado para ecoyuppies, empresari@s agrícol@s o una ocupación de ratos libres para consumidor@s «crític@s». Desde esta alianza social, intentamos transformar los hábitos de consumo de la población, en particular de los niños y niñas y les enseñamos a disfrutar haciéndolo. Organizamos actividades de comunicación a favor de un consumo responsable que integre dimensiones políticas, sociales y éticas, no sólo ecológicas y económicas.[2] Si conseguimos ampliar el número de personas comprometidas en un consumo agroecológico de apoyo mutuo campo-ciudad, podremos apoyar más y mejor a proyectos agroecológicos de defensa del medio rural. Más allá de nuestras intenciones, el modelo de agricultura ecológica que se impondrá va a depender del crecimiento de la cantidad y calidad de las redes consumidor@s ecológic@s antiglobalización.
Desde el compromiso con la construcción de un movimiento popular que integre las luchas contra todos los daños que la globalización produce, es necesario impulsar un movimiento de consumidor@s agroecológic@s. Esta apuesta es más necesaria que nunca en una coyuntura como la actual, en la que el PSOE en el Gobierno ha abierto la interlocución con el sector de producción y alimentación ecológica para legitimar un Plan Estratégico de agricultura ecológica «alterglobalizada» para los consumidores ecoyuppies, que coexiste pacíficamente con el modelo de alimentación globalizada en manos del mercado. Este modelo es responsable del hambre y la comida basura para la mayoría de la humanidad consecuencia de la industrialización y mercantilización de la comida, la agricultura química, los transgénicos, la competitividad, el abaratamiento de costes, la concentración y verticalización del sector agrario, el comercio mundial de alimentos y la explotación de l@s trabajador@s, en particular inmigrantes.
P.Galindo, Grupo Autogestionado de Consumo (GAK) del CAES
NOTAS
[1] Insumos: son todos los medios necesarios para la producción (energía, maquinaria, herramientas, semillas, fertilizantes, fitosanitarios, etc.) que no están en la propia explotación y por tanto, deben comprarse en el mercado. [2] Para más información sobre teoría y práctica en agroecología y consumo responsable antiglobalización ver: www.nodo50.org/caes