«Hoy fue un día de tristeza», reaccionó la dirigente María José Rosado Nunes, de la organización brasileña Católicas por el Derecho a Decidir, ante la elección de Joseph Ratzinger como nuevo Papa el 19 de abril
En América Latina cundió la decepción del clero y laicos progresistas y de los sacerdotes casados.
Ratzinger fue el «inspirador de los documentos más duros contra la mujer ya producidos por la Iglesia Católica», además del «alma del papado de Juan Pablo II» (1920-2005). «La lógica indica que no se debe esperar cambios en relación a las mujeres» durante el nuevo pontificado, reconoció la socióloga.
«No fue sorpresa» la elección del cardenal alemán de 78 años, porque Juan Pablo II logró construir un «Colegio Cardenalicio a su imagen y semejanza», asegurando así que su sucesor mantendría su orientación «conservadora en la moral sexual, derechos reproductivos y, de cierta forma, en temas sociales», dijo la activista a IPS.
Rosado Nunes prevé una «profundización del foso entre la jerarquía y el pueblo de Dios», aunque hay esperanza en el fortalecimiento de movimientos como Somos Iglesia a favor de una reanudación del proceso iniciado con el Concilio Vaticano II (1962-1965).
«Será creciente la tensión entre la cumbre estabilizada de la Iglesia y el movimiento de las bases», coincidió Luiz Alberto Gomez de Souza, director del Centro de Estadística Religiosa e Investigaciones Sociales.
Se hace cada día más fuerte la presión para que la Iglesia enfrente «temas congelados», como violencia, sexualidad, derechos reproductivos, ordenación de mujeres y las ciencias de la vida, mientras los cardenales son «incapaces de promover cambios», y eligen «la continuidad y el centralismo» eclesiástico, argumentó.
«Importante es lo que ocurre en las comunidades católicas», dijo Gomez a IPS, y no descartó expectativas de cambios en el futuro, aunque «no por ahora», pues «la Iglesia es sorprendente».
Para el Movimiento de Sacerdotes Casados, la elección de Ratzinger es «un desastre a corto plazo», que posterga cualquier posibilidad de una discusión sobre el celibato.
Pero el nombre adoptado por Ratzinger, Benedicto XVI, abre una brecha a expectativas de una «ruptura con el pontificado anterior», según Fracisco Salatiel, teólogo y sacerdote que dejó el ministerio en 1978 para contraer matrimonio.
El nombre es significativo y «una sorpresa», porque Benedicto XV «rompió con el pontificado anterior de Pío X», y fue un Papa en un momento de conflicto, en la primera guerra mundial (1914-1918), destacado en la lucha por la paz, recordó.
Si Benedicto XVI adopta una «perspectiva mundial» por la paz, «será positivo» y «quizás no sea tan rígido como fue» al frente de la Congregación para la Doctrina de la Fe, órgano vaticano sucesor de la Inquisición, del cual fue prefecto durante 25 años.
«No podemos prever cómo actuará siendo Papa», comentó Salatiel.
Sin embargo, el ahora Papa –al que conoció siendo «joven sacerdote, tímido y modesto»– se volvió importante en el Vaticano como defensor de «posiciones doctrinarias duras, allegado a los fundamentos», reconoció Salatiel.
Y le criticó el «dogmatismo y las certezas absolutas, ya que la fe es una búsqueda histórica permanente», como muestra la Biblia.
Entre las reacciones latinoamericanas se encuentran la decepción y las preocupaciones, pero también acogidas aprobatorias al voto mayoritario de los 115 cardenales por Ratzinger.
Una decisión de cardenales «inspirados por el Espíritu Santo» sólo puede ser buena, dijo el canciller brasileño Celso Amorim.
El brasileño Leonardo Boff, teólogo de la Liberación que sufrió varios castigos impuestos por Ratzinger en los años 80 y 90, dijo «respetar la decisión como cristiano», pese a las «dificultades (que tendrá) para amar a ese Papa». Ojalá «él piense más en la humanidad que en la Iglesia», y dialogue con otras religiones y con la ciencia, manifestó.
Los Papas «ponen, agregan o quitan algo, pero la Iglesia permanece», porque «es institucional, un sistema», dijo a IPS la indígena guatemalteca Rigoberta Menchú, premio Nobel de la Paz, añadiendo que espera tener con Benedicto XVI la misma «relación estrecha» que tuvo con su antecesor.
La elección del nuevo Papa es «lamentable» para el teólogo chileno Álvaro Ramis, del Centro Ecuménico Diego Medellín y organizador del Foro Social Chileno. Se trata del «cardenal de trayectoria más conservadora, más antiecuménica, más contraria a la apertura de la Iglesia al mundo», dijo a IPS.
«La Iglesia Católica está involucionando» a posiciones anteriores al Concilio Vaticano II, «de espaldas al mundo y encerrada en sí misma», subrayó Ramis, recordando que Ratzinger excomulgó a los divorciados y, en su carta Dominis Gesu, «condenó a las demás religiones, proclamando a la católica como la única».
Su elección representa «tiempos muy difíciles para la Iglesia de los pobres en América Latina», agregó el sacerdote argentino Eduardo de la Serna, miembro de un movimiento de religiosos progresistas.
No se puede esperar que «sea distinto de cuando condenó la Teología de la Liberación sin siquiera haberla leído bien», dijo a IPS en referencia a esa corriente de la Iglesia latinoamericana que tuvo fuera en los años 60 y 70.
«Ratzinger no conoce la realidad de los pobres», al contrario del polaco Juan Pablo II quien provenía de un país pobre, observó. Pero no descartó la posibilidad de sorpresas, ya que Ratzinger «fue un teólogo muy progresista antes» y puede «volver a sus fuentes», aunque su consagración «no abre el juego a una teología que considere la pobreza un pecado», observó De la Serna.
En Cuba, el temor es que el conservadurismo del nuevo Papa lleve al catolicismo a perder más fieles a favor de otras religiones y sectas, además de agravar la dependencia de la Iglesia Católica local con el Vaticano, opinó el periodista e historiador Enrique López Oliva, ex profesor de historia de las religiones en la Universidad de La Habana.
La Iglesia cubana ya es «una de las más dependientes de Roma», por enfrentarse al «todopoderoso Estado socialista que por tres décadas practicó el ateísmo como política oficial», recordó. «Muchos temen que esté abocada a un nuevo cisma», destacó.
Con aportes de otros corresponsales de IPS.