No cabe duda de que lo realmente relevante para el devenir de las estructuras sociales de este convulso mundo nuestro está aconteciendo en América Latina. De alguna manera allí se está construyendo -o cuando menos proponiendo, buscando, pensando…, que ya es bastante- una alternativa para cuando el (des)orden mundial consistente en la adoración inhumana al […]
No cabe duda de que lo realmente relevante para el devenir de las estructuras sociales de este convulso mundo nuestro está aconteciendo en América Latina. De alguna manera allí se está construyendo -o cuando menos proponiendo, buscando, pensando…, que ya es bastante- una alternativa para cuando el (des)orden mundial consistente en la adoración inhumana al Dios Capital -herejía suprema- caiga en pedazos.
El desesperado comportamiento de los poderosos del planeta en los diferentes «campos de batalla» nos confirman que el camino es el correcto: los apoyos constantes y abiertos de los Estados Unidos -y de Europa por cesión/sumisión de poderes- a los candidatos neoliberales en las no pocas presidenciales de este año; la demonización infructuosa de aquellos a los que ignorántemente llaman «populistas», como si el populismo, en su sentido estricto, no designara a esa corriente política que se maneja desde abajo y que siente especial aversión hacia las élites económicas; el cínico y manipulador tratamiento (des)informativo de las justas protestas sociales continentales por parte de las agencias y otros medios de comunicación del poder (lavacerebros de las sociedades ultracapitalistas), que nos hablan de insurrecciones en vez de revoluciones; su ameazante e intervencionista posicionamento contra la entrada de Venezuela en el Consejo de Seguridad de la ONU, cuando el 80% de los países americanos, que es a quien corresponde representar ese puesto, votaron a favor…
En el llamado Norte del planeta, el de las transnacionales expoliadoras, el de la incultura política y el de la industria de la guerra, hay miedo, mucho miedo, a ese claro despuntar de movimientos sociales, de facciones decididas de resistencia contra el libre comercio que les sustenta -porque esa es la mecha de la deflagración latinoamericana-, y sobre todo hay terror a esa toma de conciencia como pueblos, muchos originarios, que por fin se desparrama imparable por los valles y montañas que soñó Bolívar. Hicieron falta 500 años, pero ya están preparados. «Todo el poder para el pueblo», «Aquí el pueblo ordena y el gobierno obedece» o «Que se vayan todos» son ya frases tan corrientes en la región como aquella de «Yanquees go home», y por ende amenazan con destruír el otrora indiscutible «Beba Coca-cola», bebida que a muchos, también en el Norte, ya nos empieza a saber más que mal.
Susan George, dice que otro mundo es posible si Europa gana la guerra dentro de Occidente [1], si su modelo prevalece sobre el estadounidense. No vamos desde aquí a desdecir a quien sabe más que nosotros, pero lo que parece evidente es que Europa, con eso de la unión económica -que no social- fue vendida irresponsáblemente a las grandes corporaciones financieras, a los gurús de las finanzas, y dejó menguar sus poderes estatales hasta que se esfumaron por completo. Europa ya no influye, ya no tiene capacidad de exportar justicia social como antaño, y mucho menos un modelo, porque hasta eso privatizó. Los pueblos que buscan su independencia -sí, aun la independencia- ya no se quieren reflejar en su espejo. Aprendieron. El viejo continente es un continente viejo a punto de entrar en la senilidad. Y ya se sabe lo que viene después.
¿Qué referencia, porque las referencias son necesarias, les queda entonces a los que empeñan en construir ese otro mundo podible? Pues las autóctonas en sus diversas formas. Las que van desde el atrevimiento de Hugo Chávez, Evo Morales o incluso del sub Marcos, de organizaciones como la APPO, del Fórum Social Mundial y quizás del retornado Daniel Ortega; hasta la prudencia de los Lula -ya veremos en el segundo acto-, Néstor Kirchner, Tabaré Vázquez y también, sí, también, Michelle Bachelet. ¿Y si lo de Álvaro Uribe, Alán García o Felipe Calderón no fueron más que accidentes?, por cierto demasiadas veces producidos «contra todo pronóstico». Tendremos que esperar a ver que es más contagioso, el atrevimiento o la prudencia. Porque todo, absolutamente todo, se contagia.
[1] GEORGE, SUSAN. Otro mundo eres posible sí…, Intermon, Madrid, 2004 (231 páxs.) ISBN: 84-8452-277-6
* Manoel Santos <[email protected]> es biólogo y escritor. Director del portal alternativo en lengua gallega altermundo.org <http://altermundo.org>. Manoel Santos