El Canal 4 «Darío y Maxi» busca quebrar la lógica de los medios de comunicación hegemónicos y luchar por un espacio en el aire. Herramienta para un proyecto político de cambio social en Argentina. «Desconecte el cable y conecte su antena de aire». Esta es la propuesta del Canal 4 TV «Darío y Maxi», cuya […]
El Canal 4 «Darío y Maxi» busca quebrar la lógica de los medios de comunicación hegemónicos y luchar por un espacio en el aire. Herramienta para un proyecto político de cambio social en Argentina.
«Desconecte el cable y conecte su antena de aire». Esta es la propuesta del Canal 4 TV «Darío y Maxi», cuya transmisión oficial comenzó el pasado 30 de junio. Se trata de «un medio masivo de comunicación alternativo, comunitario y autogestionado», resultado de años de experiencias compartidas que hoy convergen en una «trinchera de comunicación», tal como lo definen sus propios integrantes. Es también un colectivo de trabajo compuesto tanto por miembros de organizaciones sociales como por personas fuera de ellas.
La experiencia comenzó hace tres años, durante los aniversarios del 26 de junio, fecha altamente significativa para los movimientos sociales argentinos porque recuerda los asesinatos de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán, militantes sociales caídos en 2002 por la represión policial en la «Masacre de Avellaneda», quienes asimismo dieron nombre a ese medio.
Ambos integraban el Movimiento de Trabajadores Desocupados (MTD) hoy Frente Popular Darío Santillán (FPDS). Actualmente las transmisiones, como parte de la lucha popular, se realizan a partir de las 16, desde un Avellaneda, una localidad al sur de la ciudad capital, en la provincia de Buenos Aires.
«La televisión de barricada, transmisiones de eventos particulares como fueron los del 26 de junio, nos permitía pensar en la imagen que mostramos, en la comunicación. Montábamos un canal, como una radio abierta pero en TV, en la que nosotros éramos la palabra», explicó Martín Sande, integrante del colectivo del canal de Avellaneda.
Es que para los movimientos sociales argentinos la producción de medios de comunicación alternativos no es una novedad: desde mediados de los ’80, militantes sociales trabajan en la realización de radios y canales comunitarios. No obstante, el desafío actual de organizaciones autodefinidas como «autónomas» -por no responder a ninguna estructura partidaria, sindical o gubernamental- es lograr, como proyecto de máxima, un canal de televisión de la misma envergadura que aquellos de alcance nacional.
Los medios de comunicación son vistos como una herramienta para la concreción del proyecto político de los llamados «movimientos piqueteros», que a finales de los ’90 y principio de 2000, formaron parte de la efervescencia popular causada por la crisis económica, política y social.
Cientos de desocupados, trabajadores flexibilizados y sectores de la clase media «defraudada» por un gobierno elegido con las esperanzas de cambio se lanzaron a la calle. El inicio del gobierno de Néstor Kirchner, en mayo de 2003, modificó la dinámica de los movimientos sociales.
Guido Galafassi, docente investigador del área de Sociología en la Universidad Nacional de Quilmes e investigador del Consejo Nacional de Investigaciones científicas y Técnicas (CONICET), manifestó al respecto: «De ese primer grito desesperado, de piqueteros comenzaron a considerarse trabajadores desocupados. Por lo tanto, se emparentaron con los trabajadores ocupados, por una politización creciente».
En este nuevo escenario «los más reformistas terminaron integrándose al oficialismo -el kirchnerismo- gracias a la anulación de la Ley de Convertibilidad, de la mano del entonces presidente Eduardo Duhalde, que cambió ciertas condiciones económicas, e hizo que la desocupación bajase. Entonces, la excusa de los desocupados dejó de tener cierto sentido», indicó Galafassi.
La opción de los denominados movimientos autónomos «está en una búsqueda de dejar de ser desocupados; dejar de ser una organización de desocupados para pasar a ser una organización política. Y creo que en este contexto es que tiene lugar la importancia que le vienen dando a la producción de medios alternativos, ya que al intentar transformarse en una organización de ese tipo, pasan a preocuparse por otros temas, más allá de la simple supervivencia del desocupado. Empiezan a pensar la política en términos más integrales. Ya el Frente Popular Darío Santillán (FPDS) es un salto. En ningún lado aparece el nombre desocupado. Cuando armaron este frente, más allá que la mayoría de ellos vienen de organizaciones de desocupados, en ningún lado aparece el término de desocupado», añadió.
En este mismo sentido, Ezequiel Arauz, integrante del Frente Popular Darío Santillán y del medio electrónico Prensa de Frente, coincidió en señalar la necesidad que tuvieron los movimientos de generar medio propio, «porque no estábamos pudiendo llegar más allá de los medios que titulaban `Caos de tránsito, otra vez los piqueteros´, y no era lo que nosotros queríamos que se refleje».
Para ello la consigna fue la participación del pueblo: el medio «no tenía que ser de la organización». Es así que comenzaron a tejerse relaciones con periodistas de medios y articulando producciones como «un boletín y dos envíos quincenales y editoriales sobre cómo ve el movimiento la situación general», aseguró Arauz.
Ricardo Leguizamón es integrante del colectivo de Canal 4 y militante social desde la década del ´70. Es uno de los pocos técnicos del grupo y ha participado en la instalación de casi 70 canales de televisión en todo el país. Su experiencia lo llevó a valorar la convergencia de los jóvenes que recién comienzan a andar ese camino y la de aquellos no tan jóvenes que pueden aportar años de militancia y a considerar la mejor mecánica de funcionamiento de un proyecto como Canal 4.
«La organización que nos damos es de tipo asamblearia, todos tienen voz y voto, todos los que participan pueden ser radiodifusores o dueños del medio, en la gestión del medio», dijo Leguizamón.
Asimismo, al referirse al futuro del canal aseguró que «si bien reconocemos que la comunicación comunitaria, local, territorial y barrial es el futuro de la comunicación, porque cada comunidad merece tener su radio y su canal, proyectamos una emisora netamente institucional, que no dependa de la publicidad, sino que dependa de los aportes de las organizaciones, de las personas».
El discurso fundamental es: «Venga, este canal va a tener sentido en la medida en que usted esté presente, vamos a seguir insistiendo hasta que vengan; sin la participación del barrio de la gente no tiene sentido».
Para algunos, Canal 4 es un medio de comunicación que no puede competir con medios de alcance nacional «de igual a igual, porque son medios muy poderosos», reflexionó Arauz.
Sin embargo, propone una necesidad de medios abiertos a la participación de la comunidad y a la reivindicación del poder popular, una fuerza que para el FPDS implica «un cambio que se hace todos los días a través de modificar las relaciones sociales de explotación, pero también de marginalidad, más allá de que varíen los ejes reivindicativos por los cuales luchamos».
Andrea Romero cursa el Seminario Virtual de Postgrado «Periodismo en Escenarios Políticos Latinoamericanos» que APM dicta desde la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP.