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Se debe rechazar cualquier tipo de participación de los movimientos y organizaciones sociales y populares del campo en rondas de negociaciones con los gobiernos y con la OMC

Articulación de las luchas sociales populares contra la OMC

Fuentes: Minga Informativa de Movimientos Sociales

Introducción Considerar tres aspectos: – La legitimación política y jurídica de la expansión de las transnacionales y del imperio norteamericano. – La insuficiencia de las luchas contra la Organización Mundial de Comercio (OMC) y sus implicaciones político- sociales. – Sugerencias para superación de las contradicciones presentadas. 1 . La legitimación política y jurídica de la […]

Introducción

Considerar tres aspectos:

– La legitimación política y jurídica de la expansión de las transnacionales y del imperio norteamericano.

– La insuficiencia de las luchas contra la Organización Mundial de Comercio (OMC) y sus implicaciones político- sociales.

– Sugerencias para superación de las contradicciones presentadas.

1 . La legitimación política y jurídica de la OMC

– Las negociaciones y los acuerdos para la implantación operacional de la OMC, desde el GATT, son procesos de legitimación política y jurídica de la efectiva expansión y reproducción del capital en el movimiento más amplio de la descentralización de la producción y de los servicios por las corporaciones transnacionales después del final de la guerra de Vietnam, a mediados de la década de los 70.

– La dinámica imperial norteamericana que sucedió a los imperialismos reinantes hasta mediados de los 70 y que se denominó, ideológicamente, neoliberalismo tuvo como punto fundamental, además de la transferencia de tecnologías, movilizar fuerza de trabajo y capacidades productivas locales y el direccionamiento de los flujos de riqueza que comenzaron a circular en formas ampliadas por el planeta hacia Estados Unidos, el hecho de que las corporaciones transnacionales pasaron a mediar y a equiparar las tasas de ganancia mundial. Este es el punto fundamental del Imperio en el mundo actual.

– La implantación de la OMC y las reformas del Estado impuestas en la mayoría de los países a partir las presiones del FMI y del Banco Mundial, así como de la diplomacia y de la presión militar norteamericana, son resultantes, aunque potenciadotas de ese movimiento del capital, vía las corporaciones transnacionales del imperio norteamericano.

– Como resultados de ese movimiento mundial del capital se observó no sólo una creciente concentración de renta y de riqueza sino el desempleo estructural que representó una pérdida gigantesca de los asociados a los sindicatos, la destrucción continuada del campesinado y la reducción de los derechos humanos y sociales duramente conquistados por el movimiento popular y sindical.

– Por primera vez en la historia del capitalismo el crecimiento de la innovación de productos emplea menos personas de lo que esos mismos procesos desemplean.

– Durante la década de 90, la conducción de la política externa norteamericana era básicamente una operación civil. Alrededor de 2002, todo esto cambió.

– Es necesario recordar que la expansión del capital se dio en consonancia con la expansión de la militarización norteamericana. En la década de los 90, los Estados Unidos consolidaron y expandieron sus acuerdos y bases militares, incluyendo ahora la región de Europa Central y con una presencia militar efectiva en cerca de 90 países, distribuidas por todos los continentes, menos en la Antártica. Chalmers Johnson – profesor emérito de la Universidad de California – concluyó que «entre 1989 y 2002 ocurrió una revolución en las relaciones de América con el resto del mundo». Si en el contexto de la Guerra Fría el capitalismo se escondía bajo el nombre de «mundo libre», con el fin del bloque soviético y del socialismo real, a partir del final de la década de 80, él ya no necesita de ese subterfugio y pasa a presentar se como sistema mundial único. De acuerdo a Perry Anderson, la dominación ideológica se expresa con el neoliberalismo como una referencia socio-económica y cultural universal, y por el humanismo militar (Gobiernos norteamericanos se consideran guardianes de la libertad y de la democracia) como referencia política universal.

– La expansión y reproducción capitalista en Brasil, y en diversos países de América Latina se dio también, con el capital transnacional y nacional, adoptando formas de acumulación primitiva como la apropiación del territorio de los Cerrados de Amazonia, del Pantanal, de la plataforma marítima, con el control de la extracción de las maderas, de la biodiversidad, de los minerales, del petróleo y del gas y de la apropiación del agua dulce (mineral, ríos y lagos), de la generación y distribución de energía eléctrica, etc., resultando de ahí los conflictos sociales y la degradación ambiental que todos conocemos.

– Los Estados y gobiernos nacionales garantizan explícitamente la reproducción capitalista a partir de los intereses del Imperio, así como el control de las masas populares a través de la combinación de acciones de cooptación y de represión.

– Tenemos, en síntesis, una clase dominante multinacional fuerte, aliada a las clases dominantes internas de los países, y Estados fuertes a su servicio: ambos la ante-sala del autoritarismo y de la arbitrariedad.

– Participar de cualquier tipo de negociación o de acuerdo con La OMC y ALCA es conciliar por los márgenes y legitimar el Imperio. Las pequeñas migajas en los tribunales de la OMC son expresión de las formas subalternas de abdicación de la soberanía nacional y alimentaria.

2. La insuficiencia de las luchas contra la OMC y las implicaciones político-sociales

– Denunciar a la OMC es luchar contra el capitalismo que la crea y sostiene. Es una lucha, por lo tanto, de carácter estratégico. Significa antes que todo rechazar al capitalismo. Pero, sólo rechazarlo no es suficiente.

– Las luchas políticas contra la OMC y ALCA son luchas defensivas, de resistencia. E insuficientes, teniendo en cuenta que la expansión y reproducción de las corporaciones transnacionales y del imperio norteamericano se dan sin impedimentos políticos y sociales relevantes. Esto se da por cuanto la correlación de fuerzas políticas es muy desfavorable a los intereses populares.

– La ideología de esa onda neoliberal, autodenominada modernizante, bajo la hegemonía del Imperio penetra en la subjetividad del pueblo, de las grandes masas, con el apoyo indudable de los medios de comunicación de masas, de la propaganda privada, de los gobernantes, de los intelectuales de la derecha y de los cooptados de la izquierda como de sectores importantes de las entidades sindicales, de los movimientos y organizaciones sociales del campo y de la ciudad, de las organizaciones no- gubernamentales, etc.

– La mayoría de las organizaciones sociales y sindicales opta por la conciliación por arriba con los gobiernos del capital. Son cooptadas políticamente por los de los Gobiernos e ideológicamente por la mitificación de la modernidad neoliberal.

– La búsqueda de mejor calidad de vida y mejores ingresos induce a las grandes masas populares al inmediatismo y a la aceptación pasiva del descenso salarial, del subempleo y de la flexibilización del trabajo.

– Las organizaciones y movimientos sociales populares que resisten a la onda neoliberal ora despiertan ora participan en las luchas sociales por la tierra, por los derechos básicos sociales, por la soberanía nacional y alimentaria. En ese proceso, ora critican, ora alientan los programas gubernamentales y los del capital, pero no avanzan mucho más porque son dependientes de los recursos públicos. En general, la mayoría de la izquierda se vuelve oposición consentida y legitimadora.

– En consecuencia, rechazan a la OMC, pero necesariamente no niegan el capital. Y, aun así, si sólo negáramos el capitalismo no significaría que tengamos una propuesta estratégica para superarlo.

3. Sugerencias para superación de las contradicciones presentadas

– Las luchas contra la OMC y la ALCA se han restringido a una limitada incidencia política e ideológica interna. En general se constituyen en consignas de propaganda, educativas, pero poco llegan a la conciencia popular.

– Esto, porque la ausencia de proyectos nacionales estratégicos populares, así como de proyectos estratégicos de desarrollo rural a partir de la concepción de mundo popular de masas, no dan sentido efectivo a la lucha contra el capitalismo. Las luchas sociales populares contemporáneas son de reivindicación y de protesta, en general contra los gobiernos. El capital pasa incólume en esa dinámica de luchas sociales.

– Esas luchas no contribuyen a la acumulación de fuerzas políticas y sociales, pues, nuestras luchas sociales tácticas no apuntan a la afirmación de un Proyecto Popular Nacional y, dentro de él, al Proyecto Estratégico Popular de Desarrollo Rural. A lo mucho, son luchas de resistencia, de reivindicación y, quizá, de conciliación

– Sería necesario, entonces, negar en la práctica de las luchas sociales el modelo dominante, allá en la acción directa: la gran propiedad de tierra, la apropiación privada de los bosques, del subsuelo y del agua dulce, la homogeneización de la producción, las semillas transgénicas, los insumos industriales, la integración con el agronegocio burgués, la oligopolización de productos como la leche, aves, porcinos, semillas de hortalizas, reforestaciones, caña de azúcar, etc. Finalmente, el consumismo a partir de la mitificación de la modernización.

– Serían luchas sociales concretas directamente contra el capital, confrontándose en la práctica económica con el modelo económico de las clases dominantes, negándolo en su totalidad.

– Las luchas contra la OMC y ALCA son luchas de resistencia, en general conducidas por arriba. No alcanzan a las bases populares, no las motivan.

– La Caja Verde es sólo una concesión provisional para la aceptación de la propia OMC.

– Esas luchas necesitarían articularse con las luchas económicas contra el capital, en la base social. Estas son irrisorias, pero comienzan a acontecer, al menos en el campo.

– La lucha social más firme contra el modelo económico en el campo es la ocupación de latifundios a favor de la reforma agraria. Esa lucha es necesaria, sin embargo, absolutamente insuficiente. La lucha contra el modelo económico representado por el gran capital transnacional en el campo exige mucha más.

– No es suficiente luchar por la tierra ni ejercer la reivindicación y la protesta; esas luchas, por sí solas, no configuran política y ideológicamente la negación del capital ni la afirmación de una nueva propuesta, la superación del «statu quo». Son luchas de resistencia, no de superación. Son persistencias y denuncias, no anuncios.

Proposiciones:

– Rechazar cualquier tipo de participación de los movimientos y organizaciones sociales y populares del campo en rondas de negociaciones con los gobiernos y con la OMC.

– Denunciar la expansión de las corporaciones transnacionales, del militarismo norteamericano, de la OMC, de la apropiación privada de los recursos naturales renovables y no renovables y de la abdicación de la soberanía nacional y alimentaria.

– Proponer, de hecho, un Proyecto Popular para el país y un Proyecto Estratégico Popular de Desarrollo Rural que afirme la democratización de la renta y de las riquezas rurales.

– Articular la denuncia contra la OMC y el ALCA con la lucha concreta popular en la base social contra el capital y el agronegocio concretos.

– Junto a la bandera de lucha «OMC nunca más» o «10 años bastan», sería necesario romper con la dependencia de los campesinos y de los productores medios del capital y los gobiernos.

– Construir la autonomía de los movimientos y organizaciones sociales y populares frente a los gobiernos.

CLOC, Brasilia, 30 de junio de 2005