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Así será el 2005

Fuentes: La Voz de Galicia

En materia de política internacional, ¿cómo sera el año 2005? Primer acontecimiento decisivo: la elección presidencial del 9 de enero en Palestina. La victoria de Mahmud Abbas (Abu Mazen) es casi cierta. Pero habrá que observar la nueva dinámica que esto, después de la muerte de Yasir Arafat, impulsará en la región. En Israel, el […]

En materia de política internacional, ¿cómo sera el año 2005? Primer acontecimiento decisivo: la elección presidencial del 9 de enero en Palestina. La victoria de Mahmud Abbas (Abu Mazen) es casi cierta. Pero habrá que observar la nueva dinámica que esto, después de la muerte de Yasir Arafat, impulsará en la región. En Israel, el gobierno de coalición con los laboristas debiera favorecer la aplicación del plan de retirada de Gaza, aunque que hay que temer la reacción violenta de los colonos judíos.

En cualquier caso, sin un acuerdo entre Israel y los palestinos, y sin el reconocimiento de un Estado soberano para éstos, no habrá paz en Oriente Próximo. Éste constituye el principal problema de una región que sigue siendo el «foco perturbador del mundo». Los británicos van a organizar en Londres, en marzo próximo, una conferencia internacional para ayudar a la reforma de la Autoridad Palestina y al relanzamiento del proceso de paz. Tony Blair está presionando, con el apoyo de la Unión Europea, para que Washington aconseje al general Sharon avanzar hacia una solución de compromiso.

El 2005 será el año del juicio de Saddam Huseín. Y también el de las elecciones previstas para el 27 de enero en Irak. Si las principales comunidades -shiíes, sunníes, kurdos y laicos- participan en el escrutinio, se puede esperar que el nuevo Parlamento disponga de la legitimidad necesaria para redactar la nueva Carta Magna y nombrar a un gobierno de unión nacional que combata con más eficacia las diversas fuerzas insurgentes.

Éste sería el guión más optimista. El único que permitiría a las fuerzas estadounidenses retirarse. Pero es el más improbable. Porque los ataques de los rebeldes alcanzarán un grado mayor de violencia a medida que se acerque la fecha del 27 de enero. Cosa que disuadirá de ir a votar. En particular a los sunníes. Esto favorecerá la victoria de los shiíes mayoritarios, que tratarán de imponer una Constitución de carácter islamista duro.

Y eso será rechazado por los sunníes y también por los kurdos y los laicos. El espectro de la guerra civil planeará sobre Irak. El presidente Bush, en su último mandato, seguirá constatando que es más fácil conquistar y destruir un país que reconstruirlo. Todo ello obligará a las tropas norteamericanas a permanecer en Irak.

Mientras tanto, en este mismo escenario geopolítico, otro frente puede abrirse en el 2005 si Washington consigue su objetivo de hacer que el Consejo de Seguridad de la ONU condene a Irán a causa de sus programas nucleares. Entraríamos así en una crisis semejante a la que precedió a la invasión de Irak. Por el momento la Unión Europea trata de obtener la certeza de que no se trata de programas nucleares de carácter militar. Si estas gestiones fracasaran, Irán podría verse obligado a aceptar la presencia de inspectores de la ONU y comenzaría así el peligroso engranaje.

Otra eventualidad de consecuencias incalculables sería que Estados Unidos o Israel decidieran destruir las instalaciones nucleares iraníes. La capacidad de retorsión de Teherán es considerable: posee misiles de largo alcance que podrían golpear Israel. Además tiene influencia entre la mayoria shií de Irak como para provocar en este país una gran insurrección que lo transformaría aún más en un dantesco infierno para los norteamericanos.

En este mismo ámbito, queda la incógnita de lo que podrán cometer, en el 2005, la red Al-Qaeda y su jefe Osama Bin Laden. ¿Habrá nuevos atentados de gran envergadura en Estados Unidos? ¿Conseguirán los salafistas asesinar al general Musharaf, presidente de Pakistán, y destabilizar este país dotado del arma atómica?

Comparados con este teatro geopolítico, los demás problemas parecen menos peligrosos, con excepción quizá del caso de Chechenia, donde continúa una guerra sin ley cuyas prolongaciones, bajo forma de sangrientos atentados, podrán afectar de nuevo a ciudades de Rusia y sobre todo a Moscú.