Hace mucho detectamos, debido a su patrón de conducta recidivista, que Baby Bush es el «presidente del caos». Y es un verdadero «caos global» el que hereda Obama en todos los frentes. Llamó la atención que el republicano general Colin Powell, el geoestratega Brzezinski, y el vicepresidente electo Joe Biden, hayan advertido que al inicio […]
Hace mucho detectamos, debido a su patrón de conducta recidivista, que Baby Bush es el «presidente del caos». Y es un verdadero «caos global» el que hereda Obama en todos los frentes.
Llamó la atención que el republicano general Colin Powell, el geoestratega Brzezinski, y el vicepresidente electo Joe Biden, hayan advertido que al inicio de su gobierno Obama sería puesto a prueba por eventos dramáticos con el fin de calibrar su templanza y carácter, lo cual aportaría luz sobre su método y capacidades para resolver los graves contenciosos mundiales.
Las magnas personalidades del ejército y la política exterior de Estados Unidos (EU) no elaboraron ni especificaron, pero pareciera que la administración saliente de Baby Bush, en medio de su descrédito mundial (con resonancia similar en el mismo EU), ha legado a Obama un campo minado local y globalmente.
En las delicadas circunstancias presentes, el peor trabajo del mundo es ser presidente de EU. A Obama corresponde limpiar el «establo de Augías», es decir, las olímpicas inmundicias acumuladas por Bush durante ocho años y que únicamente un héroe de la talla de Hércules es capaz de limpiar y fumigar.
Bush lega y delega a Obama la triple grave crisis económica, financiera y geopolítica -ya no se diga, energética, alimentaria y climática-, a escala global. De allí que los duros trabajos forzados que esperan a Obama son de la dimensión de las «12 tareas» del mítico Hércules.
En este contexto y a 15 días de su despedida poco agraciada, se escenifica la última guerra de Bush en sus belicosos ocho años de gobierno inundados de hemoglobina: Gaza.
No se puede entender en forma integral el «matadero de Gaza» sin su «dimensión financiera y económica» de soporte permanente desde el exterior, en particular, del régimen torturador bushiano (ver Bajo la Lupa, 31/12/08).
Antes de su extraña «quiebra», el banco de inversiones Lehman Brothers, que detonó el tsunami financiero global (que, por cierto, infectó a México), y el banquero estafador Bernard Madoff, expatriaron 400 mil millones de dólares y 100 mil millones de dólares respectivamente a Israel (Correo Ilustrado, La Jornada, «Respuesta de Jalife a Gilly», 30/12/08).
Más pendenciero que nunca, Bush ha bendecido una guerra más de Israel con sus vecinos contiguos y lejanos, esta vez en Gaza, que le es legada a Obama, a quien corresponderá lidiar también con los rescoldos de las guerras en Irak y Afganistán.
Sobra recalcar la grave situación financiera y económica que lega y delega Bush a Obama, sobre quien existe una gran esperanza planetaria para que rectifique el curso, en la línea de sus grandes presidentes, como Roosevelt y Kennedy, que merece la gran nación estadunidense para reconciliarse consigo misma y con el resto del mundo.
Bush descuartizó el caduco orden geopolítico mundial, en especial, al destrozado «Gran Medio Oriente».
Cabe recordar la definición de «Gran Medio Oriente» del general Ariel Sharon, hoy en estado comatoso, que curiosamente alcanza las cumbres del Himalaya: una línea horizontal de Cachemira hasta Marruecos, y una línea vertical del Cáucaso hasta el Cuerno de África (v. gr. Somalia); tres de estos cuatro puntos cardinales de la «profundidad estratégica» militar de Israel se encuentran en flamas (en espera del cuarto punto) y arropan el «arco de inestabilidad», ideado para controlar los hidrocarburos de la región: territorios palestinos ocupados, Líbano, Siria, Irak, golfo Pérsico, Irán, Pakistán e India (v.gr. Bombay).
El brigadier general Avi Mizrahi, jefe de estado mayor de las fuerzas terrestres de Israel, quien se ha de estar luciendo y refocilando con sus «limpezas teológicas» en la nueva invasión a Gaza, es evidente que no fue de paseo turístico en su breve «visita secreta (sic)» a la base militar Akhnoor en Cachemira (Kashmir Watch, 13/9/08, y Pakistan Observer, 30/10/08), tres meses antes de la enésima carnicería de Bombay.
Meses antes, el mayor general Moshe Kaplinsky, vicejefe de estado mayor de Israel (sobredorado de un máximo de 400 ojivas nucleares), había visitado la misma zona de Cachemira. En forma interesante, Kashmir Watch concluye respecto de la guerra de desinformación y propaganda de Israel (por cierto, una percepción casi universal, con excepción de sus seguidores a ultranza).
La más reciente carnicería de Bombay amarró las navajas entre India y Pakistán, dos potencias nucleares, que se encuentran al borde de una nueva guerra (Stratfor, think tank muy cercano a Israel, 24/12/08). ¿A qué financieros «globales» convienen tantas guerras?
El portal Debka de Israel (3/1/09) exulta el apoyo de Bush, quien dio luz verde a la invasión de Israel a Gaza: «en una conversación telefónica con el primer ministro Ehud Olmert (nota: saliente después de haber sido atrapado en un fraude), el presidente de EU George W. Bush aprobó (¡súper sic!) las operaciones por cielo, mar y tierra contra Hamas en la franja de Gaza. Prometió que EU vetaría (¡súper sic!) una resolución condenando a Israel en la reunión del Consejo de Seguridad de la ONU el próximo lunes».
En su alocución radial, que adelantó un día (¿cuál es la prisa?), Bush, con una «dureza excepcional» (¿puede haber más?), culpó de todos los males al grupo «terrorista» palestino Hamas (¿con el fin de blindar, inmunizar y esterilizar la invasión de Israel a Gaza?).
Debka comenta que «a dos semanas de abandonar el poder, la administración Bush prepara delegar (sic) el problema (¡súper sic!) a su sucesor». Es decir, Bush lega y delega varias papas calientes a Obama: Gaza, Irak, Afganistán, Cachemira, India y Pakistán.
El diagnóstico sobre la «dualidad» de la situación mundial, que profirió el presidente ruso, Dimitri Medvediev, es correcto: el acoplamiento de la grave crisis financiera global con el inicio del nuevo orden geopolítico mundial en el Cáucaso.
En esta coyuntura, más que nunca, ambos aspectos, el financiero y el geopolítico, son inextricablemente indisolubles, por lo que deben ser analizados en paralelo, y no en forma amputada a conveniencia de los Lechos de Procusto de los palafreneros de la «guerra de propaganda» bushiana.
Porque ambos aspectos, el financiero y el geopolítico, no se pueden entender sin la «guerra de propaganda» que pretende imponer en la opinión pública mundial a su reciclado Caifás: el antecesor sicológico y conductual de Bush, quien indulta a los Barrabás posmodernos, los vulgares estafadores financieros, con el fin de sacrificar en el altar de la guerra al pueblo palestino eviscerado desde hace más de 60 años.
http://www.jornada.unam.mx/2009/01/04/index.php?section=opinion&article=008o1pol