Que el beneficio económico sea la esencia de la democracia, no sólo es una vergüenza, sino una realidad. Profite over people es el título de una obra de Noam Chomsky, pero es también una de las mejores formas de definir este momento histórico. Precisamente contra ese profite es contra lo que debemos luchar para poder […]
Que el beneficio económico sea la esencia de la democracia, no sólo es una vergüenza, sino una realidad. Profite over people es el título de una obra de Noam Chomsky, pero es también una de las mejores formas de definir este momento histórico. Precisamente contra ese profite es contra lo que debemos luchar para poder alcanzar los ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM). El problema reside en detectar las causas de la extrema pobreza, de la falta de libertad, de las terribles desigualdades, del acceso restringido a la sanidad y la educación, etc.
La idea que el capitalismo triunfó por ser la mejor opción fue desechada hace años, cuando los Planes de Ajuste Estructural promovidos por el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) dispararon el porcentaje de personas que vivían con menos de un dólar al día. El «mundo en venta» nos ha salido francamente caro, incluso para los que vivimos en este mundo enriquecido. Cuando la economía prevalece ante cualquier ámbito de la vida humana, incluso la política, de bien poco sirven las declaraciones de buenas intenciones como son los ODM. No es extraño pues que en un artículo de 2006 del Atlas de Le Monde Diplomatique se hablase ya de «Ilusorios Objetivos del Milenio»; por lo que todo parece indicar que no se trata de sensibilizarnos mediante campañas publicitarias, sino de exigir responsabilidades a nuestros gobiernos.
En un reciente debate sobre los Objetivos del Milenio que tuvo lugar en el salón del Ayuntamiento de Barcelona el pasado jueves 16 de septiembre a cargo de Susan George e Ingrid Srinath, se volvió a poner de manifiesto que ninguno de los ocho objetivos iban a poder cumplirse al completo para el 2015. Se enfatizó también la idea que es necesaria una voluntad política, pero se dejó en puntos suspensivos si lo que realmente se necesita es un cambio estructural.
La cuestión es si se puede erradicar la pobreza en el mundo capitalista. La desigualdad es inherente a la acumulación. La regla es sencilla: si el mundo tiene 20 caramelos, una parte sólo tiene 1 y la otra los 19 restantes, ¿es posible erradicar la extrema pobreza sin erradicar primero la extrema riqueza? No es la miseria lo que debemos replantearnos a priori sino el lujo desmesurado y sin contemplaciones. Los pobres no son pobres por designio de Dios, ni por determinismo histórico o geográfico, sino que la pobreza es el resultado de una tarta mal repartida.
Chomsky tiene razón, el neoliberalismo es sencillamente «capitalismo sin miramientos», es paradójicamente economía sin nomos. Por lo que uno de los aspectos a tener en consideración a la hora de exigir esos ocho objetivos y esas 34 metas es si realmente es posible cumplirlos dentro de este sistema económico. Un ejemplo de esta incoherencia es el caso de Bosnia Herzegovina (BiH).
Según el documento del PNUD «MDG Update report for BiH» (2003), BiH debe hacer frente a tres grandes retos: reducir la extrema pobreza y el hambre (ODM-1), promover la igualdad entre los sexos y la autonomía de las mujeres (ODM-3) y fomentar una asociación mundial para el desarrollo (ODM-8). Para llevar a cabo esta empresa, se implantó el programa de Poverty Reduction Strategy Paper (PRSP), una especie de plan de ajuste estructural a la europea. Si bien el BM afirma que el PRSP es un programa de políticas sociales y económicas, sorprende que en otro documento del PNUD «BiH Human Development Report. Millenium Development Goals 2003» se exponga que entre las áreas que deberán abrocharse el cinturón se encuentren la seguridad social y la enseñanza superior. Desde luego que el PRSP promueve claramente un people after profite.
El cambio estructural parece más que evidente, puesto que mientras los ODM se inscriban dentro de políticas neoliberales como el PRSP las buenas intenciones se van a quedar sólo sobre un papel firmado por más de 140 representantes. Ahora bien, cuando llegue el 2015, ¿alguien se atreverá a invocar a las hijas de Mnemósine?»
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