La III Cumbre América Latina y el Caribe-Unión Europea concluyó sin grandes resultados, en medio de las fotos, el protocolo, los brindis, los discursos retóricos y debates secretos, con poco espacio para la discusión de los grandes problemas que agobian a los pueblos.A Guadalajara acudió una Unión Europea políticamente disminuida, dividida entre sus miembros y […]
La III Cumbre América Latina y el Caribe-Unión Europea concluyó sin grandes resultados, en medio de las fotos, el protocolo, los brindis, los discursos retóricos y debates secretos, con poco espacio para la discusión de los grandes problemas que agobian a los pueblos.
A Guadalajara acudió una Unión Europea políticamente disminuida, dividida entre sus miembros y plegada a los designios de Washington cual rebaño de corderos, para jugar un bochornoso papel al oponerse tenazmente al reclamo latinoamericano de condenar a Estados Unidos por las horrendas torturas en Irak, negarse a reprobar explícitamente la Ley Helms-Burton y las nuevas y brutales medidas de Bush contra Cuba y tratar de obviar en la Declaración Final de la Cumbre los principios del Derecho Internacional contenidos en la Carta de las Naciones Unidas.
Frente a la indignidad y el vasallaje se levantó, como siempre, la voz digna y rebelde de Cuba, que con sus posiciones marcó la Cumbre desde el Mensaje de Fidel al pueblo mexicano, los argumentos valientes de nuestra delegación en los debates y la Declaración del Gobierno Revolucionario de Cuba, dada a conocer en la mañana del viernes para denunciar las maquinaciones y las posiciones humillantes de la Unión Europea.
En tierras mexicanas, Cuba ha vuelto a dar una batalla por la verdad y los principios, por el honor y por los pueblos.
Como señala la Declaración del Gobierno cubano el pasado viernes: «Nuestro pequeño país, bloqueado y agredido durante 45 años, víctima de todas las felonías de que es capaz el imperio que rige los destinos del mundo, constituido por el estado más poderoso que ha existido jamás en la historia, no vaciló en enfrentarlo resueltamente a él y a sus aliados de la Unión Europea, que tan indigno y vergonzoso papel han jugado año tras año secundando las mentiras, las calumnias y las pérfidas resoluciones en Ginebra, con las que aquel justifica el bloqueo y sus planes de destruir lo que jamás podrá ser destruido: nuestra Revolución.
«…los países como Cuba y otros pueblos revolucionarios del Tercer Mundo que estamos dispuestos a morir defendiendo nuestra soberanía, nuestra dignidad y nuestra libertad, estamos luchando también por la unión y la independencia de Europa.
«El futuro dirá la última palabra.»