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Bolivar está en La Habana

Fuentes: Insurgente

Para unos, concreción de los más caros sueños integracionistas del Libertador; para otros, también prueba fehaciente de la derrota de una táctica imperial que cifra en la Asociación de Libre Comercio de las Américas (ALCA) la más acendrada esperanza; lo cierto es que la adhesión de La Paz a la Alternativa Bolivariana para las Américas […]

Para unos, concreción de los más caros sueños integracionistas del Libertador; para otros, también prueba fehaciente de la derrota de una táctica imperial que cifra en la Asociación de Libre Comercio de las Américas (ALCA) la más acendrada esperanza; lo cierto es que la adhesión de La Paz a la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA) no deja indiferente a nadie.

Mucho menos a aquellos analistas, estadistas y observadores que, ubicados en la derecha del espectro político, miran con ojeriza hacia el bloque que toma alas hoy en la capital cubana.

Y claro que la ojeriza está «justificada», porque para nadie es secreto el hecho de que «este proyecto solidario que ya rinde frutos para las fundadoras Venezuela y Cuba» (sus 49 acuerdos marchan a toda vela, según fuentes oficiales de una y otra parte citadas por la agencia Prensa Latina) recoge explícitamente las ideas proclamadas por el presidente Evo Morales -firmante junto con los líderes Fidel Castro y Hugo Chávez- acerca de los Tratados de Comercio de los Pueblos (TCP), «como contrapartida a los de Libre Comercio que promueve Estados Unidos».

Pero, más que todo, la animadversión hacia el nuevo pacto para la aplicación del ALBA, que refuerza el establecido en La Habana y Caracas hace un año, responde a que este representa un peligro real para los cantos de sirena del neoliberalismo galopante, por su diametralmente opuesto ejemplo de solidaridad, de cooperación, y su voluntad gregaria de avanzar y complementarse en lo económico como sustento ineludible del desarrollo social.

Algo que representa un trago amargo para el Tío Sam y sus acólitos al sur del Río Bravo, renuentes a la satisfacción de las necesidades y los anhelos de los países latinoamericanos y caribeños, porque esta pasaría indefectiblemente por la preservación de la independencia, la soberanía y la identidad de los pueblos.

Y como de independencia, de soberanía, de identidad se trata, la Venezuela revolucionaria hizo galas de su vocación bolivariana unos días antes de la Cumbre de La Habana, al retirarse de la Comunidad Andina de Naciones -integrada además por Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú, con unos 125 millones de habitantes en conjunto – tras unas vigorosas críticas a la rúbrica por Bogotá y Lima de sendos tratados de Libre Comercio con Washington.

El hecho de que una figura como Chávez, de reconocida vocación integracionista, decida salirse de un bloque cuyo producto interno bruto anual asciende a 260 mil millones de dólares y cuyo comercio exterior alcanza los 128 mil millones, el 7 por ciento intracomunitario, refleja el convencimiento de que los TLC refrendados por Colombia y Perú representan un verdadero instrumento de dominación económica de los Estados Unidos, promotor de la iniciativa; asimismo, que, como expresó Evo Morales, el ALCA «está siendo derrotada por el ALBA, y los TLC por los TCP».

¿Por qué, si no, los gritos de Washington y otros círculos de poder? Círculos que no se avienen a la idea de que, con el TCP, Caracas compre toda la soja boliviana, como aseguró Evo a los agricultores de su país, que perderían el mercado colombiano cuando el TLC entre Bogotá y Washington habilite el ingreso masivo de soja estadounidense más barata en Colombia.

Pero la solidaridad habrá de extenderse. El propio Evo ha apuntado que Cuba estaría interesada en comprar quinua, un grano de alto poder nutritivo cultivado en la región altiplánica. De acuerdo con fuentes empresariales bolivianas consultadas por la agencia noticiosa IPS, ese producto figura en el Acuerdo de Complementación Económica vigente entre los dos países, el cual establece concesiones arancelarias para unos 100 renglones de Bolivia y cerca de 80 de Cuba.

Los despachos de prensa extranjera en La Habana insisten en los beneficios mutuos del ALBA. Y no es para menos. En virtud de la mayor claridad, reseñemos que, por ejemplo, las estatales Petróleos de Venezuela y Cuba Petróleo «echaron a andar en la primera quincena de abril una empresa mixta para reactivar una refinería con capacidad de unos 70.000 barriles diarios de petróleo, situada en Cienfuegos, 232 kilómetros al este de La Habana».

IPS da cuenta también de que «se va a comenzar con una inversión aproximada de entre 800 y mil millones de dólares en gastos compartidos», según una autorizada fuente: el embajador venezolano Adán Chávez. «Actualmente, ese país suministra unos 90.000 barriles diarios de crudo a Cuba en condiciones preferenciales, como el pago de parte de la factura con servicios de salud»…

Hablando del tema, la agencia recuerda que «el primer viaje de Morales al exterior tras ser elegido presidente fue a Cuba, con la cual firmó de inmediato un acuerdo de cooperación en materia de salud y para la formación en este país caribeño de cinco mil médicos bolivianos, además de material didáctico y asesoría para una campaña de alfabetización».

Salud, alfabetización: tabúes para el sur del Río Bravo conforme a las directivas llegadas del norte. Pobre del ALCA y su padre, el neoliberalismo, ¿no? No en balde poco antes de la cumbre de los tres grandes (Fidel, Hugo y Evo), el mandatario venezolano aludió a que «cada día vamos creciendo más; el proyecto de (Simón) Bolívar se acrecienta y se consolida».

Se consolida, sí. Porque sin duda de ninguna índole podemos dar ya la noticia: Bolívar está en La Habana.