El nuevo aplazamiento del juicio contra el heredero de Red Bull en Tailandia, acusado de atropellar a un policía con su Ferrari, alimenta la sensación de las clases menos privilegiadas de que la justicia no es igual para todos. Vorayuth Yoovidhya, nieto y beneficiario de la fortuna amasada por el fundador tailandés de la bebida […]
El nuevo aplazamiento del juicio contra el heredero de Red Bull en Tailandia, acusado de atropellar a un policía con su Ferrari, alimenta la sensación de las clases menos privilegiadas de que la justicia no es igual para todos.
Vorayuth Yoovidhya, nieto y beneficiario de la fortuna amasada por el fundador tailandés de la bebida energética, está acusado de conducir de forma temeraria y omitir su deber al socorro tras atropellar a un policía que se encontraba de servicio.
Al joven heredero, de 27 años, le podrían caer por sus delitos hasta 10 años de prisión.
El juicio a Vorayuth se está sobrellevando con varias dilaciones, la segunda fue ratificada la semana pasada, y un trato favorable por parte de la Policía, denuncian periodistas y blogueros tailandeses.
La madrugada del 3 de septiembre de 2012, el joven pilotaba su Ferrari de color gris a alta velocidad por las calles de Bangkok cuando se llevó por delante al sargento de la Policía Wichien Klanprasert, quien conducía una motocicleta.
El malogrado oficial, que había salido de servicio tras recibir una alerta de robo a las cinco de la mañana, se estrelló contra la luna delantera del deportivo y fue arrastrado varios metros.
Wichien, de 45 años, murió al instante por el impacto al romperse el cuello y varias costillas.
Los agentes que investigaron el incidente siguieron el rastro de aceite dejado por el coche de Vorayuth y esperaron hasta conseguir una orden judicial para entrar en la mansión de la familia, donde encontraron el Ferrari con el parachoques doblado y el parabrisas dañado.
El dueño del Ferrari es el nieto de Chaleo Yoovidhya, fundador de la bebida energética «Krating Deng» («Red Bull» o «Toro Rojo», en tailandés) en Tailandia y quien ayudó al austríaco Dietrich Mateschitz a lanzar la marca internacionalmente en 1987.
Cuando falleció en marzo de 2012, Chaelo era uno de los hombres más ricos del país asiático con una fortuna superior a los 5.000 millones de dólares.
Esta riqueza y el abolengo de la familia Yoovidhya contribuyeron a que un policía ayudara el mismo día del accidente al rico heredero a evadir la responsabilidad tras convencer al chófer de la familia a que reconociera falsamente que él era quien conducía.
Sin embargo, horas después, y tras descubrirse la trampa, el jefe de la Policía amonestó al agente que ayudó a Vorayuth para inculpar al empleado y se comprometió a llegar al fondo de la cuestión.
«No crean que el caso terminará siendo indulgente porque se trata de una familia rica. La Policía tomará decisiones basadas en pruebas. También estamos siendo vigilados por el público», indicó el comisario Anuchai Lekbamroong, sin que al parecer haya convencido a muchos.
El joven, al que descubrieron rastros de cocaína en la sangre, quedó en libertad bajo fianza tras pagar 500.000 bat (unos 16.000 euros o 12.000 dólares).
«Los ricos y poderosos siempre han tenido más opciones para evadir los castigos que aquellos que son más pobres y sin conexiones. Pero con Internet y las redes sociales también es más difícil de ocultar», indica la bloguera tailandesa Kaewmala Saksith.
Según esta bloguera, en los casos en los que el acusado pertenece a familias adineradas los aplazamientos de las vistas para que tema desaparezca del escrutinio público y la comodidades para adaptar sus comparecencias ante la justicia son continuas y señala que en la mayoría de los casos sus penas son reducidas o incluso suspendidas.
Así ocurrió con Kanpitak Patchimsawat, el hijo de una ex Miss Tailandia quien mató a una mujer e hirió a varias personas después de estrellar su Mercedes Benz contra una parada de autobús en un ataque de ira contra un conductor del transporte público.
Kanpitak fue condenado en 2009 a diez años de cárcel, pero tras apelar la sentencia fue suspendida el pasado marzo al considerar los jueces que sufría un trastorno «bipolar» y que la familia de la víctima estaba conforme con la compensación pecuniaria recibida.
También fue suspendida la condena a Orachorn Thephasadin, una joven de la aristocracia tailandesa que en 2010, con 16 años, empotró el auto que conducía en un peaje causando la muerte de nueve personas, cuyos familiares recibieron con impotencia la suspensión.