Entre esperanzadoras brisas de paz y amenazantes tormentas de guerra en el mundo, este 26 de septiembre se celebra el Día Internacional por la Eliminación Total de las Armas Nucleares, cuya construcción y uso constituyen un grave peligro para la futura existencia de la humanidad. Precisamente en un histórico discurso este viernes por el 70 […]
Entre esperanzadoras brisas de paz y amenazantes tormentas de guerra en el mundo, este 26 de septiembre se celebra el Día Internacional por la Eliminación Total de las Armas Nucleares, cuya construcción y uso constituyen un grave peligro para la futura existencia de la humanidad.
Precisamente en un histórico discurso este viernes por el 70 aniversario de la creación de la Organización de Naciones Unidas (ONU), el Papa Francisco llamó a los 160 jefes de Estado y Gobiernos presentes en Nueva York a empeñarse en liberar al planeta tierra de todos los artefactos de exterminio masivo.
En su intervención, en la cual aseveró que la guerra es la negación de todos los derechos, el Sumo Pontífice resaltó la imperiosa necesidad de aplicar plenamente el Tratado de no Proliferación de Armas Nucleares, en la letra y en el espíritu, hacia una total prohibición de estos instrumentos.
Subrayó que una ética y un derecho basados en la amenaza de destrucción mutua -y posiblemente de toda la humanidad- son contradictorios y constituyen un fraude a toda la construcción de las Naciones Unidas, que pasarían a ser «Naciones unidas por el miedo y la desconfianza».
Una vez más el Santo Padre alertó de las situaciones de conflictos que se viven en diferentes regiones, y del riesgo de una eventual confrontación a nivel global, con el uso de armas de extinción masiva.
Las palabras precisas del Papa Francisco en la ONU, así como sus consejos durante su reciente visita a Cuba y ahora en Estados Unidos, han generado brisas de paz ante las tempestades de beligerancia que asechan a la comunidad internacional.
Tales aires de concordia se hicieron realidad esta semana con la firma en La Habana, Cuba, de un relevante acuerdo de Justicia hacia el fin del prolongado conflicto en Colombia, y el dialogo entre su presidente Juan Manuel Santos, y el de Venezuela, Nicolás Maduro, en Quito, Ecuador, para buscar una solución negociada a los problemas fronterizos entre los dos países vecinos.
Ambos hechos reafirmaron que la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) es una Zona de Paz, como fue declarada en la II Cumbre de esa organización autóctona regional, efectuada en la capital cubana en enero de 2014.
También la CELAC se estableció como la primera área geográfica más densamente poblada, libre de pertrechos castrenses de destrucción masiva en el mundo, con la Proscripción de las Armas Nucleares en América Latina y el Caribe, y sus Protocolos (Tratado de Tlatelolco).
En una declaración especial aprobada en su tercera Cumbre en Costa Rica, este año, la CELAC reiteró su firme convicción y compromiso permanente de continuar promoviendo el desarme nuclear, completo y verificable.
En el mismo texto, las naciones de la Patria Grande defendieron lograr con urgencia el destierro total y general de tales artefactos asesinos, y evitar así la desaparición de todos los seres humanos.
Coincidencia o no, el primer Papa latinoamericano ha demostrado ser un hombre de Paz y solidaridad, y la Patria Grande es hoy el principal baluarte de la armonía y la amistad que deben imponerse en todos los hemisferios.
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