Zbigniew Brzezinski, ex asesor de Seguridad Nacional de Carter e íntimo de Obama, «confirmó que EEUU apoyó a la oposición de Erdogan para perpetrar el golpe». ¡Vaya confesión tan cándida y candente! Como adelanto a su próximo artículo en The American Interest, Brzezinski sintetiza en su «resumen» que «el papel de EEUU en el golpe […]
Zbigniew Brzezinski, ex asesor de Seguridad Nacional de Carter e íntimo de Obama, «confirmó que EEUU apoyó a la oposición de Erdogan para perpetrar el golpe». ¡Vaya confesión tan cándida y candente!
Como adelanto a su próximo artículo en The American Interest, Brzezinski sintetiza en su «resumen» que «el papel de EEUU en el golpe en Turquía fue un grave error (¡supersic!)» que «puede causar una mayúscula explosión a la reputación (sic) de EEUU».
Brzezinski, creador de los mujahidines/Al-Qaeda ahora transmutados en yihadistas posmodernos, ha escogido a la influyente revista The American Interest como la paloma mensajera para sus relevantes apreciaciones geoestratégicas, gusten o disgusten, como es el caso trascendental de su exhortación a un nuevo realineamiento con Rusia y China, una versión del inevitable nuevo orden tripolar que no se atreve a pronunciar su nombre.
Resulta y resalta que «Turquía se encontraba a punto de reconsiderar su política exterior después de su fracaso en Siria durante los pasados cinco años, y los errores de cálculo al apoyar el golpe y al hospedar a su líder (Fethullah Gulen, asilado en Pensilvania) son tan serios que no es posible culpar al otrora aliado de EEUU, Turquía, si da su espalda a EEUU y recapacita su política».
¿Propone Brzezinski en forma subliminal entregar al aliado asilado Gulen para aplacar la ira del sultán Erdogan y operar un control de daños en su deteriorada relación con EU cuando Turquía ha iniciado un acercamiento espectacular con Rusia e Irán?
En su asombrosa confesión pública, Brzezinski reconoce que «una potencial coalición Rusia/Turquía/Irán puede crear la oportunidad (sic) para resolver la crisis siria» y «si Erdogan tuviese un poco de sabiduría, habría llegado al entendimiento de que no tendría una credibilidad independiente con la ayuda de algunos países árabes decadentes». ¡Qué fuerte!
El usualmente bien informado, el alemán-estadounidense, F. William Engdahl -connotado geopolitólogo formado en la Universidad de Princeton y consultor de riesgos estratégicos-, escrudiña la confesión del golpe fallido del 15 de julio de parte de Brzezinski y expone la telaraña de intereses de un Gulen apuntalado por la CIA: «refleja una tremenda lucha interna de facciones en los círculos cupulares de EU», que «reconfigura el más extraño año electoral presidencial en la historia estadounidense».
Engdahl comenta que el golpe auspiciado por EEUU se escenificó «días después de que Erdogan anunció un mayor giro estratégico para alejarse de la OTAN y acercarse a Rusia» y cuya confesión vino del Olimpo geoestratégico estadunidense: ¡nada menos que de Brzezinski!
Engdahl refiere que los aludidos «países árabes decadentes» son «sin duda Arabia Saudita y Qatar, los principales financieros de la guerra del terror sirio contra Assad desde 2011». ¡Muy fuerte!
Juzga que la dramática confesión de Brzezinski no es menor, ya que, «con Henry Kissinger fue uno de los principales estrategas exponentes de la política exterior del periodo posguerra, fundador y director ejecutivo de la Comisión Trilateral de David Rockefeller, y quien hasta hoy todavía conserva (sic) presuntamente permiso y acceso a los reportes de espionaje top secret de EEUU» y quien «expresa ahora su furia (¡supersic!) por la plena incompetencia (sic) del espionaje estadunidense en manejar la relación con Turquía».
Engdahl comenta que «en forma notable, la persona en el Departamento de Estado directamente responsable, no solamente del desastroso (sic) golpe de febrero de 2014 en Ucrania, sino también en Turquía, es la malhadada (sic) y perpetua (sic) guerrera Victoria Nuland, esposa del neoconservador straussiano Robert Kagan». Por cierto, ambos son israelí-estadunidenses y la amazona Vicky fue quien profirió sicalípticas invectivas grabadas contra Europa («Fuck Europe!»).
Según Engdahl, a partir del fallido golpe de EEUU y el viraje de Erdogan al Este, «el Pentágono se vio obligado a desmantelar velozmente sus ojivas nucleares de la base aérea Incirlik, cerca de la frontera siria, para recolocarlas en Rumanía». Peor: el turco insinuó que la base de Incirlik puede ser usada por Rusia.
Por sus dramáticas repercusiones, a juicio de Engdahl, «el 15 de julio pasará a la historia como una de las más decisivas derrotas de la proyección del poder global de EEUU, del llamado nuevo orden mundial de David Rockefeller y amigos (sic)».
Es más que justificada la inusitada furia pública de Brzezinski, quien contempla el desmoronamiento de su «tablero de ajedrez» euroasiático -y sus volcánicos Balcanes- desde Ucrania, pasando por Turquía (nominal miembro de la OTAN), hasta el binomio Siria-Irak, para condensarse en el otro binomio Afganistán-Pakistán.
Se resquebraja así el asfixiante cerco continental euroasiático formulado por las «trampas de Brzezinski» contra el triángulo continental RIC (Rusia, India y China).
Algunos puntuales tuits de la angustia geoestratégica de Brzezinski en el lapso de cuatro meses son ilustrativos del caos global y del choque de EEUU contra la naciente alianza de Rusia y China, los cuales han pasado a la contraofensiva, donde destaca el contencioso turco y sus reverberaciones.
El 4 de mayo: «Trump sin gran diseño estratégico coherente y la señora Clinton favoreciendo viajar sobre hacer estrategia levanta incertidumbre global sobre EEUU». Cabe señalar que la hija de Brzezinski (pro Hillary) se ha enfrascado en un hormonal duelo verbal con Trump.
15 de junio: «¿Por qué EEUU pone en peligro sus intereses creando una situación en Asia, donde China siente no tener otra opción que estrechar sus relaciones con Rusia?»
31 de agosto: «La ausencia de una visión estratégica de EEUU puede tornar la cooperación sino-rusa de un tigre de papel a algo más preocupante».
1º de septiembre: «Se requiere un poder sunita estabilizador; sin embargo, los posibles estados -Turquía, Egipto, Arabia Saudita- son cada vez más ineptos o no desean liderar». ¡Muy severo!
Pues sí: no es lo mismo administrar el auge unipolar de EEUU que su vigente decadencia tripolar.
Tampoco es lo mismo lidiar con la resucitada Rusia en la «era Putin», que con sus pusilánimes antecesores (Gorbachov y Yeltsin), ni con el mandarín Xi, en la fase del milagroso ascenso de China.
La decadencia de EEUU es inversamente proporcional a la resurrección de Rusia y al ascenso irresistible de China -al unísono del despegue callado de India-, lo cual fue notorio, en vísperas del arranque de la undécima cumbre del G-20 en Hangzu, con el desaire en la pista de aterrizaje a la muy mediocre asesora de Seguridad Nacional de Obama, la amazona Susan Rice. El mensaje es tremendo en símbolos, cuando la última visita de Obama a China demarró muy mal.
Ante tantas provocaciones injerencistas de Obama, quien se confina en su autismo unipolar inoperante, Rusia y China ya se quitaron los guantes y quizá hayan detectado que EEUU no solamente se encuentra en franco declive global y doméstico, sino que también carece de geoestrategas válidos cuando Brzezinski (88 años) y Kissinger (93) se encuentran en su ocaso biológico.
Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2016/09/04/opinion/012o1pol