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Cae el mayor centro ‘okupa’ de Ginebra, símbolo de la lucha contra la especulación

Fuentes:

El violento desalojo del centro juvenil «okupa» más popular de Ginebra, después de casi veinte años de existencia, ha acabado con el símbolo más importante de resistencia a la especulación inmobiliaria en una ciudad en la que encontrar una vivienda de alquiler se ha convertido en una verdadera odisea. La medida de fuerza, ejecutada por […]

El violento desalojo del centro juvenil «okupa» más popular de Ginebra, después de casi veinte años de existencia, ha acabado con el símbolo más importante de resistencia a la especulación inmobiliaria en una ciudad en la que encontrar una vivienda de alquiler se ha convertido en una verdadera odisea.

La medida de fuerza, ejecutada por la policía antidisturbios el lunes por la noche, generó reacciones de indignación no sólo por parte de grupos políticos de izquierda y de asociaciones cívicas, sino también de los ciudadanos de a pie, que consideran que esa acción niega la noción de que la vivienda «es un derecho» y «no una simple mercancía».

El Partido del Trabajo calificó de «escandaloso» el desalojo del centro juvenil «Rhino», que requirió la intervención de medio centenar de policías convenientemente equipados, el uso de gases lacrimógenos y de vehículos antidisturbios para desalojar a las 22 personas que se encontraban en su interior en esos momentos.

«Una vez más, las familias son echadas a la calle para que un propietario pueda especular con un bien inmobiliario», señaló el grupo político en un comunicado, mientras que el parlamentario socialista Carlo Sommaruga recordó que «antes de ser okupas, los habitantes de ese centro fueron víctimas de la especulación inmobiliaria».

Muy popular más allá de las fronteras de Ginebra, en el «Rhino» -siglas en francés de «Retorno de los Habitantes a Inmuebles Desocupados- vivían hasta ayer 72 personas, 12 de ellas niños, lo que le diferenciaba de la mayoría de centros «okupas» en Europa, al constituir familias la mayoría de los inquilinos.

Caracterizado por un gigantesco cuerno rojo incrustado en su fachada, ese centro se convirtió a lo largo de casi dos décadas en un lugar de referencia de Ginebra, donde se organizaban conciertos, actividades juveniles y contaba con un pequeño restaurante que ofrecía platos elaborados a base de productos biológicos y a precios módicos.

Por ello, el cierre del «Rhino» es para muchos el fin de una cultura «alternativa e independiente» que era vista con simpatía por una gran parte de residentes de Ginebra, hasta el punto de que en 2005 se reunieron en un rápido lapso de tiempo las 12.000 firmas necesarias para presentar una iniciativa popular que garantizara su salvación. Sin embargo, la propuesta, que reclamaba la expropiación del edificio en favor de sus ocupantes, no fue admitida por los tribunales un año después. Pero ha sido la grave crisis inmobiliaria que afecta a Ginebra, y que ya dura más de una década, la que probablemente desencadenó que el «Rhino» ganara más adeptos a su causa.

La demanda de vivienda es tal en esta ciudad helvética que la tasa de habitáculos libres para alquilar es mínima, lo que ha disparado hasta niveles muy elevados el precio de las rentas, un fenómeno que ha sido alimentado por la presencia de empleados expatriados de las diversas organizaciones internacionales o de compañías multinacionales que tienen sede en Ginebra.

A pesar de sus intentos, los habitantes del «Rhino» nunca lograron regularizar su situación, que empeoró cuando el inmueble fue vendido diez años después de su ocupación, en 1988, a un empresario que con posterioridad se negó a aceptar varias ofertas de compra por parte del Ayuntamiento de Ginebra. Según la asociación «Rhino», formada por los habitantes del edificio, ese propietario hizo un «buen negocio» con esa transacción, pues «en 1998 pagó por el inmueble una décima parte de su valor real diez años antes». Los «okupas» afirman igualmente que el inversor «posee decenas de inmuebles y dos establecimientos médicos en Ginebra, además de otros en el cantón de Vaud».

Tras el desalojo, el bien será restituido al propietario, quien ha prometido que los trabajos de restauración comenzarán rápidamente y que pronto una veintena de viviendas en el edificio estarán listos para alquilar «a precios muy razonables».

Muchos temen que se repita la situación de otros centros juveniles que han sido desalojados en los últimos años en Suiza y han quedado vacíos y en desuso, algo que muchos interpretan como el afán especulativo de los propietarios como único objetivo para mantener la presión sobre el mercado inmobiliario.