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Caracterizar al capitalismo a la luz del cooperativismo

Fuentes: Rebelión

“Aquel que le gusta la práctica sin la teoría, es como el marino que navega barcos sin timón ni brújula y nunca sabe dónde anclar”

Leonardo da Vinci

“Todas las teorías son legítimas y ninguna tiene importancia. Lo que importa es lo que se hace con ellas”

Jorge Luis Borges

“Cuando se realiza un análisis sobre hechos relevantes a la luz de la ciencia, ésta arroja conclusiones ineluctables, pues penetra en los verdaderos intersticios de la realidad poco visibles a los ojos profanos que se suelen quedar en lo anecdótico y en lo superfluo”

J.Y.

El propósito de este trabajo es reflexionar y  poner en discusión  aconteceres constantes que consideramos digno de debatir: Los discursos desde el cooperativismo hacia el capitalismo. Porque éstos- a nuestro juicio- no teorizan  pertinentemente acerca de la naturaleza y el carácter depredador del sistema capitalista, y sus estructuras ideológicas individualistas y mezquinas en la reproducción discursiva.

En los discursos y documentos no se describe, no se caracteriza, no se teoriza, no se disecciona al capitalismo. Se observa que se recurre en los discursos a artilugios lingüísticos,  ambiguos y difusos, que diluyen con meras abstracciones las consecuencias nefastas del capitalismo en la población mundial, impidiendo construir mentes críticas y prácticas emancipatorias,  dado el papel educativo intrínseco que poseen.

Ignoramos la existencia de un cuerpo teórico-científico que explique la visión del cooperativismo- más allá de su reproche moral, humano y social-sobre el fenómeno capitalismo con que iniciaron los Pioneros de Rochdale en el Siglo XIX.

Concluimos de la lectura del libro de Paul Lambert “La Doctrina Cooperativa” que el enjuiciamiento de la observancia sobre las consecuencias derivadas del capitalismo en su etapa industrial sobre sus propias vidas y la de los desposeídos resultó altamente negativa para los Pioneros de Rochdale, y puesto que ello fue así, objetivamente cierto, decidieron volcar sus esfuerzos en la constitución de una organización que les proporcionara satisfacción a sus necesidades: La cooperativa.

Pero no construyeron un cuerpo teórico-científico que desnude y devele la estructura capitalista. Construyeron un magnifico y formidable cuerpo doctrinal contestatario.

Hoy, tal vacío, en etapa capitalista financiera, notamos sobre todo en los discursos o declaraciones de las dirigencias, aspecto éste que nos parece, quita, priva, de herramientas conceptuales y procedimentales a la hora de examinar la realidad que ayudarían a los numerosos asociados cooperativistas a elaborar una conciencia crítica e incremento del “affectio societatis”, sin embargo, eso no sucede, ocurre todo lo contrario, produce una mirada ingenua e incluso desvirtuada. La sociología nos da un acercamiento analítico del discurso.

Más allá de la valoración que hacemos de los análisis y reflexiones, ponemos el acento en lo que comúnmente se dice “al pan, pan y al vino…”, es decir, llamar a las cosas por su nombre. Veamos, tomamos nuevamente como referencia  la denominada “Declaración de Montevideo”, para exponer nuestros señalamientos, abordado anteriormente en otro artículo:

 “Los alarmantes datos acerca de la desigualdad en la distribución de la riqueza a escala mundial, son el resultado de procesos ligados a enormes desequilibrios de poder a escala planetaria. En la mayor parte de los casos las estrategias para el posicionamiento de estos actores pasa por contar con poder de mercado. El poder de algunos de los grandes grupos económicos de carácter global ha superado largamente el rol de los Estados Nacionales, y aún el de varios de los ámbitos intergubernamentales internacionales, lo que tensiona los conceptos mismos de democracia y las alternativas para el desarrollo de la mayoría de los países del globo”. Como comprobamos, no devela la naturaleza depredadora e incorregible del capitalismo.

Cercanos estamos de la conmemoración del Día Internacional del Cooperativismo, el primer sábado  de julio de cada año. Leamos parte del mensaje desde la ACI de parte de su titular:

“Queridos amigos cooperativistas de todo el mundo.

Como todos sabemos, hoy la humanidad entera está envuelta en una tremenda pandemia, con un altísimo costo en vidas y una debacle económica global histórica.

Pero veamos el contexto: atravesamos una crisis sanitaria, social y económica en condiciones de suma fragilidad por las desigualdades sociales imperantes y por el profundo desequilibrio ambiental que la acción humana está provocando en nuestra madre Tierra desde hace varias décadas.

Venimos advirtiendo, en línea con la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible, que un modo de producción y consumo lineal, sin frenos, nos lleva a puntos de no retorno en apenas una década.

Por eso, quiero aprovechar este Día Internacional de las Cooperativas para hacer hincapié en la Acción por el Clima, objetivo que nos llama a movilizarnos junto a nuestras comunidades para construir una economía más sana, más justa y más solidaria”.

¿De dónde provienen esas causales de “atravesamos una crisis sanitaria, social y económica en condiciones de suma fragilidad por las desigualdades sociales imperantes y por el profundo desequilibrio ambiental”?  No lo dice, no lo específica, que ello es causa y efecto del desarrollo del capitalismo y su acción devastadora.

“…que la acción humana está provocando en nuestra madre Tierra desde hace varias décadas” ¿La acción humana o la acción nefasta del afán de lucro, de convertir hasta el agua en mercancía por parte del sistema capitalista?

Precisamente, en estos dos ejemplos que reproducimos encontramos un discurso vacío de precisión y caracterización del capitalismo,  que reprochamos, es que unas de las leyes o característica del capitalismo es el de incremento incesante de la tasa de ganancia, otra es la concentración y el monopolio.

¿Qué respuesta tiene el cooperativismo frente a estas leyes? ¿Acaso responde adecuándose a ellas, olvidándose de su génesis?

El cooperativismo debe evolucionar, “debe emerger de las catacumbas”, como lo señaló  Osvaldo A. González Salinas (1985) y remató: “Sucede con el cooperativo lo que en los primeros años del cristianismo: la doctrina sólo se difundía entre los iniciados, en la catacumbas. No se animaban a salir a propagar la nueva fe de los cristianos por temor a los poderosos intereses que se opondrían y de este modo se limitaba voluntariamente el crecimiento. Sin pretender colocar en un plano de igualdad histórica ni mucho menos filosófica ambos hechos, diríamos que es hora de que el cooperativismo salga de las catacumbas y se lance a la calle, porque tiene la suficiente madurez como para disputarla y la necesaria solidez filosófica como para ofrecerse como alternativa viable”.

Pero también ya no es prudente que permanezca sin teoría científica cuyas leyes permitan analizar el capitalismo, hoy en su etapa financiera, recordemos que emerge el cooperativismo en época capitalista industrial.

Robert Owen (1771-1858)  fundamentó su experiencia social “…para crear un nuevo mundo moral que regenerara a la sociedad y transformara la naturaleza del hombre”, apuntaba a superar  leyes del sistema capitalista que generan esos males, como la organización socio-económica sobre bases egoístas, competencias, mezquindades, fruto del afán de lucro, de la concentración y monopolización corporativas que dividen a la sociedad entre ganadores y perdedores. La democracia resulta una ficción, una novela de Julio Verne.

Habría que señalar que es de aceptable el criterio que marca que la elaboración de las estrategias implica identificar plenamente al adverso y sus características de funcionamiento, es decir, cómo piensa y actúa en determinada circunstancia y lugar. ¿Cómo desempeñarse en un contexto regido por las leyes del capitalismo, si son desconocidas o no estudiadas esas leyes? Se corre la perenne  situación de estar al margen y no en situación de iniciativa, se asume el riesgo de permanecer en la adecuación que debilita. Se anda a tientas.

¿Entonces? Si esto es así, se justifica este reproche que anota que urge  caracterizar al capitalismo a la luz del cooperativismo  por todas y más de las razones expuestas, dado que, como afirma Sun Tzu “El conocimiento de nuestras debilidades y las debilidades de nuestro adversario, nos llevará de una forma segura hacia la victoria o la derrota”.

Se requiere que en esta etapa tan virulenta del proceso capitalista financiera, como organización socio-económica, en franca descomposición sistémica, un estudio científico y doctrinal sobre él, que aspire a elaborar una teoría que alumbre el camino a la cooperación.

No es posible concluir este artículo sin reproducir los conceptos sobre la temática con que nos ilustra Paul Lambert en su libro “La Doctrina Cooperativa” “como muchos autores, distingo claramente entre doctrina y ciencia. La ciencia explica lo real, la doctrina juzga y propone diversos cambios para mejorar lo real”.

“Esta distinción entre ciencia y doctrina no implica preferencia hacia una u otra; ciencia y doctrina son complementarias y tienen una importancia similar para el destino de los hombres”

¡En la fraternidad, un abrazo cooperativo!