Para las organizaciones, desde el comienzo de su mandato, Bolsonaro “viene incidiendo, de manera grave, reiterada y sistemática en ofensas a la Constitución de la República.
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Brasil volvió a pasar vergüenza mundial por la política del gobierno Bolsonaro para la Amazonia. En los últimos días, la prensa nacional e internacional ha indormado sobre los múltiples escándalos relacionados con el Brasil: 1- el avance del covid-19 sobre los territorios indígenas; 2- los datos sobre el crecimiento de la deforestación de los bosques en medio de la pandemia; y 3- las denuncias y pedidos de remoción del cargo del Ministro del Ambiente, Ricardo Salles, por sus posiciones absurdamente contrarias a la protección del medio ambiente.
En diálogo con EL COMEJÉN explica por qué es necesario refundar el modelo agrario argentino y qué se puede esperar del nuevo gobierno en materia de soberanía alimentaria. Además, opina sobre el anuncio sorpresivo de expropiación de Vicentin: uno de los gigantes del agronegocio en el país. “Soy del Cerro Colorao Ande no sabe llover […]
Yo espero que viva, pero también que caiga, y rápido. Que no lo derrote un virus, sino lo que aún quede del sistema inmunológico de la democracia brasileña. Que no se demore, porque cada día se cuenta en miles de cadáveres.
En Brasil hasta se duda de que esté realmente infectado. Para el Presidente, la venta de cloroquina es primordial y las mascarillas «cosa de maricones»
Aunque utiliza el argumento de que vivimos en un país democrático, el Presidente Jair Bolsonaro no defiende la idea de la democracia plena, sino una visión muy particular de lo que entiende por democracia.
El neoliberalismo nació en una dictadura, la de Pinochet, implementada por economistas de la Escuela de Chicago. Pero luego se extendió a gobiernos elegidos, en América Latina y Europa. Sin embargo, con el tiempo, el neoliberalismo ha demostrado ser incompatible con la democracia. Brasil es un buen ejemplo.
Cuando la soberbia se impone, cuando la megalomanía y la altivez es el eje discursivo y de acción de una autoridad política, los resultados suelen ser desastrosos no sólo para el responsable de esa conducta, sino que para el conjunto de la sociedad.
Jair Bolsonaro, quien se ha contagiado de covid-19, continúa amenazando con violar la Constitución y se niega a cumplir disposiciones del Supremo Tribunal Federal. Muchos aventuran que podría estar pensando en dar cauces no democráticos a la crisis institucional que vive su gobierno. La democracia brasileña nació con concesiones excesivas al poder militar. Ese «pecado original» irresuelto puede explicar algo de lo que ocurre hoy en el país.
El presidente de Brasil se convirtió en un Calígula posmoderno. Vetó una ley del Congreso que fijaba la asistencia de emergencia a los pueblos originarios y las comunidades quilombolas. Las coincidencias de su política con los delirios del emperador romano ya componen una tragedia.