
«Si la izquierda brasileña no baja a Paulo Freire de las repisas, reinaugura equipos y escuelas de educación popular, capacita a militantes para que trabajen junto a las clases populares, asume la ética como un principio innegociable y cambia el proyecto de poder por el proyecto de Brasil, sufrirá en 2026 su peor derrota desde el fin de la dictadura en 1985», concluye el autor su artículo.